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China y la no proliferación: divergencia entre las políticas y las medidas adoptadas

By Rajesh Rajagopalan: ES, December 27, 2016

La elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos ha saboteado la complicada maquinaria de la política internacional. Las opiniones de Trump sobre las relaciones internacionales y el control de armas parecen poco claras y mal desarrolladas pero tienen sin dudas una vena de sospecha hacia el multilateralismo. Trump ha comunicado su intención de reconsiderar el acuerdo nuclear con Irán y parece estar marcando una línea más dura con Corea del Norte. En este nuevo contexto es necesario ser realista, y parece preferible que el interés internacional se centre en el control de armas, en lugar de desperdiciar energías en promover un programa de desarme nuclear que probablemente no pueda avanzar.

Todavía siguen las sospechas. Mi colega de mesa redonda Gregory Kulacki recomienda a China considerar el desarme nuclear unilateral. Antes de la elección de Trump parecía dudoso que China siguiera ese camino, ahora todavía lo es más. El desarme nuclear unilateral es un asunto difícil de vender a cualquier país con armas nucleares, en cualquier circunstancia. Vender esta idea a China va a ser todavía más difícil, si las relaciones entre las grandes potencias se vuelven más tensas, como es posible que ocurra bajo la presidencia de Trump. En épocas de incertidumbre, es poco probable que los Estados se embarquen en políticas de seguridad riesgosas. No obstante, China será importante para llevar adelante un programa nuclear modesto, centrado en el control de armas, que tiene sentido promover durante la presidencia de Trump.

Los participantes de esta mesa redonda coinciden en que China, debido a su espectacular crecimiento económico y a su consecuente importancia en todos los aspectos de la política internacional, ya es un actor importante y activo en el control de armas global. Sin embargo, Hua Han y yo no estamos de acuerdo sobre la opinión de Pekín con respecto al multilateralismo y, en especial, si China está preparada para promover sus propios intereses a la vez que promueve el interés general (nadie espera que China sacrifique sus propios intereses, como tampoco se espera de otros Estados).

Han tiene toda la razón cuando escribe que «evitar que otros Estados posean armas nucleares redunda claramente en beneficio de los intereses nacionales actuales de China». Puede incluso tener razón cuando sostiene que «Pekín ha llegado a apreciar la no proliferación nuclear más que en los años anteriores». Sin embargo, la política de China en materia de no proliferación puede adolecer de problemas más importantes que simplemente la «implementación de sus crecientes obligaciones» que Han identifica. (Todos los Estados enfrentan dificultades en la implementación de sus obligaciones en áreas como el control de las exportaciones y la seguridad nuclear. Deben esperarse fracasos ocasionales. China no es la excepción). El problema más grande puede ser la misma política de no proliferación de China. En otras palabras, la desconexión entre la política declarada de China y las medidas que realmente adopta son tan diferentes que debemos preguntarnos si realmente son la misma cosa. Esta desconexión explica por qué todavía existen sospechas sobre las credenciales de China en materia de no proliferación. Han reconoce los cuestionamientos que a veces surgen sobre la cooperación nuclear de Pekín con Pakistán, y su reticencia a castigar la proliferación de Corea del Norte. También reconoce las «ventas secretas de chinos de artículos prohibidos a Irán».Habría sido útil que respondiera a estas preguntas específicas en su primer artículo.

Retomando uno de estos temas, en relación con Corea del Norte en reiteradas ocasiones China ha intentado reducir la presión de las sanciones internacionales sobre Pyongyang, presión que podría permitir a los líderes de Corea del Norte reflexionar un poco sobre la promoción de su programa nuclear. A su vez, a pesar de que China ha formado parte de las negociaciones sobre el problema nuclear de Corea del Norte, las conversaciones han dado pocos frutos. Corea del Norte ha llevado a cabo hasta ahora cinco ensayos nucleares, así como varias pruebas con misiles y cohetes, contraviniendo así las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU. No parece que China, a pesar de ser el socio internacional más cercano a Corea del Norte y su salvavidas económico, haya utilizado su considerable influencia sobre el régimen de Pyongyang para moderar la conducta de ese país, ni que hablar de convencerlo de dar marcha atrás en sus avances en materia de armas nucleares. De hecho, los organismos dentro de China aparentemente siguen favoreciendo los programas estratégicos de Corea del Norte. A su vez, con respecto a Pakistán, un informe reciente elaborado por el Proyecto Alpha en el Centro de Estudios sobre Ciencias y Seguridad, King’s College, sugiere que los organismos chinos también continúan manteniendo vínculos con el programa de armas estratégicas de Islamabad.

El rol de China en el control de las armas global es importante, en especial si tenemos en cuenta la elección de Trump, los retos que presenta el programa de armas nucleares de Corea del Norte, el punto muerto de la Conferencia sobre Desarme y el acuerdo nuclear con Irán posiblemente en peligro. Por estas razones es necesario que China sea más transparente y terminante para estar a la altura de sus compromisos con el sistema de no proliferación.

 



Topics: Nuclear Weapons

 

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