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By Pramit Pal Chaudhuri (ES), February 21, 2013
¿Las políticas nucleares de un país, ya sean civiles o militares, se benefician del escrutinio mediático y del debate público? La respuesta a esta pregunta fundamental determina la actitud personal sobre el otorgamiento a periodistas de un mayor acceso al proceso de diseño de políticas nucleares. Una pregunta relacionada, que parece estar surgiendo en esta Mesa Redonda, es cómo hacer que el orden establecido nuclear del país se acostumbre a la idea de que el escrutinio y el debate de hecho son factores positivos.
La mejor razón para que la política nuclear esté sujeta al escrutinio público es que el debate permite que las políticas sean sometidas a aprobación antes de entrar en vigor. Sin esto, las crisis podrían causar que se tomasen decisiones durante tiempos de vulnerabilidad emocional y estrés político. La historia reciente de la India demuestra varios ejemplos de como la comunicación oportuna permitió que las políticas se instauraran sin complicaciones, o de como la falta de comunicación tuvo el efecto contrario.
A un aspecto, que a menudo pasa desapercibido, del acuerdo de cooperación nuclear entre EE.UU. y la India en el 2008, lo ven con mucho recelo muchos de los científicos nucleares en la India, las personas en los lados opuestos del espectro político del país, y, según lo que me comentó el negociador indio, el “70 % de la comunidad diplomática india”. Aún así, el Parlamento aprobó el acuerdo y lo hizo con una amplia aprobación del público. ¿Por qué se dio este apoyo, especialmente considerando que, y juzgando los sondeos, el público apenas tenía un entendimiento mínimo del trato? La respuesta está en que el acuerdo fue el resultado de un proceso de negociación transparente: cada paso de la negociación se hizo público, y cada documento final se le mostró a la población.
Un ejemplo de la insuficiente transparencia se encuentra en la errónea ley de responsabilidad nuclear civil del 2010, la cual no cumple con las normas de responsabilidad internacional y que hace que la importación de reactores sea mucho más cara de lo que debería ser. Esta ley se redactó por parlamentarios populistas. La coalición gobernante ha hecho muy pocos esfuerzos para explicar los principios de la responsabilidad nuclear a la oposición. Cuando se acercaba la votación del proyecto de ley, mi teléfono empezó a recibir llamadas de fabricantes indios de componentes nucleares, quienes se estaban dando cuenta, demasiado tarde, de que el proyecto representaba problemas para ellos. Mi hipótesis sobre por qué sucedieron así las cosas es que el poder nuclear del país estaba tan acostumbrado a que las cosas salieran a su manera, y nunca antes habido interactuado con el Parlamento de manera formal, simplemente asumió que el Ejecutivo intervendría en algún momento y pondría todo en su lugar.
Problemas similares surgieron después del accidente en la Central Nuclear Fukushima Daiichi. Las nuevas instalaciones nucleares en la India siempre han tenido que hacer frente a las protestas de los agricultores cuyas tierras se adquieren para la construcción de plantas; después de Fukushima, las manifestaciones públicas se volvieron excesivas, afectando hasta las instalaciones cuya construcción ya estaba en marcha desde hace tiempo. Mientras las protestas revelaban qué tan poco entendía el público sobre la seguridad nuclear, también demostraban que el poder nuclear había hecho poco esfuerzo para comunicarse. Recuerdo una larga rueda de prensa del que era en ese entonces presidente de la Comisión de Energía Atómica de la India, que fue tan técnica y repleta de términos tan específicos que muchos de los periodistas ahí reunidos dejaron de tomar notas. Nunca se emitió un comunicado ni un documento de trasfondo.
La gran preocupación. Mi verdadera preocupación sobre la comunicación ineficaz y la opacidad es que el debate nuclear más importante de la India –un debate sobre el arsenal nuclear y la doctrina de la nación– aún no se ha llevado a cabo. Cuando suceda, el público podría ser influenciado más fácilmente por una campaña de terror, por ejemplo centrándose en la idea de la brecha en la cantidad de misiles. El arsenal nuclear de la India siempre ha sido tratado como un sanctum sanctorum, un mundo donde se le prohíbe la entrada al público; una doctrina, que en escasas ocasiones ha sido publicada, y ha sido percibida como un sagrado testamento que no puede ser cuestionado. Mientras tanto, Pakistán está acumulando material fisible apto para armamento, Irán parece estar en busca de la disuasión nuclear, y varias naciones importantes asiáticas están coqueteando con la defensa de misiles. Desde un punto de vista doctrinal, esto es apenas un ambiente estable.
En medio de todo esto, al intentar provocar el interés público sobre las cuestiones nucleares podría producir una carrera armamentista intensificada. El público indio no es más vulnerable emocionalmente que las personas de otros países, pero el gobierno ha hecho muy poco para publicar una doctrina nuclear clara y por lo tanto, da lugar a la manipulación cínica. El público nunca ha cuestionado la doctrina nuclear en el pasado. Sin embargo, es peligroso que el poder nuclear de la nación asuma que las personas no empezaran a hacerlo ahora.
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