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By Parris H. Chang: ES, November 10, 2016
Aun cuando se esté a favor de una política de renuncia al primer uso de armas nucleares por parte de EE. UU., probablemente se admita que este tipo de política podría repercutir negativamente sobre la seguridad en Asia. Así ocurre en esta mesa redonda: mi colega de mesa redonda Ta Minh Tuan, que espera que Barack Obama adopte la renuncia al primer uso, reconoce que un cambio de este tipo podría dar alas a Kim Jong-un para seguir adelante, incluso con más firmeza, con el programa de armas nucleares de Corea del Norte y para adoptar otro tipo de medidas de provocación.
Pero ¿qué sucedería si la renuncia al primer uso alentara a Kim, ya sin temor a las represalias nucleares, a preparar un ataque convencional contra Corea del Sur? Este es justamente el tipo de escenario que lleva a algunos expertos en seguridad de Estados Unidos a tener la esperanza de que la administración de Obama no adopte una política de «único propósito» para el arsenal nuclear de Washington. Con su Revisión de la Postura Nuclear en 2010, el Gobierno ya se había aproximado a la renuncia al uso de armas nucleares excepto en respuesta a un ataque nuclear por parte de un adversario. Continuar en esta dirección no sería sensato en este momento.
Cualquier señal de que Estados Unidos pueda estar renunciando a sus garantías nucleares obligaría a Japón y Corea del Sur a adoptar contramedidas, que probablemente irían más allá de la profundización de la dependencia de la protección de EE. UU. que Ta abordó en la Primera Ronda. En su lugar, es muy probable que Tokio y Seúl se conviertan en Estados poseedores de armas nucleares. Este sería el peor escenario posible, otros dos casos más de la misma proliferación nuclear que Washington se empeña con tanto ahínco en prevenir.
Es cierto que Ta admite que Japón y Corea del Sur «con una ambiciosa Corea del Norte con armas nucleares como vecina», tendrían motivos válidos para preocuparse por una política de renuncia al primer uso de EE. UU. Sin embargo, luego afirma que Tokio y Seúl «no tendrían ninguna razón legítima para desarrollar sus propias armas nucleares, siempre y cuando se mantuviera la disuasión ampliada de EE. UU.». Esta afirmación adolece un poco de falta de seriedad. Ta puede creer de verdad que, en términos generales, la renuncia al primer uso de Estados Unidos contribuiría a la paz y la seguridad regionales. Sin embargo, subestima la alarma que la renuncia al primer uso podría causar en Japón y Corea del Sur.
Ta ignora también en gran medida un importante problema para la seguridad de Asia que la renuncia al primer uso podría agravar: las reivindicaciones de soberanía de China sobre prácticamente todo el mar de la China Meridional. Los proyectos de reclamación territorial de Pekín, así como su militarización de arrecifes y bajos en las islas Spratly y Paracel, han fortalecido la capacidad militar de China en las aguas que son objeto de disputa, y también han causado alarma en Estados Unidos, Japón y la mayoría de las naciones del sudeste asiático, inclusive Filipinas, Vietnam y Singapur. La Corte Permanente de Arbitraje de La Haya dictó un fallo en julio pasado que repudió legalmente la reclamación de soberanía china y sus proyectos de reclamación territorial, pero Pekín rechazó el fallo. Continúa con sus planes de proyectar su poder a través del mar de la China Meridional reclamando (y construyendo una pista de aterrizaje en) el Bajo de Masinloc (Scarborough), que está a tan solo 140 millas de Manila.
El secretario de Defensa de Estados Unidos, Ashton Carter, advirtió explícitamente a Pekín que se tomarán contramedidas si China continúa con estas acciones. En los últimos meses Estados Unidos ha adoptado fuertes medidas, como el envío de grupos de ataque de portaaviones, en defensa del principio de libertad de navegación, cerca de las islas artificiales chinas. Las ambiciones de China y su comportamiento cada vez más agresivo en el mar de la China Meridional y el mar de la China Oriental se han convertido en el centro de las crecientes tensiones entre China y Estados Unidos (así como los aliados de Washington en la región). En este tipo de contexto geoestratégico, ningún dirigente prudente de Estados Unidos puede permitirse el lujo de iniciar una política de renuncia al primer uso de las armas nucleares.
Topics: Nuclear Weapons
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