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By Polina Sinovets: ES, February 24, 2017
En cierta medida, el control de las armas nucleares y el desarme nuclear van de la mano. Sin embargo, cuando se enfrentan a la cuestión de la disuasión y su utilidad, se apartan rápidamente. Este es el argumento central del tercer artículo de mi colega de mesa redonda, Joelien Pretorius, y estoy de acuerdo. Ahora bien, ¿por qué exactamente el control de armas y el desarme se apartan? Creo que se debe a que estos dos enfoques sobre las armas nucleares se basan en concepciones del mundo fundamentalmente diferentes.
El desarme nuclear procura destruir las herramientas de guerra más inhumanas y, por lo tanto, salvar a la humanidad de la aniquilación. Una vez logrado el desarme, los seres humanos lo considerarán un beneficio, y mantendrán cuidadosamente la paz mundial.
El control de armas empieza con la idea de que los seres humanos son belicosos por naturaleza. La eliminación de las herramientas de destrucción global no dará lugar a la paz. Por el contrario, el desarme nuclear podría llevarnos directamente a la Tercera Guerra Mundial. La humanidad podría enfrentarse al riesgo de una terrible devastación, sin armas nucleares.
La receta de Pretorius para lograr el desarme depende en gran medida de la estigmatización de las armas nucleares. Sin embargo, aun cuando la estigmatización conduzca a la eliminación, no podemos olvidar los conocimientos subyacentes a la producción de armas nucleares. Es más, siempre habrá alguien a quien le preocupe menos la ética de la guerra que obtener poder, lo que podría sentar las bases para que uno o algunos Estados, a los que no les importe que las armas nucleares sean inhumanas, establecieran una dictadura nuclear. No es necesario buscar demasiado para encontrar líderes que podrían ser capaces de practicar chantaje nuclear o incluso de usar armas nucleares, sin importar el estigma. Saddam Hussein utilizó armas químicas tanto contra Irán como contra su propio pueblo, e intentó durante mucho tiempo desarrollar armas biológicas, a pesar de que ambas actividades conllevaban el estigma de inhumanidad. Más recientemente, se cree que Siria utilizó armas químicas contra su propio pueblo.
Existe también otro peligro: el desarme podría relegar a la no proliferación a la periferia de la política. En la actualidad la comunidad internacional ejerce un estricto control sobre las armas nucleares. Si este y la atención que les presta disminuyeran, a los Estados inescrupulosos y los terroristas con escaso interés en la ética o la moral podría resultarles más sencillo obtener acceso a la tecnología nuclear.
Aun cuando la mayoría de las personas prefieren solucionar sus controversias mediante el diálogo pacífico, a menudo son solo unos pocos individuos que procuran conseguir influencia a través de la agresión los que determinan el curso de la historia. Es ingenuo sugerir que la estigmatización de las armas nucleares eliminará el ansia de poder. De hecho, bien puede considerarse que las armas nucleares representan un obstáculo para las conductas agresivas. En lo que a la prevención de la violencia refiere, el temor puede ser más eficaz que el sentido común.
Si la humanidad se deshace de la bomba, podría liberarse del temor de que la guerra pueda llevar a la extinción global. Esto puede no ser bueno. El mundo podría volver a una época en la que la guerra era rutina e incluso una forma aceptable de hacer política. Podría volver a la antigua y conocida búsqueda de un «arma suprema», que dio lugar a la pólvora, la fuerza aérea y, en última instancia, a las armas nucleares. Tras el desarme nuclear, ¿qué tipo de arma sobrevendría? ¿Tendría la misma fuerza disuasiva que poseen en la actualidad las armas nucleares?
Después de todo, quizás sea mejor, como dijo Hamlet de William Shakespeare, «soportar los males que sabemos más bien que ir a buscar lo que ignoramos».
Topics: Nuclear Weapons
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