La participación de Estados Unidos es fundamental para el control de armas en Asia Meridional
By Mario E. Carranza: ES |
Debido a la nuclearización de Asia Meridional, el conflicto indio-pakistaní dejó de ser una cuestión regional para convertirse en un problema global. Un intercambio de 100 armas nucleares entre las dos naciones podría matar a 20 millones de personas en el plazo de una semana, así como reducir la temperatura global en 1,3 grados centígrados, poniendo a otros 2 mil millones de individuos en riesgo de hambruna.
Los académicos realistas sostienen desde hace mucho tiempo que, para evitar el uso de armas nucleares en una guerra indio-pakistaní, los dos países deben lograr una disuasión nuclear estable. Lograr este objetivo parece ser cada vez más difícil, si no imposible, y los cambios recientes en las doctrinas nucleares y estrategias convencionales de India y Pakistán han llevado a que las relaciones nucleares sean todavía más inestables. Por ejemplo, la doctrina del arranque en frío (Cold Start) del ejército indio implica rápidos ataques convencionales, iniciados en represalia de un ataque terrorista de una organización jihadista con sede en Pakistán, y con la finalidad de no provocar a Pakistán a usar en primer lugar las armas nucleares. Sin embargo, Pakistán afirma que respondería a una ofensiva de arranque en frío con armas nucleares de baja potencia.
El saber convencional indica que India mantiene una «postura de contención» en tiempos de paz; las ojivas nucleares no están acopladas a sistemas vectores y las mismas ojivas ni siquiera están completamente ensambladas. Según Debalina Ghoshal del Delhi Policy Group, la disuasióncontenida contribuye a la estabilidad estratégica en las relaciones indio-pakistaníes. No obstante, según el politólogo del MIT, Vipin Narang, la creencia de que India mantiene desmontadas sus armas nucleares «es actualmente en gran medida un mito….Parece probable que todos los sistemas de misiles nucleares de la India acabarán por desplegarse “encerrados en contenedores”, prácticamente listos para usarse, lo que dista mucho de la percepción general de que la India mantiene su fuerza nuclear en un estado de relativa contención». Por su parte, las armas nucleares de Pakistán están aparentemente listas para usarse en cualquier momento y, al parecer, la autoridad para usar armas nucleares durante crisis militares con la India se ha pre-delegado a comandantes pakistaníes desde el año 2000. Ahora ya es demasiado tarde para una verdadera disuasión contenida en Asia Meridional, y la disuasión nuclear estable es probablemente imposible en el subcontinente.
Las alternativas a la estabilidad de la disuasión nuclear son la reducción del riesgo nuclear y el control de las armas nucleares. Lamentablemente, los dos países tienen un pobre historial en la implementación de medidas de fomento de la confianza y reducción del riesgo, y un sólido régimen para el control de las armas nucleares se enfrenta a obstáculos, incluyendo la profunda desconfianza mutua, aparentemente insuperable. La Declaración de Lahore en febrero de 2009 marcó un importante avance en las relaciones entre India y Pakistán, pero la «mini-guerra de Kargil», que tuvo lugar posteriormente ese mismo año, enterró el «espíritu de Lahore». ¿Es posible revivir ese espíritu en la era de los primeros ministros Modi y Sharif? Solo si los líderes de ambos países pueden superar los poderosos intereses nacionales que contribuyen al mantenimiento indefinido del statu quo.
En 2004 India y Pakistán comenzaron un proceso de paz conocido como el «diálogo compuesto». Este proceso se refería a ocho grupos de cuestiones, entre ellas, Cachemira, el terrorismo y el tráfico de drogas, las medidas de fomento de la confianza y la cooperación económica. El diálogo compuesto fracasó tras el ataque terrorista de 2008 en Bombay, y los dos países no pudieron reactivarlo en 2015. Desde entonces, India y Pakistán han estado «pensando lo impensable», tomando prestada la frase del estratega Herman Kahn. Es decir, ambos países han participado en debates doctrinarios sobre la doctrina de la «escalation dominance» (dominio sobre la intensificación). Esta competencia doctrinal aumenta significativamente la posibilidad de un conflicto nuclear indio-pakistaní.
El peligro de que se utilicen armas nucleares en la próxima guerra entre los dos países es muy real, pero ambos pueden tomar medidas significativas para evitar caer en el Armagedón. Pueden establecer una línea directa permanente entre sus primeros ministros y directores generales de operaciones militares. Pueden comenzar un diálogo serio sobre sus doctrinas nucleares. Pueden crear centros para la reducción del riesgo nuclear integrados por funcionarios de ambos países. Pueden acordar notificarse mutuamente cuando se desplacen misiles dentro de sus territorios con fines de entrenamiento, y pueden firmar un acuerdo cooperativo de observación aérea, que siga el modelo del Tratado de Cielos Abiertos negociado entre la OTAN y los Estados del Pacto de Varsovia al final de la Guerra Fría.
Ahora bien, que los rivales de Asia Meridional definitivamente no caigan en el Armagedón depende de las perspectivas de normalización sostenible de las relaciones bilaterales (aun sin una resolución formal de la controversia de Cachemira). La normalización parece una posibilidad bastante distante hoy en día, debido a la persistente desconfianza mutua. A su vez, aparentemente los dirigentes indios carecen de voluntad política para dar un «segundo salto de confianza» (una frase relacionada con el viaje que el primer ministro indio Atal Behari Vajpayee hizo a Lahore en 1999), al restablecer el diálogo compuesto con Pakistán. Por lo tanto, es fundamental que la comunidad internacional, liderada por Estados Unidos, intente reducir las tensiones y establecer el control de las armas nucleares en el subcontinente.
En la actualidad tres obstáculos impiden que se establezca un verdadero régimen de control de armas nucleares indio-pakistaní: la falta de diplomacia proactiva por parte de Estados Unidos; la «perfección de la falta de sinceridad» del subcontinente (es decir, tanto India como Pakistán con frecuencia hacen propuestas que saben que la otra parte no aceptará); y, en ambos países, la oposición interna para la resolución del enigma nuclear. En India, solo un «Gorbachev indio» podrá superar la oposición interna. En Pakistán, la oposición solo podrá vencerse cuando los militares pierdan el control sobre el programa de armas nucleares.
Sin embargo, India y Pakistán no viven en un planeta distinto de todos los demás. Son vulnerables a las restricciones normativas externas, como lo demuestra su cumplimiento de la moratoria global de ensayos nucleares y su adhesión, hasta ahora, a la norma de «no utilización» (aun cuando el tabú nuclear es muy frágil en Asia Meridional). Si el tabú nuclear pudiera afianzarse a nivel global, India y Pakistán podrían verse obligados a considerarlo con más seriedad. En particular, si Estados Unidos (como principal impulsor de normas) renunciara al primer uso de las armas nucleares y promoviera, además, una política nueva y proactiva para el fomento del control de armas nucleares en Asia Meridional, se reducirían las posibilidades de un conflicto nuclear en Asia Meridional.
Estados Unidos debería revisar completamente su postura sobre el enfrentamiento nuclear en Asia Meridional. Debería dejar atrás su política actual de alineación con la India y adoptar, en su lugar, un enfoque equilibrado sobre las relaciones indio-pakistaníes. Esto implicaría mejorar las relaciones con Pakistán, aunque sería un error ofrecerle un acuerdo nuclear que convertiría a ese país en un Estado establecido con armas nucleares. En su lugar, Washington debería reactivar la norma de no proliferación nuclear en Asia Meridional, al renegociar su acuerdo nuclear con la India, estableciendo restricciones al programa de armas nucleares de ese país que la administración Bush no pudo negociar.
Estados Unidos también debería ejercer presión diplomática sobre ambas naciones para iniciar negociaciones serias sobre el control de las armas nucleares. Como mínimo, tanto India como Pakistán deberían comprometerse formalmente con el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (después de que el Senado de Estados Unidos lo ratifique). Entretanto, la iniciativa humanitaria (un movimiento que procura fundamentalmente adoptar un tratado que prohíba las armas nucleares) podría jugar un papel decisivo para volver a llevar el control de armas nucleares al ruedo político interno de India y Pakistán. Las organizaciones no gubernamentales antinucleares, tanto locales como internacionales, podrían hacer lo mismo.
El enigma nuclear indio-pakistaní no permite soluciones rápidas, pero el tiempo para abordar el problema se puede estar acabando. Ahora ha llegado el momento de una fuerte intervención por parte de Estados Unidos, que podría ayudar a los rivales de Asia Meridional a crear un sólido régimen de control de las armas nucleares y salvar a millones de personas de un Armagedón nuclear.