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By Chung-in Moon: ES, August 6, 2016
Las tensiones en la península norcoreana han empeorado en los últimos meses. En marzo, las Naciones Unidas endurecieron las sanciones contra el Norte debido a que Pyongyang había probado un arma nuclear y lanzado un satélite a principios de año. El 6 de julio, Estados Unidos impuso sanciones directamente sobre el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, debido a su participación en violaciones de los derechos humanos. Pyongyang se refirió a las sanciones de EE. UU. como «un crimen repugnante». Poco después, Seúl y Washington anunciaron sus planes conjuntos de desplegar un sistema de defensa contra misiles en Corea del Sur a cargo de Estados Unidos. Pyongyang amenazó con adoptar «contramedidas físicas» contra el sistema y anunció que cerraba un canal para el diálogo entre Estados Unidos y Corea del Norte que había funcionado a través de la misión de la ONU en el Norte.
Aun así, en medio de toda esta situación, a tan solo horas antes de que Washington anunciara sus sanciones contra Kim, un vocero del Gobierno norcoreano hizo una interesante declaración sobre la desnuclearización. La declaración hizo cinco demandas a Estados Unidos y Corea del Sur; prometió que el Norte adoptaría «medidas correspondientes» de cumplirse con las demandas, y ofreció la posibilidad de un «avance» en el impasse nuclear de la península.
La declaración demandaba en primer lugar que se «den a conocer públicamente todas las armas nucleares de Estados Unidos» en Corea del Sur. En segundo lugar, «deben desmantelarse y verificarse» todas las armas nucleares en el Sur (junto con las instalaciones en las que se encuentran). En tercer lugar, Washington debe garantizar que no desplegará armas nucleares ofensivas en Corea del Sur y «sus alrededores». En cuarto lugar, Estados Unidos debe comprometerse a no usar nunca armas nucleares contra Corea del Norte. Por último, Washington debe retirar de Corea del Sur todas las tropas «con derecho a usar armas nucleares».
Seúl inmediatamente rechazó la propuesta por «engañosa», efectuada con la finalidad de socavar los esfuerzos para endurecer las sanciones. Por su parte, Washington no emitió ninguna respuesta significativa. Sin embargo, si se examina con atención, aunque la propuesta parezca a primera vista típicamente retórica y propaganda, sugiere que puede tener cierto fundamento como punto de partida para un acuerdo negociado de la disputa nuclear. Algunas de las demandas de Pyongyang son relativamente fáciles de satisfacer. Las otras podrán atenderse mediante el compromiso y la negociación.
Las primeras dos se pueden satisfacer con facilidad porque se refieren a armas nucleares estadounidenses inexistentes en Corea del Sur. Washington retiró sus armas nucleares de la península en 1991, y nunca volvió a introducirlas. De hecho, una declaración conjunta efectuada en la conclusión de las conversaciones a seis bandas en septiembre de 2005 indicó claramente que Estados Unidos no tenía armas nucleares en Corea del Sur, y Corea del Norte firmó, por supuesto, la declaración conjunta. La demanda de verificación del Norte tampoco debería presentar un obstáculo importante: el general Charles Campbell, que era entonces comandante de la 8.a Armada de Estados Unidos, expresó, en una entrevista en un periódico de 2005, su voluntad de permitir la verificación nuclear en las instalaciones del ejército estadounidense en el Sur.
Adelantándonos por un momento, de forma similar la cuarta demanda no presenta ningún problema irresistible. Se trata, en esencia, de una garantía negativa de seguridad y de una política de renuncia al primer uso hacia el Norte. Ahora bien, Washington tiene muchas razones para no usar armas nucleares contra Corea del Norte, en particular en primer lugar. Estas van desde consideraciones humanitarias, así como compromisos asumidos en virtud del Tratado de No Proliferación Nuclear y la declaración conjunta de 2005, hasta la probabilidad de reacciones estratégicas negativas por parte de China y Rusia.
No obstante, la tercera demanda, es decir, la garantía de EE. UU. de no desplegar armas nucleares ofensivas en Corea del Sur y «sus alrededores», puede resultar problemática. Esta garantía puede requerir suspender los ejercicios del ejército de Estados Unidos en Corea del Sur que impliquen armas estratégicas, como portaaviones nucleares, submarinos nucleares y bombarderos estratégicos.
La quinta demanda, concerniente al retiro de las tropas, también puede ser problemática, porque para la mayoría de los surcoreanos el retiro de las tropas estadounidenses constituye un tabú.
Aun así, estos puntos podrían negociarse. Por ejemplo, Corea del Sur y Estados Unidos podrían excluir a las armas estratégicas ofensivas de sus ejercicios militares conjuntos. A su vez, en lo que respecta a las fuerzas estadounidenses en la península, el ex líder del Norte Kim Jong-il mencionó una vez al ex líder del sur Kim Dae-jung que Pyongyang podía tolerar las fuerzas de EE. UU. en Corea del Sur, siempre y cuando no fueran hostiles con el Norte. En cualquier caso la declaración de Pyongyang no menciona un retiro completo de las tropas, sino más bien el anuncio de la intención de retirarlas.
Corea del Sur y Estados Unidos deberían examinar seriamente la propuesta de Corea del Norte. No hay dudas de que para Seúl y Washington sería difícil llegar a la mesa de negociación sobre la base únicamente de las demandas actuales de Pyongyang. Para que Seúl y Washington aceptaran negociar, el Norte tendría que especificar las medidas recíprocas en pos de la desnuclearización que adoptaría una vez satisfechas sus demandas. No obstante, de especificarse, la reciente declaración de Pyongyang podría servir muy bien de base para el diálogo y la negociación serios.
Topics: Nuclear Weapons
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