Se busca: la capacidad para gestionar la energía nuclear

Para poder operar centrales nucleares se requieren capacidades técnicas, industriales, institucionales y jurídicas. Hasta los países más avanzados tienen dificultades para monitorear la energía nuclear cuando se cometen errores, como lo demostró el accidente en Japón de la Central Nuclear Fukushima Daiichi, por lo tanto, las naciones menos avanzadas, tales como Irán con su central Bushehr, pueden ocasionar gran preocupación dentro de sus fronteras y su regiones cuando adoptan la energía nuclear. A continuación, Pervez Hoodbhoy de Pakistán, Yun Zhou de China y Sulfikar Amir de Indonesia entablan el siguiente debate: ¿cómo deberían sopesar las naciones en vías de desarrollo sus crecientes necesidades energéticas contra su capacidad de operar los sectores de energía nuclear?

Round 1

Cuando el público no confia en usted

Un dia en agosto de 2013, cientos de estudiantes en motocicletas se reunieron en una oficina gubernamental en el Distrito Bangka Sur de Indonesia. Vinieron con exigencias, no para revertir los aumentos de la inscripción escolar, ni para exigir prioridad a las oportunidades de trabajo para los jóvenes, sino para denunciar los planes de construcción del jefe de distrito para la primera planta nuclear en la isla de Bangka. El jefe de distrito se opuso, pero el movimiento antinuclear aún persiste en la Isla Bangka y en gran parte del país. Los indonesios simplemente no confían en que su gobierno sea capaz de utilizar correctamente la energía nuclear.

Después del accidente de la planta nuclear de Fukushima Daiichi, habría de esperarse que la energía nuclear perdiese mucho de su encanto. Pero en muchos países en vías de desarrollo, Indonesia entre ellos, el afán por una planta nuclear ha permanecido fuerte entre los gobernantes, aunque el público alberga profundas preocupaciones acerca de la capacidad gubernamental para operar instalaciones nucleares.

Para entender la dinámica de las políticas nucleares en Indonesia, es muy útil entender la reciente historia económica de la nación. Este es el trasfondo contra el cual los campos pronucleares y antinucleares exponen sus casos. En los últimos años del siglo XX, Indonesia sufrió una amarga crisis financiera. Experimentó unos años de molestias desde ese entonces. Sin embargo, en la última década, Indonesia ha alcanzado un crecimiento económico notorio. En parte por los esfuerzos gubernamentales para combatir la falta de industrialización –a través de un programa de liberalización que incluyó la apertura de los mercados nacionales a los productos e inversiones internacionales—, Indonesia se convirtió en una de las economías emergentes más importantes del mundo. Es miembro del Grupo de los Veinte (G-20). Su producto interno bruto en el 2012 fue de $878 mil millones, nueve veces más que su nivel en 1998, durante la profunda crisis financiera asiática.

Esta expansión económica masiva ha tenido profundas implicaciones para la demanda energética y la energía ha sido un asunto muy tenso en Indonesia por mucho tiempo. Empezando en los años setenta, durante el régimen de Suharto, Indonesia experimentó un boom petrolero, el petróleo satisfizo la demanda de energía del país y también se convirtió en el medio principal del gobierno para financiar proyectos de desarrollo incluyendo un programa de rápida industrialización. Pero la gestión irresponsable del gobierno de los recursos del petróleo condujo a una producción y distribución altamente ineficaz de energía. A finales de siglo, las reservas de petróleo fueron disminuyendo rápidamente y en el 2005 el país se convirtió en un importador neto de petróleo. La tasa de electricidad en Indonesia es de aproximadamente un 70 %, una de las tasas más bajas del sudeste asiático. Las ciudades grandes como Jakarta, Bandung y Surabaya sufren apagones con frecuencia. El alto crecimiento económico sólo ha ensanchado la brecha entre la oferta y la demanda. Por lo tanto, se ha intensificado la búsqueda de alternativas de fuentes de energía y entre ellas se encuentra la energía nuclear.

La experiencia de Indonesia con la tecnología nuclear remonta a finales de los años cincuenta, cuando el Instituto de Energía Atómica fue establecido. En los años sesenta, una entidad jurídica más completa –la Agencia Nacional de Energía Nuclear, conocida como BATAN—fue creada. Un reactor de investigación financiado por el programa estadounidense "Átomos por la paz" fue instalado. Más tarde fueron construidos otros dos reactores de investigación. Indonesia desarrolló sus capacidades en campos tales como la producción de isotopos para propósitos médicos y agrícolas. Actualmente, las décadas de experiencia de Indonesia en el manejo de reactores de investigación podrían indicar que el país también es capaz de operar reactores eléctricos.

Se han hecho planes para desarrollar un sector de energía nuclear desde los años setenta. Pero el petróleo predominó de tal modo en la política energética de Suharto que por consiguiente hubo poco progreso durante décadas. En 2004, sin embargo, el gobierno adoptó una nueva política energética, según la cual la energía nuclear representará alrededor de 2 por ciento de la generación de electricidad para el 2025. Se construirían cuatro reactores, que producirían 4.000 megavatios de electricidad entre ellos. La energía nuclear fue retratada como una fuente de energía limpia y rentable.

La construcción del primer reactor debería haber terminado en el 2016, pero ha sido retrasada repetidamente debido a las protestas antinucleares –en particular, por las protestas contra la instalación de plantas de energía nuclear en la altamente volcánica Isla de Java. Dada la fuerte oposición del público, el gobierno abandonó sus planes para los reactores en Java en el 2010. Los proyectos ahora se centran en la Isla Bangka. El cambio ha afectado la magnitud del proyecto: ahora se planea instalar dos reactores en vez de cuatro y una producción eléctrica menor.

La decisión de reducir la amplitud del proyecto nuclear podría ser una respuesta apropiada a la oposición pública. Pero la pregunta es porqué las actitudes públicas hacia la energía nuclear en Indonesia están tan dominadas por el temor a los peligros nucleares; temor que se ha intensificado desde Fukushima, el cual demostró que aún un país con una fuerte cultura de seguridad puede tener problemas ante un desastre nuclear.

En Indonesia, la raíz de la preocupación del público se debe notoriamente a la escasa capacidad del gobierno para garantizar la seguridad pública, como lo demostró, por ejemplo, el fracaso en la mitigación de desastres y en los accidentes de transporte frecuentes. La resistencia pública no está enraizada en preocupaciones por la capacidad de los tecnócratas nucleares. BATAN tiene 50 años de experiencia operando reactores de investigación. Sin embargo, BATAN no es el problema. El asunto es que  el público desconfía de todas las instituciones gubernamentales. Los indonesios consideran que su gobierno es ineficiente, mal coordinado y ampliamente corrupto. Cuando se trata de la tecnología de alto riesgo operativo, estos son graves problemas. Ellos sólo pueden resolverse a través de un programa de reforma institucional, pero un proceso de reforma eficaz puede llevar años.

En una democracia emergente como la indonesia, un sector de energía nuclear no puede ser desarrollado sin la deliberación y la aceptación pública. Por lo tanto, hasta que el gobierno de Indonesia mejore su eficiencia, coordinación y calidad gubernamental –las características subyacentes para operar un sector de energía nuclear— el establecimiento del sector nuclear seguirá siendo un desafío político.

Antes de los reactores se requieren sistemas adecuados

Aproximadamente cuatro docenas de países que no gozan de energía nuclear están considerando adoptar su uso, pero en realidad, demostrar interés en la energía nuclear y estructurar un sector nuclear son dos cosas distintas; especialmente para los países en vías de desarrollo, que comprenden la mayoría de las cuatro docenas de países mencionadas previamente. La energía nuclear es una propuesta compleja de ingeniería. Requiere un compromiso financiero significativo. No se puede justificar a menos que ya exista una extensa red eléctrica. Por estas razones, entre otras, la mayoría de los países en vías de desarrollo que están considerando adoptar la energía nuclear no construirán ningún reactor en un futuro previsible.

Algunos países irán forjando el camino, por ejemplo, Turquía está preparando la construcción de la primera instalación de energía nuclear. Sin embargo, la mayoría del aumento en la capacidad nuclear será dentro de algunos países, en particular China y la India, donde ya se suministra la energía nuclear y donde el crecimiento económico crea una alta demanda energética. De cualquier modo, los países en vías de desarrollo que ya han adoptado la energía nuclear, ya sean nuevos participantes, tales como Turquía, o veteranos, tales como China, se enfrentan a desafíos graves que van más allá de la ingeniería, el financiamiento y las redes eléctricas. En particular, deben establecer tres cosas: un proceso bien planificado y sostenible para el desarrollo nuclear, un marco adecuado para la seguridad y un acercamiento provechoso para responder a la actitud del público sobre la energía nuclear.

Un proceso bien planificado para el desarrollo sostenible crea expectativas realistas sobre la velocidad y la magnitud del establecimiento de un sector nuclear. Establece procedimientos confiables para responder a problemas, tales como escoger el diseño de  los reactores. Fomenta el monitoreo y la mejora constante. Sin dicho proceso de desarrollo, los programas de energía nuclear suelen ser costosos y requieren mucho tiempo.

Marcos razonables y organizaciones con buen funcionamiento para la seguridad nuclear pueden minimizar los riesgos intrínsecos en las centrales nucleares. Aunque las mejoras en el diseño de reactores en los últimos años han robustecido la seguridad en las centrales nucleares, a menudo los países en vías de desarrollo deben esforzarse para superar la escasez de personal calificado y con experiencia y deficiencias en la capacidad técnica.

La aceptación pública de la energía nuclear es la clave para la expansión de los sectores nucleares y en última instancia, para su operación segura. En las naciones donde el diseño de política no es transparente, la opinión pública suele recibir poca atención durante las etapas tempranas de desarrollo nuclear. A la larga esto puede ser un gran problema.

Los desafíos en China. Hoy en día, el país más ambicioso del mundo con energía nuclear es China, el cual opera 20 reactores, está construyendo 28 más y está por empezar la construcción de otros más. Pero China se ha enfrentado y, varias veces, ha tenido problemas con cada uno de los tres desafíos identificados previamente.

En referente al desarrollo y planeamiento nuclear, China ha hecho un extraordinario esfuerzo para comprometerse con la energía nuclear, aunque sus planes fueron alterados, en cierto modo, debido al accidente de la Central Nuclear Fukushima Daiichi. Durante la secuela inmediata de ese accidente, el gobierno chino declaró que no ajustaría su política entera para el desarrollo de la energía nuclear. Sin embargo, suspendió temporalmente la aprobación de nuevos proyectos y también reforzó los requisitos de seguridad. También redujo la meta cuantitativa para la capacidad nuclear instalada. En la actualidad, el gobierno pronostica que instalarán 58 gigavatios de capacidad nuclear para el 2020, en vez de los 80 gigavatios que se había pensando antes de Fukushima. Además, China canceló sus planes para construir reactores de segunda generación y en vez utiliza los diseños de tercera generación. Obviamente los diseños avanzados son más seguros. Sin embargo, este cambio ha retrasado el desarrollo de la energía nuclear en China, encareció más de lo imprevisto el proceso y ha impactado significativamente a los fabricantes de equipos nucleares. Además resalta el hecho de que los planes previos en China para la energía nuclear dependían demasiado de los diseños de segunda generación.

En referente a la seguridad, el sector nuclear en China ha mantenido un récord relativamente limpio hasta ahora. Pero es muy debatible si se han establecido sistemas de seguridad y una cultura fuerte de seguridad dentro de la industria nuclear. Por ejemplo, algunos fabricantes de equipo de seguridad nuclear, una vez obtenidas las certificaciones necesarias, pueden ser permisivos y laxos con el seguimiento de los reglamentos y con la implementación de procedimientos para la garantía de calidad. Suelen comprar materia prima de bajo nivel y externalizan el trabajo utilizando subcontratistas no calificados. De la misma manera, algunas compañías de servicios descuidan los controles de calidad y aceptan productos de los fabricantes que deberían ser rechazados. El sistema regulatorio nuclear de China también necesita mejoras. Las áreas preocupantes son las siguientes: escasez de fuerzas laborales para las inspecciones de seguridad in situ, procedimientos inadecuados para la inspección y supervisión in situ y falta de tecnologías avanzadas de pruebas y metodologías analíticas.

El gobierno de China es centralizado y su sistema político cerrado. Pero eso no significa que la opinión pública sobre la energía nuclear sea irrelevante. Es cierto que el debate sobre la energía nuclear era disperso y desorganizado antes de Fukushima, lo que demostraba la lenta percepción del público sobre la energía nuclear (en especial en temas de seguridad)  y las oportunidades limitadas para la participación en la toma de decisiones nucleares. Pero después de Fukushima, el público comenzó a prestar más atención. El debate se intensificó, se desataron protestas y los gobiernos locales se vieron con proyectos nucleares bloqueados o hasta varados por la oposición pública. De ahora en adelante, la puesta en práctica de los planes de China para el desarrollo nuclear requerirá el apoyo sostenido y firme del público. Para recibir dicho apoyo, el gobierno debe permitir una mayor participación del público durante el proceso de espera y de concesión de licencias. El gobierno y la industria deberán responder de manera activa y transparente a las preocupaciones del público sobre la seguridad nuclear o los accidentes nucleares. (Ocultar la información y los errores cometidos sólo socava la confianza del público en el gobierno). El gobierno también deberá intentar educar al público sobre la energía y seguridad nuclear; las iniciativas educacionales deberán ser más eficaces si van a llevarlas a cabo el gobierno en vez de las compañías eléctricas .

Un gran esfuerzo. Alrededor del mundo, las preocupaciones de seguridad que rodean la energía nuclear se han intensificado como resultado de Fukushima. Pero dada la alta demanda de electricidad en algunos países en vías de desarrollo y las extremas condiciones medioambientales, la industria nuclear mundial se las ha arreglado para poder seguir adelante. De todas formas, cualquier país en vías de desarrollo que esté considerando el desarrollo o la expansión de su sector de energía nuclear debe estar al tanto de los retos que implican. Esto incluye la complejidad de ingeniería y las exigencias financieras. También incluye la aceptación pública, un tema que debe ser analizado detenidamente con antelación. La energía nuclear también requiere un plan integral de desarrollo, que tome en cuenta la demanda de electricidad en el país, la mezcla energética, las características económicas, las capacidades técnicas, la geografía y otros. En el ámbito de la seguridad, los países en vías de desarrollo podrían apropiarse de los reglamentos, reglas y estándares de los países vendedores, pero los retos permanecerán. Algunos estándares no aplicarán o tendrán que aplicarse diferentemente en sus nuevos entornos y, de todas formas, estos estándares evolucionarán de manera continua. Las naciones en vías de desarrollo deben entender que, si van a establecer una cultura firme de seguridad, un sistema de buen funcionamiento para la garantía de calidad y un sistema eficaz para el cumplimiento regulatorio y de la supervisión, se requerirá mucho tiempo y un gran esfuerzo.

Buenas razones para preocuparse

Después del accidente ocurrido en la central nuclear de Fukushima Daiichi, muchos observadores esperaban que los países que buscaban establecer sectores de energía nuclear, o ampliar los existentes, se preguntaran principalmente sobre este tema: ¿Qué tan segura es la energía nuclear? Por el contrario, muchos países en vías de desarrollo siguen afirmando que  la energía nuclear es una solución a los problemas energéticos y han desestimado Fukushima como un desastre propiciado por un tsunami monstruoso. Varias naciones en vías de desarrollo como Pakistán, India, Bangladesh e Irán están avanzando hacia la instalación de nuevos reactores.

Pakistán, mi propio país, sufre de tensiones energéticas graves. Los apagones se producen a diario. Disturbios por falta de electricidad han sorprendido al gobierno. Islamabad, mantenido a flote por el préstamo blando de China de $6,500 millones, acaba de firmar un contrato de compra de dos reactores de 1.100 megavatios de la Corporación Nacional Nuclear de China por $4,800 millones cada uno. Los dos reactores están programados para operar en las proximidades de Karachi, una ciudad cuya población estimada es de 23,5 millones.

El tipo de reactor que Pakistán va a comprar, el ACP-1000, es un nuevo diseño que nunca ha sido instalado antes y ni siquiera ha sido probado,  pero la Comisión de Energía Atómica de Pakistán no tiene ninguna duda de que Karachi no enfrenta ningún peligro.Aunque el gobierno paquistaní tiene una profunda fe en la tecnología nuclear china, algunos chinos no son tan optimistas. Un ex vicepresidente de la Corporación Nacional Nuclear de China recientemente declaró que: "Nuestros líderes han puesto una alta prioridad en [la seguridad nuclear] pero las entidades que ejecutan los proyectos no parecen tener el mismo nivel de compromiso".

Los diseños de reactores sin ensayar de ninguna manera es la única razón para preocuparse por la seguridad de los reactores en Pakistán. Otra preocupación es un ataque terrorista contra un reactor; que aunque los funcionarios la descartan, es una preocupación seria. Los terroristas religiosos han llevado a cabo con éxito ataques en muchas instituciones militares altamente custodiadas, incluyendo el cuartel general del ejército, la base naval de Mehran y la base de las fuerzas aéreas de Kamra. No hay ninguna razón para creer que los reactores nucleares serían invulnerables a un ataque.

Otra posibilidad preocupante, aunque desestimada por funcionarios, es un error causado por el operador. En una planta de energía nuclear, simplemente no hay manera para que la gente externa a la planta sepa sobre las malas prácticas dentro de ella. Efectivamente, el desastre de Chernobyl fue el resultado de acciones imprudentes por parte de los operadores del reactor y subrayó la vulnerabilidad de las centrales nucleares a la falta de juicio. Estos problemas se exacerbarían en un reactor diseñado por chinos y operado por paquistaníes debido a la falta de  conocimiento profundo del diseño y de aspectos computacionales que tendrían en el caso de un reactor autóctono.

Otro tema de preocupación es la frecuencia de los accidentes industriales en Pakistán. Aunque el país no ha sufrido ni un solo incidente con la magnitud de la fuga de gas de 1984 en las instalaciones de Union Carbide en Bhopal, India, los accidentes industriales se producen frecuentemente, en parte porque las personas que ignoran los estándares de normas de seguridad rara vez son castigados. La capacidad de respuesta a los desastres, tales como la extinción de incendios es muy limitada y la movilidad se ve dificultada por la frecuente obstrucción de carreteras.

Aún teniendo todo esto en cuenta, la probabilidad de un accidente serio es muy baja. Pero ¿qué pasaría si ocurre un accidente?  ¿Qué tan bien podría responder la maquinaria estatal?  Por estas razones, hay muchas razones para preocuparse.

A menudo, la respuesta del gobierno a los desastres en el pasado ha sido débil. Durante las inundaciones en el país del 2010, las que dejaron una quinta parte de Pakistán inundado, el presidente y el primer ministro actuaron sin urgencia. La actuación de la Autoridad de Gestión de Desastres Nacionales fue muy lenta. A las poblaciones aguas abajo de las inundaciones no les dieron las advertencias que necesitaban. Los grupos jihadistas armados y omnipresentes en Pakistán sustituyeron al estado en muchos lugares, tal como lo habían hecho tras el terremoto de 2005 en el país.

Todo esto es un mal presagio para Pakistán si un grave accidente en un reactor nuclear cerca de Karachi forzara una evacuación, lo cual sería extremadamente caótico y muy diferente de la evacuación disciplinada de la zona de Fukushima en Japón. Pakistán sufre de profundas divisiones entre los que tienen y los que no, por lo que el saqueo generalizado sería probable. Por ello muchas personas se negarían a ser evacuados, esperando que al final estuvieran fuera de peligro. El personal de emergencia y de aplicación de la ley, que a menudo están mal entrenados y demuestran baja motivación, podrían simplemente desaparecer de la escena. Pakistán también sufre de profundas tensiones étnicas y religiosas y es probable que los miembros de grupos minoritarios podrían recibir menos ayuda que otros durante una evacuación (tal como sucedió durante las inundaciones), si es que de hecho recibieron alguna ayuda.

La concienciación del público paquistaní sobre los peligros de la radiación es casi inexistente. Las estaciones de televisión propagan libremente rumores sin fundamento cuando informan sobre cuestiones políticas y técnicas, así que las noticias mal informadas podrían generalizarse durante un desastre nuclear, lo que resultaría en complacencia o pánico. Además, la poca conciencia sobre cuestiones de seguridad no es más que un elemento de la cultura paquistaní. A menudo, los paquistaníes aceptan altos niveles de riesgo y están satisfechos con su fé en Dios como su protector. La evacuación de Karachi durante una catástrofe nuclear es una perspectiva terrible de imaginar.

Sin transparencia y clandestinamente. El argumento en contra de la energía nuclear en Pakistán no niega la gravedad de los problemas de electricidad del país, los cuales son arraigados y multifacéticos. Para empezar, a pesar de que, en principio, la capacidad eléctrica instalada de Pakistán de 20 gigavatios es suficiente para satisfacer la demanda promedio de energía diaria de alrededor de 17 gigavatios, en realidad sólo se generan 14,3 gigavatios en promedio. Debido a un problema de gestión financiera conocida como una deuda circular cerca de un 30 por ciento de la capacidad existente no es utilizada. Peor aún, el sistema de distribución de Pakistán tiene tanto fugas como robo generalizado y estos problemas se llevan la asombrosa cifra de un 25 a 30 por ciento de la producción total.

Incluso si se puede hacer frente a estos problemas, Pakistán necesitará utilizar una amplia gama de fuentes de energía para satisfacer las necesidades futuras, que van desde los combustibles fósiles a las fuentes renovables: como la energía hidráulica, solar y eólica. Sin embargo, en la actualidad, las cantidades de energía eólica instaladas sólo equivale 50 megavatios, menos de una milésima del potencial estimado de los "corredores de viento" del país. La energía nuclear no es una solución rápida para estos desafíos, pero el gobierno se comporta como si lo fuera.

Los ciudadanos paquistaníes han tenido poca o ninguna participación sobre cuestiones nucleares, tales como la ubicación y la seguridad de las plantas y la eliminación de los residuos nucleares. Esto es en parte porque, en un país en el que los titulares de cada día tratan temas de terrorismo y otras crisis, los ciudadanos tienen poco tiempo para formular y articular posiciones sobre cuestiones nucleares, ya que todos los proyectos nucleares de Pakistán, ya sean civiles o militares, son muy opacos. Las autoridades que argumentan la seguridad nacional, ejercen un control estricto de todos los mecanismos nucleares reglametarios y dejan poco margen para la participación ciudadana. Las personas que no están afiliadas con la Comisión de Energía Atómica de Pakistán o la Autoridad Reguladora Nuclear de Pakistán tienen prohibido monitorear los niveles de radiación cerca de cualquier  instalación nuclear. Las personas que se atreven a plantear cuestiones acerca de la seguridad de las centrales nucleares son etiquetadas de agentes de potencias extranjeras. Y cuando el año pasado, los funcionarios solicitaron la aprobación un informe de evaluación de impacto ambiental, requerido por las plantas de energía nuclear previstas en Karachi, lo hicieron clandestinamente, sin audiencia pública.

No existe ningún estudio disponible del gobierno que demuestre que los reactores nucleares son lo mejor o la opción más económica para resolver los problemas de energía de Pakistán y el caso de la energía nuclear está lejos de ser convincente. Pero con miles de millones de dólares en juego, los intereses comerciales están trabajando activamente para promover las ventas de estos reactores. Las preocupaciones sobre la seguridad de Karachi están siendo puestas en segundo plano. Se temen las consecuencias.

Round 2

Reduciendo el riesgo mediante una buena administración

Todas las tecnologías involucran un riesgo, pero quizá no existe ninguna otra tecnología considerada cómo más peligrosa que la energía nuclear. Sin embargo, sus riesgos no son sólo debidos a problemas técnicos; las capacidades institucionales y organizativas también desempeñan un papel vital. Por ejemplo, aunque un país en vías de desarrollo pueda  utilizar reactores de tecnología avanzada, el riesgo nuclear del país aun sería relativamente alto si la preparación de las instituciones no fuera suficiente. Ya había argumentado anteriormente que, en los países menos avanzados, los riesgos de la energía nuclear están más vinculados a la esfera institucional que al  diseño y sistema de seguridad de un reactor específico.

En su primer ensayo, la colega de la mesa redonda, Yun Zhou, señaló que cualquier país que esté desarrollando un nuevo sector nuclear o expandiendo uno existente debe establecer tres cosas: un proceso de desarrollo sostenible, un marco adecuado de seguridad y un acercamiento eficaz hacia la opinión pública. Zhou no utilizó el término ella misma, pero sus recomendaciones caen bajo la rúbrica de la administración nuclear, que yo definiría como una vía donde varias partes interesadas gestionan el riesgo nuclear. Los gobiernos en el mundo en desarrollo deben establecer sistemas eficaces para la administración nuclear si quieren evitar polémicas y facilitar la gestión de la energía nuclear de manera segura. Desde mi punto de vista, las bases de la  administración  nuclear incluyen por lo menos los siguientes tres aspectos : transparencia, rendición de cuentas y confianza.

Darle la información adecuada al público, que tanto Zhou como Pervez Hoodbhoy han señalado, está entre los temas más cruciales alrededor de la operación de las plantas nucleares. Las industrias nucleares tienen la costumbre de darle un aspecto misterioso a mucha de la información pertinente, pero el pasado de los desastres nucleares sólo ha demostrado que el misterio sólo aumenta el riesgo de una debacle cuando una planta nuclear tiene una crisis. Los riesgos nucleares son demasiado complejos como para ser gestionados adecuadamente sólo por los operadores de plantas. Los peligros potenciales deben ser detectados antes de que conlleven a una crisis. Esto significa que deben informar de los riesgos nucleares al público y deben proporcionarles a las partes interesadas externas la oportunidad de reconocer los riesgos en una etapa temprana. Para los países en vías de desarrollo que carecen de una tradición de transparencia, establecerla en un ámbito nuclear podría ser un desafío. Pero también es indispensable.

La rendición de cuentas, un componente igual de necesario para la administración nuclear, requiere que los reguladores y operadores de la planta informen y consideren la opinión del   público, de manera continua, sobre las decisiones que tomaron y las acciones que se llevaron a cabo. La rendición de cuentas es una vía de doble sentido. La evaluación pública de la actuación de los funcionarios debe ser un elemento esencial de las prácticas de seguridad nuclear y un marco regulatorio debe ser establecido para facilitar el proceso. Cualquier sistema razonable para la rendición de cuentas nucleares requiere que la sociedad civil desempeñe un rol activo para monitorear su actuación oficial.

Un tercer elemento clave de la administración nuclear es la confianza; el primer tema elaborado en mi primer ensayo de la mesa redonda. Cuando el público no confía en las autoridades nucleares ni en los operadores de las plantas, la buena administración tiene pocas probabilidades de existir. Cuando existe la confianza, el público y la industria nuclear podrán tener una comunicación balanceada sobre los riesgos nucleares (condición vital para una evaluación integral de riesgos). Crear esta confianza requiere que el público tenga amplias oportunidades para participar en la toma de decisiones. Cuando no se da lugar a tales oportunidades, la buena administración nuclear no es posible y es menos probable que  un sector de energía nuclear opere de manera segura.

Creando aceptación pública

El ensayo de la primera ronda de Sulfikar Amir presenta un ejemplo un tanto extremo de un escenario bastante típico: cuando la ciudadanía democrática veta los planes gubernamentales de energía nuclear.

En cualquier democracia, incluyendo a las emergentes tales como la Indonesia de Sulfikar, la aceptación pública es el primer obstáculo a sobrepasar antes de que puedan proceder los proyectos nucleares; la opinión pública debe ser considerada y se debe proporcionar oportunidades para que el público participe en la toma de decisiones. En los países que tienen gobiernos cerrados y centralizados, por lo general, se excluye a la ciudadanía de la toma de decisiones. Pero a la larga, ningún país puede evitar confrontarse a la opinión pública sobre la energía nuclear. Aún en los sistemas políticos cerrados, los planes sostenibles para el desarrollo de energía nuclear requieren el apoyo enérgico y duradero del público.

En muchos de los países con sectores de energía nuclear, China y Pakistán entre otros, los gobiernos no han informado de manera adecuada al público sobre los problemas del desarrollo de la energía nuclear. Por consiguiente, el conocimiento de la ciudadanía sobre la seguridad nuclear, en particular, y sobre la energía nuclear es, por lo general, bastante bajo. En dichas situaciones, la voluntad del público, por un tiempo, es simplemente aceptar la tecnología nuclear como un hecho. Pero no puede esperarse que esto continue  para siempre.

Por dicha razón el desarrollo de la energía nuclear debe proceder lado a lado con la comunicación con el público. Los gobiernos deben ofrecer programas educacionales a nivel nacional. Deben permitir la participación pública durante los trámites de emplazamiento y licenciamiento. Deben responder de manera proactiva a las preocupaciones sobre los accidentes y la seguridad nuclear. En resumidas cuentas, cualquier reducción significativa de la aceptación pública de la energía nuclear podría poner en peligro las metas para desarrollar los reactores y las instalaciones para el ciclo de combustible.

Ninguna novedad. Aprecio el ensayo de Pervez Hoodbhoy sobre los planes de expansión de energía nuclear en Pakistán, pero no necesariamente estoy de acuerdo con su preocupación debido a los reactores ACP-1000 que Pakistán importará de China. En sí, siento que preocuparse de esto es algo excesivo. Cuando habla del ACP-1000, lo describe como "un diseño nuevo que nunca ha sido instalado o probado". Pero el ACP-1000 proviene del diseño francés, M310, y sigue las modalidades pasivas de seguridad del diseño estadounidense, ACP-1000. No creo que el ACP-1000 sea una novedad con conceptos de nuevos diseños jamás vistos o probados. Por el contrario, es una versión actualizada de diseños maduros.

En todo caso, Hoodbhoy presenta una serie de preocupaciones legítimas sobre la energía y seguridad nuclear en una nación nuclear emergente como Pakistán y yo argumentaría que mi análisis de la primera ronda sobre la creación de sistemas estables reglamentarios para la seguridad nuclear, aplica en el caso de Pakistán. Por supuesto, el análisis de Hoodbhoy sobre la seguridad nuclear en Pakistán también es pertinente para el caso de China. El terrorismo reciente de índole separatista en China ha llevado a una mayor preocupación en otros lugares por el sabotaje nuclear ahí, pero los gobiernos en todas las naciones emergentes nucleares, incluyendo China, probablemente subestiman el riesgo del terrorismo nuclear. El riesgo de sabotaje es mayor cada vez que se construyen más centrales nucleares y se transporta más combustible gastado, por lo tanto, los gobierno y las industrias nucleares deben reconocer el potencial del terrorismo nuclear y tomar pasos juiciosos para prevenirlo.

Confabulación mental y machismo nuclear

Mi ensayo de la primera ronda aparentemente ha recibido muchas críticas orquestadas en la sección de comentarios. Lamentablemente, los comentaristas no responden adecuadamente a los problemas de seguridad de los reactores nucleares chinos, todavía no probados, que serán instalados cerca de Karachi, mi ciudad natal. Por el contrario, demuestran la mentalidad de los nacionalistas nucleares alrededor del mundo, en especial, la de los funcionarios del ámbito nuclear en países tales como Pakistán y la India.

Para los nacionalistas nucleares es bastante común vilipendiar, como es el caso con los agentes de potencias extranjeras y las organizaciones no gubernamentales, a las personas que se preocupan por la seguridad de las centrales nucleares. Incluso Manmohan Singh, el primer ministro de la India –quien considero un hombre decente– recientemente arremetió en contra de los manifestantes en la central nuclear Kudankulam y atribuyó su oposición a la influencia de las organizaciones no gubernamentales estadounidenses. (¿A quién culpa Singh por la opinión anti nuclear en Estados Unidos? ¿A los comunistas?) Mientras tanto, un movimiento de derecha hindú, llamado Sangh Parivar, considera que la mano proselitista cristiana estuvo detrás de las manifestaciones de Kudankulam.

Todas estas tonterías de confabulación nos desvían de una discusión seria sobre la energía nuclear en los países en vías de desarrollo. Sí, es cierto. Necesitamos desesperadamente más energía, pero ¿puede reducirse el riesgo de un desastre nuclear a un valor pequeño y aceptable? Y, ¿cómo se define "aceptable"? No existe una sola respuesta y no pretendo proporcionarles una. Pero seguramente las personas pueden aprender a debatir de manera razonable sobre un tema importante, sin ensuciar las motivaciones de aquellos con los que no están de acuerdo.

Las preocupaciones por la energía nuclear predominan en todos los países donde existe esta tecnología o donde se está desarrollando. En muchos países en vías de desarrollo, estas preocupaciones están impactando la política. Aprendimos del colega de la mesa redonda, Yun Zhou, que hasta China, hambrienta de energía, no ha sido tan intensa con sus planes de energía nuclear después de Fukushima. El gobierno chino anticipa que se instalarán 58 gigavatios de capacidad nuclear para el 2020, en vez de los 80 gigavatios considerados previamente, y adicionalmente, los requisitos de diseño serán más exigentes. Aún en un país donde por lo general la disidencia no se tolera, el temor público sobre las consecuencias negativas de la energía nuclear para el medio ambiente ha marcado alguna diferencia. Sulfikar Amir nos señaló que las ambiciones nucleares también se redujeron en Indonesia; se espera la construcción de dos reactores en vez de los cuatro reactores planificados en los últimos años. Esto es producto del recelo público sobre la capacidad del gobierno para garantizar la seguridad pública y también por su débil récord de mitigación tras catástrofes naturales.

Pero Pakistán y la India, dos naciones con records desastrosos de gestión de catástrofes, le dieron poca importancia a lo sucedido en Fukushima. La Comisión de Energía Atómica de Pakistán acaba de anunciar que, con la ayuda y la financiación de China, planea en un plazo no especificado (aunque corto) el aumento en la capacidad nuclear, que actualmente representa alrededor de 700 megavatios, hasta una cantidad asombrosa de 4 gigavatios. Para el 2020, la India planea aumentar su capacidad nuclear actual de alrededor de 6 gigavatios hasta 20 gigavatios.

¿Por qué la India y Pakistán están invirtiendo la tendencia? La respuesta yace, en parte, en la economía, pero aún más en el machismo nuclear. Las instituciones de energía nuclear de ambos países reciben una buena financiación y también albergan amplios y crecientes programas de armas nucleares. La expansión rápida y masiva de la energía nuclear es  impulsada por la convicción de que todas las cosas nucleares, ya sean bombas o la energía, son una señal de virilidad, éxito y progreso nacionalista. Pero esta creencia errónea significa que el desarrollo de fuentes de energía alternativa toma un papel secundario.

La India apenas ha empezado a rascar la superficie de su potencial abundante de energía eólica y solar, pero hasta ahora los resultados son buenos. El Ministerio de Energías Nuevas y Renovables reporta que el país ha obtenido una capacidad de alrededor de 30 gigavatios de una red eléctrica renovable (incluyendo la energía eólica, solar y de otras categorías). Aunque las fuentes renovables se utilizan a tasas menores que su potencial, ya producen más energía en la India que la energía nuclear. Lamentablemente, Pakistán apenas ha empezado a desarrollar su potencial eólico y solar; como ya lo señalé en la primera ronda, la capacidad total de los molinos de viento actualmente instalados es de tan sólo 50 megavatios, que es una miseria en comparación al potencial energético de 50 megavatios que se supone son capaces de producir los corredores de viento.

El desarrollo rápido de la energía nuclear absorbe el poco capital y la escasa experiencia que podrían utilizar los países en desarrollo para otros usos más productivos. Las turbinas eólicas y las plantas solares, por ejemplo, a diferencia de las centrales nucleares importadas con llave en mano, que son increíblemente complejas, podrían ser fabricadas localmente, proporcionando así un estímulo importante para la economía nacional. Pero cuando se mezcla la energía nuclear con la estrategia nacional de seguridad, es más difícil que la energía alternativa reciba la atención que se merece.

Round 3

La dimensión transnacional de los riesgos nucleares

Cuando Indonesia anunció hace unos años sus planes para la construcción de reactores de energía nuclear en la Isla Java, —tan sólo unos días después de la erupción del volcán Merapi de Java— las noticias provocaron shock entre los indonesios, en especial aquellos que vivían en la isla. El anuncio también provocó inquietud en los países contiguos, en especial en Singapur, una ciudad-estado densamente poblada, donde 5.6 millones de personas se concentran en menos de 700 kilómetros cuadrados.

Singapur sabe muy bien lo que se siente cuando sus vecinos exportan la contaminación. Los singapurenses sufren anualmente por la densa neblina debido a los incendios forestales en la isla Sumatra de Indonesia. Por lo tanto, Indonesia tiene buenos motivos para preocuparse por un desastre en cualquier central nuclear en Java, y tienen mayor preocupación ahora que los planes para una central nuclear en Indonesia han cambiado hacia la isla Bangka, que se encuentra mucho más cerca de la ciudad-estado.

Los riesgos de la energía nuclear por lo general se perciben como un riesgo nacional, pero la energía nuclear también dispone de una dimensión transnacional. El desastre en Chernobyl ilustra un ejemplo dramático de los peligros nucleares que transcienden fronteras y aunque Chernobyl fue el peor de los casos, podría ser reproducido en el Sureste Asiático. Los riesgos nucleares, incluyendo los desechos nucleares que analizó Yun Zhou en su tercer ensayo, simplemente no pueden ser confinados dentro de países individuales.

Por todo el Sudeste Asiático, el planeamiento de la energía nuclear se ha acelerado en la última década y una serie de países en esa región sigue considerando que la energía nuclear es viable a pesar del desastre de Fukushima. Hasta la fecha, no existen plantas nucleares en el Sureste Asiático, salvo la instalación Bataan, abandonada en las Filipinas, pero además de Indonesia, Tailandia y, en especial, Vietnam han llegado bastante lejos en sus proyectos para construir plantas de energía nuclear.

La construcción de una planta nuclear en cualquier parte de la región motivaría arduamente a otros gobiernos a que construyan sus propias instalaciones. La lógica es simple. Si sólo un país en la región tiene una central nuclear, sólo ese país gozará de los beneficios. Pero la geografía de esta región implica que muchas naciones compartirán los riesgos; el Sureste Asiático es "una comunidad de riesgos", un área donde la proximidad física significa que los peligros se propagan fácilmente. Esto significa que la "proliferación" de la energía nuclear es probable: ¿Por qué aceptarían los gobiernos exponerse a riesgos nucleares sin aprovecharse de los beneficios de la energía nuclear?

Lo que se necesita es que los estados colindantes desarrollen un marco robusto regulatorio para gestionar el riesgo a nivel regional, un sistema que tome en cuenta las dimensiones transnacionales de la energía nuclear y cuya meta principal sea la distribución equitativa de los beneficios y riesgos. El marco regional incluiría un acuerdo para la construcción de los sistemas nacionales  de respuesta estándar ante emergencias que los países colindantes aceptarían. Se establecería una red de recursos, mano de obra, conocimiento técnico, apoyo financiero, que podría circular por toda la región. Y por último aunque no hay que menospreciarlo, también requeriría la implementación del proyecto de la red eléctrica ASEAN. Este proyecto facilitaría compartir la electricidad entre los estados miembros, incluyendo la electricidad generada por los reactores nucleares.

Pero establecer tal marco no será nada fácil en el Sudeste Asiático. Las naciones en la región son bastante diversas en términos de intereses nacionales, capacidades institucionales y el deseo de obtener la energía nuclear. Su diversidad complicará las negociaciones para un marco regional. No obstante, la responsabilidad de controlar el riesgo nuclear no debe ser otorgada a los estados individuales. Los riesgos se pueden controlar mejor si los países vecinos trabajan juntos para encontrar intereses comunes.

El reprocesamiento: sólo cuando sea adecuado

Los presidentes de China y Francia recientemente renovaron la atención al tema de la gestión de desechos nucleares cuando emitieron un comunicado conjunto discutiendo sus planes nacionales para construir una planta comercial de reprocesamiento. Pero hasta ahora la gestión de desechos no ha sido tema de debate en esta mesa redonda, la cual se ha centrado principalmente en la actitud del público hacia la energía nuclear. La gestión de desechos no debe ser ignorada, no obstante, es un tema vital de la capacidad de cualquier nación para la operación del sector nuclear y, efectivamente, un estudio realizado por MIT en 2003 identificó la gestión de desechos como uno de los cuatro retos importantes (junto con el costo, la seguridad y la proliferación) que deberán superar si ocurriera una gran expansión de energía nuclear.

Cuando una nación considera por primera vez la adopción de energía nuclear, su plan de desarrollo nuclear probablemente será moderado. La gestión del combustible gastado y de otros desechos nucleares tal vez no sea una preocupación urgente en ese momento. Pero en realidad, cualquier nación que llegue a establecer un plan de energía nuclear, en particular las naciones en vías de desarrollo con recursos limitados, deberá reflexionar ampliamente sobre las políticas que gobernarán la gestión de desechos a largo plazo.

Hasta la fecha, ningún país en el mundo ha implementado una solución permanente para la gestión de desechos nucleares en ninguna de sus dos formas principales: el combustible gastado que sale directamente del núcleo del reactor y los desechos de alto contenido radioactivo que resultan del reprocesamiento del combustible gastado. Establecer un depósito permanente tanto para el combustible gastado como para los desechos de alto contenido radioactivo requiere recursos geológicos vastos y a menudo se enfrenta a la resistencia del público. Reprocesar el combustible gastado permite acumular el combustible que será reutilizado, lo que reduce el volumen total de desechos, pero también tiene sus propios desafíos.

Establecer una política a largo plazo para el reprocesamiento de combustible gastado es bastante natural para una gran nación en vías de desarrollo como China: un país con una gran demanda energética proyectada, un gran compromiso con la energía nuclear y una infraestructura sólida en ciencia y tecnología. Sin embargo, el reprocesamiento es un proceso complejo y también poco económico en comparación con el almacenamiento provisorio del combustible gastado. Se requiere de un considerable financiamiento, una infraestructura científica y tecnológica bastante robusta, una política nacional de energía consistente y la cooperación con otros países en tecnología nuclear avanzada. Por lo tanto, los países más pequeños en vías de desarrollo tal vez tendrán que prescindir del reprocesamiento. Con respecto a este tema, las naciones que no tienen la intención de establecer programas de energía nuclear a gran escala y que carecen de recursos geológicos para establecer un depósito permanente podrían preferir depender de un almacenamiento provisorio, en vez de uno permanentemente para el combustible gastado.

Quizá algún día se identifique la solución perfecta a la problemática de los desechos nucleares. Las naciones que pudieran hacerlo deberían llevar a cabo la investigación y el desarrollo para llegar más pronto a esa solución. Por ahora,  muchos países emergentes tendrán que sentirse satisfechos con los depósitos secos de combustible gastado, in situ o externos, como una solución provisoria al problema de los desechos nucleares.

Cómo salirse con las suyas casi siempre

Quedé sorprendido con el ensayo de la primera mesa redonda de Sulfikar Amir, porque cuando el público indonesio, ante el temor de un desastre nuclear de la índole de Fukushima, exigió que el programa nacional de electricidad nuclear fuera recortado, sus demandas fueron satisfechas casi en su totalidad. Es difícil imaginar que la opinión pública pudiese forzar al gobierno pakistaní o indio a cambiar los planes de la misma manera. ¿Por qué? Porque ambos países están aferrados a las armas nucleares. Porque en ambos países, la llama del nacionalismo nuclear nunca deja de quemar. En ambos países, los programas civiles de energía nuclear que carecen de transparencia proporcionan la vía necesaria para materializar las ambiciones nacionales de armas nucleares. En este tipo de ambiente, las decisiones sobre temas civiles nucleares no se toman de manera razonable y transparente, y por lo tanto, no puede esperarse que haya algún cambio pronto.

Un ejemplo concreto es la reciente decisión de las autoridades pakistaníes de instalar dos reactores, proporcionados por China, cerca de Karachi, hogar de más de 1 de cada 10 pakistaníes. Las autoridades afirmaron que la seguridad nacional estaba en peligro y por lo tanto el público no podía participar en la toma de decisiones (aunque se debe admitir que sólo una pequeña parte del púbico se mostró preocupada). Una evaluación de impacto medio ambiental fue aprobada por personas innombrables pero elegidas específicamente y convocada apresuradamente para cumplir con formalidades legales. Un funcionario de la Comisión de Energía Atómica en Pakistán a cargo del nuevo proyecto del reactor en Karachi dijo ante la prensa, "Le pedimos [a la Agencia de Protección Medio Ambiental de Sindh] que no sostuviera una audiencia pública debido a la política internacional". Aparentemente esto significaba que la cooperación nuclear con el gobierno chino superaba cualquier otra consideración. De la misma manera, a los académicos de universidades pakistaníes les han negado en el pasado el permiso, por razones de seguridad nacional, para verificar los niveles radioactivos en las minas de uranio, de las cuales sospechaban las comunidades locales de ser un riesgo para la salud.

En la India, los medioambientalistas han tenido algo de éxito movilizando a los manifestantes antinucleares, notoriamente en temas de adquisición de terrenos, y el desastre de Fukushima dio arranque a los grupos antinucleares como el Konkan Bachao Samiti y el grupo gandhiano conocido como la Alianza Nacional del Movimiento de la Gente. Aunque los activistas indios reúnen a unos cuantos miles de manifestantes de vez en cuando, notoriamente en las ubicaciones de los reactores nucleares Kundankulam y Jaitapur, no han tenido victorias significativas. Nada remotamente similar a movimientos tales como Desarme Nuclear de Europa o la Campaña para el Desarme Nuclear con sede en el Reino Unido han surgido en la India. El instituto para Estudios y Análisis de Defensa, un think tank conservador indio, ha utilizado estas palabras desdeñosas en su sitio web: "Un movimiento antinuclear en la India no pasaría de ser un movimiento mayormente insignificante con esfuerzos esporádicos dependiendo del tema actual, la ubicación en cuestión y los partidos políticos involucrados". Lamentablemente, esto parece que es cierto.

Para las entidades globales nucleares esto es una melodía agradable de escuchar. En la mayor parte de Occidente (y ahora en Japón), el desarrollo de la electricidad nuclear se ha enfrentado a varios obstáculos debido a que las poblaciones son altamente participativas y están al tanto de la situación. Pero en muchos países en vías de desarrollo, en especial aquellos que poseen o quieren obtener armas nucleares, no existe dicho problema. En países como estos, "crear aceptación pública" (como lo indica el título del segundo ensayo de la mesa redonda de Yun Zhou) sería fácil. El público adoctrinado sobre las virtudes de las armas nucleares permite que las entidades nacionales de energía atómica se salgan con las suyas casi siempre. Los subsidios públicos son distribuidos para la energía nuclear, pero se esconden por razones secretas, y por lo tanto, se excluyen de los costos verdaderos de electricidad. Las entidades nucleares no tienen la obligación de revelar sus planes para la gestión de desastres, ni comprobar la idoneidad del plan, ni desarrollar esquemas para la mitigación de impactos medio ambientales, ni educar a la población sobre los riesgos de la radiación. Estas entidades, que trabajan casi sin ser cuestionadas, no creen que es necesario defender la energía nuclear de las tecnologías de energía alternativa. Las burocracias, cubiertas de capa tras capa de secretos e invocando leyes de secreto oficial pueden seguir escondiendo de la mirada del público su atroz ineficacia e incompetencia.

Sin importar qué tan segura o insegura sea la energía nuclear en el Occidente, está sujeta constantemente a las objeciones de una ciudadanía preocupada. Pero la energía nuclear en las sociedades menos abiertas permanece como un tema poco transparente e inmune al escrutinio del público. Bajo dichas condiciones, debe esperarse menores estándares de seguridad. Quizá se necesite más de un desastre como Fukushima para cambiar esta situación.



Topics: Nuclear Energy

 

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