Haciendo espacio para los recién llegados

By Wu Chunsi: ES, July 11, 2015

En la primera ronda, mi colega de la mesa redonda, Nancy Gallagher, expresó sus preocupaciones por el creciente riesgo potencial de una guerra nuclear debido a las armas antisatélite. Su preocupación proviene del deseo de, tanto prevenir una guerra catastrófica, como de conservar la seguridad en el espacio ultraterrestre. Yo también comparto estos anhelos, pero aún considero, como lo expresé en la primera ronda, que las políticas que permiten el uso de armas nucleares primero son uno de los mayores contribuidores para el riesgo de un intercambio nuclear.

Dos participantes de esta mesa redonda dedicaron bastante atención a las políticas de no utilizar las armas primero en la primera ronda. Lo que es curioso es que ambos autores representan a naciones que son recién llegadas al espacio ultraterrestre; en el caso de Bharath Gopalaswamy, la India, y en el caso mío, China. (Gallagher también respaldó la opinión de que "las naciones dotadas de armas nucleares [deberían adoptar] políticas inequívocas de no usar armas primero", pero no fue un enfoque principal de su ensayo de la primera ronda). Gopalaswamy y yo tenemos otro punto en común: Él escribió extensamente en la primera ronda sobre las preocupaciones en Washington de que Pekín podría retar el poderío espacial de EE.UU, mientras que yo señalé la importancia de garantizar los derechos espaciales de los recién llegados (es decir, garantizar que el poder espacial dominante no infrinja los derechos de los demás). ¿Será coincidencia que los autores que representan a China y la India consideran que la política de primer uso y el dominio de EE.UU en el espacio es una parte integral del debate de las armas antisatélite? No, en lo absoluto. Los recién llegados al espacio naturalmente tendrán las mismas preocupaciones y preferencias políticas que diferirán de aquellas de la potencia dominante.

Considerar las preocupaciones de los recién llegados al espacio es, por ende, una cuestión clave para los Estados Unidos y la comunidad internacional en general. Dos temas son vitales si las naciones van a gozar de una relación espacial saludable, estable y cooperativa. Primero, el espacio debe permanecer abierto. Como lo señaló Gallagher en la primera ronda, se considera que el espacio "está a disposición de todos los estados conforme al derecho internacional" y debe permanecer de ese modo. Cualquier intento de monopolizar el espacio en pro de los intereses de una nación sería contraproducente. Segundo, deben establecer leyes y reglamentos para garantizar el comportamiento adecuado de las naciones en el espacio ultraterrestre.

China está dispuesta a cumplir con las reglas y los reglamentos de derecho internacional, mientras que sean justas y equitativas. Sin embargo, Pekín considera injusta la presión ejercida en China con relación a las armas antisatélite. Desde la perspectiva de China, las armas antisatélite son solo uno de varios tipos de armas espaciales. Efectivamente, China (y otras naciones) ha propuesto desde hace tiempo un tratado que prohíba todas las armas en el espacio. Estados Unidos no ha demostrado ninguna disposición para entablar una dialogo por dichas propuestas. ¿Sin embargo, por qué debería aceptar China la idea de que las armas antisatélite son más peligrosas que otras armas espaciales?

Un terreno común. En el espacio, como concuerdan mis dos colegas de la mesa redonda, Estados Unidos goza de obvias ventajas. Mientras tanto, China, está volviéndose una potencia en ascenso, aunque no significa necesariamente que Pekín intentara competir con Washington en el espacio. China cuenta con varias razones para participar en actividades espaciales, para fomentar el desarrollo económico, estimular los avances en ciencia y tecnología y, por supuesto, robustecer la seguridad nacional. Nada de esto significa que China deba intentar volverse el número uno en el espacio. Y aunque China pudiera ganarle a Estados Unidos en la competencia, ¿de qué serviría? Si "ganar" no diera cabida a la paz, seguridad y desarrollo del pueblo chino, no serviría de nada. Por lo tanto, ver el programa espacial chino únicamente en términos de seguridad y militares limitaría nuestra perspectiva. Exagerar el peligro asociado con el programa espacial de China solo genera problemas. En vez, la comunidad internacional debería buscar un terreno común y vías para colaborar en el espacio.

Por último, la primera ronda sugiere que China debe exponerle más abiertamente al mundo sus estrategias espaciales, nucleares y de defensa. El gobierno chino se ha esforzado arduamente en comprobar que sus intenciones son pacíficas y cooperativas, pero parece que estos esfuerzos no han dado frutos. Por lo tanto, China debe ser más transparente para ayudar a desvanecer las preocupaciones de la comunidad internacional.

 


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