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By Akira Kawasaki: ES, August 25, 2015
El 9 de agosto de 2011, 66 años después del bombardeo atómico de Nagasaki, pero solo unos cinco meses tras el desastre en la planta nuclear de Fukushima Daiichi, el alcalde de Nagasaki, Tomihisa Taue, observó que, hasta Fukushima, muchas personas creían en el mito de la seguridad en las plantas de energía nuclear. "Pero ¿qué sucede con las más de 20.000 armas nucleares en el mundo?” preguntaba Taue. “¿Seguimos creyendo que el mundo es más seguro gracias a la disuasión nuclear? ¿Seguimos dando por sentado que nunca más se volverán a usar armas nucleares?”
Cuatro años más tarde, el desastre de Fukushima sigue estando presente en las noticias, más de 100.000 evacuados no pueden regresar a sus hogares y el lugar todavía no está bajo control. Entretanto, han transcurrido más de siete décadas desde los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki y el mundo ya no está tan pendiente de las armas nucleares. Sin embargo, los riesgos que acarrean estas armas no han desaparecido.
Error humano, fallo técnico. En 2012, una comisión enviada por el Parlamento de Japón para investigar el desastre de Fukushima informó que el accidente había sido "totalmente causado por el hombre". La comisión concluyó que, tanto el operador de la planta como el regulador nacional, sabían que la central de Fukushima necesitaba refuerzos estructurales, pero optaron por no abordar el problema. De hecho, el gobierno, el sector industrial y los expertos nucleares japoneses mantienen una relación connivente que les ha valido el apodo burlón de "la aldea nuclear". En su informe final de mayo de 2015 sobre Fukushima, el Organismo Internacional de Energía Atómica criticó al operador de la planta por no prestar suficiente atención a los acontecimientos de "baja probabilidad, graves consecuencias". El organismo informó que esta falla se debió parcialmente a la "concepción básica en Japón, reforzada durante muchas décadas, de que la solidez del diseño técnico de las plantas nucleares proporcionaría suficiente protección contra los supuestos riesgos".
¿Las armas nucleares están exentas de que se cometan estos errores? No, tenemos razones de sobra para creer que las personas responsables de la seguridad de las armas nucleares demostrarán, al igual que otros seres humanos, reticencia para abordar problemas difíciles, una tendencia a apartarse de certezas inconvenientes y una simple capacidad de error. El periodista de investigación de EE. UU., Eric Schlosser, en su libro de 2013 Command and Control (en español "Mando y control") informó sobre los muchos accidentes graves relacionados con armas nucleares, o incidentes "flecha rota", que ha sufrido el complejo nuclear de Estados Unidos durante décadas. Schlosser, al sostener que no puede existir ninguna forma definitiva de garantizar que las armas nucleares sean totalmente seguras y libres de riesgos, afirmó que son las "máquinas más peligrosas y mortales" del mundo.
Aun cuando asumiéramos que las armas nucleares nunca más se usarán de forma deliberada en tiempo de guerra -asunción que puede no ser más que una vana ilusión, dada la cantidad de conflictos impredecibles en el mundo en la actualidad- todavía debemos preocuparnos muy seriamente por que las personas que ejercen el mando y control de las armas nucleares no cometan nunca errores catastróficos que lleven a una detonación (Kyodo News informó este año que las tripulaciones de combate con misiles de Okinawa, en la última fase de la crisis de los misiles de Cuba, recibieron una orden de lanzamiento nuclear que había sido emitida por error). Tampoco nadie puede asumir que los sistemas técnicos nunca van a fallar, ya sea debido a causas prosaicas, como el paso del tiempo, o más improbables, como los ataques cibernéticos.
Para estar seguros, la probabilidad de una detonación nuclear es baja. Sin embargo, se suponía que también era baja la probabilidad de un accidente en Fukushima. Cuando se produjo el accidente, las consecuencias fueron catastróficas.
Topics: Nuclear Energy, Nuclear Weapons
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