Retos y soluciones para la no proliferación
By Beenish Pervaiz (ES) |
A medida que la globalización avanza, el orden político está siendo sometido a una mayor presión. Tanto las organizaciones internacionales como los agentes no estatales están socavando el concepto tradicional de soberanía nacional, desafiando al monopolio del poder de los Estados en el ámbito político, militar, territorial y legal. Efectivamente, los acuerdos internacionales como el Tratado sobre no proliferación nuclear (TNP) se encuentran entre los factores que han restringido la soberanía de las naciones.
Con 189 signatarios, el TNP es el tratado que más influye en cuestiones nucleares. Sin embargo, el mundo ha cambiado en los últimos 42 años desde que el tratado entró en vigor. Si el tratado va a perdurar, debe implementarse de manera más amplia y el procedimiento de verificación debe ser menos discriminatorio. Todo esto requiere una mayor cooperación global.
Una perspectiva aterradora. Para que el tratado permanezca como un documento influyente en un mundo integrado tendrá que enfrentar grandes desafíos. El régimen del tratado tendrá que adecuarse para poder confrontar el terrorismo nuclear. La aparición de agentes no estatales ha puesto en duda si el régimen de no proliferación que se diseñó durante la Guerra Fría es capaz de responder a amenazas contemporáneas. De acuerdo al Artículo I del tratado, "cada Estado poseedor de armas nucleares … se compromete a no traspasar a nadie armas nucleares u otros dispositivos explosivos ni el control sobre tales armas o dispositivos explosivos." Pero no hay ninguna garantía de que este principio sea respetado en un mundo donde los agentes no estatales retan cada vez más la autoridad del Estado.
En los últimos años, países como Libia y Siria han sido acusados de intentar desarrollar armamento nuclear; han surgido pruebas de contrabando nuclear desde la antigua Unión Soviética; y ciudades como Nueva York y Londres han sido blancos del terrorismo. Todo esto contribuye al temor a ataques nucleares que se llevan a cabo por terroristas. El poder de los agentes no estatales se está nivelando poco a poco con el poder Estatal pero el TNP no puede ejercer control sobre los agentes no estatales. Esto resalta la importancia de iniciativas internacionales tales como la Cumbre sobre la Seguridad Nuclear, la cual podría ayudar a realizar un esfuerzo global más coordinado y comprometido en contra de la amenaza del terrorismo nuclear. El objetivo fundamental de las cumbres es proteger todos los materiales nucleares vulnerables; para poder alcanzar esto, los países deben cumplir las promesas de dinero y recursos que ellos han hecho para este esfuerzo, y en muchos casos deberían elevar los niveles de financiación y del personal que destinarían para la seguridad nuclear.
Estados bribones y no adherentes. Un serio desafío para el tratado es aquel que representan los Estados bribones y los países que no son signatarios del TNP. Este reto requiere una respuesta internacional coordinada, en la medida en que un país como Corea del Norte, que ya no es Parte del tratado, y un país como Irán, que es Parte del tratado pero que a veces se caracteriza como un Estado bribón, desempeñan, no obstante, un papel clave para preservar la paz en sus regiones respectivas, y por ende, deben de ser llevados a la mesa de negociación.
Al mismo tiempo, los no signatarios deben ser tratados equitativamente y deben encarar los mismos desincentivos para la proliferación. La India es un caso curioso en este sentido — Nueva Delhi y Washington han concluido un acuerdo de cooperación nuclear, y el Grupo de Suministradores Nucleares otorgó a la India un permiso permitiéndole participar en el comercio nuclear, aunque no es Parte del tratado. Hace poco, Canadá finalizó los detalles de un acuerdo de cooperación nuclear con la India en 2010, y Australia parece que también está en vías de exportar uranio a la India. Con decisiones como éstas, las naciones le dan prioridad a los vínculos estratégicos con la India y a sus propios intereses comerciales por encima del espíritu de la no proliferación. Si el tratado va ejercer algún peso sobre las decisiones políticas en un mundo cada vez más integrado y capitalista, debe ser aplicado de manera más equitativa.
Bajen las armas. El tratado no dispone de un plan integral para el desarme de los Estados con armamento nuclear. El Artículo VI del tratado incluye sólo una vaga obligación para que los signatarios deban "proseguir negociaciones de buena fe sobre medidas eficaces relativas a la cesación de la carrera de armamentos nucleares en fecha cercana y al desarme nuclear, y sobre un tratado de desarme general y completo". Pero el mundo se encuentra a tal punto que el compromiso de desarme debe ir más allá de las negociaciones "de buena fe". Entre los Estados sin armamento nuclear, fluye un recelo considerable por el hecho de que el tratado no les permite adquirir armamento nuclear mientras que, al mismo tiempo, los Estados con armamento nuclear han tomado tan pocos pasos hacia el desarme. Por lo tanto, la supervivencia del tratado depende del establecimiento de un marco integral y no discriminatorio para el desarme.
La iniciativa anti nuclear Global Zero presenta un mapa de ruta concreto de desarme bajo el nombre de Plan de Acción Global Zero. Una de las fortalezas del plan descansará en incluir en el proceso a naciones, tales como la India y Pakistán, que son clave para eliminar el riesgo de una guerra nuclear, pero que no son signatarios del tratado. De cualquier modo, muchas personas que apoyan el desarme nuclear universal creen que, mientras la globalización avance en términos políticos, económicos y culturales, una convención global nueva y jurídicamente vinculante sobre armamento nuclear es el mejor camino hacia adelante.
Es probable que factores tales como la globalización, la difusión de tecnología, los retos de seguridad regional y la intensificación de los poderes de agentes no estatales resulten en el aumento del número de países que — a pesar de ser Partes del TNP — vean de manera favorable la adquisición de armamento nuclear. El costo de la construcción y el mantenimiento de estas armas podría impedir la proliferación pero lo que es más importante haría que los Estados con armamento nuclear demostraran un compromiso genuino hacia el desarme y que dieran el ejemplo al resto del mundo. Además, si la comunidad global diera prioridad a la respuesta a la crisis humanitaria del mundo por sobre la adquisición de armamento mortífero, el aumento de armamento nuclear podría llegar a un punto muerto.