Disuasión y terrorismo nucleares: implicaciones para la seguridad mundial

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La Revisión de la Postura Nuclear de EE.UU. de 2010 determinó que la reducción del papel de las armas nucleares en la estrategia de seguridad nacional era uno de los principales objetivos de la política de armas nucleares. A su vez, restringió las circunstancias en función de las cuales Estados Unidos contemplaría utilizar armas nucleares. No obstante, el informe también renovó el compromiso de "responsabilizar plenamente a cualquier estado, grupo terrorista u otros actores no estatales que apoyen o faciliten los esfuerzos terroristas para obtener o utilizar armas de destrucción masiva". Este compromiso -- que parece dejar abierta la posibilidad de un ataque nuclear contra estados que proporcionen armas de destrucción masiva a terroristas -- trata de hacer frente a la dificultad de disuadir a grupos como Al Qaeda. Sin embargo, el compromiso plantea preguntas difíciles sobre la atribución de responsabilidad debido a la adquisición de capacidad nuclear por parte de grupos terroristas, así como sobre la compatibilidad de la política con la reducción de arsenales nucleares y, al fin y al cabo, el logro del desarme. A continuación, Evgeny Buzhinsky de Rusia, Sadia Tasleem de Pakistán y Manpreet Sethi de la India abordan esta cuestión: ¿Cómo las iniciativas de Estados Unidos para disuadir los ataques terroristas a través de su política nuclear afectan la seguridad internacional y los esfuerzos en pos de la no proliferación y el desarme?

Round 1

Buena idea, implementación complicada

Al proponer una nueva evaluación de las amenazas nucleares a las que Estados Unidos se enfrenta, la Revisión de la Postura Nuclear de EE.UU. de 2010 determinó que la prevención de la proliferación nuclear y el terrorismo nuclear eran prioridades del programa nuclear del país, ocupando un puesto más importante que el sostenimiento de la disuasión estratégica, el fortalecimiento de la disuasión regional y el mantenimiento de un arsenal nuclear seguro y eficaz. Esto no es sorprendente, teniendo en cuenta la preocupación de Estados Unidos durante los últimos años debido al riesgo que supone que terroristas puedan acceder a armas nucleares o que estados como Corea del Norte o Irán puedan provocar una cascada de proliferación. De hecho, estos dos riesgos están conectados, dado que la proliferación aumenta las posibilidades de que actores no estatales pueden acceder a material nuclear.

Aparentemente Estados Unidos está haciendo frente a estas amenazas en dos niveles: el táctico y el estratégico. El enfoque táctico tiene cuatro componentes: acelerar los esfuerzos para proteger los materiales nucleares vulnerables en todo el mundo; destruir las redes terroristas apuntando a sus canales de financiación y eliminando a sus líderes; reforzar la seguridad nacional a través de mejores controles fronterizos, defensas antimisiles y la capacidad de atacar con urgencia objetivos terroristas apremiantes a distancia; y, como se indica en la Revisión de la Postura Nuclear, amenazando "responsabilizar plenamente a cualquier estado, grupo terrorista u otros actores no estatales que apoyen o faciliten los esfuerzos terroristas para obtener o utilizar armas de destrucción masiva".

No obstante, a nivel estratégico la política estadounidense intenta abordar los peligros nucleares reduciendo el papel de las armas nucleares en la estrategia de seguridad nacional. La Revisión de la Postura Nuclear, por ejemplo, restringió el uso de armas nucleares a "circunstancias extremas para defender los intereses vitales de los Estados Unidos o de sus aliados y socios". También prometió no usar o amenazar con utilizar armas nucleares contra estados que no tengan armas nucleares, formen parte del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) y cumplan con sus obligaciones de no proliferación. La idea que se esconde detrás de estas medidas es que las armas nucleares se volverán menos atractivas para otros países y el régimen de no proliferación recabará apoyo adicional.

¿Son contradictorios estos enfoques tácticos y estratégicos? Amenazar con atacar estados que apoyan a terroristas, ¿es incompatible con el objetivo de reducir los arsenales nucleares y avanzar hacia el desarme? Por supuesto que no. Para empezar, la amenaza de Estados Unidos de "responsabilizar plenamente" a quienes apoyen los esfuerzos terroristas para obtener armas de destrucción masiva no significa necesariamente que Estados Unidos utilizaría armas nucleares en estos casos. Incluso la iniciativa de Estados Unidos conocida como Ataque Global Inmediato, que permitiría al ejército de Estados Unidos atacar cualquier punto del planeta en aproximadamente una hora, se basa en el lanzamiento de armas convencionales con sistemas de vectores estratégicos. Entretanto, las nuevas restricciones de Estados Unidos sobre su propio uso de armas nucleares tienen claramente el objetivo de devaluar las armas nucleares, respaldando los esfuerzos de no proliferación con la adopción de medidas significativas en pos del desarme. Por consiguiente, en principio, la política estadounidense va por buen camino. El problema radica en la implementación.

Los esfuerzos estadounidenses para disuadir el terrorismo, incluso a través de la política nuclear, solo pueden tener éxito si obtienen apoyo internacional generalizado e incondicional. Estados Unidos no puede tener la esperanza de lograr ser invulnerable al terrorismo, a menos que pueda convencer a los demás de que el peligro terrorista es urgente y exige el trabajo conjunto de muchas partes. Aquí es donde la política estadounidense se encuentra con obstáculos. A veces Estados Unidos no es capaz de ceñirse a su propia política; en otras situaciones sus políticas pueden percibirse como una amenaza y complicar las relaciones interestatales.

Pakistán es un país que expone las limitaciones de la política nuclear estadounidense. A pesar de que existen numerosas pruebas de que Pakistán ha estado implicado en la proliferación nuclear -y que el ejército y la Dirección de Inteligencia Inter-Services, los elementos más influyentes de la estructura estatal de Pakistán, han apoyado y fomentado el terrorismo- dos cuestiones impiden que Estados Unidos tome medidas punitivas significativas. La primera es que Estados Unidos necesita el apoyo pakistaní en la guerra contra Afganistán. La otra es que Pakistán tiene armas nucleares. En consecuencia, Washington ignora en gran medida los peligros asociados con el creciente arsenal nuclear de Pakistán y el apoyo que reciben las organizaciones terroristas desde el interior de ese país, aunque no pueda descartarse la posibilidad de que las armas nucleares lleguen a manos de estos grupos, incluso con complicidad oficial. De esta forma, la política nuclear de Estados Unidos descubre sus límites cuando se topa con un estado con armas nucleares donde proliferan los grupos terroristas. Esto enseña lecciones que no pasarán desapercibidas en otras naciones.

Mientras tanto, Rusia y China consideran amenazante el empeño de Washington en la defensa contra misiles balísticos y su iniciativa Ataque Global Inmediato (cuya necesidad proclama Estados Unidos para defenderse contra la proliferación y el terrorismo). La tensión resultante no solo arruina las posibilidades de que los tres países se enfrenten de manera unida a los peligros nucleares comunes, sino que también legitima los esfuerzos de modernización estratégica de Moscú y Pekín. Además, como Rusia y China buscan corregir el desequilibrio entre su fuerza militar y la de Estados Unidos, crecen las percepciones de amenaza en las naciones menos poderosas. La víctima evidente en todo esto es la seguridad internacional.

Si Estados Unidos debe vencer este tipo de obstáculos, deberá concebir estrategias para dar a otras naciones motivos para cooperar con él. La Revisión de la Postura Nuclear de 2010 dio un primer paso al comunicar que el tamaño del arsenal nuclear de Estados Unidos seguiría disminuyendo y que el papel de las armas nucleares en la seguridad nacional de Estados Unidos también se reduciría. Las Cumbres de Seguridad Nuclear, una iniciativa liderada por Estados Unidos, han hecho mucho para crear conciencia sobre los problemas de seguridad nuclear. Sin embargo, es necesario avanzar más, especialmente si se trata de generar confianza interestatal, un sentido de propósito común entre las naciones y un deseo de trabajar colectivamente.

Un paso importante sería procurar el desarme con el mismo fervor que la no proliferación. En las Conferencias de Revisión del TNP de 2005 y 2010, los estados sin armas nucleares se negaron a asumir compromisos de no proliferación adicionales, a menos que se dieran pasos significativos en pos del desarme, por lo que poco se logró. El desarme nuclear en sí mismo requiere abordar temas tan polémicos como la defensa contra misiles balísticos, los desequilibrios en las armas convencionales y la militarización del espacio ultraterrestre. Es posible que estas cuestiones no se relacionen directamente con la disuasión del terrorismo nuclear, pero abordarlas adecuadamente creará un entorno en el que la disuasión puede funcionar mejor.

La proliferación y el terrorismo nucleares son un peligro para toda la humanidad. No son solo responsabilidad de Estados Unidos. Sin embargo, Estados Unidos ha marcado el rumbo durante mucho tiempo en las cuestiones nucleares y, en el ámbito nuclear, la seguridad nacional está íntimamente ligada a la seguridad internacional. El enfoque de Washington frente a los peligros nucleares encontraría amplia aceptación si fuera más inclusivo y si Estados Unidos lograra encontrar soluciones jurídicas y políticas para los retos nucleares, en lugar de depender tan fuertemente de la estrategia militar.

La disuasión del terrorismo nuclear: reflexiones desde Islamabad

Si pidieran a académicos expertos en estrategia y seguridad de Islamabad que evaluaran cómo la disuasión de ataques terroristas a través de la política nuclear de EE.UU. repercute sobre la seguridad, los esfuerzos de no proliferación y las iniciativas de desarme, la mayoría de las respuestas probablemente se centrarían en las incertidumbres inherentes a la política de EE.UU. Por ejemplo, determinados aspectos operativos de la lucha contra el terrorismo mediante la disuasión nuclear no están nada claros: ¿cómo Estados Unidos determinaría que un estado fue cómplice de un acto de terrorismo nuclear? ¿Cómo se evitarían los errores de cálculo y los juicios erróneos? Pero la verdad es que muchos estudiosos de Pakistán nunca han considerado seriamente las implicaciones de la Revisión de la Postura Nuclear de EE.UU de 2010, y los debates al respecto han sido más bien insignificantes.

A mi juicio, disuadir los ataques terroristas dejando abierta la posibilidad de usar armas nucleares representa una desproporción considerable entre los fines políticos y los medios operativos. La brecha es de hecho tan amplia que dicha política parece ineficaz como elemento de disuasión. Sin duda el valor de las armas nucleares para disuadir amenazas asimétricas es difícil de comprobar empíricamente. Ahora bien, las armas nucleares no hicieron nada para prevenir los atroces ataques terroristas cometidos contra Estados Unidos en 2001 y Gran Bretaña en 2005.

La Revisión de la Postura Nuclear afirma que Estados Unidos está trabajando para reducir la relevancia de las armas nucleares en los asuntos internacionales, pero esta reducción no puede discernirse claramente en la política misma. Por el contrario: vincular la disuasión nuclear al terrorismo sobrevalora la eficacia de la disuasión y, desde una perspectiva exterior, parecería servir únicamente para reafirmar el valor que la política de seguridad de los EE.UU. otorga a las armas nucleares. Se crean así serios desafíos para los partidarios de la no proliferación y el desarme en estados que cuentan con pequeños arsenales nucleares y, en ese sentido, menoscaba el régimen de no proliferación existente.

Por lo tanto, si la política de EE.UU. sobre disuasión nuclear contribuye poco a tal fin, y menos aún a la seguridad internacional, ¿qué comprendería un enfoque más eficaz? En esencia, implicaría negar el acceso a los materiales delicados, amenazando a su vez con usar el poder militar convencional contra los estados que ayuden a los terroristas. Este sería el enfoque correcto, no solo desde la perspectiva de la disuasión, sino también de la no proliferación. Si bien no lograría persuadir a estados con pequeños arsenales nucleares a desarmarse, por lo menos debilitaría el valor simbólico de las armas nucleares.

Ninguna amenaza. La Revisión de la Postura Nuclear ha atraído relativamente poca atención en Pakistán debido a que el país se enfrenta a un sinfín de desafíos internos y externos que absorben la atención, en particular la lucha constante contra el terrorismo. Sin embargo, cuando la atención se vuelve hacia las cuestiones nucleares, resuenan algunos temas recurrentes, todos relacionados con la India: el acuerdo de cooperación nuclear entre la India y Estados Unidos de 2008 y sus implicaciones para la no proliferación; la infame doctrina militar de "arranque en frío" de la India (que contempla ataques rápidos de la India contra Pakistán, que no cruzan el umbral nuclear de Islamabad), y el programa de la India de defensa contra misiles balísticos. A su vez, si bien la doctrina militar de Pakistán identifica al terrorismo como el principal problema de seguridad de la nación, el terrorismo nuclear en particular no es un tema que genere demasiado interés.

Cuando los pakistaníes toman en cuenta el terrorismo nuclear, las opiniones difieren en cuanto a la gravedad de la amenaza que representa. Para algunos se trata de una posibilidad inquietante, para otros es un peligro exagerado. No obstante, en Islamabad prevalece el consenso generalizado sobre la necesidad de abordar incluso la más remota posibilidad de terrorismo nuclear. En consecuencia, Pakistán ha respondido afirmativamente a las principales iniciativas de no proliferación: las Cumbres de Seguridad Nuclear, la Iniciativa Global para Combatir el Terrorismo Nuclear, y la Resolución 1540 del Consejo de Seguridad de la ONU (que obliga a los estados a establecer controles nacionales contra la proliferación de armas de destrucción masiva).

En cuanto a las preocupaciones expresadas a menudo por analistas de Estados Unidos y difundidas por los medios de comunicación occidentales de que los terroristas podrían obtener armas o materiales nucleares dentro de Pakistán, Islamabad parece confiar en su capacidad para prevenir cualquier eventualidad en ese sentido. Este hecho, junto con la confianza que se deriva para Pakistán a raíz de su estrecha cooperación con Estados Unidos, impide que los pakistaníes perciban la política de disuasión nuclear de EE.UU. como una amenaza. Las percepciones de amenaza para Pakistán continúan centrándose en otros lugares.

Sin embargo, el desencanto con los Estados Unidos se refleja en gran medida en el discurso popular de Pakistán. Este se centra principalmente en los ataques con aviones no tripulados y las implicaciones de la asociación estratégica entre India y Estados Unidos. La operación que acabó con la muerte de Osama bin Laden provocó preocupación en los medios de comunicación de Pakistán, pero el incidente no parece haber tenido un impacto duradero en la percepción de amenaza del país que presenta Estados Unidos. Además, solo los aficionados especulan sobre los planes de EE.UU. de destruir las armas nucleares de Pakistán o sabotear sus capacidades estratégicas. La literatura académica no se hace eco de dicho alarmismo y los círculos de formulación de políticas no se interesan por esas teorías inverosímiles. Como es de esperar en cualquier estado con armas nucleares, las autoridades pakistaníes hacen hincapié en que Pakistán no cerrará los ojos incluso frente a las amenazas más remotas a su seguridad. No obstante, la política de disuasión nuclear de los EE.UU. no se percibe como una amenaza.

Las dos caras de la moneda

La Revisión de la Postura Nuclear de EE.UU. de abril de 2010 comunica una doctrina nuclear que refleja fielmente las políticas de la administración Obama y presenta importantes innovaciones estratégicas. El informe destaca la necesidad de mantener una capacidad de disuasión nuclear, pero también resta importancia a "la relevancia de las armas nucleares en los asuntos internacionales", y reafirma la intención de reducir el arsenal nuclear de EE.UU.

La nueva doctrina establece que "el papel fundamental de las armas nucleares de Estados Unidos, que continuará mientras existan armas nucleares, es disuadir un ataque nuclear contra los Estados Unidos, nuestros aliados y socios". Sin embargo, Estados Unidos "solo consideraría el uso de armas nucleares en circunstancias extremas, para defender los intereses vitales de Estados Unidos o de sus aliados y socios." Se reduce el papel de las armas nucleares en la disuasión de ataques convencionales, químicos y biológicos, y el documento destaca que el arsenal nuclear que Estados Unidos heredó de la era de la Guerra Fría no es lo suficientemente idóneo para los desafíos que plantean los terroristas y los regímenes hostiles en búsqueda de armas nucleares. Por consiguiente, el documento establece que "es esencial que ajustemos mejor nuestras políticas y postura nucleares a nuestras prioridades más urgentes: la prevención del terrorismo nuclear y la proliferación nuclear."

El compromiso de EE.UU. de "responsabilizar plenamente a cualquier estado, grupo terrorista u otros actores no estatales que apoyen o faciliten los esfuerzos terroristas para obtener o utilizar armas de destrucción masiva" parece significar que Estados Unidos continuará sus esfuerzos para detener la proliferación de ADM a través de todos los medios posibles, inclusive opciones militares, pero tengo la seguridad de que el uso de armas nucleares en este contexto queda excluido. No obstante, el compromiso no afianza la seguridad internacional, dado que las opciones militares que la política contempla probablemente aumenten el número de decisiones unilaterales de Estados Unidos de usar la fuerza contra un estado soberano o un actor no estatal que actúa dentro del territorio de un estado soberano. No contribuye al proceso de desarme (nuclear o no) porque la confianza de EE.UU. en las opciones militares no nucleares supone que las armas convencionales existentes se mejorarán y se desarrollarán otras nuevas, dando así un nuevo impulso a la carrera armamentista global. En cierta medida contribuye a los procesos de no proliferación, al menos en la medida en que su objetivo se correlaciona con esos procesos.

En cualquier caso, estoy seguro de que la política general de EE.UU. expresada en la Revisión de la Postura Nuclear reconoce que las armas nucleares pueden tener una influencia contraproducente en la proliferación de las ADM. Es decir, cuanto más se dependa de las armas nucleares como medio de disuasión, más deseos tendrán otros países de obtenerlas. Por otra parte, en mi opinión el informe deja claro que el presidente Obama y su administración se dan cuenta de que las armas nucleares no pueden resolver los problemas fundamentales del siglo XXI: la proliferación de armas de destrucción masiva, el terrorismo, los conflictos regionales y la migración masiva de refugiados a consecuencia de los mismos, las guerras cibernéticas, el crimen organizado y el tráfico ilícito de drogas. La reducción del papel de las armas nucleares en las políticas de seguridad de EE.UU. es absolutamente positiva.

Sin embargo, hay otra cara de la moneda. La Revisión de la Postura Nuclear omite actualizar las políticas con respecto al despliegue y la modernización de las fuerzas nucleares y su infraestructura y, de hecho, el enfoque de la revisión de la postura en cuanto a la modernización asegura que las fuerzas nucleares continuarán siendo un instrumento central de la estrategia de seguridad nacional de EE.UU. en las próximas décadas.

En cuanto al despliegue, el informe no contiene cambios sustanciales en la estructura de la fuerza nuclear de EE.UU. -bombarderos, misiles balísticos intercontinentales y misiles balísticos lanzados desde submarinos- o en su estado de alerta, y señala un enfoque más bien agresivo en cuanto a la modernización. Establece que Estados Unidos tiene previsto desarrollar y desplegar una nueva generación de sistemas vectores de armas nucleares en las próximas dos décadas, incluyendo submarinos de misiles balísticos y misiles de base terrestre; reemplazará los bombarderos con capacidad nuclear existentes por el avión furtivo F-35 Joint Strike Fighter; estudiará si será necesario reemplazar los misiles de crucero lanzados desde el aire existentes y, en tal caso, cómo lo hará; no aceptará límites en relación con su programa de defensa contra misiles; y preservará las opciones para el despliegue de misiles provistos de armas convencionales. En un informe posterior de la Casa Blanca al Senado en relación con la ratificación del nuevo tratado START se puso de manifiesto que "durante la próxima década, Estados Unidos invertirá más de 100 mil millones de dólares en sistemas de vectores nucleares para mantener las capacidades existentes y modernizar algunos sistemas estratégicos."

La Revisión de la Postura Nuclear también informa que se trabajará para prolongar la vida de la ojiva W-76 del misil balístico de base submarina, la bomba B-61, desplegada en bombarderos, y la ojiva W-78, desplegada en misiles de base terrestre. Si bien en la revisión se afirma que el trabajo "no apoyará nuevas misiones militares o dispondrá nuevas capacidades militares", la extensión de vida de la W-76 aumenta de hecho la capacidad para acertar blancos difíciles. Además, la capacidad militar no solo depende de las ojivas, y las mejoras a los sistemas de vectores se continúa realizando, por ejemplo en relación con los objetivos, el comando y control del F-35.

Mientras tanto, se planifican importantes inversiones en las instalaciones de fabricación de armas, supuestamente como protección contra futuras reducciones de ojivas nucleares desplegadas y sin desplegar. La administración planea gastar 80 mil millones de dólares hasta el año 2020 en el complejo de armas nucleares, además de los 100 mil millones de dólares destinados a sistemas de vectores.

Creo que tanto Estados Unidos como Rusia y todos los otros estados nucleares de hecho o de derecho, deben hacer frente a las amenazas y desafíos reales del siglo XXII, modernizando sus estrategias nucleares más allá del tipo de medidas previstas en la Revisión de la Postura Nuclear de 2010. El énfasis principal de esta modernización se daría a través de un par de transiciones: alejarse de los enfoques individuales en relación con amenazas locales y regionales emergentes y acercarse a los enfoques colectivos y, a su vez, distanciarse del control "positivo" sobre las armas nucleares, que hace hincapié en la habilidad para utilizar las capacidades nucleares con rapidez, y dirigirse hacia el control "negativo", que se centra en la prevención del uso accidental o no autorizado de armas nucleares o su captura por parte de terroristas.

Estados Unidos y otros países podrían ayudar a llevar a cabo estas transiciones y contribuir a su vez a la no proliferación y a minimizar las amenazas terroristas, si adoptaran algunas medidas específicas. Los arsenales de armas nucleares deberían consolidarse y hacerse más seguros. A su vez, deberían ponerse en práctica mecanismos más confiables de salvaguardias. Deberían reducirse las ojivas desplegadas con fines operativos y los sistemas de vectores. Debería aumentarse el tiempo necesario para lograr capacidad de combate de las fuerzas nucleares, a un lapso de entre 24 y 72 horas. Las fuerzas convencionales deberían estar preparadas para participar en el combate durante las primeras 24 a 72 horas de un conflicto, hasta que el enemigo sea derrotado o la capacidad nuclear esté plenamente establecida. El comando, el control y los sistemas de alerta temprana deberían estructurarse de manera que puedan coordinarse adecuadamente los esfuerzos de combate durante las primeras etapas de un conflicto, mientras que el control de las fuerzas nucleares se desplaza de lo negativo a lo positivo. Es mediante este tipo de medidas que podría de verdad reducirse la relevancia de las armas nucleares en los asuntos internacionales.

Round 2

Rayos de esperanza, malos presagios

En su primer ensayo de esta Mesa Redonda mi colega Manpreet Sethi analizó los niveles tácticos y estratégicos de la política de EE.UU. sobre proliferación nuclear y terrorismo, y concluyó que, en principio, Estados Unidos va por buen camino. Sin embargo, argumentó luego que la política de EE.UU. se encuentra con problemas en lo que concierne a su implementación, y se refirió a Pakistán como ejemplo de las limitaciones de la política. Específicamente, escribió que Estados Unidos no ha tomado "medidas punitivas significativas" contra Pakistán "a pesar de que existen numerosas pruebas de que Pakistán ha estado implicado en la proliferación nuclear, y que el ejército y la Dirección de Inteligencia Inter-Services…han apoyado y fomentado el terrorismo."

No obstante, nada de lo establecido en la política estadounidense sugiere que ese país debería haber tomado medidas punitivas contra Pakistán. En la Revisión de la Postura Nuclear de 2010, Estados Unidos renovó su compromiso de "responsabilizar plenamente a cualquier estado…que apoye o facilite los esfuerzos terroristas para obtener o utilizar armas de destrucción masiva…". Pakistán no es uno de estos estados. Incluso si se acepta que Pakistán ha estado implicado en la proliferación en el pasado, o se cree que elementos dentro de Pakistán han apoyado y fomentado el terrorismo, aun así Pakistán no puede ser acusado de hacer la única cosa que podría someterlo a la "medida punitiva" a la que se ha referido Sethi, es decir, ayudar a terroristas a acceder a armas de destrucción masiva. El elemento de la política de EE.UU. en discusión en esta Mesa Redonda simplemente no tiene relación directa con el comportamiento paquistaní.

Habiendo dicho esto, vale la pena también recordar que las revelaciones de hace casi una década atrás sobre las actividades de proliferación de la red de A.Q. Khan tuvieron un lado esperanzador en Pakistán: la presión internacional en general y la presión de EE.UU. en particular hicieron notar a Islamabad que la nuclearización conlleva serias responsabilidades. Pakistán reaccionó poniendo en práctica una serie de medidas de seguridad nuclear y ahora coopera con muchas iniciativas globales para denegar a los terroristas el acceso a instalaciones nucleares y materiales delicados. Pakistán está hoy en medio de la que probablemente sea la peor ola de terrorismo que ha enfrentado jamás, pero pese a todo ha logrado proteger sus instalaciones y materiales nucleares. Esto no debe hacerlo sentir satisfecho, pero al menos debería aliviar la ansiedad en relación con la seguridad y protección del arsenal nuclear de Pakistán.

Entretanto, en su segundo ensayo, Evgeny Buzhinsky se refirió a mi opinión acerca de que Estados Unidos, al vincular la disuasión nuclear al terrorismo, sobrevalora la eficacia de la disuasión y, desde una perspectiva exterior, parecería reafirmar el valor que la política de seguridad de EE.UU. otorga a las armas nucleares. Buzhinsky interpreta que considero que la vinculación de la disuasión nuclear con el terrorismo es artificial, "solo un pretexto más para que Estados Unidos pueda seguir dependiendo en gran medida de su arsenal nuclear". Esto no es del todo correcto. No creo que el vínculo sea artificial, pero sí considero que es ineficaz, en la medida en que los fines perseguidos y los medios operativos están fuera de toda proporción. También creo que el vínculo produce más daños que beneficios a la causa de la no proliferación, sin importar cuáles puedan ser las intenciones de la administración de Obama.

Buzhinsky también mencionó mi afirmación de que, en estados con pequeños arsenales nucleares, la vinculación de la disuasión nuclear con el terrorismo crea serios desafíos para los partidarios de la no proliferación y el desarme. Buzhinsky escribió "…supongo que se refiere en primer lugar a su propio país, Pakistán." No me refería primero a Pakistán -mi comentario tenía naturaleza general- pero ciertamente Pakistán no es una excepción a la idea de que las naciones con pequeños arsenales nucleares no estarán motivadas a desarmarse debido a que perciben que Estados Unidos otorga a las armas nucleares un gran valor de seguridad. A la vez, la política nuclear de EE.UU. de ninguna manera es el principal propulsor de la proliferación o de que no se logre el desarme. Los entusiastas nucleares pueden encontrar un montón de justificaciones para establecer o ampliar arsenales nucleares.

Por último, Buzhinsky y Sethi abordaron temas como el programa de defensa contra misiles balísticos de EE.UU. y la superioridad en armas convencionales de la que goza este país, en cuanto a los desafíos que plantean a la no proliferación y al desarme. Yo añadiría que estas mismas cuestiones se plantean en el sur de Asia. El programa de defensa contra misiles balísticos de la India y la creciente asimetría en la región en relación con la capacidad militar convencional son un mal presagio para el control de armas en la región.

Cómo la política de Estados Unidos perjudica el desarme

Si los ensayos de esta Mesa Redonda de mis colegas Sadia Tasleem y Manpreet Sethi son un indicio de la forma en que Pakistán y la India perciben mutuamente sus políticas nucleares, la importancia de la disuasión nuclear en el Sur de Asia será cada vez mayor. Aumentará la cantidad de ojivas nucleares, así como de los vehículos lanzadores. Los activistas de la no proliferación pueden tener la esperanza de que, al convencer a Pakistán y la India de eliminar sus arsenales nucleares y unirse al Tratado de No Proliferación Nuclear como estados sin armas nucleares, será más difícil que los terroristas puedan acceder a estas últimas. Sin embargo, de acuerdo a los puntos de vista de mis colegas, estas esperanzas parecerían ser muy poco realistas.

Ahora bien, volviendo al tema central de esta Mesa Redonda —es decir, cómo la política de disuasión de EE.UU. repercute sobre la seguridad internacional y los esfuerzos en pos de la no proliferación y el desarme— leí con gran interés los argumentos de Tasleem sobre la forma en que la política de EE.UU. vincula la disuasión nuclear al terrorismo. Escribe que este vínculo "sobrevalora la eficacia de la disuasión y, desde una perspectiva exterior, parecería servir únicamente para reafirmar el valor que la política de seguridad de los EE.UU. otorga a las armas nucleares". Si la entiendo bien, cree que el vínculo es artificial y que constituye solo un pretexto más para que Estados Unidos pueda seguir dependiendo en gran medida de su arsenal nuclear. A su vez, cuando escribe que este vínculo "crea serios desafíos para los partidarios de la no proliferación y el desarme en estados que cuentan con pequeños arsenales nucleares", supongo que se refiere en primer lugar a su propio país, Pakistán. En conjunto, las percepciones de Tasleem solo refuerzan mi convicción de que la eliminación de las armas nucleares del mundo, aunque es un fin noble, es poco realista en un futuro previsible.

Entretanto, Sethi escribe que "Rusia y China consideran amenazante el empeño de Washington en la defensa contra misiles balísticos y su iniciativa Ataque Global Inmediato". Solo puedo confirmar que su impresión es correcta. No logro comprender cómo puede pensarse que estos dos proyectos de EE.UU. contribuyen de alguna manera a los esfuerzos antiterroristas y en particular a la no proliferación. Por el contrario, solo aumentan el riesgo de un conflicto nuclear entre las grandes potencias y hacen que las armas nucleares sean más atractivas. Como mínimo, disuaden a Rusia de llevar a cabo nuevas reducciones de su arsenal nuclear y a China de mantener su arsenal nuclear en los niveles actuales.

Desde el punto de vista de Rusia, el Ataque Global Inmediato es un concepto muy peligroso. La idea es que el ejército de EE.UU. sería capaz de atacar rápidamente cualquier punto del planeta con armas convencionales de alta precisión portadas por sistemas de vectores estratégicos (principalmente lanzadas desde submarinos). El impulso inicial del proyecto se debió a la incapacidad de EE.UU. en 2001 de llegar hasta Osama bin Laden en su complejo de cuevas de Tora Bora, en Afganistán. Sin embargo, existe un problema fundamental: los sistemas rusos de alerta temprana no pueden distinguir entre los misiles convencionales y los misiles de largo alcance provistos de armas nucleares. Las posibles consecuencias que aparejaría el lanzamiento de un misil en dirección a Rusia son evidentes. Esto es particularmente preocupante porque la ruta más corta hacia una amenaza originada al sur de Rusia (donde se originan la mayoría de las amenazas actuales) podría extenderse sobre el Polo Norte, y esto podría llevar fácilmente a que los misiles pasaran por encima del vasto territorio de Rusia. Este es el ejemplo más evidente de una amenaza de misiles para Rusia, pero puede haber otros. Por ejemplo, un misil balístico lanzado desde un submarino (SLBM, por sus siglas en inglés) desde el Atlántico Norte hacia un blanco en algún país al sur de Rusia, no volaría sobre el Polo Norte pero pasaría sobre Rusia. Lo mismo ocurre con los SLBM lanzados desde el Pacífico central.

Mientras tanto, Estados Unidos sigue desarrollando su sistema de defensa contra misiles balísticos, a pesar de las preocupaciones y objeciones de Rusia y China. La defensa antimisiles de EE.UU. solo desalentará a estos dos países, y tal vez a otros, de reducir el papel de las armas nucleares en sus propias doctrinas militares. La disuasión depende del equilibrio. Si se altera el equilibrio estratégico entre Rusia y Estados Unidos, a Moscú le resultará imposible seguir reduciendo su arsenal nuclear. Las reducciones a partir de un cierto nivel dejarían a Rusia sin un elemento de disuasión nuclear creíble.

Más allá de los limitados intereses nacionales

Mi colega Sadia Tasleem, al abordar la cuestión acerca de si Pakistán podría ser considerado un objetivo potencial de la política de disuasión de EE.UU., señaló en su segundo ensayo que su país no ha "ayudado a terroristas a acceder a armas de destrucción masiva". Esto es cierto, hasta ahora, y si bien es alentador que en los últimos años Pakistán ha adoptado medidas para mejorar su seguridad nuclear, se nos puede perdonar sentir un poco de inquietud: Entre 2007 y 2012 tuvieron lugar seis ataques terroristas contra instalaciones militares sensibles de Pakistán, algunas de las cuales se cree que albergan componentes nucleares, y los terroristas demostraron su capacidad de penetrar cada vez más profundamente. En la actualidad las organizaciones terroristas gestadas en Pakistán se oponen tanto a los Estados Unidos y a la India como a su propio poder político y, como he sostenido en la primera ronda, no pueden descartarse las confabulaciones internas con ellas. A medida que Pakistán expande frenéticamente su arsenal nuclear y lo diversifica para incluir capacidades tácticas, también se multiplican las fuentes que pueden permitir a los terroristas acceder a las armas. Por todas estas razones, sigo creyendo que Pakistán es el tipo de país que podría entrar en conflicto con la política de EE.UU. sobre terrorismo y disuasión nuclear.

Determinar la complicidad estatal es, sin embargo, un asunto complicado, y Tasleem cuestiona acertadamente la forma en que Estados Unidos podría evitar los errores de cálculo y los juicios erróneos. No obstante, la ciencia forense nuclear mantiene la promesa de determinar la culpabilidad: el análisis de las consecuencias radiológicas puede dar pistas valiosas sobre el tipo y la fuente de material fisible utilizado en una detonación. Además, la inteligencia, vigilancia y exploración espaciales hacen que las actividades nucleares de las naciones sean más transparentes. A la larga, ninguna nación podrá evitar las consecuencias si es cómplice de un acto de terrorismo nuclear.

Por fortuna nunca ha tenido lugar un acto de terrorismo nuclear. Sin embargo, esta situación no va a durar, a menos que se desarrolle un enfoque a más largo plazo y más holístico en cuanto a la existencia de armas nucleares. Mis compañeros de esta Mesa Redonda no ofrecen mucha esperanza de que esto pueda lograrse. Tasleem parece albergar poco optimismo en relación con el control de armas en el sur de Asia; Evgeny Buzhinsky evalúa con pesimismo el desarme nuclear considerándolo poco realista.

Un paso importante, si la idea de que las armas nucleares deben ser eliminadas no encuentra aceptación universal, sería reducir el valor otorgado a las armas nucleares. Estados Unidos dio un paso positivo en esta dirección con la divulgación de su Revisión de la Postura Nuclear de 2010 (a pesar de que la política nuclear de EE.UU. aún puede ser objeto de diversas críticas). Aplaudo también los dos "transiciones" que Buzhinsky propuso en su primer ensayo: hacia los enfoques colectivos frente a las nuevas amenazas, en lugar de enfoques nacionales, y hacia el control negativo de las armas nucleares, en vez del control positivo.

Yo añadiría otra transición a esta lista. Un método indirecto para combatir el terrorismo nuclear podría consistir en establecer una norma jurídica contra el uso de armas nucleares. Sé que los terroristas no se guían por las reglas, pero una convención universal y jurídicamente vinculante que prohíba el uso y la amenaza de uso de armas nucleares tendría dos implicaciones importantes para el terrorismo nuclear. En primer lugar, quitaría valor a las armas nucleares como instrumentos estatales, y esto reduciría el secretismo y la opacidad que rodea a las armas nucleares, promovería la rendición de cuentas transparente de material y ojivas y, en última instancia, reduciría el riesgo de robo. En segundo lugar, al mejorar la transparencia y la confianza, una convención facilitaría la cooperación internacional en el intercambio de inteligencia y la aplicación de la ley y, por consiguiente, mejoraría la seguridad global. Las naciones unidas contra las infracciones a la norma estarían colectivamente mejor equipadas, tanto política como moralmente, para responder a las mismas, tanto si fueron consumadas por actores estatales como no estatales.

Buzhinsky señala que "las armas nucleares no pueden resolver los problemas fundamentales del siglo 21." En efecto, no pueden, y yo diría que las armas nucleares crean simplemente nuevos problemas. Las armas nucleares solo sirven a los intereses nacionales limitados, arraigados; los líderes visionarios deben mirar más allá de estos intereses y centrarse más bien en la seguridad global.

Round 3

Intereses creados, amenazas fantasmas

El ensayo de Evgeny Buzhinsky de la Tercera Ronda representa un modo de pensar que impide a las naciones contemplar seriamente formas de seguridad interestatal que no se apoyen firmemente en las armas nucleares.

Estableciendo condiciones estrictas para ulteriores reducciones del arsenal nuclear ruso, Buzhinsky escribe que Rusia debe primero "alcanzar a Estados Unidos en armas convencionales y de alta precisión". Por desgracia, esto sugiere que si los Estados Unidos amenazaran a Rusia con armas convencionales y de alta precisión, Moscú podría responder sensatamente con un ataque nuclear. Entretanto, Buzhinsky expresa su preocupación por las modernizaciones militares en las naciones a lo largo o próximas a la frontera de Rusia y escribe que "Moscú debe sentirse segura en relación con su integridad territorial" antes de poder reducir más su arsenal nuclear. Sin embargo, si Moscú alcanza a Washington en las armas convencionales y de alta precisión, otras naciones también querrán hacerlo. ¿Está entonces el mundo condenado a vivir en un estado de miedo que se autoperpetúa?

Quizás, más concretamente, ¿las percepciones de amenaza continúan siendo tan importantes en Rusia debido a que las amenazas exaltadas son en interés de una industria de la defensa influyente, aliada con un poderoso círculo político? Se podría hacer una pregunta similar respecto a Pakistán: ¿El ejército pakistaní sigue creyendo que la India representa una amenaza porque renunciar a esa creencia socavaría la importancia del ejército en la estructura de poder de Pakistán?

Si las naciones continúan siendo prisioneras de las percepciones de amenaza fomentadas por todos aquellos con incentivos para perpetuarlas, "las armas nucleares nos acompañarán durante un tiempo", como indica el título del tercer ensayo de Buzhinsky. Un largo tiempo. El riesgo de una guerra nuclear y de terrorismo nuclear también nos acompañará durante un largo tiempo.

Forzando los límites. En la Segunda Ronda, propuse una convención universal y jurídicamente vinculante, que prohíba el uso y la amenaza de uso de armas nucleares. En la Tercera Ronda, Buzhinsky expuso sus objeciones a dicha propuesta.

En primer lugar, "no entiende cuál es el sentido de tener armas nucleares si no se pueden usar". Sin embargo, esta es justamente la cuestión. Las naciones son reacias al desarme porque creen que las armas nucleares pueden usarse, tanto militar como políticamente. Ahora bien, si una convención universal prohibiera el uso o la amenaza de uso de armas nucleares, los arsenales nucleares se volverían inútiles. Con el tiempo, las naciones estarían dispuestas a desarmarse.

En segundo lugar, Buzhinsky se pregunta cómo el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) se relacionaría con la convención que propongo; se pregunta si la calidad de Estado parte en la convención permitiría a los no signatarios del TNP "ser reconocidos de repente como estados con armas nucleares". Lo que Buzhinsky ignora es que, si se reconociera a estos países como estados con armas nucleares, también renunciarían al derecho de utilizar sus armas nucleares. El estatus que la convención confiriera a los estados fuera del TNP no sería importante.

En tercer lugar, Buzhinsky objeta que la convención eliminaría el concepto de disuasión nuclear y, por lo tanto, obligaría a los países con armas nucleares a volver a formular sus doctrinas militares. ¿Entonces? ¿Los países no revisan ya sus doctrinas militares periódicamente para seguir el ritmo de las amenazas y tecnologías cambiantes?

Como sostiene Buzhinsky, mi propuesta puede "no ser adecuada para las condiciones actuales". Sin embargo, es una prerrogativa de los intelectuales o, mejor dicho, su deber, forzar los límites.

La verdadera amenaza. Mis colegas de esta Mesa Redonda consideran que el statu quo nuclear es peligroso, pero, lamentablemente, ninguno de los dos parece dispuesto a imaginar una arquitectura de seguridad internacional en la que las armas nucleares no sean una obsesión. Sadia Tasleem, dicho sea a su favor, identifica varias "creencias ampliamente generalizadas pero no comprobadas sobre la disuasión nuclear", como por ejemplo, que las armas nucleares emparejan los desequilibrios de poder y que la disuasión ha evitado las guerras entre rivales con armas nucleares. Aboga también para que estos puntos de vista se reconsideren de manera minuciosa. No obstante, podría contribuir más a la seguridad si pudiera convencer a sus compatriotas pakistaníes de que muchas ideas convencionales sobre la disuasión no se basan en hechos. Mientras tanto, Tasleem se lamenta de que "el control de armas y los regímenes de no proliferación enfrentan golpes fuertes", y teme que fracasen, pero sus fórmulas para solucionar el problema no son lo suficientemente amplias o convincentes. Los regímenes fracasarán más pronto que tarde si las armas nucleares continúan siendo una obsesión.

Casi siete décadas han pasado desde que los seres humanos desarrollaron armas nucleares. Estas armas han demostrado ser más un inconveniente que una ventaja para la seguridad de las naciones, incluso para las naciones con armas nucleares cuyas capacidades militares convencionales son relativamente débiles. Cuando los países tratan de compensar su inferioridad militar convencional con armas nucleares, por lo general solo contrarrestan amenazas fantasmas. Pero la verdadera amenaza, a la que nos enfrentamos todos y cada uno de nosotros, son las propias armas nucleares.

Golpes fuertes pero no fracasos

En la Segunda Ronda, mi colega Manpreet Sethi recalcó correctamente que la penetración terrorista de sitios militares sensibles es un asunto realmente preocupante. Sin embargo, se centró concretamente en las vulnerabilidades de Pakistán en relación con el terrorismo, y esto simplifica demasiado las cosas. La historia reciente de ataques terroristas -contra los Estados Unidos en 2001, Londres en 2005, Mumbai en 2008, Noruega en 2011, y la base naval aérea Mehran de Pakistán ese mismo año- demuestra que los terroristas pueden atacar en cualquier lugar, aún en los más inesperados, y pueden hacerlo utilizando técnicas imprevisibles. Tanto Pakistán como otros estados simplemente se enfrentan con limitaciones cuando se trata de garantizar la seguridad. Los mecanismos de seguridad global también afrontan estas limitaciones.

Vale la pena también tener en cuenta que las sublevaciones internas son comunes en el sur de Asia, de seguro en Pakistán, pero también en India. Señalar solamente a un país saca el problema de contexto y no soluciona nada. En lugar de eso, las naciones deberían cooperar entre sí para abordar los problemas complejos de seguridad. Al mismo tiempo, los países que son especialmente susceptibles a las amenazas terroristas, como Pakistán, no deben bajar la guardia en ningún momento.

Reconsiderar las suposiciones. En su ensayo de la Segunda Ronda, Sethi sugirió también que soy pesimista en relación con las posibilidades del desarme nuclear universal. Tiene razón. De hecho, creo que el control de armas y los regímenes de no proliferación enfrentan golpes fuertes. Sin embargo, hasta ahora no han fracasado.

Para garantizar que no fracasen, debe reducirse la relevancia de las armas nucleares en la política internacional. Si bien coincido ampliamente con la crítica de Evgeny Buzhinsky en la Tercera Ronda sobre la propuesta de Sethi de prohibir el uso o amenaza de uso de armas nucleares, creo que la relevancia de las armas nucleares puede reducirse por otros medios.

Un enfoque importante consiste en rebatir y cambiar los puntos de vista convencionales sobre la disuasión, dado que, mientras que los líderes políticos crean en el valor de la capacidad de disuasión de las armas nucleares, la relevancia de estas últimas no disminuirá, o en cualquier caso, no disminuirá en las naciones con armas nucleares con capacidades militares convencionales comparativamente más débiles y entornos de seguridad nacional que consideren amenazantes. Por lo tanto, es importante que, en todos los países que tengan o aspiren a tener arsenales nucleares, los académicos y, en definitiva, los responsables de la toma de decisiones, reconsideren algunas creencias ampliamente generalizadas pero no comprobadas sobre la disuasión nuclear. Esto incluye la idea de que las armas nucleares emparejan los desequilibrios de poder, que la disuasión ha evitado las guerras entre rivales con armas nucleares, y que la disuasión garantiza la seguridad y soberanía, en particular para los estados más débiles.

Ward Wilson, del Centro James Martin de Estudios de No Proliferación, ha sido pionero en el trabajo en este sentido, en su libro Five Myths About Nuclear Weapons ("Cinco mitos sobre las armas nucleares"). No obstante, la eficacia de la disuasión nuclear merece ser objeto de ulteriores investigaciones, estudio y discusión. Ahora bien, este tipo de investigación depende en cierto grado de la desclasificación de documentos de archivo, y con frecuencia las cuestiones nucleares se cubren en gran medida con un velo de silencio. Las investigaciones sobre la disuasión y las cuestiones relacionadas continuarán presentando desafíos hasta que se logre una mayor transparencia en todos los estados con armas nucleares.

Para finalizar, mis colegas han sostenido que las armas nucleares no pueden resolver los problemas del siglo 21, y Sethi afirma que estas armas solo sirven a los intereses nacionales limitados. Yo iría incluso más allá y preguntaría si las armas nucleares sirven incluso a los intereses nacionales. Si no es así, pero los líderes nacionales continúan creyendo lo contrario, resulta difícil imaginar que los esfuerzos de no proliferación, sin mencionar las iniciativas en pos del desarme universal, puedan tener éxito a largo plazo.

Las armas nucleares nos acompañarán durante un tiempo

En su segundo ensayo, Manpreet Sethi se refirió a mi opinión acerca de que la eliminación de armas nucleares en el futuro previsible no es realista. En respuesta, me gustaría agregar un poco más de sustancia a mi opinión de que el desarme es poco probable a corto o mediano plazo, es decir, explicar por qué Rusia considera que su capacidad de disuasión nuclear es necesaria por el momento.

Como profesional militar, por supuesto no me entusiasmaría el dominio militar global del que gozaría Estados Unidos si las armas nucleares desaparecieran milagrosamente del arsenal de Rusia. Sin embargo, esta no es en absoluto la única razón por la que la capacidad de disuasión nuclear de Moscú continúa siendo necesaria. Rusia -considerando la gran extensión de su territorio, su riqueza mineral y de otros recursos, y su poca población en relación con su territorio y la población de otros países- simplemente no puede permitirse la inferioridad militar con respecto a otras naciones. Entretanto, varios países a lo largo o próximos a la frontera de Rusia están llevando a cabo programas bastante ambiciosos de modernización militar. Antes de que Rusia pueda abordar más reducciones a su arsenal nuclear, inclusive sus armas tácticas, Moscú debe sentirse segura en relación con su integridad territorial, alcanzar a Estados Unidos en armas convencionales y de alta precisión, y de alguna forma solucionar la cuestión sobre el programa de defensa contra misiles balísticos de EE.UU.

La postura de Rusia sobre las armas nucleares tácticas también merece algunas explicaciones, pues para Rusia, las armas tácticas son una herramienta nacional para la disuasión nuclear regional. Por otro lado, Estados Unidos mantiene un arsenal de armas tácticas sobre todo para fortalecer sus vínculos con aliados europeos; Estados Unidos no se enfrenta a adversarios regionales significativos y no necesita armas tácticas para mantener su integridad territorial. No obstante, debo admitir que la postura oficial de Rusia sobre las armas nucleares tácticas es demasiado restrictiva, y debería ser posible, por el bien de la previsibilidad y de la seguridad global, adoptar algunas medidas para aumentar la transparencia y generar confianza. Por ejemplo, Rusia podría revelar el número de ojivas nucleares no estratégicas que tiene almacenadas, hacer lo mismo con las ojivas a la espera de ser desmanteladas, y también comprometerse a no aumentar su arsenal de armas tácticas.

¿Prohibir los bombardeos? En la Segunda Ronda, Sethi propuso "una convención universal y jurídicamente vinculante, que prohíba el uso y la amenaza de uso de armas nucleares". Tengo algunas objeciones al respecto.

En primer lugar, no entiendo cuál es el sentido de tener armas nucleares si no se pueden usar. En segundo lugar, ya existe un tratado jurídicamente vinculante y casi universal sobre la no proliferación nuclear, pero algunos países no son signatarios del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), entonces ¿de qué forma se relacionarían el TNP y la convención propuesta por Sethi? India y Pakistán no se han unido al tratado, en parte porque se oponen a ser catalogados como estados sin armas nucleares; si suscribieran la convención, ¿se los reconocería de repente como estados con armas nucleares? En tercer lugar, la propuesta de Sethi simplemente eliminaría el concepto de disuasión nuclear y, en consecuencia, obligaría a los países con armas nucleares que se adhirieron a la convención a volver a formular su doctrina militar (no tendría mucho sentido que una nación ratificara una convención que prohíba el uso o la amenaza de uso de armas nucleares, si su propia doctrina militar contempla utilizar armas nucleares en determinadas circunstancias). Por lo tanto, la idea de Sethi no es adecuada para las condiciones actuales. Usar o amenazar con el uso de armas nucleares solo debería prohibirse una vez que se haya alcanzado el desarme nuclear universal, de conformidad con el Artículo VI del TNP. De hecho, en ese momento el Tratado de No Proliferación Nuclear podría ser reemplazado por una convención que, de una vez y para siempre, prohibiera la posesión, el uso y la amenaza de uso de armas nucleares.



 

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