Cuando el público no confia en usted
By Sulfikar Amir: ES |
Un dia en agosto de 2013, cientos de estudiantes en motocicletas se reunieron en una oficina gubernamental en el Distrito Bangka Sur de Indonesia. Vinieron con exigencias, no para revertir los aumentos de la inscripción escolar, ni para exigir prioridad a las oportunidades de trabajo para los jóvenes, sino para denunciar los planes de construcción del jefe de distrito para la primera planta nuclear en la isla de Bangka. El jefe de distrito se opuso, pero el movimiento antinuclear aún persiste en la Isla Bangka y en gran parte del país. Los indonesios simplemente no confían en que su gobierno sea capaz de utilizar correctamente la energía nuclear.
Después del accidente de la planta nuclear de Fukushima Daiichi, habría de esperarse que la energía nuclear perdiese mucho de su encanto. Pero en muchos países en vías de desarrollo, Indonesia entre ellos, el afán por una planta nuclear ha permanecido fuerte entre los gobernantes, aunque el público alberga profundas preocupaciones acerca de la capacidad gubernamental para operar instalaciones nucleares.
Para entender la dinámica de las políticas nucleares en Indonesia, es muy útil entender la reciente historia económica de la nación. Este es el trasfondo contra el cual los campos pronucleares y antinucleares exponen sus casos. En los últimos años del siglo XX, Indonesia sufrió una amarga crisis financiera. Experimentó unos años de molestias desde ese entonces. Sin embargo, en la última década, Indonesia ha alcanzado un crecimiento económico notorio. En parte por los esfuerzos gubernamentales para combatir la falta de industrialización –a través de un programa de liberalización que incluyó la apertura de los mercados nacionales a los productos e inversiones internacionales—, Indonesia se convirtió en una de las economías emergentes más importantes del mundo. Es miembro del Grupo de los Veinte (G-20). Su producto interno bruto en el 2012 fue de $878 mil millones, nueve veces más que su nivel en 1998, durante la profunda crisis financiera asiática.
Esta expansión económica masiva ha tenido profundas implicaciones para la demanda energética y la energía ha sido un asunto muy tenso en Indonesia por mucho tiempo. Empezando en los años setenta, durante el régimen de Suharto, Indonesia experimentó un boom petrolero, el petróleo satisfizo la demanda de energía del país y también se convirtió en el medio principal del gobierno para financiar proyectos de desarrollo incluyendo un programa de rápida industrialización. Pero la gestión irresponsable del gobierno de los recursos del petróleo condujo a una producción y distribución altamente ineficaz de energía. A finales de siglo, las reservas de petróleo fueron disminuyendo rápidamente y en el 2005 el país se convirtió en un importador neto de petróleo. La tasa de electricidad en Indonesia es de aproximadamente un 70 %, una de las tasas más bajas del sudeste asiático. Las ciudades grandes como Jakarta, Bandung y Surabaya sufren apagones con frecuencia. El alto crecimiento económico sólo ha ensanchado la brecha entre la oferta y la demanda. Por lo tanto, se ha intensificado la búsqueda de alternativas de fuentes de energía y entre ellas se encuentra la energía nuclear.
La experiencia de Indonesia con la tecnología nuclear remonta a finales de los años cincuenta, cuando el Instituto de Energía Atómica fue establecido. En los años sesenta, una entidad jurídica más completa –la Agencia Nacional de Energía Nuclear, conocida como BATAN—fue creada. Un reactor de investigación financiado por el programa estadounidense "Átomos por la paz" fue instalado. Más tarde fueron construidos otros dos reactores de investigación. Indonesia desarrolló sus capacidades en campos tales como la producción de isotopos para propósitos médicos y agrícolas. Actualmente, las décadas de experiencia de Indonesia en el manejo de reactores de investigación podrían indicar que el país también es capaz de operar reactores eléctricos.
Se han hecho planes para desarrollar un sector de energía nuclear desde los años setenta. Pero el petróleo predominó de tal modo en la política energética de Suharto que por consiguiente hubo poco progreso durante décadas. En 2004, sin embargo, el gobierno adoptó una nueva política energética, según la cual la energía nuclear representará alrededor de 2 por ciento de la generación de electricidad para el 2025. Se construirían cuatro reactores, que producirían 4.000 megavatios de electricidad entre ellos. La energía nuclear fue retratada como una fuente de energía limpia y rentable.
La construcción del primer reactor debería haber terminado en el 2016, pero ha sido retrasada repetidamente debido a las protestas antinucleares –en particular, por las protestas contra la instalación de plantas de energía nuclear en la altamente volcánica Isla de Java. Dada la fuerte oposición del público, el gobierno abandonó sus planes para los reactores en Java en el 2010. Los proyectos ahora se centran en la Isla Bangka. El cambio ha afectado la magnitud del proyecto: ahora se planea instalar dos reactores en vez de cuatro y una producción eléctrica menor.
La decisión de reducir la amplitud del proyecto nuclear podría ser una respuesta apropiada a la oposición pública. Pero la pregunta es porqué las actitudes públicas hacia la energía nuclear en Indonesia están tan dominadas por el temor a los peligros nucleares; temor que se ha intensificado desde Fukushima, el cual demostró que aún un país con una fuerte cultura de seguridad puede tener problemas ante un desastre nuclear.
En Indonesia, la raíz de la preocupación del público se debe notoriamente a la escasa capacidad del gobierno para garantizar la seguridad pública, como lo demostró, por ejemplo, el fracaso en la mitigación de desastres y en los accidentes de transporte frecuentes. La resistencia pública no está enraizada en preocupaciones por la capacidad de los tecnócratas nucleares. BATAN tiene 50 años de experiencia operando reactores de investigación. Sin embargo, BATAN no es el problema. El asunto es que el público desconfía de todas las instituciones gubernamentales. Los indonesios consideran que su gobierno es ineficiente, mal coordinado y ampliamente corrupto. Cuando se trata de la tecnología de alto riesgo operativo, estos son graves problemas. Ellos sólo pueden resolverse a través de un programa de reforma institucional, pero un proceso de reforma eficaz puede llevar años.
En una democracia emergente como la indonesia, un sector de energía nuclear no puede ser desarrollado sin la deliberación y la aceptación pública. Por lo tanto, hasta que el gobierno de Indonesia mejore su eficiencia, coordinación y calidad gubernamental –las características subyacentes para operar un sector de energía nuclear— el establecimiento del sector nuclear seguirá siendo un desafío político.