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By Pablo Cristini (ES), February 28, 2013
Tal y como lo han establecido hasta ahora los ensayos publicados en esta Mesa Redonda, la conversión a uranio poco enriquecido (LEU) en los reactores de investigación y en las instalaciones para la producción de radioisótopos de fisión puede conllevar una serie de obstáculos. Algunos retos son meramente técnicos, algunos financieros y otros, como suele ocurrir con los isótopos médicos, están relacionados con la seguridad y con los reglamentos médicos.
La experiencia ha demostrado que los obstáculos técnicos de la conversión en las instalaciones de producción de molibdeno 99, por lo general, pueden ser superados. Las instalaciones que usan blancos a base de uranio altamente enriquecido (HEU) con frecuencia tienen a su alcance expertos independientes para desarrollar métodos de procesamiento a base de LEU o para ayudar a adaptar sus procesos existentes de HEU. Cuando hace falta más peritaje, los proyectos tales como la Iniciativa para la Reducción de la Amenaza Global, pueden proporcionar asistencia que permite proceder con la conversión.
En algunos casos, los retos financieros son mayores que los técnicos. Estos obstáculos pueden superarse mejor cuando cada accionista en la cadena de abastecimiento de radioisótopos de fisión llega a creer que la conversión es de suma importancia para la seguridad global. Pero convencer a todos de esto puede ser difícil, ya que la cadena de abastecimiento contiene varios eslabones: los fabricantes de blancos de uranio, los reactores de investigación, los procesadores de molibdeno 99, los fabricantes y distribuidores de generadores de tecnecio 99 y los centros de medicina nuclear. Pero parece que la manera más satisfactoria para financiar el costo de la conversión es adquirir la cooperación de todos los accionistas, al igual que la del gobierno local y de las iniciativas internacionales de minimización.
El primer ensayo de Alexandr Vurim en esta Mesa Redonda describe una situación en la cual la reglamentación es esencial para el éxito del proceso de conversión en reactores de investigación. Efectivamente, la reglamentación desempeña un papel importante en muchos de los escenarios de conversión. Conseguir la aprobación reglamentaria para la conversión de LEU puede tardar mucho tiempo (y puede tardar aún más en nuevas instalaciones). Además, en parte por motivos de reglamentación, las instalaciones que llevan a cabo la conversión, tal vez tendrían que dejar en pie el proceso simultáneo de producción por bastante tiempo: el proceso existente de HEU para producir radioisótopos médicos hasta que la conversión sea completada, y el proceso de LEU que, a medida que se va perfeccionando, vaya dando un ejemplo a las autoridades reglamentarias.
Hasta ahora he analizado mayormente las instalaciones que ya están operando. Pero creo que lógicamente es deseable que los recién llegados a la producción de radioisótopos de fisión usen blancos de LEU desde un principio, aún si el HEU se produce localmente. Algunos nuevos productores podrán desarrollar métodos de procesamiento a base de LEU por su propia cuenta, o podrían basarse en un proyecto del Organismo Internacional de Energía Atómica conocido como la Producción Autóctona de [Molibdeno 99] a Pequeña Escala Utilizando Blancos de LEU o la Activación de Neutrones, el cual ha sido muy útil para países emprendiendo la producción a pequeña escala de molibdeno 99. De la misma manera, las naciones podrían importar tecnología de LEU directamente de un país como Argentina, como lo han hecho Australia y Egipto
Definir el límite. Mi colega Charles Pianiplanteó subir el límite entre uranio poco y altamente enriquecido a algo más de un 20 % de uranio 235, y sugirió que un 30 % podría ser una línea divisoria más razonable. Otros han planteado el mismo problema, después de todo, los límites son por lo general algo arbitrarios. Y desde el punto de vista de algunos reactores de investigación, los factores económicos favorecerían un límite más alto al 20 %.
Creo, sin embargo, que un límite de 20 por ciento tiene sentido. En efecto, Alexander Glaser, profesor de la Universidad de Princeton y miembro de la Junta de Ciencias y Seguridad del Boletín, ha argumentado que la definición existente representa un buen compromiso para los imperativos competidores de no proliferación. Es decir, cuando los reactores de investigación utilizan uranio altamente enriquecido, los riesgos de proliferación a base de uranio aumentan, en el sentido de que el desvío o el hurto representarían una preocupación mayor para la seguridad, pero cuando las instalaciones utilizan uranio poco enriquecido, los riesgos de proliferación a base de plutonio aumentan (mayores cantidades de plutonio son producidas cuando el uranio poco enriquecido es irradiado). Suelo concordar con Glaser en que el límite existente “representa una opción razonable y hasta óptima para la meta de conversión en reactores de investigación” y añadiría, para la producción de radioisótopos de fisión.
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