En la península coreana: «medidas pragmáticas en pos de objetivos ideales»

By Shen Dingli: ES, August 26, 2016

«Medidas pragmáticas en pos de objetivos ideales», este era el lema de Henry L. Stimson, un prominente estadista estadounidense de una era ya acabada. La eliminación de las armas nucleares de la península coreana es un objetivo ideal. Sin embargo, se enfrenta a graves obstáculos, como la naturaleza aislacionista y un poco surrealista del régimen norcoreano, que garantiza que no habrá ningún esfuerzo a nivel nacional para desnuclearizar (al menos no por ahora). Entretanto, las interacciones entre Pyongyang, por un lado, y Washington y Seúl, por el otro, con demasiada frecuencia solo han logrado perjudicar las posibilidades de lograr el desarme.

Sin embargo, esto no significa que debamos hundirnos en la desesperación. En su lugar, y atendiendo al lema de Stimson, un enfoque pragmático puede conducir a caminos más auspiciosos.

Tanto si Pyongyang tiene como no tiene armas nucleares, otras naciones deben coexistir pacíficamente con Corea del Norte, de la misma forma que, en la década de los cincuenta, China debía coexistir con Estados Unidos, aun cuando cada tanto Washington anunciara amenazas nucleares o engaños contra Pekín. China no tuvo otra opción que vivir bajo la sombra de las armas nucleares de Estados Unidos. Afrontó las amenazas con sensatez y sobrellevó los tiempos difíciles hasta que fabricó su propia bomba atómica, e incluso entonces actuó con moderación, al seguir una política de disuasión mínima. Posteriormente Pekín normalizó las relaciones con Washington, dejando de lado por el momento el espinoso asunto de la venta de armas de EE. UU. a Taiwán.

De igual forma, como Washington decidió no emprender una ofensiva militar contra el incipiente programa de armas nucleares de Pekín, Estados Unidos tuvo que aceptar la realidad de una China nuclear. Con el tiempo, China adhirió al Tratado de No Proliferación Nuclear y se convirtió en un actor nuclear responsable, y Washington ha logrado convivir pacíficamente con una China nuclear durante más de medio siglo.

China, Estados Unidos e India no aceptan necesariamente la legitimidad de las capacidades de disuasión nuclear de los demás, pero todos se las arreglan para vivir con esa realidad. Dado que ninguno de estos tres países tiene la capacidad militar para privar a los demás de sus armas nucleares, cada país intenta que los demás se conviertan en actores nucleares responsables.

Esta misma lógica se debería aplicar a Corea del Norte. A nivel político, ningún país acepta las armas nucleares de Pyongyang. Sin embargo, la comunidad internacional carece de los medios militares viables necesarios para eliminar los recursos nucleares del Norte. La única opción que queda es, entonces, la coexistencia pacífica con Pyongyang.

La «coexistencia pacífica» no significa que simplemente haya que aceptar lo que haga Corea del Norte. En su lugar, las naciones deben adoptar todas las medidas posibles para influir en la conducta de Pyongyang, intentando que el Norte se comporte de forma más sensata y responsable. Cada vez que Pyongyang tome una medida razonable, como la reciente adopción de una política limitada de renuncia a ser el primero en utilizar armas nucleares, el resto del mundo debería reaccionar de manera positiva. Es cierto que Corea del Norte probablemente modificó su doctrina con el principal objetivo de que su condición de Estado con armas nucleares sea aceptada a nivel internacional. Aun así, debe elogiarse la manifestación de la intención de utilizar armas nucleares de forma responsable.

En julio el Norte anunció un paquete de cinco condiciones previas para su participación en la desnuclearización. Estados Unidos y Corea del Sur no manifestaron ningún interés en acoger esta «propaganda» de Pyongyang, y está claro que parece difícil aceptar ahora alguna de las condiciones, especialmente la demanda de que se retiren las tropas estadounidenses del Sur. Sin embargo, tal como sostuvo mi colega de mesa redonda Chung-in Moon, no todas las condiciones de Pyongyang parecen imposibles de cumplir.

Por ejemplo, el Norte demandó que Estados Unidos no lo atacara ni intimidara con armas nucleares. Este tipo de demanda podría convertirse fácilmente en un elemento de negociación, dado que Estados Unidos no tiene básicamente la necesidad de iniciar un ataque nuclear preventivo contra el Norte. En cualquier caso, al parecer la administración Obama está analizando la viabilidad de convertir la política condicional de renuncia al primer uso de armas nucleares de Washington en una política incondicional.

Si Estados Unidos y Corea del Sur no se olvidan del lema de Stimson, nada les impide abordar al menos algunas de las demandas de Pyongyang. Y, aunque el desarme nuclear total de la península pueda ser irreal a corto plazo, aliviar las tensiones y promover la moderación nuclear son útiles ya de por sí. El desarme nuclear gradual (o, al menos, el control de armas nucleares) es un punto de partida pragmático para una eventual desnuclearización.

Todos los obstáculos para la desnuclearización de la península se sustentan en la desconfianza política. Por lo tanto, todas las partes deberían procurar oportunidades para fomentar la confianza, en lugar de buscar razones para no hacer nada. El programa nuclear de Pyongyang no desaparecerá por sí solo; solamente podrá eliminarse a través de asociaciones constructivas.

 



Topics: Nuclear Weapons

 

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