El futuro acuerdo con Corea

By Andrei Lankov: ES, September 2, 2016

El callejón sin salida nuclear de Corea del Norte no podrá resolverse mientras la desnuclearización se considere la única solución aceptable. No hay duda de que quienes proponen sanciones y presión seguirán difundiendo sus argumentos durante los próximos años, e incluso décadas. Lo mismo harán quienes creen en una solución diplomática «al estilo de Irán». Sin embargo, ahora podemos estar bastante seguros de que ningún tipo de presión o recompensa económicas podrán persuadir a los tomadores de decisiones de Corea del Norte de renunciar a sus armas nucleares, que consideran su única garantía de seguridad. Por consiguiente, la desnuclearización solo podrá lograrse si hay un cambio de régimen en Pyongyang. El cambio de régimen es un escenario posible, especialmente a largo plazo, pero no uno predecible.

Una vez que se acepten estas incómodas verdades, el paso siguiente será buscar formas de mitigar las consecuencias negativas de la nuclearización del Norte.

En general, las sanciones internacionales probablemente provocan más daños que beneficios. Ahora bien, las sanciones que reducen el acceso de Corea del Norte a la tecnología y componentes nucleares y de misiles deberían mantenerse y afianzarse. El amplio apoyo internacional para continuar este tipo de sanciones «limitadas» será relativamente fácil de obtener. Estas sanciones no impedirán totalmente a Corea del Norte avanzar con su programa nuclear, pero probablemente retrasen considerablemente los progresos.

Más allá de las sanciones, el mejor enfoque, y el más realista (o, al menos, el «menos peor») es negociar la congelación del programa nuclear de Pyongyang. En cierto sentido, este acuerdo sería una nueva versión del Acuerdo marco de 1994, que consiguió retrasar el programa nuclear del Norte. Conforme a este acuerdo, Corea del Norte aceptó congelar las operaciones y, a continuación, desmantelar sus reactores moderados por grafito. A cambio, recibiría envíos regulares de petróleo crudo y dos reactores de agua ligera para la generación de electricidad.

Según una versión actualizada del acuerdo, Corea del Norte impondría una moratoria de ensayos nucleares y lanzamientos de misiles de largo alcance. También permitiría a los inspectores acceder a sus centrales nucleares. A cambio, Pyongyang recibiría de forma regular alimentos, ayuda humanitaria y para el desarrollo, así como concesiones políticas, quizás incluyendo alguna forma de relaciones o reconocimiento diplomáticos. El acuerdo establecería explícitamente o aceptaría implícitamente que Corea del Norte podría mantener sus artefactos nucleares existentes.

Es posible y, de hecho, incluso probable, que los norcoreanos intenten hacer trampa (como hicieron desde 1994 a 2002, en los días del acuerdo marco). Sin embargo, la presencia de inspectores extranjeros y el atractivo de los regalos internacionales obligarían a Pyongyang a ser más cuidadoso y, por consiguiente, mucho menos exitoso en sus intentos secretos de mejorar su arsenal nuclear.

Un acuerdo con concesiones recíprocas sería bueno para ambas partes. Corea del Norte conservaría suficientes artefactos nucleares como disuasión y también recibiría la ayuda necesaria para su economía. Estados Unidos y la comunidad internacional tendrían menos razones para preocuparse de la amenaza de Corea del Norte. Y, al menos, la amenaza no crecería todos los años, como sucede actualmente.

Por desgracia, este acuerdo no parece probable, de acuerdo con las condiciones políticas actuales. En Estados Unidos, cualquier presidente que intentara fraguar un trato sería objeto de ataques masivos y sería acusado de pagar a un chantajista y, desde luego, un acuerdo haría que Corea del Norte fuera el primer país en firmar el Tratado de No Proliferación Nuclear, echarse atrás, adquirir armas nucleares y recibir luego generosas recompensas por su desconocimiento del derecho internacional. Por lo tanto, un acuerdo, sin importar qué tan razonable sea, aparejaría un grave riesgo político para cualquier Gobierno de Estados Unidos. Complicando aún más las cosas, en Washington predominan las esperanzas persistentes y totalmente irreales sobre las sanciones. Los defensores de la línea dura nunca se cansan de afirmar que las sanciones están por dar sus frutos.

Corea del Norte, bajo Kim Jong-un, tampoco parece interesada en un acuerdo. El difunto Kim Jong-il aparentemente solo tenía intenciones de producir una pequeña cantidad de artefactos nucleares con fines de disuasión, pero el líder actual parece estar decidido a adquirir un arsenal mucho más importante, que incluya sistemas vectores capaces de atacar a Estados Unidos continental. Es poco probable que considere cualquier acuerdo antes de que se cumplan sus ambiciosas metas.

Como consecuencia, la situación está congelada, y esto es triste. Cada año que se pierde significa que Corea del Norte desarrolla más y mejores armas, y que aumentan los riesgos de proliferación. Sin embargo, más tarde o más temprano, ya no será posible desconocer que las políticas actuales no están funcionando. Puede que entendamos esto tras algunos éxitos espectaculares del programa nuclear y de misiles de Pyongyang, quizás un ensayo exitoso con misiles de largo alcance. Sin importar las circunstancias, es probable que el acuerdo gane terreno en algún momento, y cuanto antes cambien las cosas, mejor. Establecer una moratoria del programa nuclear de Corea del Norte puede no ser una solución ideal, pero parece ser la única realista.

 



Topics: Nuclear Weapons

 

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