A pesar de los reparos, los bancos de combustible son prometedores
By Ramamurti Rajaraman (ES) |
La idea de establecer un banco de combustible para uranio poco enriquecido (LEU, por sus siglas en inglés) fue concebida ya desde el programa del presidente Dwight Eisenhower, "Átomos para la Paz". La idea principal detrás de un banco de combustible en ese entonces era fomentar que las naciones adopten programas civiles de energía nuclear. Pero debido a las tensiones de la Guerra Fría, se logró muy poco avance en la idea de un banco de combustible hasta el comienzo del nuevo milenio. Con los años , la motivación principal para establecer un depósito para el LEU cambió hacia la no proliferación nuclear: A los signatarios del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) se les permite mantener instalaciones de enriquecimiento para los programas pacíficos de energía nuclear, pero estas mismas podrían ser utilizadas para producir uranio apto para armamento nuclear.
Puede que este tema de no proliferación sea un motivo por el cual las propuestas de un banco de combustible no sean populares entre muchas de las naciones clientes potenciales. Debido a que la mayoría de los Estados sin armamento nuclear en el mundo desarrollado ya mantienen, o bien tienen acceso a plantas de enriquecimiento — como por ejemplo, a través de Urenco, un consorcio de propiedad británica, holandesa y alemana — los clientes más probables del banco de combustible son las naciones en desarrollo. Muchos de estos países, que poco a poco están saliendo de la categoría "en desarrollo", en términos tanto económicos como tecnológicos, ahora se sienten listos para adquirir y operar reactores nucleares. Les atrae la energía nuclear en parte porque sus requisitos de electricidad han aumentado y en parte porque les gustaría demostrar su capacidad tecnológica emergente.
Pero desde el punto de vista ideológico y estratégico, las naciones en desarrollo suelen ver las propuestas para un banco de combustible con recelo — como un ejemplo más de los poseedores de armamento nuclear intentando dejar fuera del club a los no poseedores (como el TNP mismo). Muchos de los países en desarrollo que sufrieron durante la era colonial, son propensos a interpretar las iniciativas occidentales, a veces de manera justificada y a veces por paranoia instintiva, como intentos por parte de ex-opresores de mantenerlos relegados en materia tecnológica y militar.
En términos más concretos, algunos países en desarrollo temen que un banco de combustible que sea propiedad o controlado por un bloque de potencias o una sola nación decidiera no proporcionar combustible a un país específico por razones geopolíticas. Esto es, el LEU podría ser usado como una herramienta de chantaje político — algo con lo cual los productores de combustible nuclear podrían forzar a los compradores a cooperar con ellos.
Estos temores podrían ser mitigados dado que dos propuestas de bancos de combustible — uno que ya está surtido de uranio (aunque, a mi saber y entender, todavía no tiene clientes) y el otro que ya está en las etapas avanzadas de desarrollo — gozan de una imagen internacional fuerte, a pesar de que se originaron de las dos superpotencias de la Guerra Fría. En marzo de 2010, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) firmó un acuerdo con Rusia para establecer reservas de LEU en el Centro Internacional de Enriquecimiento de Uranio en Angarsk, Rusia. Esta instalación fue inaugurada en diciembre de 2010 y surtida con uranio. Este banco de combustible se gestiona internacionalmente y está abierto a los Estados miembros del OIEA que sufran de una "interrupción no comercial del abastecimiento". Es el primer repositorio global de LEU en la Historia.
De forma similar, en el 2006, la Iniciativa por la Amenaza Nuclear (NTI, por sus siglas en inglés), con el respaldo del inversionista Warren Buffet, se comprometió a dar $50 millones al OIEA para establecer el banco de combustible, con la condición de que las naciones se comprometan en conjunto a contribuir $100 millones. El dinero provino de la Unión Europea, Estados Unidos, Kuwait, Noruega y los Emiratos Árabes Unidos, y el OIEA aprobó la idea de la NTI en diciembre de 2010. Bajo la versión actual del plan, el repositorio estaría ubicado en Kazajistán, pero el OIEA mantendría el control total del sitio, al igual que la propiedad del material nuclear ahí almacenado. Se espera que la instalación se abra a finales de 2013. Quizá los altos niveles de control del OIEA sobre las instalaciones rusas y kazajas responderán a los temores tradicionales de los países en desarrollo, de que serán discriminados.
Una característica adicional de estas dos instalaciones propuestas — una que es impopular entre algunos clientes potenciales — es un límite sobre la cantidad de combustible que puede ser comprado de estos repositorios. La instalación en Rusia almacena 120 toneladas métricas de LEU, suficiente para alimentar un reactor de agua liviana de 1000-megavatios por más de cuatro años. En la instalación kazaja propuesta , se espera almacenar 60 toneladas métricas. Esta capacidad modesta es coherente con la opinión del OIEA que un banco de combustible es pensado sólo para emergencias; un banco de combustible deberá ser utilizado sólo cuando los negociaciones del mercado hayan fallado. Sin embargo, esta condición muy razonable, que pretende proteger los intereses del sector privado existente de productores de LEU, decepciona a algunas naciones que podrían haber esperado obtener combustible nuclear barato de un banco de combustible.
Pero existe el temor de que un banco de combustible llegara a ser una manera de presionar a los países sin armamento nuclear en el mundo en desarrollo a que compren todo su combustible en el mercado abierto o mediante un banco de combustible, lo que en efecto significaría la renuncia de sus derechos bajo el TNP y los estatutos del OIEA sobre la construcción de plantas de enriquecimiento. Sin embargo, muchos países en desarrollo no están dispuestos a renunciar a su derecho al enriquecimiento. Brasil empezó a enriquecer uranio para propósitos civiles en el 2009, y naciones tales como Argentina y Sudáfrica han planeado hacer lo mismo. Este afán por enriquecer deriva en parte de las preocupaciones sobre la seguridad energética, pero también en algunos casos de consideraciones comerciales. Reservas considerables de uranio yacen en algunos de los Estados sin armamento nuclear, y algunos de estos tienen suficientes capacidades tecnológicas para construir instalaciones de enriquecimiento. Estos países podrían aumentar el valor de su uranio al enriquecerlo para venderlo como combustible. Si las propuestas de un banco de combustible llegaran a desalentar a las naciones a que construyan plantas de enriquecimiento, éstas podrían interferir con lo que estos países consideran una oportunidad comercial legítima.
A pesar de estas preocupaciones, los bancos de combustible podrían resultar beneficiosos para las naciones en desarrollo que están interesadas en la energía nuclear pero no en el armamento nuclear. Con una autoridad internacional creíble como el OIEA, garantizando la disponibilidad de LEU, tales países podrían construir sus reactores nucleares sin tener que construir una instalación cara de enriquecimiento. De todas formas, estas instalaciones pueden llegar a requerir una docena de reactores para absorber el combustible producido, pero la mayoría de las naciones clientes potenciales del banco de combustible necesitan un reactor, máximo dos. Sus requisitos eléctricos no exceden lo que pueden proporcionar uno o dos reactores, y sus redes eléctricas no tienen la capacidad de absorber más.
Se han hecho grandes esfuerzos y otorgado financiamiento importante para establecer los bancos de combustible. Espero que suficientes naciones lo aprovechen para justificar la inversión.