Ciencia para la paz

By Suvrat Raju: ES, October 8, 2015

Anteriormente, en la Tercera Ronda, mi colega Akira Kawasaki se refirió a la dicotomía entre los principios sostenidos por Japón, que promueven el desarme, y sus políticas, que no fomentan esta causa. Mustafa Kibaroglu llevó a cabo un análisis similar para Turquía. Esta misma dinámica se manifiesta en otros lugares. Por ejemplo, el Reino Unido está obligado al desarme nuclear en virtud del Tratado de No Proliferación Nuclear pero, cuando el Partido Laborista eligió hace poco a un nuevo líder que se opone a las armas nucleares, los conservadores en el gobierno se refirieron a él como una "amenaza para la seguridad nacional". Ahora bien, para concluir esta mesa redonda que recuerda el 70 aniversario de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, creo que es adecuado volver a concentrarnos en Estados Unidos, que llevó a cabo estos ataques.

La política nuclear estadounidense continúa siendo un tema urgente en la actualidad, entre otras razones, debido a la intervención militar permanente de Washington en Asia Occidental y su conflicto con Irán. En este contexto, varios aspectos del debate estadounidense sobre el acuerdo nuclear con Irán son motivo de preocupación.

El debate predominante en Estados Unidos se ha visto bastante constreñido. Por un lado, el líder de la mayoría del Senado, Mitch McConnell, sostuvo en septiembre que "no había dudas de que el programa nuclear de Irán fue diseñado para desarrollar un arma nuclear" y lamentó la "aquiescencia" de la administración de Obama con la "hegemonía de Irán". El presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, criticó el pacto por no permitir a los "inspectores tener acceso a cualquier lugar, en cualquier momento, las 24 horas, los siete días de la semana". Para calmar estas inquietudes, 29 científicos estadounidenses que ostentan una posición de liderazgo habían escrito al presidente Obama en agosto, describiendo el acuerdo como "un pacto innovador con…restricciones rigurosas", pero sugiriendo también que "de detectarse una infracción importante al acuerdo, la intervención estaría firmemente justificada".

No obstante, esta defensa del acuerdo omite señalar una cuestión fundamental: las pruebas de que Irán ha intentado últimamente obtener armas nucleares son poco concluyentes. De hecho, Mohamed ElBaradei, el ex director general del Organismo Internacional de Energía Atómica, relató que cuando Estados Unidos produjo "pruebas" del programa de militarización de Irán, "el problema era que nadie sabía si eran reales". Tiempo después, cuando Yukiya Amano reemplazó a ElBaradei, el organismo modificó su postura. Sin embargo, esto apenas sorprende a la luz de los cables diplomáticos filtrados de la misión de EE. UU. en Viena. Los cables se refirieron al ascenso de Amano como "una oportunidad que se presenta una vez cada diez años", en parte debido a que Amano "estuvo firmemente de parte de Estados Unidos en cada una de sus decisiones estratégicas claves… [inclusive] el manejo del supuesto programa de armas nucleares de Irán".

A su vez, es necesario recordar que Irán nunca ha llevado a cabo un ataque dentro de las fronteras de Estados Unidos y es poco probable que lo haga en el futuro previsible. Sin embargo, el gobierno estadounidense apoyó un golpe de Estado que en 1953 derrocó al gobierno iraní democráticamente electo de Mohammad Mosaddeq. En la década de los ochenta, Washington apoyó a Irak durante la guerra con Irán y, en 1988, la marina estadounidense derribó un avión civil iraní, matando a 290 pasajeros. Más recientemente, Washington prestó ayuda al grupo terrorista Jundallah en el sudeste de Irán.

También es relevante el historial de las inspecciones de control de armas en Irak, en particular en relación con la demanda de "en cualquier momento, en cualquier lugar". Scott Ritter, un inspector de armas de la ONU que participó en las inspecciones en Irak en los noventa, observó que Estados Unidos utilizó el proceso como un "caballo de Troya para introducir capacidades de recopilación de información de inteligencia a fin de perseguir a Saddam Hussein".

Estos hechos explican la reticencia del gobierno iraní para abrir sus instalaciones militares a inspecciones invasivas y también arrojan luz sobre los objetivos de Estados Unidos en Asia Occidental: los responsables políticos de ese país se preocupan en primer lugar por preservar el dominio de EE. UU. en la región, y no por la seguridad nacional. Por consiguiente, Teherán representa un problema, ya que no está obligado por las directivas de Washington, a diferencia de Israel, Egipto y Arabia Saudita, que dependen de la ayuda y apoyo de Estados Unidos.

Estados Unidos podría garantizar la seguridad insistiendo en que Israel se una a una zona sin armas nucleares en Medio Oriente y renunciando públicamente al uso de la fuerza contra Irán, en lugar de hacer énfasis sobre cómo la intervención militar sigue estando sobre la mesa. La mayoría de los gobiernos del mundo ya han respaldado estas medidas, a través del Movimiento de Países No Alineados, pero los científicos estadounidenses con frecuencia temen articularlas por miedo a que en Washington no se los tome en serio. Ahora bien, las próximas elecciones en Estados Unidos ofrecen la oportunidad a los científicos progresistas para ir más allá de ofrecer consejos y apoyo a los demócratas que, después de todo, se diferencian de sus colegas republicanos solo en que promueven un enfoque más realista al programa de supremacía de Washington. Al combinar sus conocimientos técnicos con propuestas políticas aceptadas a nivel internacional, pueden intervenir directamente en el debate público sobre Irán para exponer las contradicciones de la política nuclear estadounidense y romper una lanza por la paz.



Topics: Nuclear Weapons

 

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