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Corea del Norte: un acuerdo negociado sigue siendo la mejor esperanza

By Chung-in Moon: ES, June 29, 2016

En un discurso dirigido al Congreso del Partido de los Trabajadores el 7 de mayo, Kim Jong-un dijo a su audiencia que Corea del Norte era «un Estado responsable con armas nucleares» que no usaría armas nucleares «a menos que fuerzas agresivas hostiles con armas nucleares invadan su soberanía». Prometió «luchar por la desnuclearización global» pero hizo hincapié en la continuación de la «línea del Byungjin», una política que procura el desarrollo simultáneo de la economía de Corea del Norte y sus programas nucleares. Los comentarios de Kim se pueden interpretar como un rechazo absoluto de las demandas internacionales para que Pyongyang abandone sus armas nucleares.

Durante los últimos siete años, mientras las conversaciones a seis bandas han estado frustradas, Corea del Norte ha consolidado su arsenal nuclear. Se estima que el Norte ha acumulado materiales nucleares a un ritmo constante, y en la actualidad algunas fuentes estiman que posee unas 10 ojivas nucleares. Pyongyang llevó a cabo un cuarto ensayo nuclear en enero. Posee una amplia variedad de vehículos de lanzamiento, que van desde misiles de corto alcance de tipo Scud a misiles de rango intermedio Nodong y Musudan a, quizás, misiles balísticos lanzados por submarinos. Pyongyang está cerca de desarrollar misiles balísticos intercontinentales y afirma que también ha hecho progresos en la miniaturización y diversificación de sus ojivas nucleares.

Una Corea del Norte nuclear presenta graves amenazas para la seguridad de la península coreana, todo el noreste de Asia y el mundo entero. Las armas nucleares de Corea del Norte alteran considerablemente el equilibrio militar de la península y, en última instancia, impiden la coexistencia pacífica en ese lugar. Los impactos para la seguridad regional son igualmente profundos; un efecto dominó nuclear podría dar lugar a la proliferación en otros lugares del noreste de Asia. A su vez, existe la posibilidad de que Corea del Norte exporte materiales, tecnología e incluso ojivas nucleares a otras regiones, amenazando las mismas bases de la seguridad global en esta era de terrorismo global.

Así qué, ¿cómo se puede salir del atolladero nuclear de Corea del Norte? Las sanciones no han logrado mucho. La confrontación militar no es una opción. Ahora más que nunca las negociaciones son el único camino hacia adelante. Sin embargo, también es cierto que las negociaciones podrán tener éxito si son prácticas, flexibles y están dispuestas a escuchar con atención a Pyongyang.

Lo que no va a funcionar. En la actualidad los enfoques internacionales del problema nuclear de Corea del Norte se basan en sanciones internacionales y en la lógica del crimen y el castigo. De conformidad con este planteamiento, los delitos de Corea del Norte (posesión de armas nucleares e infracción de las resoluciones de la ONU) deben castigarse con sanciones contundentes y exhaustivas. Así, se argumenta que estas sanciones causarán tanta incomodidad en el Norte que el régimen correrá riesgo de colapsar y que Kim Jung-un se verá obligado a optar por la desnuclearización. Sin embargo, Corea del Norte no es Irán. Es una sociedad muy cerrada y está muy acostumbrada a las sanciones. Entretanto, es poco probable que China aplique sanciones que perjudiquen la estabilidad en el Norte, y el patrón de conducta típico de Pyongyang ha sido mostrarse más desafiante cuando más presión se ejerce. Vincular las sanciones al colapso de un régimen -una idea común en Seúl, Washington y Tokio- parece presuntuoso y equivocado.

Algunos entendidos en Seúl sostienen que Corea del Sur debería contrarrestar las amenazas nucleares de Pyongyang desarrollando su propio programa de armas nucleares. Sin embargo, ni bien Corea del Sur declarara una campaña de armas nucleares, se vería enfrentada a fuertes obstáculos. La industria de la energía nuclear del país, que tiene únicamente fines comerciales, estaría arruinada (al igual que la alianza tradicional de Seúl con Washington). Probablemente se golpearía a Corea del Sur con sanciones internacionales, que harían caer en picada a la economía. Es más, esto podría tener un efecto dominó nuclear en el noreste de Asia, empezando por Corea del Sur, propagándose a Japón, e incluso podría llegar a Taiwán. Sin embargo, en primer lugar no es realista creer que Seúl podría usar un programa nuclear como un arma contra Corea del Norte (y China). Para empezar, Seúl no tiene siquiera el control operativo de sus propias fuerzas en tiempo de guerra (en caso de hostilidades en la península, las fuerzas surcoreanas pasarían a estar bajo el control de un comando estadounidense). Por otro lado, un programa de armas nucleares de Corea del Sur daría a los conservadores de Japón una excusa para expandir el ejército japonés. Las armas nucleares de Corea del Sur son simplemente la respuesta equivocada a las armas nucleares de Corea del Norte.

Un ataque preventivo al Norte, o cualquier tipo de acción militar, también está fuera de discusión. Aun dejando de lado la violación de normas internacionales que aparejaría un ataque, la opción militar fracasaría debido a las formidables capacidades defensivas de Corea del Norte. A su vez, cualquier ataque preventivo podría escalar fácilmente y convertirse en una guerra plena que pondría en peligro las vidas y bienes de los surcoreanos. Estados Unidos es muy consciente de estos riesgos y de las limitaciones fundamentales de la fuerza militar en la península coreana. Estados Unidos puede destrozar a Corea del Norte, pero no puede ganarle una guerra.

Las únicas opciones viables son el diálogo y la búsqueda de un acuerdo negociado. El diálogo no ha funcionado en el pasado, pero esta no es razón para descartarlo. Lo que se necesita es un enfoque nuevo e ingenioso para procurar un acuerdo negociado. Este tipo de enfoque requiere la disposición a escuchar, una actitud práctica y una gran dosis de flexibilidad.

Lo que podría funcionar. Si las partes que negocian con Corea del Norte quieren encontrar soluciones aceptables para todos, deben decir lo que piensan, pero también escuchar a Pyongyang. Mostrarse sordo a las preocupaciones del Norte es un camino que solo lleva a la salida. Hablar con y escuchar a Pyongyang exige ponerse en los zapatos del Norte y promover que el Norte haga lo mismo. A su vez, si el Norte se pinta como un Estado villano, que no es digno de confianza, o si se insiste en condiciones previas unilaterales, el diálogo solo se entorpecerá.

Las negociaciones con Pyongyang también deben ser prácticas y realistas. Los objetivos deben ajustarse conforme a las circunstancias. En términos concretos, dado que no puede obligarse al Norte, de forma absoluta y rápida, a desmantelar sus armas nucleares, el objetivo a corto plazo debería ser una moratoria de los programas nucleares de Pyongyang. La moratoria impediría al Norte seguir haciendo progresos técnicos y produciendo más materiales nucleares. De hecho, Pyongyang ha dicho reiteradamente que abandonaría las actividades nucleares si se cumplieran determinadas condiciones, de modo que ya podría existir una estrategia viable con el enfoque gradual propuesto por el académico de Stanford, Siegfried Hecker, de congelar, reducir y desmantelar de forma verificable el arsenal del Norte.

Por último, se requiere flexibilidad. En las negociaciones con Corea del Norte deberán ponerse todas las cartas sobre la mesa. Estas «cartas» podrían comprender la detención provisoria de las maniobras militares conjuntas entre Corea del Sur y Estados Unidos, la negociación de un tratado de paz para reemplazar el armisticio que puso fin a la guerra de Corea, la aceptación formal del derecho de Corea del Norte a los usos pacíficos de la energía atómica y a un programa espacial, y la normalización de las relaciones diplomáticas entre Corea del Norte y Estados Unidos. Estas posibilidades no deben excluirse solo porque Pyongyang las demanda. Es más, mantener un diálogo sobre estos temas sería una forma de tantear las intenciones de Pyongyang y exigir la responsabilidad por cualquier incumplimiento de la obligación de buena fe de Corea del Norte.

En este contexto crítico, la Realpolitikse requiere desesperadamente, y todos los que negocien con Corea del Norte deberían tener en cuenta que el tiempo no está necesariamente de su lado.

 



Topics: Nuclear Weapons

 

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