Prohibición de los hipersónicos: no nos hagamos demasiadas esperanzas
By Tong Zhao: ES |
Si las relaciones entre los países con menor y mayor cantidad de armas nucleares deben mantenerse estables, la destrucción mutua asegurada debe seguir siendo sólida y creíble. No obstante, la confianza de las naciones en sus capacidades de disuasión nuclear puede verse seriamente socavada por los misiles hipersónicos, tanto los sistemas reactores-planeadores como los misiles de crucero hipersónicos, armados con ojivas convencionales. Algunos analistas en China sospechan que Estados Unidos está intentando encontrar la forma de eliminar la capacidad de disuasión nuclear de Beijing en un primer golpe, y, si Washington logra desarrollar con éxito misiles hipersónicos, la confianza de Beijing en la credibilidad de su capacidad de disuasión nuclear simplemente solo se debilitará (de forma similar, es posible que Delhi en algún momento empiece a preocuparse por un ataque hipersónico chino contra el pequeño arsenal nuclear de India).
En vista de las nuevas amenazas convencionales al arsenal nuclear chino, algunos ya se están preguntando si Beijing no debería modificar su política incondicional de renuncia al uso en primer lugar. A su vez, la falta de acuerdo en relación con una política futura de misiles hipersónicos ya ha empezado a complicar el diálogo de seguridad estratégica entre China y Estados Unidos, así como entre este último y Rusia. La desconfianza mutua arraigada profundamente en estos países hace inevitable que, si un país despliega misiles hipersónicos, el otro percibirá la amenaza de forma exagerada. Posiblemente los países preocupados por la supervivencia de su fuerza nuclear disuasiva construyan instalaciones adicionales subterráneas, o empiecen a demostrar menos transparencia en relación con sus políticas nucleares, lo que irá en detrimento de los esfuerzos para crear confianza entre las instituciones militares nacionales. El diálogo puede ayudar a calmar las inquietudes, pero solo hasta un cierto punto.
La mayor ventaja de los misiles hipersónicos es su rapidez, pero esta es también la mayor fuente de riesgo de la tecnología. Los tomadores de decisiones en una crisis, si desean aprovechar la velocidad de los misiles hipersónicos, deberán decidir si quieren organizar ataques preventivos antes de que se les acaben las oportunidades. Se promoverá la adopción de decisiones riesgosas y, como los misiles hipersónicos probablemente se utilizarán contra blancos estratégicos -centros de mando y control, sistemas de vigilancia de largo alcance e incluso vehículos lanzamisiles – los conflictos podrían intensificarse fácilmente si se usaran misiles hipersónicos.
Obstáculos difíciles. Ahora bien ¿es posible que los países puedan evitar una carrera armamentista hipersónica costosa, de carácter eminentemente tecnológico, al adoptar un control preventivo de armas? Los pronósticos no parecen demasiado alentadores.
En primer lugar sería difícil imponer limitaciones técnicas a los programas para el desarrollo de misiles hipersónicos. No puede hacerse ninguna distinción técnica entre los misiles hipersónicos y otras capacidades convencionales menos rápidas, con alcances más cortos y que también tienen el potencial de socavar su fuerza disuasiva nuclear. Para las naciones sería bastante difícil separar el control de las diferentes tecnologías. Es más, uno de los posibles objetivos de EE. UU. del desarrollo de misiles hipersónicos es adquirir la capacidad de atacar de forma preventiva pequeños arsenales nucleares como los de Corea del Norte, en lugar de, por ejemplo, China. Sin embargo, las capacidades nucleares y en materia de misiles de Corea del Norte han avanzado rápidamente. Cuando llegue el momento del despliegue de la tecnología hipersónica, quizás ya no sea posible estructurar las capacidades hipersónicas de EE. UU. de modo de amenazar las armas nucleares de Corea del Norte, pero no las de China. Y, aun cuando fuera posible, mediante acuerdos diplomáticos o restricción unilateral, mantener las capacidades hipersónicas de EE. UU. limitadas a una escala pequeña, Rusia y China seguirían estando preocupadas por la posibilidad de una futura expansión.
En segundo lugar, los sistemas hipersónicos no persiguen necesariamente lanzar armas convencionales. Algunos estados que cuentan con armas nucleares, preocupados por los avances futuros en materia de defensa contra misiles, están manteniendo la posibilidad de montar ojivas nucleares en vehículos reactores-planeadores o misiles de crucero hipersónicos. Los sistemas que permiten una gran maniobrabilidad, como estos, podrían aumentar considerablemente la capacidad de las ojivas nucleares para penetrar en el curso de la defensa contra misiles. Por lo tanto, es mucho lo que está en juego en el desarrollo de las ojivas nucleares, mucho más de lo que hay en juego en relación con el desarrollo de una nueva capacidad, puramente convencional. Por esta razón es posible que los países sean reacios a renunciar a los misiles hipersónicos.
En tercer lugar, aun cuando Washington no esté desarrollando misiles hipersónicos para atacar los arsenales nucleares de otras potencias nucleares, algunos analistas de Estados Unidos han manifestado interés por atacar blancos estratégicos no nucleares de esos países. Los misiles hipersónicos podrían formar parte de las denominadas operaciones de "supresión de defensa" que pretenden hacer frente a las capacidades de negación de acceso/negación de área ("anti-access/area denial") de China y otras naciones. También podrían atacarse blancos anti-satélites.
En momentos como este, en los que las tensiones entre los principales inversores en tecnologías hipersónicas parecen aumentar, se plantean importantes desafíos para el control de estas tecnologías. Las fricciones en aumento en el mar de la China Meridional son solo un ejemplo de las tensiones militares entre Estados Unidos y China en la región de Asia y el Pacífico. En Europa Oriental la OTAN y Rusia parecen dirigirse a una relación militar convencional más hostil. En estas circunstancias los líderes nacionales por lo general se muestran más interesados en invertir en nuevas tecnologías militares que en controlarlas, especialmente en tecnologías que pueden ser la clave de la victoria en futuros campos de batalla.
Medidas factibles. En vista de lo anterior, será difícil prohibir los programas de investigación y desarrollo para misiles hipersónicos. Es posible que puedan adoptarse medidas de transparencia limitadas, como el intercambio de información y las notificaciones, pero incluso estos mecanismos requerirán esfuerzos constantes y compromiso de los jugadores principales.
A corto plazo lo mejor a lo que puede llegarse de manera realista es a las medidas unilaterales de reducción de riesgos (respaldadas por esfuerzos diplomáticos que generen confianza en esas medidas). Por ejemplo, los países con armas nucleares deberán abstenerse por su propio beneficio de llevar adelante estrategias de desarrollo que impliquen usar misiles hipersónicos contra blancos nucleares. La Ley de Autorización de la Defensa Nacional de 2013 de EE. UU. obligó al Departamento de Defensa a llevar a cabo un estudio sobre la capacidad de Washington de "neutralizar" las redes subterráneas chinas, en las que se despliegan algunas armas nucleares, con "fuerzas convencionales y nucleares". Este tipo de estudio sugiere que existe un interés real en atacar armas nucleares a través de medios convencionales, pero debe evitarse escrupulosamente cualquier cosa de esta naturaleza.
De la misma forma deben analizarse cuidadosamente las estrategias que puedan exacerbar la "niebla de guerra". Por ejemplo, si bien los ataques preventivos con misiles hipersónicos contra centros de mando, control y comunicación pueden ser una forma útil de hacer frente a las capacidades de negación de acceso/negación de área, también se corre el riesgo de "cegar" y confundir a los mandos del adversario, al punto que los tomadores de decisiones crean por error que empezó un ataque nuclear. Esto significaría un grave riesgo de intensificación accidental. Debe rechazarse cualquier estrategia que dificulte la distinción entre guerra convencional y nuclear. Los países que desplieguen armas hipersónicas deberán adoptar enérgicamente medidas unilaterales que prevengan la desestabilización, si de todos modos se van a utilizar estas tecnologías.