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By Chung-in Moon: ES, September 2, 2016
En julio Seúl estuvo de acuerdo con el despliegue estadounidense en Corea del Sur de un sistema de defensa contra misiles, conocido como THAAD (Terminal High Altitude Area Defense). La decisión generó una feroz resistencia de los partidos políticos de la oposición así como del Gobierno chino. Los miembros de los partidos de la oposición exigieron que el Gobierno diera inmediatamente marcha atrás con su decisión e iniciara consultas con la Asamblea Nacional. China instó a que se suspendiera el despliegue y advirtió sobre medidas de represalia. Sin embargo, la presidenta Park Geun-hye rechazó categóricamente estas demandas, reafirmando su posición de que las crecientes amenazas nucleares y de misiles de Corea del Norte no dejan ninguna alternativa al despliegue del THAAD.
La estrategia de Park en relación con el Norte equivale a un agresivo ataque que implica sanciones más duras, aislamiento internacional y defensa contra misiles. El diálogo, la negociación y la resolución pacífica de diferencias han desaparecido de su léxico. Incluso parece estar dispuesta a correr el riesgo de que se intensifique el conflicto. Sin embargo, todavía queda un método viable para convencer a Kim Jong-un de que abandone las armas nucleares: procurar que exista una zona libre de armas nucleares en el noreste de Asia.
Hace mucho tiempo que Corea del Norte demanda un tratamiento equitativo, conforme al derecho internacional, en lo que refiere a la reducción y eliminación de las amenazas nucleares. Pyongyang también exigió, como condición del desarme, recibir garantías legalmente vinculantes de que otros países no proferirán amenazas nucleares contra el Norte. Estas exigencias podrían satisfacerse a través de un tratado multilateral que estableciera una zona libre de armas nucleares en la región. De conformidad con este tratado, los Estados con armas nucleares adoptarían políticas de renuncia al primer uso de las mismas y ofrecerían garantías negativas de seguridad, es decir, garantías de que no usarán ni amenazarán con usar armas nucleares contra Estados que no las posean. Por su parte, los Estados sin armas nucleares se comprometerían a continuar sin tenerlas o, en el caso de Corea del Norte, un país con armas nucleares se comprometería al desarme nuclear.
Ya en 1972, en los círculos de control armamentista de EE. UU. se introdujo por primera vez el concepto de una zona libre de armas nucleares en el noreste de Asia. En 1996 el experto en desarme, Hiro Umebayashi, formuló su visión de una zona libre de armas nucleares que incorporaba una fórmula «3+3». Según este modelo, Japón y las dos Coreas conformarían una zona libre de armas nucleares, mientras que China, Rusia y Estados Unidos ofrecerían garantías negativas de seguridad a los Estados no nucleares de la región.
En 2010, respondiendo a los ensayos nucleares de Corea del Norte, el Instituto Nautilus y su director, Peter Hayes, propusieron una fórmula «2+3». Conforme a este modelo, un tratado para una zona libre de armas nucleares determinaría la condición de Estados sin armas nucleares de Corea del Sur y Japón; Estados Unidos, China y Rusia adherirían como Estados con armas nucleares, y Corea del Norte, a pesar de que al principio del tratado tendría armas nucleares, cumpliría con este posteriormente, como Estado sin armas nucleares. Desde entonces, esta idea se ha perfeccionado para incluir a un consejo regional que delibere sobre cuestiones de seguridad, un acuerdo regional de no hostilidad, la sustitución del Armisticio de Corea por un tratado final de paz, el fin de las sanciones contra Corea del Norte, y un paquete de ayuda económica para Pyongyang que podría incluir un acuerdo paralelo sobre actividad nuclear no militar en el Norte. Es más, la zona que se conformara en virtud de este acuerdo aparejaría un mecanismo de inspección, control y verificación, así como la institución de garantías negativas de seguridad para Corea del Norte (estas garantías se establecerían a medida que Pyongyang fuera logrando los objetivos de desnuclearización).
Este enfoque merece ser digno de atención, entre otras razones porque aborda todas las amenazas nucleares de la región de forma ecuánime. En contraste, las conversaciones estancadas a seis bandos se han centrado en las amenazas provenientes de Corea del Norte, mientras que otras cuestiones sobre la seguridad regional han desempeñado un papel subordinado.
Un problema evidente del enfoque del Nautilus es que la condición de Corea del Norte como nación con armas nucleares en los últimos años solo se ha intensificado. Aun así, nada impide que Pyongyang cumpla los requisitos de un tratado para una zona libre de armas nucleares a un ritmo gradual, avanzando solo a medida que los Estados con armas nucleares ofrezcan garantías negativas de seguridad y establezcan políticas de renuncia al primer uso. De hecho, este tipo de planteamiento podría muy bien satisfacer las demandas que Pyongyang hizo en su propuesta del 6 de julio sobre desnuclearización (propuesta que traté en la Segunda Ronda).
Un primer paso para establecer una zona libre de armas nucleares sería que las seis partes solicitaran al secretario general de la ONU y a la Oficina de Asuntos de Desarme de las Naciones Unidas la convocatoria de una reunión de expertos para examinar el concepto detrás de la zona. Las organizaciones de la sociedad civil, como la Asia-Pacific Leadership Network for Nuclear Non-Proliferation and Disarmament (Red de liderazgo de Asia y el Pacífico para la no proliferación y el desarme nucleares), podrían llevar a cabo esfuerzos paralelos.
El establecimiento de una zona libre de armas nucleares en el noreste de Asia puede sonar demasiado idealista. Sin embargo, entre las graves confrontaciones militares de la península y la amenaza de una guerra catastrófica, ¿qué tan realistas pueden ser los ciclos interminables de negociaciones estancadas?
Topics: Nuclear Weapons
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