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Los milenarios de la próxima generación nuclear

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En los últimos 42 años, desde que entró en vigor el Tratado sobre no proliferación (TNP), han cambiado muchas cosas en el mundo -- la Guerra Fría terminó, el número mundial de armamento nuclear ha disminuido, aunque el número de Estados con armamento nuclear ha aumentado. ¿Qué es lo que nos espera en las próximas cuatro décadas en el ámbito de no proliferación y desarme? Para la Generación del Milenio, la pregunta no es teórica -- cerca del año 2054, los milenarios estarán al final de sus carreras profesionales y en proceso de jubilación. A continuación, Maryam Javan Shahraki de Irán, Selim Can Sazak de Turquía y Beenish Pervaiz de Pakistán responden al siguiente tema: Cuarenta y dos años después de que entró en vigor el Tratado sobre no proliferación, ¿dónde se encontrará el mundo en 42 años más? ¿Cuántos Estados tendrán armamento nuclear? ¿Cuántas armas nucleares existirán? ¿Y podrá sobrevivir el TNP?

Round 1

Retos y soluciones para la no proliferación

A medida que la globalización avanza, el orden político está siendo sometido a una mayor presión. Tanto las organizaciones internacionales como los agentes no estatales están socavando el concepto tradicional de soberanía nacional, desafiando al monopolio del poder de los Estados en el ámbito político, militar, territorial y legal. Efectivamente, los acuerdos internacionales como el Tratado sobre no proliferación nuclear (TNP) se encuentran entre los factores que han restringido la soberanía de las naciones.

Con 189 signatarios, el TNP es el tratado que más influye en cuestiones nucleares. Sin embargo, el mundo ha cambiado en los últimos 42 años desde que el tratado entró en vigor. Si el tratado va a perdurar, debe implementarse de manera más amplia y el procedimiento de verificación debe ser menos discriminatorio. Todo esto requiere una mayor cooperación global.

Una perspectiva aterradora. Para que el tratado permanezca como un documento influyente en un mundo integrado tendrá que enfrentar grandes desafíos. El régimen del tratado tendrá que adecuarse para poder confrontar el terrorismo nuclear. La aparición de agentes no estatales ha puesto en duda si el régimen de no proliferación que se diseñó durante la Guerra Fría es capaz de responder a amenazas contemporáneas. De acuerdo al Artículo I del tratado, "cada Estado poseedor de armas nucleares … se compromete a no traspasar a nadie armas nucleares u otros dispositivos explosivos ni el control sobre tales armas o dispositivos explosivos." Pero no hay ninguna garantía de que este principio sea respetado en un mundo donde los agentes no estatales retan cada vez más la autoridad del Estado.

En los últimos años, países como Libia y Siria han sido acusados de intentar desarrollar armamento nuclear; han surgido pruebas de contrabando nuclear desde la antigua Unión Soviética; y ciudades como Nueva York y Londres han sido blancos del terrorismo. Todo esto contribuye al temor a ataques nucleares que se llevan a cabo por terroristas. El poder de los agentes no estatales se está nivelando poco a poco con el poder Estatal pero el TNP no puede ejercer control sobre los agentes no estatales. Esto resalta la importancia de iniciativas internacionales tales como la Cumbre sobre la Seguridad Nuclear, la cual podría ayudar a realizar un esfuerzo global más coordinado y comprometido en contra de la amenaza del terrorismo nuclear. El objetivo fundamental de las cumbres es proteger todos los materiales nucleares vulnerables; para poder alcanzar esto, los países deben cumplir las promesas de dinero y recursos que ellos han hecho para este esfuerzo, y en muchos casos deberían elevar los niveles de financiación y del personal que destinarían para la seguridad nuclear.

Estados bribones y no adherentes. Un serio desafío para el tratado es aquel que representan los Estados bribones y los países que no son signatarios del TNP. Este reto requiere una respuesta internacional coordinada, en la medida en que un país como Corea del Norte, que ya no es Parte del tratado, y un país como Irán, que es Parte del tratado pero que a veces se caracteriza como un Estado bribón, desempeñan, no obstante, un papel clave para preservar la paz en sus regiones respectivas, y por ende, deben de ser llevados a la mesa de negociación.

Al mismo tiempo, los no signatarios deben ser tratados equitativamente y deben encarar los mismos desincentivos para la proliferación. La India es un caso curioso en este sentido — Nueva Delhi y Washington han concluido un acuerdo de cooperación nuclear, y el Grupo de Suministradores Nucleares otorgó a la India un permiso permitiéndole participar en el comercio nuclear, aunque no es Parte del tratado. Hace poco, Canadá finalizó los detalles de un acuerdo de cooperación nuclear con la India en 2010, y Australia parece que también está en vías de exportar uranio a la India. Con decisiones como éstas, las naciones le dan prioridad a los vínculos estratégicos con la India y a sus propios intereses comerciales por encima del espíritu de la no proliferación. Si el tratado va ejercer algún peso sobre las decisiones políticas en un mundo cada vez más integrado y capitalista, debe ser aplicado de manera más equitativa.

Bajen las armas. El tratado no dispone de un plan integral para el desarme de los Estados con armamento nuclear. El Artículo VI del tratado incluye sólo una vaga obligación para que los signatarios deban "proseguir negociaciones de buena fe sobre medidas eficaces relativas a la cesación de la carrera de armamentos nucleares en fecha cercana y al desarme nuclear, y sobre un tratado de desarme general y completo". Pero el mundo se encuentra a tal punto que el compromiso de desarme debe ir más allá de las negociaciones "de buena fe". Entre los Estados sin armamento nuclear, fluye un recelo considerable por el hecho de que el tratado no les permite adquirir armamento nuclear mientras que, al mismo tiempo, los Estados con armamento nuclear han tomado tan pocos pasos hacia el desarme. Por lo tanto, la supervivencia del tratado depende del establecimiento de un marco integral y no discriminatorio para el desarme.

La iniciativa anti nuclear Global Zero presenta un mapa de ruta concreto de desarme bajo el nombre de Plan de Acción Global Zero. Una de las fortalezas del plan descansará en incluir en el proceso a naciones, tales como la India y Pakistán, que son clave para eliminar el riesgo de una guerra nuclear, pero que no son signatarios del tratado. De cualquier modo, muchas personas que apoyan el desarme nuclear universal creen que, mientras la globalización avance en términos políticos, económicos y culturales, una convención global nueva y jurídicamente vinculante sobre armamento nuclear es el mejor camino hacia adelante.

Es probable que factores tales como la globalización, la difusión de tecnología, los retos de seguridad regional y la intensificación de los poderes de agentes no estatales resulten en el aumento del número de países que — a pesar de ser Partes del TNP — vean de manera favorable la adquisición de armamento nuclear. El costo de la construcción y el mantenimiento de estas armas podría impedir la proliferación pero lo que es más importante haría que los Estados con armamento nuclear demostraran un compromiso genuino hacia el desarme y que dieran el ejemplo al resto del mundo. Además, si la comunidad global diera prioridad a la respuesta a la crisis humanitaria del mundo por sobre la adquisición de armamento mortífero, el aumento de armamento nuclear podría llegar a un punto muerto.

El régimen resistente de no proliferación

A menudo se ha argumentado que el Tratado sobre no proliferación nuclear (TNP) ha fracasado, está fracasando o está destinado al fracaso. Detrás de tales actitudes pesimistas se encuentra la idea de que el tratado es una negación de la historia y un reto a la psicología humana — que la proliferación universal es el resultado inevitable de la creciente sofisticación de armamento que demuestra el ser humano y de la devoción fetichista de las personas por los objetos de poder. Aunque con frecuencia el tratado se ha pronunciado muerto en medio de la crisis de proliferación, en realidad nunca ha muerto, desde Osirak a Irán. Por el contrario, ha perdurado — y ha cobrado más fuerza.

En los años 60, China y Francia realizaron sus primeras pruebas de armamento nuclear. Tan sólo unos cuantos años antes de 1970, el año en el cual entró en vigor el tratado, Israel se convirtió en una nación con armamento nuclear. Sin embargo, desde entonces la proliferación ha disminuido drásticamente. Sólo cuatro países más han adquirido armamento nuclear y uno de ellos, Sudáfrica, ha renunciado al mismo desde ese entonces y se adhirió al tratado como un Estado sin armamento nuclear.

A lo largo de los años, muchos Estados podrían haber decidido adquirir armamento nuclear pero muchos decidieron abstenerse. Los estudios que comparan la toma de decisiones en países con potencial de adquisición de armas nucleares, antes y después de acceder al tratado, demuestran que las actividades de proliferación disminuyen una vez que se ratifica el tratado. Sin embargo, el mayor logro del TNP ha sido el establecimiento de la no proliferación como una norma permanente de las relaciones internacionales.

Desde luego, el panorama actual del desarme y la no proliferación no está exento de problemas. Por ejemplo, Irak, Libia y Corea del Norte han intentando burlar el régimen del tratado y otros países podrían intentarlo en el futuro. Las amenazas como el terrorismo nuclear seguirán en pie y siempre se correrá el riesgo de que un país con armamento nuclear, como Pakistán, podría convertirse en un Estado fallido.

La evolución de un régimen. Asimismo, se aduce que el tratado en sí está plagado de defectos y lagunas jurídicas. Con frecuencia se presentan como evidencia de su diseño defectuoso la ausencia de una cláusula de ejecución, el abuso potencial de las tecnologías de ciclo de combustible de doble uso y el posible uso indebido de sus derechos de desistimiento.

Aún así, el tratado ha tenido tremendo éxito a pesar de sus vulnerabilidades y ha evolucionado de manera que responde a las amenazas variables. El Protocolo Adicional del TNP y los regímenes complementarios como el Grupo de Suministradores Nucleares y el Régimen de Control de la Tecnología de Misiles, fueron respuestas a las deficiencias intrínsecas del tratado, o bien, extensiones de alcance y fortaleza del régimen. Estas mejoras dan buena razón para creer que el régimen de no proliferación se mostrará fuerte ante cualquier reto que enfrente en el futuro.

Aunque la Guerra Fría terminó desde hace mucho tiempo, ahora no es el momento de rendirse ante la proliferación, sino de oponerse más enérgicamente. Muchas medidas han sido propuestas para respaldar al régimen, entre ellas se incluye persuadir a los signatarios a ratificar e implementar el Protocolo Adicional, aumentando así la influencia del Organismo Internacional de Energía Atómica cuando tenga que implementar las medidas de verificación, como inspecciones especiales, y sistematizar el rol del Consejo de Seguridad de la ONU para lidiar con el incumplimiento.

Sin embargo, pasos formales como estos no pueden rescatar a un régimen desprestigiado, por lo tanto, preservar la credibilidad del régimen es de suma importancia, lo cual requiere una actitud sin excepciones de todos los involucrados. Lamentablemente, los Estados con armamento nuclear — aún cuando no han cumplido con el compromiso de desarme de buena fe bajo el tratado — se ven dispuestos a abandonar o esquivar otros aspectos del régimen de no proliferación. Ellos han permitido la proliferación de manera selectiva, como lo demuestra el reciente acuerdo de cooperación nuclear entre Estados Unidos y la India, y por las relaciones entre Rusia e Irán, y China con Corea del Norte. Dicha tolerancia transmite el mensaje de que el tratado no es un compromiso incondicional, sino solamente un instrumento de influencia política. El dar este mensaje fortalece las aspiraciones nucleares de algunos; alienta a los signatarios a evadir respuestas; y refuerza la percepción de que los países pueden incluso salir impunes al quebrantar las normas internacionales.

Horizontal y vertical. Si es cierto lo que dijoel ex Secretario de Estado George Shultz, en cuanto a que la proliferación engendra más proliferación, entonces Irán y Corea del Norte parecen ser los países con más probabilidad de empezar ese ciclo hoy en día. Corea del Norte ha realizado pruebas nucleares en dos ocasiones, aunque sus esfuerzos han sido plagados de problemas técnicos. Los pronósticos varían sobre cuánto tiempo le tomará a Irán fabricar un arma nuclear si tomase la decisión política de hacerlo, cual sea el caso, la posibilidad de que exista un Irán con armas nucleares, causaría mucha ansiedad en el Medio Oriente. Estos dos países podrían desatar un efecto dominó de proliferación que casi podría duplicar el número de Estados con armamento nuclear y relegar el TNP al basurero de la historia. Algunos argumentan que Turquía y otros países tales como Arabia Saudita se verían obligados a explorar sus opciones nucleares si Irán adquiere armamento nuclear, lo mismo ocurriría en Japón y Corea del Sur si Corea del Norte demostrara tener una verdadera capacidad nuclear.

Aunque estos países tienen lo necesario para desarrollar armamento nuclear con bastante rapidez, no creo que alguno de ellos decida tomar ese camino. Todo sería impedido por factores tales como la dependencia de exportaciones; la ideología estatal; la orientación de Occidente; o la cultura anti militarista. Por lo tanto, no puedo imaginar la proliferación horizontal. Pero sí preveo la posibilidad de la proliferación vertical. Si Irán obtuviera armamento nuclear, Estados Unidos podría verse forzado a comprometerse a largo plazo a extender la disuasión nuclear a sus aliados del Medio Oriente; Corea del Norte podría forzar a Estados Unidos a hacer lo mismo en Asia Oriental. Esto podría incitar a Rusia a defender a Irán, o que hiciera lo mismo China con Corea del Norte. En este escenario, el progreso alcanzado hasta ahora para reducir el arsenal nuclear podría ser detenido, o incluso, invertido.

No es una opción. A pesar de dichas amenazas, hay espacio suficiente para que exista el optimismo. El ímpetu que se estableció en el año 2009 con el discurso en Praga del Presidente Obama sobre el armamento nuclear ofrece una oportunidad a los esfuerzos internacionales de no proliferación para que se fortalezcan. La confianza en el régimen del tratado podría ser robustecida por medio de diplomacia firme y constante, acción concertada en contra de los violadores y dedicación inequívoca para la no proliferación universal.

No puede haber paz verdadera en un mundo que tiene armamento nuclear listo para lanzar. Es la responsabilidad de todo ciudadano preocupado, de cualquier tipo de tendencia política, de declarar que la opción nuclear no es de ninguna manera una opción; aquellos a los que les preocupa la no proliferación y el desarme, deben responsabilizar a sus representantes.

¿Sobrevivirá el TNP? Esto depende de lo que la gente escoja. El tratado sigue vivo y en pie, y probablemente seguirá así — a menos que aquellos que les importe su supervivencia, permitan que perezca.

Una guía para evitar una crisis

Hace cuarenta y dos años, en medio de la Guerra Fría, el Tratado sobre no proliferación nuclear (TNP) entró en vigor.  El propósito original del tratado era, entre otras cosas, evitar que países como Italia, Alemania Occidental y Japón fabricaran armamento nuclear. Pero desde el fin de la Guerra Fría, la meta ha ido evolucionando hacia el mantenimiento del orden global nuclear.  Hoy, el TNP tiene 189 signatarios y es el tratado para el control de armas con mayor aceptación internacional. Pero es discutible si la prevención de la propagación de armamento nuclear del tratado ha tenido éxito y hay preguntas serias alrededor de la credibilidad y la eficacia del TNP como mecanismo central en contra de la futura proliferación.

Al considerar estas cuestiones, es útil tener presente qué tan peligrosa podría ser una crisis nuclear. Este año se conmemora el 50 aniversario de la Crisis de los Misiles en Cuba, que llevó al mundo al borde de una catástrofe nuclear.  El mundo sobrevivió — pero no hay garantías de que podría sobrevivir en una crisis similar en el futuro.  En efecto, la lección fundamental de la Crisis de los Misiles en Cuba es la importancia de prevenir una crisis mediante esfuerzos diplomáticos y políticos antes de llegar al borde de una guerra nuclear.  No importa cuán imperfecto sea el TNP, aún así, el tratado es una herramienta diplomática crucial para poder anticipar y evitar una crisis nuclear.

El desafío de la credibilidad. Muy pocas personas disputan que el tratado sea necesario; en cambio, los desafíos más importantes involucran la eficacia y la credibilidad. El tratado no necesariamente tiene  que cambiar ni ser remplazado, pero si va a alcanzar sus objetivos globales debe ser implementado equitativamente.

Un aspecto fundamental sobre la equidad supone la responsabilidad de los Estados con armamento nuclear para alcanzar el desarme como lo define el TNP: Cada Estado con armamento nuclear se compromete a dar pasos de buena fe hacia el desarme, un elemento clave de los requisitos principales del tratado.  Pero esto está lejos de ser implementado cabalmente.  Estados Unidos y Rusia controlan la gran mayoría del armamento nuclear en el planeta y serían capaces de destruir el mundo varias veces. Desde el fin de la Guerra Fría, las estrategias nucleares han cambiado en muchos países, incluyendo a los cinco Estados con armamento nuclear reconocidos bajo el tratado.  Pero la actitud central de seguridad de la Guerra Fría — que entre más armas nucleares tengas, más poderoso eres — continua siendo dominante.

Un problema similar es que los principios del tratado son aplicados de manera distinta a los diferentes Estados sin armamento nuclear.  En un ejemplodestacable en 2008, la India concluyó un acuerdo de cooperación nuclear con los Estados Unidos, y también obtuvo una exención del Grupo de Suministradores Nucleares, permitiéndole participar con pocas restricciones en el comercio nuclear.  Pero la India es uno de tan sólo tres Estados, junto con Pakistán e Israel, que nunca ha accedido al TNP (en cuanto a los otros dos Estados con armamento nuclear, Corea del Norte ratificó el tratado, pero luego se retiró, y Sudáfrica se unió al tratado después de haber renunciado a su arsenal nuclear); ninguno de estos países, con excepción de Sudáfrica, ha ratificado el Tratado Integral sobre la Prohibición de Ensayos Nucleares (aunque Israel sí lo firmó). Es un error ignorar la responsabilidad de no proliferación de estos países sólo porque podrían gozar de buenas relaciones con Estados Unidos, en especial cuando un signatario del tratado, como Irán, enfrenta presión internacional por intentar ejercer su derecho inalienable a un programa pacífico de energía nuclear.  (Mientras tanto, cada Estado con armamento nuclear podría ser un promotor potencial de proliferación, pero este hecho ha recibido muy poca atención).

La aplicación asimétrica de los estándares podría forzar a que los programas nucleares se hicieran clandestinos.  Pero, lo que es más importante, la credibilidad y la eficacia del tratado se debilitan cuando las obligaciones y los derechos de diferentes Estados se perciben de manera desigual.

Problemas y soluciones. El hecho de que el tratado haya existido por 42 años es un gran éxito. Pero el TNP sufre de serias deficiencias — adentro y fuera del régimen.  Se pueden tomar varios pasos para solventar estas deficiencias.  Primero, el mundo debe volver a comprometerse a eliminar el armamento nuclear, en vez de concentrarse en la no proliferación, excluyendo el desarme.  El armamento nuclear es sumamente peligroso, sin importar quién lo posee, y todos los Estados — grandes y pequeños, signatarios o no del tratado — deben aceptar la responsabilidad compartida para eliminarlo.

Segundo, estándares variables y reglas injustas deben ser evitados.  El dar prioridad a los intereses políticos de una nación en vez de a la seguridad global podría conllevar el fracaso total del tratado.  El propósito del régimen del TNP es de hacer del mundo un lugar más seguro, con menos bombas nucleares.  Por lo tanto, el propio propósito del tratado se ve socavado si el TNP se usa para prevenir que un Estado ejerza sus derechos legítimos y también para apoyar a otro Estado a que ejerza los mismos derechos.

Tercero, la tendencia de convertir las cuestiones nucleares en cuestiones de seguridad  — para apartarlas del ámbito diplomático y del contexto del tratado — debe ser evitada.  En efecto, declarar que una disputa nuclear es una amenaza existencial para la comunidad global, en vez de buscar soluciones políticas y diplomáticas, desprestigia al tratado y también corre el riesgo de convertir una disputa en una crisis.  Como ya aprendió el mundo durante la Crisis de los Misiles en Cuba, no deben depender de respuestas de último momento a una crisis.

Entonces, dado todo lo anterior, ¿cuántos Estados adquirirán armamento nuclear en los próximos 42 años y cuántas armas nucleares existirán? Esto depende en gran medida en los Estados con armamento nuclear.  Hoy en día, el mundo contiene alrededor de 19,000 armas nucleares, y casi el 95 % de éstas pertenecen a tan sólo dos países — Estados Unidos y Rusia. Ambos países, junto con otros Estados con armamento nuclear reconocidos (China, Gran Bretaña y Francia), en el 2000, se comprometieron con "la tarea inequívoca de alcanzar la completa eliminación de su arsenal nuclear". Y aunque Rusia y Estados Unidos han tomado los pasos para disminuir sus arsenales al firmar New START, la completa eliminación de estos aún no ha ocurrido; India, Pakistán e Israel tampoco han tomado pasos hacia el desarme.

Hoy en día, el número de países que poseen armamento nuclear no es extremamente alto, pero las actitudes alrededor de la posesión de armas nucleares son aterrorizantes. El hecho de que a los Estados aún les gustaría conservar o desarrollar armamento nuclear es más peligroso que el número real de países que llevan a cabo la proliferación, o de cuántas armas tengan específicamente.  Una carrera armamentista nuclear renovada podría llevar a un mundo, tomando las palabras del filósofo Tomás Hobbes, donde el hombre es un lobo para el hombre.  Pero esta vez los lobos podrían estar armados con armamento nuclear.

Round 2

Un método equilibrado, estándares coherentes

Hasta ahora en sus ensayos, Maryam Javan Shahraki y Selim Can Sazak no han concordado sobre si Irán representa una amenaza de seguridad en su región y en el mundo y sobre cuáles serían las ramificaciones de esto. Sin embargo, parece que concuerdan fundamentalmente con la idea que expresé en mi primer ensayo — que un país como Irán, al igual que los no adherentes del tratado, como Israel, Pakistán y la India, deben participar cabalmente en el proyecto de no proliferación si el Tratado sobre no proliferación nuclear (TNP) seguirá siendo fuerte.

Desde mi punto de vista, la comunidad mundial se caracteriza, hoy en día, por la división entre países preparados para tomar medidas enérgicas en contra de promotores potenciales de proliferación, ya sea unilateralmente o por medio de coaliciones, y aquellos países más preocupados por saber si los Estados con armamento nuclear van a tomar pasos más rápidos hacia la eliminación de sus arsenales nucleares. Aun si las naciones alrededor del mundo se comprometen completamente con la no proliferación, las dos potencias mundiales más grandes (Estados Unidos y Rusia), de todas formas, deben dar el buen ejemplo al lograr el desarme de manera más activa.

Pero tampoco se trata sólo de marcar bien las pautas. Como escribió Shahraki en su primer ensayo, cada Estado con armamento nuclear es un promotor potencial de proliferación, y esto incluye a los Estados con armamento nuclear reconocidos bajo el tratado. Aunque la potencial proliferación iraní es un tema de acalorado debate, la idea de que un Estado con armamento nuclear pudiera transferir tecnología, materiales o armamento nuclear a otros países también es aterrorizante. De cualquier modo, si el régimen del tratado va a sobrevivir, se debe avanzar tanto en la no proliferación como en el desarme. Un marco verdadero para la abolición debe ser establecido — uno que proporcione la eliminación sistemática y verificable de armas nucleares y que en el proceso las deslegitimen aun más.

La discusión de Sazak y Shahraki sobre Irán ha levantado otra cuestión preocupante para el régimen del tratado; los estándares utilizados para supervisar las actividades de países que buscan desarrollar programas pacíficos de energía nuclear. Como la energía nuclear crea la posibilidad  de que se desate un incremento de armamento nuclear, la supervisión de los programas es crucial — pero la manera en que esto se lleva a cabo en la actualidad crea problemas.

En su segundo ensayo, Sazak plantea las maneras en que se muestra a Irán resistiéndose a las inspecciones del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). Sin embargo, tenemos que tener presente la postura oficial de Irán; que sus actividades nucleares ya están bajo supervisión total del organismo. Además, Irán ha declarado en el pasado que abre las puertas de sus instalaciones atómicas para que las inspeccionen. Irán también acusa al organismo de exigir inspecciones que sobrepasan las obligaciones legales del país. Para prevenir que situaciones como éstas se repitan, y para obtener la cooperación de todas las partes en la disputa nuclear, es esencial que todos los países estén de acuerdo en un sistema más específico y vinculante de supervisión. De esta manera, se podría garantizar la transparencia de los programas nucleares y no se socavaría la autoridad de verificación de la organización. Es decir, si el OIEA implementara inspecciones basándose en los mismos estándares en todo tipo de situación, las quejas sobre sus métodos y actividades disminuirían.

Donde cae la responsabilidad

En su segundo ensayo de la Mesa Redonda, Maryam Javan Shahraki censuró abiertamente las ideas que yo expresé en mi primer ensayo. Al mismo tiempo, presentó las intenciones nucleares de Irán como claramente pacíficas. Sus argumentos, después de un análisis detallado, no pasan la prueba de la realidad.

Shahraki afirma que he categorizado equivocadamente a Irán y a Corea del Norte dentro de un " solo bulto satánico de amenazas". Aunque no comparto la idea del "eje del mal", a la cual Shahraki alude tácitamente, creo que sí es adecuado colocar a Irán dentro de la categoría de naciones que ponen en peligro temerariamente a la estabilidad regional y la seguridad global al poseer o intentar adquirir armamento nuclear. Si mi colega tiene un problema con esta categorización, la culpa no está en mi análisis, más bien se encuentra en las políticas iraníes.

Luego, Shahraki me culpa de no "distinguir entre el miedo legítimo que podría suscitar si se llevase a cabo la proliferación en una nación y la ansiedad totalmente diferente que rodea el programa iraní de enriquecimiento de uranio". Desde mi punto de vista, me es difícil ver la diferencia, especialmente cuando el enriquecimiento de Irán ha sobrepasado el nivel necesario para abastecer las plantas nucleares y está actuando de tal manera que levanta serias preocupaciones en cuanto a posibles dimensiones militares de su programa nuclear. Dada la opacidad del programa nuclear iraní, otras naciones tienen razón en no esperar a la ceremonia de inauguración para reconocer que la proliferación iraní es una amenaza. Acerca de la afirmación de Shahraki respecto a que no pude explicar" por qué Irán podría provocar el efecto dominó de proliferación en el Medio Oriente", ella misma proporciona parte de la explicación al mencionar el armamento nuclear en Israel y Asia del sur. Se podría argumentar que el armamento nuclear en estos países ha causado un efecto dominó en Irán, y que, en cualquier escenario plausible de proliferación, Irán seguiría causando el efecto dominó, al llevar a sus vecinos circundantes y rivales políticos y religiosos a instaurar sus propios programas nucleares.

Finalmente, Shahraki dice que favorezco una carrera armamentista, con lo cual ella no está de acuerdo. Pero se supone que un proponente a favor de dicha carrera armamentista, también apoyaría la diplomacia nuclear de EE.UU., las capacidades nucleares israelíes y la adquisición planeada de armas en Turquía. Yo no apoyo a ninguna de estas. De cualquier modo, rehusarse a darle a Irán la carta blanca por sus transgresiones nucleares no es belicismo. Al contrario, es una tentativa sincera de equilibrar las culpas.

El miedo al escrutinio. A estas alturas es hora de respaldar los argumentos descritos arriba con algunos hechos sobre el programa nuclear iraní.

En un informe en noviembre de 2012, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) señaló que el número de centrifugadores en las instalaciones de enriquecimiento en Natanz y Fordow en Irán había aumentado. Se calcula que la producción de uranio poco enriquecido en la instalación nuclear Natanz tiene un total de más de 7.600 kilogramos desde que empezaron a operar las cascadas nucleares en 2007. En teoría, esto sería suficiente para fabricar seis o siete armas nucleares si el combustible fuera enriquecido a niveles aptos para armamento. Un indicio de que el programa nuclear de Irán tiene dimensiones militares es la construcción de un reactor moderado de agua pesada para la investigación en Arak — el que podría producir plutonio y ofrecer otra ruta hacia una bomba. Ante el peligro de una actividad potencial vinculada al armamento — y recordando que Irán llevaba a cabo operaciones en las instalaciones de Natanz y Arak en absoluto secreto hasta que un grupo disidente expuso todo — es difícil confiar en la buena fe acerca de la no proliferación de Irán.

Aunque se le otorgue el beneficio de la duda a Irán, las imágenes satelitales que sugieren actividades de limpieza de la instalación para pruebas de explosivos en Parchin requerirían una explicación íntegra y apremiante, al igual que la negación de Teherán de otorgar completo acceso al OIEA a varias instalaciones, incluyendo Parchin. Sin mencionar el continuo rechazo de Irán de implementar el Protocolo Adicional del Tratado sobre no proliferación nuclear, al igual que las disposiciones conocidas como el Código 3.1, que requiere que Irán se someta a la autoridad del Organismo la información de diseño para las nuevas instalaciones a la brevedad posible. ¿Por qué temen al escrutinio si no tienen nada que esconder?

Encarar los hechos puede ser difícil y desagradable, especialmente cuando incide de forma negativa en su propia nación. Sin embargo, en el ámbito académico, no podemos permitir que las lealtades y emociones nublen nuestro juicio y limiten nuestro rigor intelectual.

El Presidente Harry Truman tenía en su escritorio un letrero que decía, "la responsabilidad cae aquí". A los académicos también se les prohíbe pasar la responsabilidad a otros. Como académico, tengo que llegar a la conclusión de que, en el caso iraní, la responsabilidad no está en ningún lado sino en la puerta de Teherán.

Se necesitan dos para bailar tango

En sus primeros ensayos, todos los autores de la Mesa Redonda analizaron las fortalezas y las debilidades del régimen de no proliferación y discutieron previsiones futuras de éxito del Tratado sobre no proliferación (TNP). Beenish Pervaiz y yo le dimos especial atención a la aplicación discriminatoria de las reglas del tratado, identificando la inequidad como la amenaza principal a la eficacia y en definitiva a la supervivencia del tratado.

Selim Can Sazak también analizó la aplicación injusta de las cláusulas del tratado, en especial las de tolerancia selectiva de proliferación de los Estados con armamento nuclear. Pero se equivoca en decir que Irán y Corea del Norte "parecen ser los países con más probabilidad de empezar ese ciclo [de proliferación] hoy en día". El problema con esta afirmación es que Sazak inadecuadamente agrupa a dos naciones en una sola. No es raro leer en periódicos o ver reportajes de televisión que presentan a Irán y a Corea del Norte como un solo bulto satánico de amenazas a la seguridad global — pero en realidad son dos países muy diferentes, con programas nucleares distintos y diferentes historias de comportamiento hacia el régimen del tratado.

Sazak llega a afirmar que "la posibilidad de que exista un Irán con armamento nuclear…causaría mucha ansiedad en el Medio Oriente", y se remite a alegaciones de que "Turquía y países tales como Arabia Saudita se verían obligados a explorar sus opciones nucleares si Irán adquiere armamento nuclear". Pero no distingue entre el miedo legítimo que podría suscitarse si se llevase a cabo la proliferación en una nación y la ansiedad totalmente diferente que rodea el programa iraní de enriquecimiento de uranio. Y aunque Sazak no cree que el efecto dominó de la proliferación podría ser una posibilidad, de todos modos, no explica por qué Irán podría provocar ese efecto en el Medio Oriente. Después de todo, Israel posee armamento nuclear y dos Estados más tienen armamento nuclear a un lado en Asia del sur, pero el efecto dominó no ha ocurrido en el Medio Oriente hasta ahora.

Sin embargo, mi queja principal del argumento de Sazak es que confirma — deliberadamente o no — la misma actitud armamentista que identifiqué en mi primer ensayo como la amenaza principal al futuro del tratado. Esta actitud considera que cualquier amenaza es una razón para aumentar la militarización y las ventas militares. Y como las amenazas en sí, por su naturaleza son interminables, nunca se terminará la carrera armamentista. Por ejemplo, en los últimos años, Turquía ha considerado comprar del extranjero sistemas caros de misiles de defensa. Los funcionarios turcos dicen que estos sistemas no se usarían para protegerse de cualquier amenaza de algún país en particular. Aún así, esta adquisición sólo aceleraría la carrera armamentista en la región. El exagerar la amenaza sobre el programa nuclear de Irán no hace que el Medio Oriente sea una región más segura, de hecho, podría causar una competencia irreversible de armas en la región.

Hay que dejar las puertas abiertas. Satanizar a un signatario del tratado como Irán, podrá ayudar a Estados Unidos a que aumente sus ventas de armamento internacional, pero nunca fortalecerá el régimen del tratado ni mejorará la seguridad global. Al contrario, al satanizarlo solo aísla a Irán y lo aleja de sus metas pacíficas. Irán ha permanecido un signatario del tratado, a pesar de la presión internacional que ha enfrentado acerca de su programa nuclear, y también es importante dejar la puerta abierta a la diplomacia. También es importante tener presente que el tratado reconoce el derecho inalienable a la energía nuclear para propósitos pacíficos — un derecho que incluye, a pesar de argumentos en su contra, el enriquecimiento de uranio.

La mayoría del lenguaje del tratado es vago y puede interpretarse de muchas maneras. Efectivamente, Estados Unidos y otras naciones han favorecido deliberadamente la ambigüedad durante las negociaciones del tratado para luego sacar provecho de las reglas del tratado para satisfacer sus intereses nacionales. Por lo tanto, ahora será necesario desarrollar un mecanismo neutro y global para interpretar al TNP y sus cláusulas. Pero más allá de eso, el régimen del tratado no tendrá éxito a menos que todas las Partes se den cuenta que se necesitan dos para bailar tango. Esto significa que, en el caso del programa nuclear de Irán, Occidente debe parar de satanizar a Irán y de presentar su programa nuclear como una amenaza existencial a la seguridad del mundo entero. Por el contrario, el Occidente debe tratar a Irán como un socio en plena igualdad del régimen de no proliferación e intentar entender las preocupaciones de seguridad de Teherán. Porque si Occidente continua exigiendo que Irán suspenda el enriquecimiento de uranio, las negociaciones continuarán fracasando.

Round 3

La inutilidad, la aceptación y el avance

Maryam Javan Shahraki y Selim Can Sazak han sostenido un debate intenso sobre el programa nuclear de Irán. Ha sido un microcosmos del debate internacional sobre el mismo tema, en el cual se plantearon muchas preguntas y hubo muy pocas respuestas. Desde mi punto de vista, culpar a Irán se ha vuelto y seguirá siendo inútil. Es mejor, mientras se siguen buscando medidas prácticas para una implementación mejorada del Tratado sobre no proliferación nuclear (TNP), aceptar ciertos hechos indiscutibles sobre la disputa.

El Gobierno iraní ha estado invirtiendo recursos en su programa nuclear por más de 25 años y éste se ha vuelto un símbolo del deseo de Teherán de afirmar su soberanía nacional en un mundo cada vez más globalizado. A estas alturas, no es muy probable que Irán abandone el trabajo realizado hasta ahora para dominar el ciclo de combustible nuclear, sin importar lo que exijan los demás países. Y aunque la diplomacia parecería el camino adecuado para resolver el impasse, la diplomacia ha fracasado en el pasado. Y no es claro cómo podrá tener éxito ahora.

Teherán debe demostrar una mayor voluntad para apaciguar las preocupaciones internacionales sobre su programa nuclear. No obstante, no es razonable imponer sanciones estrictas a Irán por enriquecer uranio, algo que después de todo es su derecho bajo el tratado. Efectivamente, el objetivo inmediato de cada lado de la disputa debería ser evitar el aislamiento del otro. Las "sanciones paralizantes" sólo permiten que los políticos de línea dura permanezcan incrustados en el poder; la duplicidad de Teherán sobre las salvaguardas e inspecciones sólo ha aumentado las sospechas internacionales. Mientras tanto, si no se deshacen de viejas enemistades, es probable que Irán se retire del tratado, lo que agravaría una situación que ya de por si es mala. Extender una mano amiga a Irán es la única manera factible para alcanzar los objetivos del tratado.

Malas tácticas. El programa  nuclear de Irán llama más la atención que cualquier otro tema relacionado al TNP. Pero otro problema –las armas nucleares tácticas–  tiene las mismas posibilidades de socavar el régimen del tratado si no se resuelve.

Estados Unidos posee cerca de 500 armas nuclear tácticas y aproximadamente 200 de éstas siguen desplegadas en cinco países europeos. Rusia tiene alrededor de 2.000 ojivas no estratégicas, aunque se dice que están almacenadas. Ahora se piensa que estas armas poseen un valor militar mínimo, pero vivimos en un mundo donde se considera que la posesión de armas nucleares es crucial para ejercer influencia regional y ganar peso político y económico. Por ende, la posesión de armas tácticas, sin importar su valor militar, podría antagonizar fácilmente a un país como Irán.

Los Gobiernos ruso y estadounidense han demostrado cierto compromiso hacia el desarme, por ejemplo, por medio de New START, pero este tratado y los otros acuerdos de control de armas no han hecho nada para reducir las reservas de armas tácticas. Esto es inaceptable, ya que las armas nucleares tácticas son altamente peligrosas e implican riesgos tales como su adquisición potencial por parte de terroristas. Además, la presencia de armas tácticas de EE.UU. en Europa se opone al TNP, que prohíbe el traslado de armamento nuclear a Estados sin armamento nuclear. El tratado en sí no abarca el tema de armamento nuclear táctico, pero este silencio supone una grave deficiencia. No otorgar la atención necesaria a un tema grave como este podría traer consecuencias a la supervivencia del tratado en los años por venir.

Retirar las armas tácticas de Europa disminuiría de 14 a 9 el número de Estados con armamento nuclear en sus territorios. Esto llevaría a incrementar la credibilidad de las políticas de no proliferación de Estados Unidos y de sus aliados de la OTAN. Por lo tanto, la eliminación de armas tácticas sería una medida muy práctica para fortalecer el tratado y ayudar a las potencias nucleares a tender puentes con naciones tales como Irán en el futuro. Pero ante todo, la eliminación de armas nucleares tácticas sería un paso concreto para llegar a un mundo libre de armamento nuclear.

Recordar la humanidad y olvidarnos del resto

En su tercer ensayo de la Mesa Redonda, Maryam Javan Shahraki siguió defendiendo al programa nuclear de Irán de mis críticas. Considero que su caracterización del programa nuclear iraní carece de pruebas y con todo respeto la rechazo.

Las actividades nucleares de Irán no operan bajo la completa supervisión del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), a pesar de lo que afirma Irán. Por ejemplo, Irán no ha cumplido con los numerosos pedimentos del organismo para permitir que realice inspecciones completas en las instalaciones para ensayos de explosivos en Parchin. Shahraki mencionó una inspección por parte del OIEA en el 2005 de la instalación en Parchin y la presentó como evidencia de la transparencia y cumplimiento iraní de las salvaguardas del organismo, pero esto es un serio anacronismo.

La negativa de Irán para otorgar acceso no restringido a los sitios nucleares ha sido señalado por altos funcionarios del organismo. En diciembre, el Director General del OIEA Yukiya Amano reiteró las preocupaciones del organismo sobre la instalación en Parchin e instó a Irán a que permita su inspección. En septiembre, Amano expresó que "Irán no ha cooperado suficientemente para permitir … que concluyamos que todo material nuclear de Irán se utiliza en actividades pacíficas". Por ende, y contrario a las afirmaciones de Shahraki, los inspectores del organismo no han recibido permiso para visitar los sitios nucleares del país "cuando les plazca”. Los hechos valen más que las palabras.

Shahraki señala que se está consiguiendo avance diplomático entre Irán y el organismo. Esto es algo alentador, pero la historia de la diplomacia nuclear indica que no debemos entusiasmarnos mucho hasta que las negociaciones den resultados tangibles. Además, entre las razones por las cuales las iniciativas diplomáticas han fracasado hasta ahora está que Irán sigue insistiendo que la investigación del OIEA debe cerrarse cuando el organismo encuentre sus respuestas, mientras que el organismo quiere tener la posibilidad de retomar el tema cuando sea necesario. ¿Cuál es la lógica en pedir que el organismo utilice el cumplimiento actual para renunciar a su derecho de llevar a cabo actividades de salvaguardas en el futuro? Y de nuevo, ¿por qué temerle al escrutinio si no hay nada que esconder?

En varias instancias de la Mesa Redonda, mientras Shahraki argumentaba en contra de mis críticas sobre las políticas nucleares de Irán, ella presentó argumentos que creo se concentran más en mí que en la discusión. En su tercer ensayo, intentó resaltar divergencias entre mis puntos de vista y aquellos del gobierno de Turquía, el cual apoya un acercamiento diplomático para el impasse en el que se encuentra el programa nuclear de Irán. Primero, aunque soy turco, en ninguna parte de mis dos primeros ensayos de la Mesa Redonda expresé apoyo a las políticas oficiales turcas; por ende, no puedo rendir cuentas por ellas. Segundo, de hecho sí estoy de acuerdo con mi gobierno y con Shahraki de que un método diplomático es lo mejor para acabar con esta parálisis — aunque tengo mis dudas acerca de un éxito diplomático eventual.

En su tercer ensayo, Shahraki pone en entredicho mi afirmación de que no creo en las nociones de "un eje del mal". Creo que está insinuando que escondo favoritismo por Estados Unidos e Israel. Mi lealtad personal es irrelevante a mi perspectiva académica, pero cabe señalar que condeno enérgicamente los asesinatos extrajudiciales de científicos iraníes; opino que el intercambio de combustible nuclear en 2010 entre Irán, Turquía y Brasil era la mejor solución para la crisis nuclear en Irán y no debería de haberse apresurado; y culpo en cierta forma tanto a Estados Unidos como a la Unión Europea por el fracaso continuo de las negociaciones (aunque, dos errores no dan un acierto, también culpo a Irán por el fracaso de las negociaciones).

El paraíso o la muerte. Haciendo todo esto a un lado, sigo creyendo que, como escribí en mi primer ensayo, una capacidad creíble de armamento nuclear en Corea del Norte y en Irán implicaría serios riesgos de proliferación (aunque ésta sea vertical en vez de horizontal). Estoy completamente de acuerdo con Beenish Pervaiz de que se debe establecer un marco verdadero para la abolición de armamento nuclear — "uno que permita la eliminación sistemática y verificable del armamento nuclear y que en el proceso las deslegitimicen".

Esto, sin embargo, requerirá que el mundo demuestre decencia, humildad y madurez. Cuando el físico, Joseph Rotblat, aceptó el Premio Nobel de la Paz en 1995, junto con las Conferencias sobre Ciencias y Asuntos Mundiales de Pugwash, aludió al Manifiesto de Russell-Einstein de 1955 para recordarnos que para conseguir un mundo libre de guerra debemos: "recordar nuestra humanidad y olvidarnos del resto". Si puedes hacer esto, se abre el camino a un nuevo Paraíso. Si no lo puedes hacer, se corre el riesgo de la muerte universal".

Ángeles y demonios: un juego peligroso

En su segundo ensayo de la Mesa Redonda, Selim Can Sazak siguió asegurando que el programa nuclear iraní es agresivo por naturaleza. Beenish Pervaiz ya detalló la postura de Irán sobre la disputa que tiene con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) — que las actividades nucleares de Irán se llevan a cabo bajo completa supervisión del organismo; que Irán se ha declarado listo a aceptar la inspección de cualquiera de sus instalaciones atómicas; y que las exigencias de inspección del organismo van más allá de las obligaciones legales de Teherán para proporcionar acceso.

Sazak acusa a Irán de temer al escrutinio de sus sitios nucleares. La verdad es que Irán ha otorgado acceso a sus sitios nucleares muchas veces, incluyendo la inspección en el 2005 de las instalaciones para ensayos de explosivos en Parchin, después de la cual el OIEA reportó que "se le permitió tomar muestras ambientales, cuyos resultados no indicaron la presencia de materiales nucleares, y el organismo no encontró ningún equipo de doble uso o materiales relacionados". La respuesta de Occidente a la transparencia iraní no ha sido más que sanciones, amenazas de ataques en contra de las instalaciones nucleares y, como se sospecha en general, asesinatos de científicos nucleares iraníes por terroristas. Tal comportamiento decepcionaría a cualquier  miembro del Tratado sobre no proliferación nuclear (TNP), pero a pesar de ello, Irán ha elegido dejar la pugna dentro del ámbito diplomático y ha permitido que los inspectores del OIEA visiten los sitios nucleares del país "cuando les plazca".

También me gustaría señalar que se está logrando un avance significativo en las negociaciones entre Irán y el organismo. Tan solo hace una semana, cuando el Director General Adjunto Herman Nackaerts regresó a Viena después de pláticas en Teherán, informó que habían avanzado las negociaciones y que se concertaron nuevas reuniones para enero. Además declaró que esperaba que las dos partes pudieran lograr un “acercamiento estructurado" para la resolución de su disputa, y que se iniciara la implementación de tal acercamiento a la brevedad posible. Una visita del OIEA a la instalación Parchin afirmó Nackaerts, sería parte de tal acercamiento estructurado.

Un análisis detallado. Sazak también escribe que, "después de un análisis detallado", los argumentos que presenté en mi segundo ensayo "no pasan la prueba de la realidad." Yo lo criticaría por lo mismo: él alega que no comparte la idea del "eje del mal", pero en ese mismo párrafo sataniza a Irán al catalogarlo entre "las naciones que ponen en peligro temerariamente la estabilidad regional y la seguridad global al poseer o intentar adquirir armamento nuclear". Si Irán pone en peligro temerariamente la estabilidad regional como indica, entonces ¿por qué su vecino, Turquía, en el 2010, junto con Brasil, firmó un acuerdo de intercambio de combustible nuclear con Irán?  Según este acuerdo, Irán hubiera recibido 120 kilogramos de uranio enriquecido al 20 % para su uso en un reactor para isótopos médicos, mientras que Irán habría enviado 1.2 toneladas de uranio poco enriquecido a Turquía.

Este acuerdo fue rechazado por Estados Unidos y otras naciones, y al contrario, intentaron imponer nuevas sanciones a Irán. Pero el hecho es que Turquía, por lo general, ha apoyado la vía diplomática para solucionar el impasse del programa nuclear de Irán.

El fracaso del acuerdo turco-brasileño proporciona otra ilustración peligrosa de las maneras en que la satanización de Irán socava los objetivos del TNP. La ideología evidente en los Estados Unidos y sus aliados despoja a un signatario del tratado de sus derechos inalienables. También podría, dadas las sanciones — cuyos efectos son brutales para los ciudadanos iraníes — perjudicar de manera irreparable las posibilidades de una solución diplomática.

Reitero que convertir el programa nuclear de Irán en una cuestión de seguridad — al sacarlo del contexto del tratado y del ámbito diplomático — no fortalece al TNP ni hace más segura la región en el Medio Oriente. La única manera de encargarse de los desacuerdos sobre el programa nuclear de Irán es por medio de diplomacia y cooperación regional.



 

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