El camino es claro pero los viajeros están indecisos

By Sagar Dhara: ES, November 13, 2015

Los seres humanos se han convencido muchas veces de que la tecnología los salvará del desastre. Han creído en el mito del cuerno de la abundancia, de un planeta tierra con recursos ilimitados. Algunas sociedades, como los mayas, sufrieron colapsos totales cuando sus tecnologías fallaron, o cuando la energía u otros recursos materiales escaseaban. Los seres humanos deberán afrontar un dilema similar en el futuro no muy lejano, si confían demasiado en los enfoques tecnológicos frente al cambio climático y no ponen el énfasis suficiente en las necesarias transformaciones políticas y filosóficas. Ahora bien, mis colegas de mesa redonda Jennie Stephens, Elizabeth Wilson y Saleemul Huq han demostrado en la Primera Ronda una fe excesiva en la tecnología en relación con la energía eólica y la tecnología de energía solar fotovoltaica para techos.

En mi primer ensayo expuse varios factores que suponen obstáculos para las tecnologías fotovoltaica y de energía eólica: su intermitencia, los requisitos de la tierra, etc. No tuve espacio suficiente para mencionar otras limitaciones adicionales. Tanto la energía solar como eólica dependen de elementos denominados “tierras raras” que es muy probable que escaseen en unos 20 años. Hace tan solo cinco años China era responsable del 95 por ciento de la producción de tierras raras del mundo, lo que suscitó el temor de que pretendería ejercer un control monopólico. La cuota china en la producción de tierras raras se ha reducido desde ese entonces, pero ese país continúa teniendo por lejos las reservas de tierras raras más abundantes del mundo, y las inquietudes sobre su comportamiento monopólico aún persisten. Entretanto, las tecnologías de energías renovables que podrían funcionar sin tierras raras, en particular la fotovoltaica, no han alcanzado todavía la etapa de difusión comercial.

Además, como mencioné someramente en la Primera Ronda, la fabricación de los paneles fotovoltaicos conlleva emisiones de dióxido de carbono. De hecho, los análisis del ciclo de vida de los fotovoltaicos indican que, si su fabricación crece a una tasa anual que supere la inversa del tiempo de “recuperación” del dióxido de carbono de los paneles, los fotovoltaicos producirán más emisiones en su fabricación de las que pueden ahorrarse al utilizarlos. A modo ilustrativo, el período de “recuperación” promedio de los fotovoltaicos es en la actualidad de unos ocho años, lo que significa que los fotovoltaicos no deben crecen en más de un 12 por ciento anual para cumplir los requisitos de un mitigador neto de dióxido de carbono. Sin embargo, los fotovoltaicos crecieron, de hecho, a una tasa anual del 40 por ciento desde 1998 a 2008, y a una del 59 por ciento entre 2008 y 2014. Por consiguiente, los fotovoltaicos han sido durante años emisores netos. Para que los fotovoltaicos reemplacen a los combustibles fósiles solo en la generación de energía (sin tener en cuenta el transporte u otras áreas), creciendo únicamente con la rapidez permitida por el tiempo de “recuperación” del carbono, deberán transcurrir quizás unos 50 años. Esto es demasiado tiempo para reemplazar a los combustibles fósiles.

La energía eólica presenta un problema totalmente diferente, como lo demuestran las recientes investigaciones en granjas eólicas de Kansas. Las investigaciones indican que las turbinas de grandes granjas eólicas, al extraer la energía cinética del flujo atmosférico, disminuyen la velocidad del viento y, por lo tanto, limitan las tasas de generación. Esta es una de las razones por las cuales la energía eólica utilizable representa un recurso mínimo, si lo comparamos con la demanda de energía actual. La energía eólica simplemente no puede reemplazar a los combustibles fósiles (aun cuando presenta problemas ambientales, como la mortalidad de las aves).

A pesar de que no estoy de acuerdo con el optimismo tecnológico expresado por Huq, Stephens y Wilson, que se basa en micro experiencias en lugar de en un panorama general de la demanda energética, los obstáculos para la utilización de energías renovables, entre otros, estoy de acuerdo con ellos en algunos aspectos. Al igual que Huq, a pesar de los problemas relacionados con las energías renovables, creo que “las transiciones de los combustibles fósiles a tecnologías de energías limpias deben volverse la norma en todos los países, tanto ricos como pobres”. También creo que Stephens y Wilson tienen razón cuando afirman que afrontar la resistencia política, institucional y cultural a los cambios es fundamental para la transición energética (que para mí, incluye establecer la equidad energética global y reducir el consumo de energía).

De hecho, si pueden implementarse soluciones a los problemas de naturaleza no técnica, las emisiones podrán reducirse rápida y significativamente, dando tiempo a las tecnologías solares mejoradas a madurar e implementarse. No obstante, las soluciones que se me ocurren difieren bastante de las que imaginan mis colegas. Por ejemplo, imagino que el mundo atenúe y finalmente erradique las fronteras nacionales. Esto eliminaría de inmediato un 10 por ciento de las emisiones globales porque los ejércitos permanentes, con sus emisiones masivas, se reducirían a un mínimo. A su vez, las personas irían a donde está la energía, como hicieron durante milenios, antes del surgimiento de los combustibles fósiles, en lugar de hacer lo contrario, lo que reduciría tanto las emisiones como los costos energéticos del transporte. La prohibición del transporte aéreo y privado de superficie basado en combustibles fósiles podría eliminar otro 10 por ciento de emisiones, La retracción de las ciudades y la vuelta a la ruralización del mundo podría ahorrar un 10 por ciento adicional. Si se hicieran estos cambios, el mundo podría comenzar a transitar el camino de la sostenibilidad, paz y equidad.

La ruta hacia adelante está clara. Sin embargo, es muy dudoso que el mundo tenga la intención de recorrerla.

 



Topics: Climate Change

 

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