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By Adel M. Ali (ES), May 9, 2012
A pesar de que el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) nunca fue diseñado para discriminar, de manera más o menos permanente ha llegado a dividir a países en categorías diferentes — cinco Estados reconocidos como poseedores de armamento nuclear, 184 Estados sin armamento nuclear y cuatro países que están al margen del tratado. Básicamente, el acuerdo bajo el TNP es que los Estados no poseedores de armamento nuclear se comprometen a no adquirirlo mientras los Estados poseedores se comprometan a compartir su tecnología nuclear para fines pacíficos y también sin duda importante, buscar el desarme. Pero el avance hacia el desarme ha sido muy lento.
Los Estados con armamento nuclear le dan mucha importancia al tema de la eventual proliferación pero no prestan mucha atención a los pasos necesarios para llegar al desarme. Si estos Estados quieren mejorar el régimen de la no proliferación, deberían efectuar reducciones adicionales del armamento nuclear y también minimizar la importancia del armamento nuclear en su agenda de política exterior. Además, los dos Estados con armamento nuclear que aún no han ratificado el Tratado Integral para la Prohibición de Pruebas Nucleares — Estados Unidos y China — deberían hacerlo pronto.
Entretanto, el régimen de salvaguardias del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), que empezó como una simple colección de estatutos en el año 1970, poco a poco se ha transformado en un sistema bastante complejo de verificación bajo el TNP. En el transcurso de los años, se han introducido técnicas de inspección y de vigilancia por medio de acuerdos de salvaguardias y del Protocolo Adicional. Éstas incluyen inspecciones in situ, monitoreo en zonas ambientales extensas e inspecciones especiales.
Además, Estados Unidos, bajo el gobierno del Presidente Bush, propuso que el Grupo de Proveedores Nucleares excluyera del comercio nuclear pacífico a los países sin tecnología para enriquecer uranio y que reprocesan el combustible gastado, a menos que prometiesen nunca adquirir dicha tecnología. Esto representaría unarevisión de la negociación principal del tratado: la no proliferación a cambio del avance hacia el desarme y que la tecnología nuclear con fines pacíficos se comparta. Es decir, esto cambiaría las reglas del juego. Pero los Estados no poseedores consideran más y más al tratado como una vía que les permite desarrollar sus capacidades de enriquecimiento nuclear y de reprocesamiento de combustible gastado para fines pacíficos (aun cuando bajo ciertas condiciones esas capacidades se podrían aplicar para el desarrollo de armamento nuclear). Efectivamente, los Estados con armamento no nuclear, por lo general, piensan que bajo el tratado tienen el “derecho inalienable” para efectuar estas actividades, sujetos a las salvaguardias del OIEA.
En las zonas. Mientras tanto, las zonas libres de armamento nuclear pueden contribuir en gran medida hacia el proyecto de desarme y ha llegado el momento de un mayor enfoque hacia ellos. Cinco de estas zonas existen en la actualidad — América Latina (1967 Tratado de Tlatelolco), el Pacífico Sur (1985 Tratado de Rarotonga), Sudeste Asiático (1995 Tratado de Bangkok), África (1996 Tratado de Pelindaba) y Asia Central (2006 Tratado de Semipalatinsk). Dentro de estas zonas se acepta el desarrollo de energía nuclear con fines pacíficos, pero la posesión, adquisición, prueba y fabricación de armas nucleares están prohibidas por los tratados y protocolos de zonas libres de armas nucleares, todos éstos jurídicamente vinculantes. Los Estados con armas nucleares prometen, a través de protocolos separados, no usar o amenazar con armas nucleares al interior de estas zonas.
En vista de las graves tensiones que amenazan la paz y la seguridad en el Medio Oriente, se deberían concertar esfuerzos regionales y mundiales para establecer una zona libre de armamento nuclear en la región, integrada por los miembros de la Liga Árabe además de Irán e Israel. El Medio Oriente es una de las regiones más peligrosas del mundo y ha sido descrita como “una región de tensión” por la Conferencia de Revisión y Examen del TNP del año 1995. Ésta es la consecuencia natural de una intensa carrera de armamentos convencionales en la región, alimentada en parte por el presunto arsenal de armas nucleares en poder de Israel.
Pero también es la consecuencia de una falta de voluntad política, fuera de los países árabes, para establecer una zona libre de armamento nuclear o una zona libre de armamento de destrucción masiva. La piedra angular para establecer esta zona es el compromiso político de los Estados no árabes en la región para llevarlo a cabo. Dicha zona ha recibido, por supuesto, atención global, en gran parte gracias a las recomendaciones de la Conferencia de Revisión del TNP de 2010 para que las negociaciones oficiales comiencen — de hecho, están tentativamente programadas para diciembre de este año en Helsinki. Pero, sin un compromiso internacional más amplio hacia el proyecto, este paso esencial para construir un nuevo Medio Oriente, no será alcanzado.
Siguiendo el protocolo. Ha llegado también la hora de prohibir, a través de un protocolo del TNP, como los que acompañan a los tratados de zonas libres de armamento nuclear, el uso o amenaza de uso de armamento nuclear en contra de Estados no poseedores que son parte del TNP. Para los países poseedores, establecer un compromiso jurídicamente vinculante para no utilizar armas nucleares en contra de países sin éstas constituiría un paso esencial para cumplir con el acuerdo del TNP.
No debemos ignorar que el número de países con armamento nuclear va en aumento. India y Pakistán se han convertido en Estados con armamento nuclear de facto y se rehúsan a ser parte del TNP; Corea del Norte se convirtió en un Estado con armamento nuclear de facto después de retirarse del tratado; y se cree generalmente que Israel, el único país en el Medio Oriente que no es parte del tratado, posee armamento nuclear, aunque mantiene una política de opacidad nuclear. Evitar más casos de proliferación es difícil. Al final, el régimen del Tratado puede sobrevivir sólo si se cumple con el TNP y éste es apoyado por todos sus miembros — tanto Estados poseedores como no poseedores de armamento nuclear — y si Israel, India, Pakistán y Corea del Norte se adhieren al régimen como Estados no poseedores. Llegar a obtener la universalidad del tratado es un proyecto crucial.
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