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By Li Bin: ES, October 24, 2014
En su segundo ensayo, Sinan Ulgen escribió que Wael Al Assad y yo exhibimos un enfoque moralista al desarme nuclear. Que abogamos por un mundo sin armas nucleares, escribe, pero no somos capaces de avanzar en métodos prácticos y específicos para mantener la seguridad y la prevención de la proliferación en un mundo donde las armas nucleares ya no existen. Esencialmente, Ulgen nos culpa a Assad y a mi por adoptar un enfoque normativo hacia las armas nucleares —que describe cómo debería ser el mundo, sobre la base de nuestros valores— en lugar de adoptar un enfoque positivo, el cual describe el mundo cómo es, sobre la base de evidencia empírica.
Me parece justo decir que todos los autores en esta mesa redonda han exhibido argumentos tanto normativos cómo positivos. Efectivamente, todos los autores toman un enfoque normativo hacia la seguridad simplemente por suponer que la seguridad es importante. Pero la palabra "seguridad" significa diferentes cosas para diferentes personas. Para Ulgen, "la seguridad" es a menudo sinónimo de "la seguridad nacional". Para Assad, la seguridad global es el énfasis, junto con la justicia en la manera en que las naciones llevan a cabo sus responsabilidades de desarme y no proliferación. Mi uso de la palabra tiende a evidenciar la idea de que las cuestiones de seguridad deben manejarse de tal manera que se evitan dilemas de seguridad. Personalmente, no creo que mi creencia en el deseo y posibilidad del desarme nuclear total sea normativa. Por el contrario, mis opiniones de desarme fluyen desde mi estrategia hacia la seguridad, que inevitablemente tiene un elemento normativo.
Aunque Ulgen y yo ambos partimos de la creencia normativa que la seguridad internacional debe ser mantenida, él y yo no estamos de acuerdo en tres puntos positivos. El primer punto de desacuerdo es acerca de que si las armas nucleares sirven para mantener la seguridad internacional; mucho de la mesa redonda se ha dedicado a los puntos de vista divergentes acerca de esta cuestión. El segundo punto es si los arsenales nucleares sirven para prevenir la proliferación nuclear. Ulgen dice sí, yo digo no. Como lo escribí en la primera ronda, verificar la obediencia del régimen de no proliferación sería mas efectivo y eficiente, desde un punto de vista técnico y político, si no existieran las armas nucleares. El tercer punto de desacuerdo es acerca de la existencia de un camino práctico hacia el desarme nuclear total. Ulgen supone que los estados nucleares jamás llevarán a cabo el desarme total porque conceden demasiado valor al papel de las armas nucleares para la seguridad. Yo en cambio creo que con el tiempo los estados estarán dispuestos a realizar el desarme. Pero tal cambio requiere que nuevas actitudes surjan para la aceptación y la eficacia de las armas nucleares. Esto en cambio requiere que el movimiento desarmamentista altere el énfasis de sus esfuerzos.
Durante décadas, el enfoque del desarme nuclear ha sido reducciones y limitaciones numéricas a los arsenales nucleares. Pero esto fue exactamente el enfoque subyacente del fallido Tratado Naval de Washington de 1922, que limitó el número y tamaño de los buques de guerra que las naciones desplegaban, pero no hizo nada para cambiar la noción de que los buques de guerra armas eran útiles y legales. Durante las negociaciones del Tratado, las grandes potencias navales calcularon su necesidad cuantitativa de buques de guerra basándose en el tamaño de las flotas rivales; el resultado poco sorprendente fue que, a mediados de la próxima década, se había desarrollado una carrera armamentista naval aún más intensa. El Tratado se derrumbó, porque controlar el número de buques de guerra no cambia las actitudes hacia los buques de guerra. El mismo principio aplica en el desarme nuclear. Un enfoque de controles numéricos sin ningún enfoque sobre las actitudes subyacentes hará que el "cero" sea una meta muy difícil de alcanzar.
Como mencioné en la segunda ronda, la historia del desarme de las armas químicas demuestra un enfoque más prometedor. El protocolo de Ginebra de 1925 prohibió a sus signatarios el uso de armas químicas (o, en algunos casos, de hacer el primer uso). El protocolo ayudó a establecer la idea de que, para cualquier nación que use armas químicas, los costos superarían los beneficios. Así se hizo menos probable que se utilizaran las armas químicas, el valor de estas armas disminuó estrepitosamente y las naciones se volvieron más dispuestas a renunciar a sus armas. Hoy, el desarme químico está en sus etapas finales.
La historia del desarme químico sugiere dos cosas: que las creencias sobre las armas son mutables y que la prohibición del uso de armas es una buena forma de devaluarlas. Para la comunidad de desarme nuclear, la prioridad ahora debe ser ilegalizar el uso de las armas nucleares y trabajar para devaluarlas ante los ojos de los tomadores de decisiones nacionales. Si la noción que sus desventajas superan a los beneficios de las armas nucleares se llega a establecer, la abolición nuclear tiene verdaderas posibilidades de convertirse en realidad.
Topics: Nuclear Weapons
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