Progreso, crisis e ingenuidad

By Anthony Turton (ES), August 16, 2012

Esta Mesa Redonda pide a los participantes evaluar, en el contexto del cambio climático, la adecuación de energía nuclear para el mundo en desarrollo. En este ensayo, sin embargo, me gustaría considerar un problema relacionado, pero más amplio — las perspectivas de los seres humanos para seguir prosperando en un planeta cuya capacidad para sostener la vida humana está cada vez más bajo fuerte presión.

Recientemente me invitaron, junto con un número de co-autores, a escribir un documento sobre la gestión de los recursos hídricos. En el documento, se argumenta a favor de la idea de que el mundo ha sido objeto recientemente de una transición de la era geológica, conocida como Holoceno, a una nueva época, la Antropocena. Esta idea, asociada con el premio Nobel Paul Crutzen, entre otros, gira en torno a la noción de que el Homo Sapiens está afectando a las fuerzas que darán forma a la Tierra del futuro. Por ejemplo — y de manera significativa para esta Mesa Redonda — los radionucleidos se están encontrando ahora en el sedimento de muchos ríos a niveles mucho mayores de lo que sería el caso, en condiciones normales. Este aumento en los radionucleidos puede ser fechado desde mediados de los años 40 — que precisamente coincide con la capacidad de la humanidad para dividir el átomo. Es decir, la roca sedimentaria del futuro se formará a partir de sedimentos que han sido alterados por los seres humanos.

Todo esto pone de manifiesto un gran dilema al que se enfrenta la humanidad. Este dilema concierne, por un lado, a  la viabilidad del planeta de mantener el nivel de vida humana y, por otro, al crecimiento de la población humana, la actividad económica y la capacidad tecnológica. El sistema planetario de soporte para la vida es un equilibrio dinámico en el que las variables complejas interactúan para crear un conjunto de condiciones ambientales propicias para la vida; si el equilibrio se aleja demasiado del balance, las condiciones conducentes para la vida se degradan. Mientras tanto, la población humana ha crecido rápidamente desde hace siglos y parece que va a continuar haciéndolo por muchas décadas; la actividad económica mundial también se ha incrementado marcadamente y los avances tecnológicos continúan a buen ritmo. Esto ha creado una demanda cada vez mayor de energía y de agua, entre otros recursos, y ha impuesto una gran presión sobre la biosfera.

Aquellos que consideran que el sistema de vida en el planeta tiene límites, argumentan que no se puede esperar sostener un crecimiento ilimitado de la población y de desarrollo económico. Estos argumentan que si los seres humanos no pueden frenar el  crecimiento de su población y de su  actividad económica, el sistema de apoyo que ha permitido que la vida inteligente evolucione en primer lugar será sobrepasado. Esta es la actitud esencial del maltusianismo, que predice que el resultado inevitable de la expansión humana será catastrófico. Sin embargo, un discurso de la competencia — el punto de vista cornucopiano, que a veces se asocia con el extinto profesor de la Universidad de Maryland Julian Simon — sostiene que los seres humanos, a través de su ingenio, se las arreglarán para resolver los problemas que surjan del aumento de la población y del crecimiento económico.

Creo en la capacidad de la humanidad para aprender, innovar y adaptarse con el fin de sostener la vida inteligente en este planeta, por lo que me considero un cornucopiano. Parte de lo que me atrae del cornucopianismo es que permite que los dilemas sean convertidos en algo diferente — en problemas. Los problemas revelados a través de la lente cornucopiana son complejos, y es probable que se vuelvan más complejos con el tiempo. Sin embargo, los problemas son receptivos a las soluciones, una característica que no tienen los dilemas.

Los seres humanos se distinguen de otras especies por su capacidad de innovar, pero ahora la gente tiene que innovar lo suficientemente rápido como para hacer frente a las tensiones que existen en la vida humana para el sistema de soporte del planeta. Afortunadamente, los avances tecnológicos de la humanidad en los últimos años han sido muy impresionantes. Por ejemplo, fue sólo hace unas décadas que el átomo se dividió por primera vez. Pero el año pasado, cuando un grave accidente ocurrió en las instalaciones de la central nuclear Fukushima Daiichi, el daño fue contenido de manera razonable a pesar de las difíciles circunstancias y las lecciones aprendidas de este incidente pueden ser incorporadas en los futuros diseños de instalaciones de energía nuclear. A mi juicio, el resultado del accidente de Fukushima respalda una visión cornucopiana del mundo.

Yo no me considero un defensor ardiente de la energía nuclear, pero creo que si la raza humana quiere sobrevivir debe explorar todas las opciones de supervivencia que puedan beneficiar a la humanidad, y éstas opciones incluyen a la energía nuclear.



 

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