Modernizando los arsenales nucleares: Se debe o no hacer y cómo

Entre 2014 y 2023, Estados Unidos pronostica gastar $355 mil millones para modernizar su arsenal nuclear. Incluso, en las subsecuentes décadas, se conciben gastos mayores. Sin embargo, Washington está lejos de estar solo en modernizar sus armas nucleares. De acuerdo con los investigadores de la Federación Americana de Científicos, "todos los estados con armas nucleares tienen programas ambiciosos de modernización de armas nucleares … que parecen tener la intención de prolongar la era nuclear indefinidamente". Los defensores del desarme creen que tal modernización está fundamentalmente en conflicto con el objetivo de eliminar las armas nucleares, mientras que los estados armados argumentan que, siempre que existan las armas nucleares, los arsenales deberán ser modernizados para mantenerlos seguros, a salvo y eficientes. En un mundo en el cual el desarme completo es un objetivo declarado de casi todas las naciones, el desarme no parece inminente. ¿Cómo deberán los países dotados de armas nucleares abordar el mantenimiento y la modernización de sus arsenales?

Round 1

Equilibrando la modernización y el desarme

En el control y desarme de armas nucleares, se evidencian dos tendencias en juego: en varios lugares se aspira a la eliminación de las armas nucleares y a un deseo práctico entre los estados con armas nucleares de modernizar sus arsenales. ¿Qué tipo de equilibrio puede ser obtenido entre estas dos fuerzas?

Las potencias nucleares sienten la necesidad de modernizar sus arsenales por tres razones principales. Primero, en el ambiente de seguridad internacional de hoy en día, todavía consideran necesarias a las armas nucleares, principalmente por su poder de disuasión. Segundo, las armas nucleares siguen jugando un rol importantísimo para mantener la estabilidad estratégica global. Tercero, mientras que existan los arsenales nucleares, la modernización es necesaria para tener armas seguras y confiables.

Mientras tanto, los defensores del desarme argumentan que las armas nucleares deben ser prohibidas y los arsenales destruidos debido a las desastrosas consecuencias que caerían sobre la raza humana si estas armas fueran alguna vez usadas. Incluso los estados con armas nucleares mismos, aun mientras enfatizan la necesidad de modernizar sus arsenales, reconocen que las armas nucleares deberán ser eliminadas al final. Por ejemplo, la administración de Obama lanzó en el 2009 una iniciativa vigorosa para alcanzar un mundo libre de armas nucleares.

Pero la gran inversión estadounidense en la modernización nuclear parece contraponerse al objetivo del desarme nuclear. Entre 2014 y 2023, Estados Unidos calcula que gastará $355 mil millones en su modernización. La reducción de ojivas estadounidenses concebida bajo el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (New Start) será contrarrestado por la modernización de la calidad del arsenal de Estados Unidos. Mientras tanto, el Ataque Global Inmediato (Prompt Global Strike) y los programas de defensa de misiles balísticos de Washington plantean nuevos retos a la estabilidad estratégica.

China también siente la necesidad de modernizar sus fuerzas nucleares para mejorar la capacidad de supervivencia y mantener una fuerza mínima de disuasión nuclear creíble. Pero estos son los únicos objetivos para sus armas nucleares. Entre los cinco estados reconocidos con armas nucleares, China es la única nación que se ha comprometido a una política incondicional de no-usar-primero. Esta política ha puesto restricciones constantes en el desarrollo de la fuerza nuclear china (que de cualquier modo, jamás ha sido una prioridad para la conducción de la modernización militar en Pekín). China aboga constantemente por un mundo libre de armas nucleares. Nunca ha participado en una carrera de armas nucleares. Nunca ha desplegado armas nucleares en el territorio de otro país.

Desafortunadamente, la mayoría de los estados con armas nucleares —incluyendo a Estados Unidos— todavía atribuyen a las armas nucleares un rol importante en sus estrategias para salvaguardar su seguridad. Washington, en su más reciente Revisión de Postura Nuclear, decidió ya no atribuir ciertas tareas marginales o irrealistas a las armas nucleares, pero no hizo ningún cambio fundamental en el rol de las armas nucleares estadounidenses o en su estrategia bélica militar nuclear. Mientras que las armas nucleares jueguen un rol tan crucial en la estrategia estadounidense, y mientras que Estados Unidos mantenga el deseo de seguridad absoluta, Washington no reducirá su arsenal nuclear a niveles relativamente bajos o hará cambios dramáticos en su programa de modernización actual. Mucho de lo dicho también es cierto para el caso de Rusia.

Por lo tanto las naciones con armas nucleares consideran que la modernización es algo indispensable, pero cualquier avance hacia el desarme parece imposible mientras que los programas de modernización sigan a paso veloz. ¿Cuál es el camino para salir de este apuro? La clave, como las estrategias nacionales nucleares determinan la dirección de los programas nucleares, es ajustar las estrategias nacionales para que se enfatice menos el rol de las armas nucleares.

Si Estados Unidos y Rusia alteran significativamente sus estrategias nucleares, serían posibles más reducciones sustanciales en los arsenales. Si los arsenales de las dos naciones son reducidas, otros estados se animarán a considerar cómo y cuándo podrían participar en los procesos multilaterales de desarme. El desarme multilateral no será tarea fácil, como lo demuestra la historia de negociaciones de desarme ruso-estadounidenses, ya que hasta los procesos bilaterales son muy difíciles. Aun así, más progreso de parte de Estados Unidos y Rusia podría servir como inspiración a otras naciones con armas nucleares.

Pero existe una complicación más: los sistemas de defensa de misiles y las capacidades del Ataque Global Inmediato representan una seria amenaza a la estabilidad estratégica y al desarme. New Start no impuso ninguna restricción sobre el desarrollo de defensas de misiles de balística o sobre armas convencionales avanzadas, y las innovaciones en cualquier de estas tecnologías podrían desatar una nueva carrera armamentista nuclear. Por consiguiente, se requiere de gran discreción cuando se trata del desarrollo o despliegue de tales sistemas. (New Start, incidentemente, también deja a Estados Unidos con una gran capacidad nuclear de "upload" (recarga). Es decir, Estados Unidos tiene muchos misiles desplegados a los cuales podrían recargar las ojivas que han quedado fuera de servicio. Rusia, en contraste, tiene muy poca capacidad de "upload".)

La eliminación de las armas nucleares no parece ser factible en esta etapa. La modernización de los arsenales nucleares seguramente seguirá adelante. Pero sí es posible y muy importante alcanzar un balance entre la modernización y el desarme. Bajo dicho enfoque, la estrategia nuclear sería ajustada para que las armas nucleares asumieran menos importancia en al seguridad nacional. Así desaparecerían gradualmente las razones prácticas para poseer armas nucleares. Todos los países con armamento nuclear serían alentados a reducir sus arsenales. Sin embargo, son Estados Unidos y Rusia, las dos superpotencias nucleares, que deben tomar la delantera, establecer confianza y fijar un buen ejemplo para las otras naciones.

Por qué la modernización nuclear estadounidense es necesaria

Mi sueño de la niñez era ser estrella en la Asociación Nacional de Basquetbol, pero sólo mido 1.87, estoy en el final de mis treinta y no he jugado basquetbol competitivo en más de 15 años. Mis oportunidades para jugar a nivel profesional son esencialmente nulas. Algunos podrían argumentar que, si tengo alguna esperanza de realizar mi sueño de la niñez, debo pasar mis días corriendo y practicando mis tiros libres. Pero ese camino mejoraría mis oportunidades de nulas a extremadamente pocas, y ciertamente me alejaría de mis deberes como profesor, investigador y analista. Al final, simplemente no vale la pena arruinar la vida que tengo para perseguir una fantasía.

Lo mismo se puede decir de las decisiones de Estados Unidos al respecto de su postura nuclear. A lo largo de la próxima década y más allá, Estados Unidos atravesará una muy necesitada modernización de sus longevas capacidades nucleares, y estos planes gozan de un apoyo bipartidista fuerte. Pero algunos críticos argumentan que el proyecto de modernización entra en conflicto con los objetivos del desarme del estado, incluyendo la visión del presidente Obama en conseguir "un mundo sin armas nucleares".

El hecho, sin embargo, es que el mundo se caracteriza por una intensa competencia de seguridad y, en ocasiones, de conflicto total. Aunque algunos observadores esperaban que el fin de la Guerra Fría trajera el final de la historia, la discordia política entre las grandes potencias ha regresado en los últimos años. Rusia está usando la fuerza para redibujar el mapa de Europa. China está asegurando las reclamaciones territoriales revisionistas en el Este de Asia. En las últimas dos décadas, el dominio militar convencional ha permitido a Estados Unidos atenuar sus armas nucleares, pero la ventaja convencional estadounidense se está mermando, mientras Rusia y en especial China, continúan expandiendo sus capacidades militares no convencionales. Adicionalmente, las armas nucleares siguen siendo la herramienta más importante del poderío militar y los adversarios potenciales de Washington, incluyendo Rusia, China y Corea del Norte, están modernizando sus arsenales nucleares con un ojo puesto al uso de estas armas en un eventual conflicto con los Estados Unidos.

Esto es la realidad.

Sin embargo, algunos argumentan que el alcanzar la esperanza de un completo desarme nuclear requiere que Estados Unidos minimice su arsenal y se rehúse a modernizan sus fuerzas. Pero no todos los países seguirán ciegamente el liderazgo de Washington. En años recientes, mientras que Estados Unidos ha reducido el tamaño de su arsenal, otros países se han movido en la dirección contraria, al aumentar sus fuerzas nucleares. El desarme nuclear completo puede ser deseable, pero alcanzarlo requerirá nada menos que una enorme transformación del sistema político internacional. Por ende, dejar que el arsenal estadounidense simplemente se oxide, no afectará significativamente las oportunidades de eliminar las armas nucleares globalmente.

No llegar a modernizar, no contribuirá al desarme, más que eso, sería irresponsable. Una fuerza nuclear estadounidense lisiada incentivaría a sus enemigos, asustaría a los aliados, generaría inestabilidad internacional y debilitaría la seguridad nacional estadounidense. En otras palabras, podría arruinar el mundo que actualmente existe.

Por lo tanto, en lugar de prepararse para una realidad alternativa, Washington necesita construir las fuerzas nucleares que necesita para esta realidad. Estados Unidos debe mantener una postura nuclear robusta y modernizar por completo sus fuerzas nucleares, tal como está planeado. Esto significa actualizar las tres piernas del trípode nuclear, renovando las ojivas nucleares, modernizando el complejo de producción, y si es necesario, convocar la voluntad política para construir nuevas capacidades para satisfacer nuevas demandas. Como expresó en noviembre el Secretario de Defensa, Chuck Hagel, "Nuestra disuasión nuclear juega un papel importante en la seguridad nacional estadounidense y es la misión prioritaria [del departamento de Defensa]. Ninguna otra capacidad que tenemos es más importante."

Algunos podrían argumentar que la modernización en Estados Unidos provocaría reacciones en otros estados, contribuyendo a una nueva carrera armamentista, pero, como se señaló anteriormente, los planes de modernización siguen al mismo paso en el resto del mundo independientemente de las decisiones tomadas en Washington. Los críticos también mencionan el costo como un obstáculo, pero, en su auge, las mejorías nucleares solo representarán alrededor de 5 por ciento del presupuesto de defensa. Por lo tanto, las armas nucleares otorgan una disuasión estratégica a un precio razonable. O, como el próximo Secretario de Defensa, Ashton Carter, dijo en 2013, "las armas nucleares en verdad no cuestan tanto."

En conclusión, no hay buena razón para que Estados Unidos no siga adelante en sus planes de modernización de sus fuerzas nucleares. Quizá algún día seremos sorprendidos gratamente por una oportunidad para realizar nuestras fantasías. Pero hasta entonces, debemos estar a la altura de nuestras responsabilidades.

Modernización y “cero”: ¿tendencias compatibles?

La mayoría de los estados con armas nucleares, incluyendo a Estados Unidos y Rusia, han declarado en varias ocasiones su compromiso en deshacerse de las armas nucleares. Pero ningún estado con armas nucleares se sentirá listo para abandonar sus capacidades nucleares a menos que todas las otras naciones hagan lo mismo. Por lo tanto, las armas nucleares, probablemente permanecerán en los arsenales militares por largo tiempo y las armas nucleares continuarán siendo renovadas. Pero, incluso si uno acepta como inevitable la modernización de los arsenales nucleares, ¿se podrá hacer de tal manera que a la larga no interfiera con la reducción de armas nucleares y con el desarme por completo?

La historia de las negociaciones de control de armas ruso-estadounidense dan muchos ejemplos de modernizaciones nucleares que no crearon obstáculo alguno para las reducciones y, de hecho, fueron condiciones para los recortes. En particular, la aprobación dada por el Senado de los Estados Unidos para New START en 2010 fue condicionada con un financiamiento acelerado para la modernización del complejo de armas nucleares estadounidenses y con la garantía de la modernización de los sistemas de entrega. La lógica en tal cálculo es bastante clara: las reducciones de arsenales no deben crear una apariencia de una seguridad debilitada. Si las fuerzas nucleares son reducidas en términos numéricos, surge la necesidad de aumentar la eficiencia y nivel de supervivencia de las fuerzas restantes.

En cualquier caso, la historia nos demuestra que los estados armados con armas nucleares constantemente modernizan sus armas nucleares. Pero, los factores que motivan la modernización y la importancia relativa de esos factores, han cambiado. En la relación ruso-estadounidense, la modernización ha sido impulsada por cuatro factores: primero, el surgimiento de nuevas tecnologías que convierten las armas nucleares en más eficientes y les permiten ser guardadas de formas mas seguras; segundo, el desarrollo de tecnologías disruptivas de algún adversario, tales como las defensas aéreas y de misiles, contiendas submarinas, y armas ofensivas de alta precisión y de largo alcance; tercero, un deseo de ampliar las capacidades funcionales de los sistemas de entrega diseñados original y exclusivamente para misiones nucleares; y cuarto, la vida útil limitada de los sistemas existentes.

Las condiciones para la carrera armamentista en la Guerra Fría fueron creadas por los primeros dos factores: el surgimiento de nuevas tecnologías que hacían las armas nucleares más eficientes y, especialmente, el desarrollo de tecnologías disruptivas. Los misiles de balística y de crucero, al igual que bombarderos pesados supersónicos fueron una respuesta al desarrollo de las defensas aéreas, mientras que los submarinos nucleares y misiles con alcance intercontinental lanzados desde submarinos respondían a la evolución de la estrategia de contienda antisubmarina. El impacto de la defensa de misiles balísticos durante la Guerra Fría es de alguna manera cuestionable; la efectividad de las tecnologías de defensas de misiles balísticos era algo limitada en aquellos días. Aun así, uno no puede excluir la posibilidad de que el Tratado de Misiles Anti-Balísticos haya desempeñado una función importante al limitar estas tecnologías. ¿Y quién sabe que tan diferente podría haber sido la evolución de las armas estratégicas si las partes hubieran acordado limitar las tecnologías disruptivas tales como las defensas aéreas y la estrategia de contienda submarina? Lo que es cierto es que, durante la Guerra Fría, la modernización cualitativa de las armas nucleares avanzó tan rápidamente que los nuevos sistemas surgieron mucho antes de que la vida útil de los viejos sistemas se consumiera.

El fin de la Guerra Fría trajo consigo cambios en la balanza de factores que afectaban las decisiones de modernización. Aunque ciertos programas estratégicos de Estados Unidos seguían en los inicios de 1990 debido a la inercia (un ascenso gradual, por ejemplo, en nuevos submarinos con misiles de balística impulsados nuclearmente), se llegó a un consenso gradual en los Estados Unidos de que el arsenal nuclear de la nación era demasiado grande y había perdido mucho de su valor en el nuevo ambiente geopolítico. El principal factor de motivación para la modernización estadounidense se convirtió en el deseo de hacer más "usables" los sistemas de entrega estratégica. El esfuerzo empezó al equipar bombarderos pesados con armas convencionales de alta precisión y cambiándolos a roles no nucleares. Los misiles de crucero de larga distancia, aéreos y marinos, también fueron equipados con ojivas convencionales. Otro desarrollo de esta índole fue la aparición del programa Prompt Global Strike, el cual comenzó como plan para remplazar las ojivas nucleares en los misiles balísticos con ojivas convencionales.

Estados Unidos ha estado modernizando sus sistemas de entrega continuamente por dos décadas. Pero estos sistemas de entrega están acercándose al fin de su vida útil planeada, y el potencial para mas modernizaciones es limitada. Por otro lado, los avances acumulados de tecnología están incentivando a los Estados Unidos a construir una nueva generación de sistemas de entrega.

En Rusia, por casi dos décadas, los programas de modernización han sufrido de una falta de financiamiento constante. La vida útil de los misiles heredados de la Unión Soviética ha sido alargada por factores de dos a tres. Efectivamente, los programas ambiciosos de Rusia de desplegar nuevos sistemas de entrega —los cuales absorberán la mayor parte de un plan de rearmamento mayor que, hasta el 2020, costará 20 trillones de rublos— pueden ser explicados primero que nada por la imposibilidad de ampliar indefinidamente la vida útil de las armas existentes. Pero, existe un segundo factor que ha jugado un rol en las decisiones de Rusia para desarrollar nuevos sistemas de entrega. Específicamente, la amenaza de los despliegues de misiles balísticos estadounidenses en Europa, junto con el desarrollo de armas convencionales estratégicas estadounidenses, han sido argumentos fuertes a favor de desarrollar nuevos misiles pesados y sistemas ferroviarios móviles. (Sin embargo, no es claro como evolucionarán estos programas si la situación económica de Rusia sigue deteriorándose).

Apreciaciones divergentes. Ya sea en Estados Unidos o en la Unión Soviética (y posteriormente Rusia), las reducciones nucleares fueron posibles en el final de los ochenta y los inicios de los noventa porque ambos bandos se dieron cuenta que los arsenales acumulados eran excesivamente grandes y la carrera armamentista no tenía sentido. Desde entonces, los arsenales en ambos lados han disminuido progresivamente. Los programas de modernización probablemente no reversen esta tendencia, a pesar del deterioro de relaciones ruso-estadounidenses en los últimos años. Pero las dos naciones ya no perciben incentivos similares donde se toma en cuenta futuros recortes.

En Estados Unidos, mucha gente aún reconoce que el arsenal de Estados Unidos es demasiado grande. El presidente Obama, por ejemplo, anunció en un discurso en 2013 en Berlín que "buscaría más recortes negociados con Rusia para avanzar más allá de las posturas nucleares de la Guerra Fría." Esta propuesta parece tener un objetivo fuerte y pragmático: reducir los costos de futuras modernizaciones al reducir fuerzas excesivas. En Rusia, sin embargo, un número de tendencias actuales no incentivan opiniones similares. En particular, muchos rusos perciben al desarrollo de defensas de misiles balísticos estadounidenses y municiones guiadas con precisión como nuevas amenazas que requieren una respuesta. A menudo, estas percepciones son influenciadas demasiado por las emociones. No obstante, los recursos financieros e industriales rusos son limitados. Moscú no tiene la capacidad de influenciar el desarrollo cualitativo de armas estadounidenses. En tal situación, más desarrollos estadounidenses de defensas de misiles y municiones guiadas con precisión hacen que Rusia se interese menos en buscar un proceso de negociación bilateral y se incline más hacia reducir la transparencia de su arsenal nuclear.

En el mejor de los casos, los programas de modernización de Estados Unidos tendrán un pequeño impacto negativo en las relaciones bilaterales. En el peor de los casos, se convertirán en un irritante más en una ya compleja relación. Pero es poco probable que las negociaciones bilaterales hacia más reducciones puedan empezar a menos que la relación ruso-estadounidense mejore radicalmente.

Aun cuando los prerrequisitos sean alcanzados para un dialogo futuro en la reducción de armas nucleares, las defensas de misiles balísticos y armas estratégicas convencionales seguirán siendo un obstáculo crucial. Por lo tanto, es importante que Estados Unidos limite el desarrollo de dichas armas, o que dirija su desarrollo de tal manera que otros estados no tengan que preocuparse de la supervivencia de los arsenales nucleares más pequeños que resultarían de las reducciones de armas acordadas.

Round 2

La introspección y la seguridad

Todos los participantes de esta mesa redonda concuerdan en un solo punto: que los Estados con armas nucleares necesitan modernizar sus arsenales. Sin embargo, Eugene Miasnikov y yo divergimos de nuestro colega, Matthew Kroenig, de forma importante. Miasnikov y yo, en coherencia con el acercamiento tradicional al control de armas y al desarme, estamos a favor de un equilibrio entre la modernización y la reducción de los arsenales. En otras palabras, buscamos maneras de hacer que la modernización y el desarme sean compatibles.

Kroenig demostró una excelente argumentación, pero aún así, no estoy de acuerdo con su punto de vista de que Estados Unidos no necesita limitar sus planes de modernización nuclear o que no debe poner menos énfasis en las armas nucleares de la estrategia de seguridad nacional. Kroenig considera que el desarme total es una "fantasía" y cree que "Estados Unidos debe mantener una postura sólida en referente al desarme y modernizar por completo las fuerzas nucleares". Hasta argumenta que Estados Unidos, si llegara a ser necesario, deberá convocar "la voluntad política para agregar nuevas capacidades que satisfagan la nueva demanda".

Sin embargo, la perspectiva de Kroenig entra en conflicto con la realidad: Estados Unidos no necesita un arsenal nuclear grande como lo necesitó en las últimas décadas. Estados Unidos goza de una fuerza inigualable en cuanto a las capacidades militares convencionales. Las armas estratégicas convencionales y avanzadas de Washington, que incluyen las que se están desarrollando bajo el programa Ataque Inmediato Global, pueden servir tanto como un factor de disuasión, como una manera de provocar la destrucción masiva contra un adversario, sin plantear el dilema moral que acompañaría el uso de las armas nucleares.

Es en parte por estas razones que Estados Unidos, hasta cierto grado, le ha quitado el énfasis a las armas nucleares en su estrategia de seguridad. El Análisis de la Postura Nuclear EE.UU. de 2010 impuso nuevos límites en las circunstancias en las cuales Estados Unidos podría contemplar el uso de armas nucleares. Además, afirmó que no se pueden desarrollar nuevas ojivas nucleares. Sin embargo, Kroenig sigue siendo un defensor ávido de la modernización sin límites de los arsenales nucleares de EE.UU., mientras sigue considerando que las armas nucleares son el instrumento máximo para el poderío militar.

A pesar de que Kroenig no está obligado a concordar con el presidente de su nación, el apoyo que Kroenig le otorga a la modernización nuclear desenfrenada es un claro contraste de la meta de la administración de Obama: establecer un mundo libro de armas nucleares. En el discurso de Praga de 2009, Obama no solo expresó esa meta, sino también se comprometió él mismo en seguir con las reducciones de los arsenales nucleares y con las negociaciones de desarme con Rusia. Tal vez Kroenig tacharía el acercamiento de Obama como una "fantasía", pero hasta las figuras de seguridad nacional como Henry Kissinger, George Shultz, Sam Nunn y William Perry, en general, se adhieren a la misma meta.

Dicho lo cual, estoy totalmente de acuerdo con la perspectiva de Kroenig de que el desarme global requerirá que la causa originaria de la inseguridad internacional sea erradicada. Lo que Kroenig no está considerando, sin embargo, es que el deseo en sí de EE.UU. de asegurar la seguridad está socavando la seguridad global. Y como Kissinger apuntó en 1959, "La estabilidad del sistema internacional depende de la manera en que se combina la necesidad de la seguridad con la obligación de auto restringirse. …[B]uscar la seguridad cabal mediante el dominio físico es amenazar a todos los demás países. La seguridad absoluta para un país significa la inseguridad absoluta para los demás".

Kroenig argumentó en el ensayo de la segunda ronda que Miasnikov y yo "podríamos haber demostrado más introspección" en lo que escribimos. Yo replicaría que todos debemos de demostrar más introspección. Los mecanismos exitosos para las armas nucleares, el desarme y la no proliferación requieren que las naciones dotadas de armas nucleares participen activamente en estos procesos. Por lo tanto, como ya había mencionado, Estados Unidos (junto con Rusia) debería poner el ejemplo para los demás países, por supuesto incluyendo a China, y encaminar el mundo hacia la eliminación de las armas nucleares. En esa dirección yace un camino alcanzable y sostenible hacia una mayor seguridad global.

Juguetear no provocara el desarme

Esta mesa redonda supone que existe una tensión entre las metas declaradas para el desarme de las potencias nucleares y sus planes actuales para modernizar sus fuerzas nucleares. Sin embargo, ¿en realidad existe dicha tensión? Esto depende en gran medida en cómo creen que se llevara a cabo el desarme global, si es que es alcanzable.

Muchos suponen que el desarme se logrará mediante un proceso lento y deliberado, en el cual las potencias nucleares firmaran acuerdos para el control de armas, que gradualmente reducirán el tamaño de las fuerzas nucleares, hasta que las armas nucleares dejen de existir. Parece que esta es la opinión subyacente en los ensayos de la primera ronda de Eugene Miasnikov y Lu Yin. Ambos colegas de la mesa redonda critican los planes de modernización de EE.UU. y arguyen que Estados Unidos debe disminuir sus planes. Lu asegura que Estados Unidos, al igual que Rusia, debe seguir el ejemplo de China que no pone énfasis en las armas nucleares. Los dos autores, mientras tanto, se muestran preocupados por la defensa balística militar de EE.UU. y por el programa convencional de Washington, Ataque Global Inmediato.

Sin embargo, mientras planteaban sus argumentos, Miasnikov y Lu podrían haber demostrado más introspección. Estados Unidos está debatiendo llevar a cabo la modernización, pero Rusia ya está terminando de hacerlo. Moscú está introduciendo nuevos misiles balísticos, bombarderos y submarinos intercontinentales. Ha violado el Tratado de Fuerzas Nucleares de Rango-Intermedio porque realizó pruebas de los nuevos misiles de crucero de rango intermedio lanzados por tierra. Además, sigue desafiando las promesas hechas al final de la Guerra Fría, ya que Rusia sigue conservando miles de armas nucleares de campo de batalla, listas para su uso inmediato. En contraste, China se ha restringido de forma encomiable. Pero también está expandiendo y modernizando sus fuerzas nucleares. A pesar de que China se jacta de su política de no usar armas primero, los altos funcionarios chinos admiten en secreto que Pekín utilizaría las armas nucleares primero bajo una serie limitada de contingencias.

Por otro lado, Estados Unidos reniega de manera transparente la política de no usar primero, precisamente, debido a que bajo una serie limitada de circunstancias, Washington utilizaría las armas nucleares primero. Además, si Washington en verdad quisiera tener la ventaja de atacar primero, como Miasnikov y Lu temen, la defensa balística de misiles y las capacidades del programa Ataque Global Inmediato serían sumamente distintas de los sistemas básicos actualmente desplegados o bajo consideración.

A un nivel más fundamental, parece que la idea central de los ensayos de mis colegas está equivocada; en el sentido que es difícil entender cómo es que juguetear con los planes de modernización nuclear llevará directamente hacia algo tan profundo como el desarme nuclear global. Tales pasos no responderán a las preocupaciones de seguridad que, desde un principio, incitan a los Estados a adquirir las armas nucleares. Como le gustaba decir al ex presidente estadounidense Ronald Reagan, "[N]o desconfiamos el uno de otro porque estamos armados. Estamos armados porque desconfiamos el uno del otro".

Efectivamente, las mayores reducciones nucleares en la historia arribaron tras el cese de las agresiones de la Guerra Fría, lo que es coherente con dicha perspectiva. Probablemente, el desarme nuclear global requerirá una reducción mucho más radical de las tensiones entre los Estados. Las propuestas que recomiendan el cambio de las posturas estratégicas como un paso hacia el desarme, por lo tanto, corren el riesgo de confundir la causa y el efecto.

El desarme global no requerirá nada menos que la erradicación de la causa originaria de la inseguridad internacional. A pesar de que mermar las preocupaciones de seguridad no es tarea fácil, Estados Unidos, en los últimos 70 años, ha contribuido a este esfuerzo, asegurando el bienestar del público en general. Lo ha hecho, entre otros medios, al proteger a los aliados asiáticos y europeos mediante la extensión del paraguas nuclear; al disuadir a los aliados para que no construyan sus propios arsenales nucleares; y al ahorrarle a Rusia y a China la necesidad de participar en carreras armamentísticas peligrosas con los rivales regionales.

Sin embargo, debido a las acciones recientes de Rusia y China, la estabilidad internacional se encuentra amenazada. En el último año, Rusia ha invadido violentamente a Crimea e invadido la región de Donbas al este de Ucrania. Además, sigue amenazando al resto de Ucrania y Europa. China sigue con las reclamaciones agresivas en el Mar de China Meridional. Su acumulación convencional militar es lo que amenaza con derrocar el equilibrio militar que ha mantenido la paz en el Este de Asia por más de medio siglo; China se ha visto beneficiada más que cualquier otra nación debido a esta paz.

Desde esta perspectiva, los planes de modernización nuclear tal vez no sean el mayor impedimento para lograr el desarme nuclear global. Al contrario, el mayor obstáculo podría ser la política exterior revisionista que pone en peligro la paz y la seguridad internacional.

Se requieren pasos constructivos y no el dominio

Es inevitable que las naciones acaben modernizando sus arsenales nucleares, y los participantes de la mesa redonda están de acuerdo. Además, dos autores, Lu Yin y yo, concordamos en que las modernizaciones deben llevarse a cabo de manera que no impidan la reducción de armas nucleares y, a la larga, el desarme completo. Mientras tanto, Matthew Kroenig señala "que el desarme nuclear completo podría ser deseable", pero parece considerar que no es una opción que valga la pena. "Lograrlo", apunta, "requerirá nada menos que una transformación significativa del sistema político internacional".

Podría concordar con ello, sin embargo, si alcanzar el cero nuclear es deseable, como admite Kroenig, uno debe preguntarse cómo las naciones dotadas de armas nucleares podrán avanzar esta meta a corto plazo. Lamentablemente, es difícil desprender del acercamiento de Kroenig a la modernización alguna estrategia mediante la cual el mundo podrá ser un lugar seguro. Al contrario, Kroenig se centra demasiado en el argumento por el cual Estados Unidos debe mantener su "dominio militar".

Kroenig señala que Estados Unidos ha gozado del "dominio militar convencional" en las últimas dos décadas, y está en lo cierto. Durante la mayoría de las dos décadas en cuestión, el gasto militar estadounidense vio un aumento. El presupuesto militar de EE.UU. sigue siendo el mayor en el mundo, lo que representa más de un tercio del gasto militar global. China y Rusia combinados gastan menos de la mitad en sus ejércitos de lo que gasta Estados Unidos para el suyo. Sin embargo Kroenig argumenta que "la ventaja convencional de EE.UU. se está erosionando a medida que Rusia y, en especial, China van acumulando las capacidades militares no nucleares".

Por lo tanto, ¿exactamente cuánto dominio requiere Estados Unidos y a qué precio? Con respecto a este tema, ¿será que el dominio militar estadounidense es coherente con el liderazgo declarado de Washington para construir un mundo mejor y más armonizado? ¿Un mundo libre de guerras y de miedo? Un mundo donde, y utilizando el lenguaje de Lu, "las razones pragmáticas para poseer las armas nucleares se disiparán paulatinamente".

¿Cuánto es suficiente? Kroenig puntualizó que "mientras Estados Unidos ha ido disminuyendo significativamente el tamaño del arsenal, los otros países se han ido dirigiendo en la dirección opuesta, aumentando su potencia nuclear". Sin embargo, Rusia, Francia y el Reino Unido también están disminuyendo sus arsenales. Está claro que, la India y Pakistán están aumentando su potencia nuclear, y es muy probable que China esté haciendo lo mismo. Pero en la medida que el crecimiento del arsenal chino represente un problema, la solución yacerá en el diálogo sobre la transparencia y el control de armas, no en el dominio militar. Dicho diálogo podría resultar en la limitación del arsenal nuclear del vecino de China, la India, que considera al país chino como una amenaza. Esto posibilitaría la limitación de las capacidades nucleares de Pakistán, que considera que la India es una amenaza. Por lo tanto, la acumulación del arsenal de EE.UU. no cambiaría las percepciones ni las tendencias en Asia del sur.

La verdadera pregunta es cuánta modernización es necesaria. ¿Cuáles tipos de modernización obstaculizarían los recortes adicionales? ¿Qué sería neutro? ¿Qué tipo de modernización contribuiría al desarme? Un ejemplo del programa que claramente socaba el eventual desarme, son los esfuerzos continuos estadounidenses de mejorar el sistema de fusión de ojivas de misiles balísticos terrestres y marinos de gran alcance. La mayor precisión y potencia mortífera de estas ojivas reduciría dramáticamente la capacidad de supervivencia de los misiles rusos con base en silos. Como resultado, solo haría más probable la guerra nuclear.

Kroenig parece sólo considerar dos opciones de corto plazo para la gestión del arsenal nuclear de EE.UU. y las dos son extremas. Una opción es "permitir que el arsenal de EE.UU. se oxide". La otra es mantener "la postura nuclear sólida y modernizar completamente…las fuerzas nucleares, como se tenía planeado". Pero estas dos opciones no son las únicas. Existen muchas más opciones entre ellas. Por ejemplo, Estados Unidos podría alejarse progresivamente de sus planes para reemplazar la flota existente de submarinos, es decir, comprar menos navíos, o podría demorar los planes para construir nuevos bombarderos nucleares. También podría abandonar el programa arriba mencionado que busca aumentar las capacidades de contrafuerza de primer ataque. De esta forma, la siguiente ronda de reducciones nucleares tendría mejores probabilidades de ser exitosas.

Round 3

Existen razones para ser optimistas

Esta mesa redonda, que empezó con un debate sobre las modernizaciones nucleares, en realidad, ha ido resaltando los enormes desafíos alrededor de los esfuerzos para el control de armas nucleares y el desarme. Eugene Miasnikov ha analizado la postura y las políticas rusas basándose en las preocupaciones de seguridad que Moscú siente surgen de Estados Unidos, y Matthew Kroenig ha hecho lo mismo desde el punto de vista estadounidense. Kroenig, por ejemplo, presta mucha atención a las actividades rusas en Ucrania, y ha dicho que "Estados Unidos debería sortear los arsenales nucleares que son necesarios para disuadir las amenazas actuales para la paz y la seguridad internacional." Miasnikov ha expresado su insatisfacción con la expansión hacia el este de la OTAN, diciendo que cuando Moscú retiró sus fuerzas nucleares de Europa del Este y los territorios de la antigua Unión Soviética, "no esperaban que Occidente buscara ampliar sus alianzas militares más cerca a la frontera de Rusia". Uno puede darse cuenta en los ensayos de Miasnikov y Kroenig que el sentimiento a favor del desarrollo y el despliego de armas nucleares sigue con fuerza, aunque hayan transcurrido décadas desde el fin de la Guerra Fría.

Existen graves desafíos alrededor de los esfuerzos hacia el control y desarme de las armas nucleares. La responsabilidad de responder a estos desafíos empieza con Estados Unidos y Rusia, que siguen poseyendo enormes arsenales nucleares, más allá del volumen que requieren sus necesidades actuales. Estos dos países podrían dar el ejemplo para otros países dotados de armas nucleares, o, al enfatizar una y otra vez la necesidad de modernizar los arsenales nucleares y no cumplir con los recortes profundos, podrían arriesgarse a desencadenar una reacción nuclear en cadena. Los países como China, con arsenales nucleares limitados, se preocupan sobre el progreso insuficiente del desarme demostrado por Washington y Moscú. China y los demás países con armas nucleares se mostrarán renuentes en unirse a procesos multilaterales de desarme si Estados Unidos y Rusia fallan en llevar a cabo recortes profundos. Los estados sin armas nucleares podrían sentirse tentados y adquirir capacidades nucleares. El aumento en la proliferación podría llevar al terrorismo nuclear.

En este contexto, se justifica el pesimismo sobre la meta de largo plazo de eliminar las armas nucleares del mundo. Sin embargo, en cuanto a la meta más cercana para establecer arsenales nucleares pequeños, lo más adecuado es ser optimista, pero con cautela. Los arsenales nucleares enormes se han vuelto innecesarios en el entorno de seguridad post Guerra Fría. La modernización y el mantenimiento nuclear son muy costosos. Para las dos potencias nucleares, reducir el tamaño del arsenal simplemente sería una decisión pragmática. Hasta con reservas pequeñas de armas, Washington y Moscú podrían mantener sus capacidades de disuasión. Por lo menos de manera parcial, también podrían satisfacer las expectativas de desarme de la comunidad internacional. Las naciones con arsenales nucleares reducidos también deben unir sus procesos de control de armas y de desarme a largo plazo. Mientras tanto, tendrán que tener cuidado de no impedir las reducciones bilaterales.

Puede que la prohibición y la eliminación total de las armas nucleares sean un sueño de largo plazo a estas alturas, pero el viaje más largo empieza con un solo paso. Se podría encontrar un camino práctico hacia el desarme si todas las naciones con armas nucleares tomaran acciones concretas,  como responder con cooperación a los desafíos en común de la seguridad, instituyendo o aumentando medidas para incrementar la confianza, haciendo planes cautelosos para la gestión de crisis y evitando los malos cálculos. Además, los países con armas nucleares deberían considerar seriamente establecer un tratado que, entre los signatarios, prohibiera ser el primero en usar las armas nucleares. Dicho tratado también prohibiría el uso de armas nucleares, o amenazar con utilizarlas, en contra de cualquier estado sin armas nucleares en cualquier momento y bajo cualquier condición. Las posturas nacionales de dicho tratado podrían constituir una prueba definitiva sobre si los países en verdad se comportan con seriedad con respecto al desarme nuclear.

La estabilidad antes del desarme

Esta mesa redonda nos ha revelado las áreas de concordancia entre Lu Yin, Eugene Miasnikov y yo. Todos los autores creen que los Estados deben buscar el desarme, como lo estipula el Artículo VI del Tratado de la No Proliferación Nuclear, sin embargo, creen que la modernización nuclear será necesaria mientras las fuerzas nucleares existan. Mis colegas y yo discrepamos principalmente en las preguntas sobre el tiempo oportuno y la secuencia.

Lu y Miasnikov creen que existe una formula mágica para el ritmo y el alcance de los esfuerzos de la modernización nuclear, la que permitirá la disuasión y el desarme de manera simultánea. Dudo que sea posible, o hasta que represente la mejor manera para reflexionar sobre el problema. Al contrario, creo que Estados Unidos deberá sortear su arsenal nuclear, necesario para disuadir las amenazas actuales para la paz y la seguridad internacional. Del mismo modo, todos los estados deberán trabajar juntos para mermar las tensiones internacionales para que el desarme pueda ser alcanzado en el futuro. Ya que se satisfagan las condiciones, las reducciones nucleares llegarán fácilmente.

Hay más que perder. Mis dos colegas me acusan de abogar por la seguridad absoluta de los Estados Unidos. Estoy confundido sobre el motivo de esta acusación, ya que creo que la seguridad absoluta jamás ha sido una eventualidad para alguna nación. Efectivamente, la seguridad es un bien escaso, hasta en el siglo  XXI, como lo ha demostrado la invasión rusa de Ucrania.

En el ensayo más reciente, Miaskniov se preguntó si yo creía que "el arsenal nuclear de Rusia [era] superior de manera cualitativa que el de Estados Unidos". No, no lo creo. Sin embargo, Rusia recientemente ha invadido una nación soberana, se ha involucrado en una contienda de sables nucleares, mencionó reducir el límite para recurrir a las armas nucleares y ensayó nuevas capacidades nucleares. El presidente Vladimir Putin ha pronunciado amenazas nucleares poco sutiles. Todo ello da cabida a las preocupaciones sobre las capacidades de Rusia y su compromiso con la seguridad internacional.

Miasnikov ha argumentado que Washington y Moscú deberán salvar el Tratado de Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio (el Tratado INF) si es posible, y estoy completamente de acuerdo. (Pekín también tiene un gran interes en el asunto, ya que China quedaría vulnerable a las fuerzas nucleares de rango intermedio en Rusia). Soy esceptico, sin embargo, de las intenciones rusas en cuanto al Tratado INF. Por muchos años, Putin no ha sido discreto sobre su deseo de romper con las limitaciones del tratado. Sin embargo, si Rusia no vuelve a cumplir con el tratado, las otras naciones se verán forzadas a responder. El tratado es "una vía doble", para tomar las palabras del Secretario de Defensa entrante de EE.UU., Ashton Carter, que también dijo durante las audiencias de ratificación en el Senado, el 4 de febrero: "Si no quieres el tratado, pues bien, si tú eres absuelto de las limitaciones del tratado, pues, nosotros también". Del mismo modo, un funcionario de alto rango del Pentágono, durante una audiencia del Congreso, el 10 de diciembre, señaló lo siguiente: "Nosotros no tenemos misiles de crucero desplegados por tierra en Europa en la actualidad, evidentemente, porque están prohíbidas por el tratado, pero obviamente sería una opción a explorar". Por supuesto que Europa es más segura sin misiles. Pero Moscú (y Pekín) tienen mucho más que perder que Washington si las acciones de Rusia desataran una carrera armamentística desenfrenada de armas nucleares de rango intermedio en Eurasia.

Los misiles de crucero desplegados por tierra no son las unicas capacidades nucleares que deben volverse a evaluar a la luz de los recientes eventos. El arsenal completo de Rusia de 2.000 armas nucleares estratégicas, que le brinda a Moscú una ventaja abrumadora en el campo de batalla en contra de sus vecinos (lo que incluye a los miembros más al este de la OTAN), parece menos benigno de lo que fuere hace un año. Si Rusia continua haciendo amenazas nucleares, y sigue tercamente negándose a reducir las fuerzas nucleares mediante las negociaciones del control de armas, el Occidente tal vez tendrá que dar pasos para asegurarse de tener las opciones creíbles para disuadir y, si es necesario, vencer la agresión nuclear en sus fronteras extranjeras.

Miasnikov apunta acertadamente que las decisiones que se toman hoy sobre la postura nuclear tendrán consecuencias duraderas. La muerte del Tratado de INF podría tener consecuencias graves debido a las decisiones apresuradas. Un error aún más garrafal sería el fracaso de la OTAN de mantener una postura nuclear que fuera suficiente para disuadir aún más la beligerencia rusa en Europa del Este.

Las decisiones nucleares y sus consecuencias duraderas

En la segunda ronda, Matthew Kroenig señaló que "Estados Unidos está debatiendo la modernización, pero Rusia está terminando de hacerlo". No es muy claro lo que mi colega quiso decir. ¿Cree Kroenig que el arsenal nuclear de Rusia es superior de manera cualitativa que el de Estados Unidos? Dicha creencia no tiene ningún fundamento. Si hubiera existido la paridad nuclear aproximada entre las dos naciones al final de la Guerra Fría, Rusia no hubiera podido sobrepasar a Estados Unidos en los años posteriores. El desarrollo de la tecnología militar en Rusia ha sido bastante modesto en las últimas dos décadas. Los nuevos misiles estratégicos y submarinos rusos desplegados en esa época han sido en su mayoría de tecnologías que ya habían sido desarrolladas a finales de los años ochenta. Y, una simple comparación de los gastos de EE.UU y Rusia del mantenimiento y de la modernización nuclear socava la noción de que Rusia pudiera haber sobrepasado a Estados Unidos.

Si la lógica de Kroenig detrás de la modernización nuclear de EE.UU. no sugiere que el arsenal de EE.UU. es inferior, entonces ¿está sugiriendo que Estados Unidos debe dominar el mundo, tanto en términos de las capacidades convencionales, como nucleares? Lu Yin acertó completamente cuando argumentó en la segunda ronda que las naciones socavan la seguridad global cuando buscan la seguridad absoluta para sí mismos. Kroenig parece buscar la seguridad absoluta para Estados Unidos y, por lo tanto, recorre el camino que lleva hacia el conflicto global, en vez de la paz mundial.

Kroenig también hace otra declaración sospechosa cuando escribe que "…desafiando las promesas al final de la Guerra Fría, Rusia se quedó con miles de armas nucleares de campo de batalla, listas para su uso inmediato". Esta declaración es simplemente incorrecta. Rusia ha completado exitosamente la mayoría del trabajo de la implementación relacionado a las Iniciativas Nucleares Presidenciales de principios de los años noventa, conforme a lo cual, las dos partes se comprometieron a reducir sus arsenales de armas nucleares tácticas. Hoy en día, todas las armas nucleares no estratégicas de Rusia están almacenadas en un sitio central operado por la  Decimosegunda Dirección Principal del Ministerio de la Defensa. No son desplegadas con los vehículos de entrega. No están listas para su uso, a diferencia de, como por ejemplo, muchos misiles balísticos intercontinentales en ambos lados, los que se mantienen en alerta y pueden ser desplegados en pocos minutos.

Rusia nunca ha prometido deshacerse de manera incondicional de sus armas nucleares no estratégicas. Aún así, a finales de los años ochenta y a principios de los años noventa, Rusia retiró todas las armas nucleares colocadas dentro de los territorios de sus ex aliados en Europa del Este y países pertenecientes a la antigua Unión Soviética. Sin embargo, cuando Moscú retiró sus fuerzas de estas regiones, no esperaba que Occidente buscara extender su alianza militar más cerca a la frontera rusa. Mientras tanto, Estados Unidos continua colocando armas nucleares tácticas en Europa. Esto representa un mayor obstáculo para resolver los problemas de las armas nucleares no estratégicas. De cualquier modo, existe un consenso general en la comunidad del control de armas de que Estados Unidos y Rusia poseen cantidades comparables de ojivas nucleares. Si contamos las ojivas estratégicas y no estratégicas, ya sean desplegadas o no, pero sin incluir las ojivas alistadas para el desmantelamiento, cada lado tiene desde 4.000 a 5.000 ojivas. Si nos centramos demasiado en las ojivas no estratégicas, la paridad cuantitativa pierde la transparencia.

Además, se requiere un examen más detenido de la afirmación de Kroenig que Rusia ha violado, al hacer ensayo de nuevos misiles, el Tratado de Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio (Tratado de INF). Uno debe tener cuidado al llegar a tales conclusiones: las pruebas que están abiertas al público sugieren que el problema no es tan claro y cerrado. Efectivamente, ambos lados han planteado cuestiones de cumplimiento del tratado. Si tanto Estados Unidos como Rusia creen que el tratado sigue siendo importante, deben de reunirse en la Comisión Especial de Verificación, ya que el grupo fue establecido específicamente para resolver las cuestiones de incumplimiento. Seguir haciendo acusaciones públicas no va a salvar el tratado.

Finalmente, sobre la situación alrededor y en Ucrania, la crisis ahí ciertamente representa un gran obstáculo a la cooperación rusa-estadounidense que es mutuamente beneficiosa. Pero Kroenig adopta una perspectiva muy simplista (e incorrecta) cuando señala que "Rusia ha ocupado de manera violenta a Crimea y ha invadido la región Donbas al este de Ucrania". Las cuestiones alrededor de la crisis se extienden más allá del tema de esta mesa redonda. Aún así, cabe mencionar un punto importante: La situación en Ucrania hoy en día es una consecuencia trágica de las decisiones tomadas tiempo atrás, en particular, el haber creado líneas artificiales divisorias que no existían previamente.

El pueblo estadounidense debe decidir cuál será el tamaño del arsenal nuclear en el futuro y cuánta modernización se requerirá. Sin embargo, es importante tener en mente que tales decisiones tendrán efectos duraderos en el resto del mundo. Estas decisiones tal vez promuevan, para tomar las palabras de Kroenig, la "reducción de las tensiones entre las naciones", lo que sería conducente para adquirir más recortes nucleares. O, tal vez se vuelvan la fuente de más tensión y recelo.



Topics: Nuclear Weapons

 

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