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By Bharat Karnad: ES, July 25, 2014
Hace casi 300 años, en su obra Los Viajes de Gulliver, Jonathan Swift satirizó a los intelectuales, científicos, técnicos y pensadores de su era, junto con sus intereses oscuros y esotéricos. En la fantástica Academia de Lagado, el Gulliver de Swift descubrió un lugar donde las eminencias buscaban destilar rayos del sol de los pepinos, criar corderos que no produjeran lana y sembrar la tierra con cascarilla en lugar de grano. Gulliver también encontró un arquitecto que buscaba construir casas "que empezaban desde el techo y se construían hacia los cimientos". Los esfuerzos del arquitecto se asemejan a los esfuerzos de los estados no nucleares para establecer un tratado que prohíba las armas nucleares.
Las seis potencias nucleares —Estados Unidos, Rusia, China, Francia, Reino Unido y la India— están entre los diez primeros países por producto interno bruto. Juntas, estas naciones representan cerca del 45 por ciento de la actividad económica global. ¿Será posible creer que las seis naciones más poderosas, desde una perspectiva económica y militar —naciones que gozan de un extremo poder coercitivo— se verán en problemas si países sin mucha influencia global entran en un tratado que declare ilegales las armas nucleares? ¿Especialmente cuando Corea del Norte y Pakistán —las naciones nucleares más impredecibles, socialmente frágiles, y políticamente inestables— proporcionan razones convincentes para que las seis mantengan, aumenten y modernicen sus fuerzas nucleares?
En una edad llena de incertidumbre, las iniciativas de desarme tienden a causar poco efecto. La Segunda Conferencia del Impacto Humanitario de las Armas Nucleares, llevada a cabo en México en febrero apenas apareció en las noticias. La demanda legal de las Islas Marshall en contra de las naciones nucleares ante la Corte Internacional de Justicia se vio como una mera curiosidad, algo de interés solo para los expertos en desarme y la no proliferación. Cualquier tratado que prohíba las armas nucleares sería ignorado de igual manera. Iría en contra del sistema internacional, un sistema basado en las políticas de poder, uno en donde el peso económico y el poderío militar podrían hacer lo correcto.
Adicionalmente, muchas naciones que podrían favorecer un tratado que prohíba las armas nucleares, entre ellas países escandinavos y algunos de los "tigres" del Este y Sureste Asiatico, dependen para su seguridad del mismo poderío nuclear estadounidense que un tratado buscaría erradicar. Estas naciones, por lo tanto, obtienen poca credibilidad al momento de establecer un tratado; sin embargo, si estas naciones fueran excluidas de la iniciativa del tratado, este tendría incluso menos importancia de la que tiene ahora.
Las amenazas de sanciones tecnológicas y económicas —no los argumentos morales— obligan a las naciones a aceptar las normas de desarme y no proliferación. Por lo tanto, son las naciones más poderosas —aquellas reconocidas como naciones nucleares en el Tratado de No Proliferación (TNP)— las que han ejecutado las restricciones del tratado. Irán se ha visto obligado a comprometer su programa nuclear, a detenerse antes de llegar al umbral de arsenal, debido a que naciones poderosas como Estados Unidos han impuesto sanciones y ejecutado las palancas disponibles bajo el régimen global de la no proliferación. (También es pertinente el hecho de que Irán, al contrario de la Corea del Norte de Kim Jong-un, quiere ser parte de la comunidad internacional.)
Si un tratado que prohibiera las armas nucleares fuese establecido, ¿qué obligaría a que las naciones nucleares obedecieran? Solo la persuasión moral. Esto podría haber tenido alguna relevancia en los primeros años de la Guerra Fría, cuando el Primer Ministro indio Jawaharlal Nehru sabiamente usó el tema del desarme para poner las superpotencias a la defensiva moral y como una cubierta política para sus propias ambiciones nucleares "de doble faz". Pero los argumentos morales no tienen mucho significado hoy en día. Por lo tanto vemos a Japón, desde hace tiempo en la vanguardia del desarme, reinterpretando su "constitución de la paz" para que el ejercito pueda desempeñar un rol más amplio. Dependiendo del calculo estratégico de Japón y de las acciones de la rival China, Japón podría incluso tomar la decisión de adquirir armas nucleares. Por lo tanto, los cálculos estratégicos de una nación son moldeados solo hasta cierto punto por las nociones del bien universal.
Una mejor idea. Los cimientos para llegar a un "cero global" serán colocados, y los pilares para un desarme estructurado erigidos, solamente cuando los Estados Unidos y Rusia, bajo un régimen internacionalmente verificable, se deshagan de sus arsenales nucleares a un paso mucho más rápido que el presente. Pero hay algo más que las naciones nucleares pueden hacer hoy en día para acercarse a la línea de salida del desarme: establecer una convención, como la propugnada por la India, que prohíba el primer uso de las armas nucleares. La mayoría de las naciones nucleares no perderían nada al aceptar esta convención, ya que ya afirman que son racionales y razonables y desaprueban el primer uso de las armas nucleares, ya sea por completo o fuera de circunstancias extremas.
La doctrina nuclear de Pakistán no tiene provisión alguna en contra del primer uso de las armas nucleares. Y Corea del Norte, aunque ha derogado una ley que contiene lenguaje que se aproxima a prohibir el primer uso de armas nucleares, incurre en ciertos comportamientos y retórica que tienden a debilitar cualquier garantía de no usar primero las armas nucleares. Pero incluso se podría esperar de naciones que ostentan una política del primer uso para asustar a otros países al supuestamente amenazar su existencia misma que firmen la convención en contra del primer uso, siempre y cuando las seis potencias principales se unan primero.
El establecer dicha convención ayudaría a construir confianza en la viabilidad de los esfuerzos hacia un desarme completo. Por otro lado, la historia del armamento sugiere que las naciones se desharán de sus arsenales nucleares solo cuando haya algo más letal para reemplazarlos. Mientras tanto, un tratado que prohíba las armas nucleares constituiría apenas una acción simbólica vacía: un ejercicio hueco llevado a cabo por estados más pequeños que buscan, quizá, emparejar la arena de juego internacional. Sería tan solo un pinchazo en la conciencia, no mucho más.
Topics: Nuclear Weapons
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