La naturaleza de las crisis es diferente, pero las necesidades de Washington siguen siendo las mismas

By Jayita Sarkar: ES, October 13, 2016

El 18 de septiembre comenzó una nueva crisis en Asia Meridional, cuando militantes armados atacaron una base militar india en Cachemira bajo control de ese país, matando a 18 soldados. Los funcionarios de Nueva Delhi expresaron rápidamente sus sospechas sobre la participación de Islamabad. Estalló una guerra de palabras. India sopesó sus opciones estratégicas, y el ministro de defensa de Pakistán dijo que Islamabad no dudaría en usar armas nucleares tácticas si su seguridad se viera amenazada. Por supuesto, ambas partes solicitaron la intervención de EE. UU. en la crisis. Nueva Delhi pidió que se impusieran sanciones económicas a Islamabad por su apoyo al terrorismo, e Islamabad solicitó el resarcimiento por las violaciones de los derechos humanos en Cachemira bajo control indio.

Esta nueva crisis se desencadenó luego de que esta mesa redonda comenzara a publicarse. No obstante, un tema clave en la Primera Ronda fue el nivel adecuado de participación estadounidense en las crisis de Asia Meridional. Rabia Akhtar sostuvo que India y Pakistán deben aprender a solucionar las crisis por sí mismos, en lugar de depender de la «sobreprotección estratégica de una potencia ajena a la región».Mario Carranza escribió que es fundamental que Estados Unidos se involucre en Asia Meridional, y de hecho llamó a que aumentara su participación. Mis opiniones siguen la línea de las de Carranza. Si queremos la estabilidad en una región en la que las relaciones entre dos rivales con armas nucleares, siendo uno de ellos un Estado fragmentado, se ven complicadas por actores no estatales violentos, es fundamental que Estados Unidos siga estando implicado.

No solo reaccionar. En muchos sentidos, la crisis actual en el subcontinente se asemeja a crisis anteriores. Sin embargo, se diferencia de las demás en dos aspectos fundamentales.

En primer lugar, la crisis actual se produce en un momento en que están cambiando las prioridades de Washington en Asia. Parecería que podría desarmarse el apoyo que Washington presta a Pakistán como aliado en su «guerra contra el terrorismo». Un proyecto de ley que actualmente está en consideración del Congreso de Estados Unidos catalogaría a Pakistán de Estado patrocinador del terrorismo. A principios de agosto, el Pentágono anunció que retendría 300 millones de dólares estadounidenses de ayuda militar a Pakistán debido al fracaso de Islamabad para actuar contra los militantes que operan en Afganistán. En el pasado, a pesar de las dudas sobre el Gobierno pakistaní, Washington por lo general prestó apoyo a Islamabad porque necesitaba la ayuda de Pakistán como aliado, tanto en la Guerra Fría como durante la «guerra contra el terrorismo». Ahora Washington parecería deseoso de abandonar este camino y establecer un nuevo eje estratégico en Asia, según el cual Estados Unidos, India, Japón y Corea del Sur se opondrían a Rusia, China, Pakistán y Corea del Norte.

En segundo lugar, cada vez parece más probable que se utilicen efectivamente armas nucleares en una crisis en Asia Meridional. Pakistán confía profundamente en la «teoría del loco», la técnica de Richard Nixon para intimidar a un adversario a fin de lograr su aquiescencia pareciendo deliberadamente irracional. Para Islamabad la teoría del loco ha resultado útil, en primer lugar para protegerse contra un ataque militar convencional de India -la reciente declaración del ministro de defensa pakistaní sobre el uso de armas nucleares tácticas no fue la primera afirmación de este tipo por parte de Islamabad- y para obtener concesiones de Estados Unidos. Sin dudas, la gran cantidad de dinero que India destina a defensa contribuye a la tensa situación. Es más, Nueva Delhi ya no es una «potencia reactiva», como la catalogaron una vez muchos expertos. En los últimos años, India ha aumentado su apoyo a grupos partidarios de la independencia en la provincia pakistaní de Balochistán, con la esperanza de sacudir a Islamabad, de la misma forma que Pakistán espera sacudir a India prestando apoyo a grupos separatistas en Cachemira bajo el control indio.

Aun así, aunque se habla mucho sobre la doctrina militar india de arranque en frío, la capacidad operativa de Nueva Delhi para llevar a cabo el tipo de ataque previsto en la misma no se ha demostrado todavía. A su vez, en cualquier caso, Nueva Delhi valora demasiado su estatus internacional de «potencia responsable» como para echar por la borda esta reputación en una ofensiva militar unilateral contra Islamabad. En cambio, un Pakistán fracturado y acorralado diplomáticamente podría comenzar una guerra nuclear con suma facilidad.

En la Primera Ronda expuse las razones por las que la estabilidad nuclear es tan precaria en Asia Meridional: los crecientes suministros de materiales fisibles, la escasa seguridad nuclear, etc. Una de las medidas que propuse para reducir las tensiones es que ambas partes adhieran, de una u otra forma, al Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares. Sin embargo, dada la situación estratégica en el subcontinente, sin mencionar la crisis actual, es poco probable que pueda adoptarse una prohibición bilateral de los ensayos nucleares. Quizás sea posible llegar en su lugar a un acuerdo bilateral de renuncia al primer uso. De ser así, podría ponerse fin a la situación actual, en la que con cada nuevo ataque subnacional se corre el riesgo de un conflicto nuclear. No obstante, este tipo de acuerdo no se materializará si la comunidad internacional no hace un esfuerzo. Por supuesto, es Estados Unidos quien debe liderarlo.

 



Topics: Nuclear Weapons

 

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