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El clima: solo una razón más para que África disminuya el ritmo de su crecimiento demográfico

By Alex Ezeh: ES, January 25, 2016

Algunas personas consideran que cualquier esfuerzo para limitar el crecimiento demográfico es un “control de población”. Este es un término que evoca de forma escalofriante la intervención estatal coercitiva para controlar la conducta reproductiva individual. Son casi nulos los programas de control de población que se han implementado sin incurrir en duros e inaceptables costos éticos.

Sin embargo, existe una gran diferencia entre los programas coercitivos de control de población dirigidos por el Estado y los esfuerzos tendientes a enlentecer el rápido crecimiento demográfico. Los programas de control de población se enfocan en las acciones de las personas. Ahora bien, los esfuerzos para enlentecer la tasa de crecimiento demográfico trabajan dentro de los contextos sociales existentes y buscan producir cambios voluntarios.

El tamaño y la composición de la población están dentro de los generadores fundamentales del cambio climático. Para el clima no es en absoluto indiferente el hecho de que haya 7 mil millones o 14 mil millones de personas en el planeta. Sin embargo, la relación entre la población y la salud del planeta no es directa. Un niño nacido, digamos, en América del Norte, tendrá una huella de carbono más profunda que otro niño de su misma edad nacido en África subsahariana.

En las regiones con las huellas de carbono más profundas el crecimiento demográfico es más lento que en las otras. En muchos países, entre los que se incluyen Japón y Rusia y la mayoría de las naciones de Europa del Este, el crecimiento demográfico es negativo. Sin embargo, este no es el caso de África subsahariana. Entre 1950 y 2000 la población de la región creció de poco más de 180 millones a más de 642 millones. Solo desde el 2000, la población de la región se ha incrementado casi en un 50 %, hasta llegar a casi mil millones. Se estima que para el 2050 la población de África subsahariana aumentará a más del doble, a 2,1 mil millones, y que, 50 años después, la región alojará a unas 4 mil millones de personas. En este contexto, en el 2100 dos de cada cinco personas serán africanos subsaharianos.

La huella de carbono de África subsahariana es leve. No obstante, la población de la región que crece rápidamente ya tiene un impacto ambiental muy evidente. Los ecosistemas como las selvas tropicales están disminuyendo rápidamente. Las prácticas agrícolas ineficientes están generando cambios en el uso de la tierra no aconsejables. La biodiversidad está disminuyendo. Se espera que todos estos efectos se intensifiquen si la población de África crece según lo previsto.

A los responsables políticos africanos sí les importa la rápida tasa de crecimiento demográfico de la región, aunque el cambio climático no es de ninguna manera la razón principal. En África, la creciente demanda de servicios básicos, sin los recursos crecientes para pagarlos, puede forzar las infraestructuras más allá de sus capacidades. Esto lleva a que cada gobierno sucesivo en la región parezca menos eficaz que su régimen predecesor. La educación es un buen ejemplo de la creciente demanda de servicios públicos. La UNESCO estima que, para que África subsahariana logre una cobertura universal en la escuela primaria y el primer ciclo de la enseñanza secundaria para el 2030, será necesario contar con 2,1 millones de maestros de escuela primaria y 2,5 millones de maestros del primer ciclo de la enseñanza secundaria adicionales. Al mismo tiempo crecerá también la demanda de trabajo, vivienda y otras necesidades. Claramente los líderes políticos de África subsahariana se enfrentan a enormes desafíos debido al rápido crecimiento demográfico.

También les preocupa el crecimiento de la población porque tienen miedo de la inseguridad e inestabilidad. Los extremistas pueden encontrar partidarios más fácilmente en un grupo más amplio de personas, en particular en un gran grupo de jóvenes cuya poca educación, pocas perspectivas laborales y falta de opciones puede llevarlos a sentirse desengañados.

A los líderes también les interesa la población debido al potencial para un denominado “dividendo demográfico”, es decir, la mejora de las perspectivas económicas de un país cuando aumenta la proporción de la población activa frente a la no activa.

Así que, no resulta sorprendente que cuando los responsables políticos africanos consideran el crecimiento demográfico, el cambio climático no ocupa un lugar central en sus reflexiones. Ahora bien, ¿cuál debería ser el problema clave en relación con los 4 mil millones de africanos que podrían existir en el 2100?

La cuestión no es si África, un continente de más de 3 mil millones de hectáreas, tiene suficiente espacio para tantas personas. Incluso con 4 mil millones de habitantes, África tendría muchas menos personas por unidad de tierra habitable que las que tiene actualmente India. En realidad, la pregunta clave es: ¿qué tipo de personas serán estos 4 mil millones de africanos? ¿Serán africanos pobres, enfermos, sin educación, pisoteándose unos a otros para escapar? ¿O serán africanos sanos, educados, productivos, encantados de vivir en el continente de su nacimiento y contribuyendo al progreso y al desarrollo regionales (y globales)? Y, sobre todo, ¿cómo puede África subsahariana transformar su futuro demográfico en algo manejable, orientado al desarrollo y económicamente viable, respetando totalmente, a la vez, las opciones reproductivas individuales?

Las naciones africanas pueden cambiar para mejor sus trayectorias demográficas y de desarrollo, si aplican enérgicamente tres medidas políticas clave. La primera es proporcionar acceso universal a los servicios de planificación familiar, que se ha demostrado que reducen considerablemente el número de niños que nacen incluso en poblaciones pobres, rurales y sin educación. Un aumento de tan solo 15 puntos porcentuales en el uso de métodos anticonceptivos se asocia a la reducción de un hijo en el número de hijos que tiene una mujer promedio. En África subsahariana, el aumento en el uso de métodos anticonceptivos hasta alcanzar los 45 puntos porcentuales podría reducir la tasa de fertilidad total de 4,7 a 1,7, lo que llevaría a que la tasa de crecimiento demográfico de la región cayera por debajo de los niveles de reemplazo.

La segunda iniciativa política clave se relaciona con las medidas tendientes a retrasar el matrimonio y la natalidad. En igualdad de condiciones, una población en la que las mujeres empiezan a tener hijos a los 15 años de edad, tendrá un 25 por ciento más de personas luego de 60 años que una población en la que las mujeres tienen a su primer hijo a los 20 años. Cuanto más se retrase el matrimonio de una joven, más oportunidades tendrá para desarrollarse a nivel personal, lo que redundará en beneficio de todo el país.

El tercer paso importante es ampliar el acceso de las niñas a la educación, más allá del nivel de educación primaria. Se ha demostrado sistemáticamente que las mujeres que reciben más educación cuando son niñas tienen menos hijos. Una mejor educación también ofrece a las mujeres mejores oportunidades para generar ingresos, que es precisamente lo que los países en desarrollo necesitan para lograr el desarrollo económico. La implementación de estas tres iniciativas políticas dará lugar a reducciones más sostenibles, duraderas y (lo que es más importante) rápidas en la tasa de crecimiento demográfico que lo que podría lograr cualquier medida coercitiva del gobierno.

La perspectiva de 4 mil millones de africanos en el 2100 puede ser motivo de preocupación, o puede inspirar el compromiso de invertir en oportunidades educativas para niñas, un mayor acceso a la planificación familiar y el retraso de los matrimonios. Estos pasos serían transformadores para el continente. Generarían desarrollo y promoverían el crecimiento económico, además de reducir la carga demográfica que contribuye al cambio climático. Ahora bien, aunque los esfuerzos africanos para retrasar la marcha del crecimiento demográfico ayudarán a la salud del planeta, no debemos olvidar que los mayores culpables en la carrera por destruir al planeta son los países con huellas de carbono más profundas. Son necesarias las iniciativas e inversiones globales para apoyar a los países africanos en su intento por lograr un dividendo demográfico, pero estas deben combinarse con esfuerzos adecuados y complementarios para mitigar el daño ambiental causado por países con una tasa de crecimiento demográfico negativa o igual a cero.

 



Topics: Climate Change

 

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