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La valoración del tratado de prohibición desde Ucrania

By Polina Sinovets: ES, January 31, 2017

Cuando en octubre la Primera Comisión de la ONU votó a favor de iniciar las reuniones en las que se negociaría un tratado de prohibición de las armas nucleares, cabía esperar que un país como Ucrania votara a favor. Después de todo, al final de la Guerra Fría Ucrania había heredado de la Unión Soviética el tercer arsenal de armas nucleares más grande del mundo, pero Kiev renunció a ellas. Ucrania también adhirió al Tratado sobre la no proliferación de las armas nucleares (TNP) como Estado sin armas nucleares, y continúa siendo un miembro del tratado con buena reputación. Es más, Ucrania se ve amenazada por el este por una de las dos potencias nucleares más importantes del mundo, y no se beneficia de la capacidad de disuasión nuclear de la otra. Así pues, Ucrania votó a favor de prohibir la bomba, ¿correcto?

Falso. Bastante más de 100 naciones votaron a favor del tratado de prohibición. 38 votaron en contra, la mayoría Estados con armas nucleares, además de naciones de la UE y la OTAN aliadas con Estados Unidos. 16 se abstuvieron. Entretanto, Ucrania no emitió ningún voto, lo que puede considerarse una forma suave de abstención.

¿Ucrania renunció, entonces, al desarme? ¿Tiene Kiev intenciones de adquirir su propia fuerza disuasiva nuclear? ¿Ucrania ha perdido la fe en los acuerdos internacionales?

En 1994, cuando Ucrania renunció a sus armas nucleares, Rusia, Estados Unidos y otras potencias firmaron el memorándum de Budapest, un acuerdo que se suponía protegería a Ucrania de ataques nucleares (un punto sobre el que Rusia con frecuencia hizo hincapié) y salvaguardaría también su integridad territorial (punto sobre el que Rusia no hizo hincapié). Desde los acontecimientos ocurridos en 2014, cuando Rusia anexó a Crimea y comenzó la guerra en la región de Donbás, al este de Ucrania, el memorándum de Budapest ha pasado a tener poca utilidad. Estos acontecimientos marcaron un antes y un después en las actitudes de Ucrania en relación con el poder de los acuerdos internacionales.

Hasta 2014 Ucrania creía que el memorándum de Budapest constituía una fuerte garantía de seguridad. La doctrina militar de Ucrania de 2012 sostenía que la disuasión era un asunto del «Consejo de Seguridad de la ONU y…los Estados garantes de la seguridad de Ucrania de conformidad con el memorándum de Budapest». No obstante, en 2015 el discurso del presidente ucraniano en el parlamento sonó completamente diferente; este mencionó que la experiencia de Ucrania «hizo evidente que la renuncia al estatus nuclear en un acuerdo internacional…en realidad no otorga ninguna garantía verdadera de seguridad». De hecho, el país que atacóa Ucrania en 2014 estaba entre los garantes de la seguridad de Kiev en virtud del memorándum de Budapest, y no solo eso, Rusia lanzó amenazas nucleares para evitar que otras naciones ofrecieran a Ucrania apoyo militar.

¿Así que Ucrania ha perdido la fe en la opción no nuclear y la reemplazó por la fe en la disuasión nuclear? Algunas pruebas apuntan en esa dirección. En2014 se presentó en el Parlamento ucraniano un proyecto de ley para denunciar el TNP; otro proyecto de ley habría llevado a Ucrania a desarrollar armas nucleares. También en 2014 una encuesta de opinión pública mostró que el 49 por ciento de los encuestados creía que Ucrania debería recuperar su condición de Estado con armas nucleares.

Aun así, a los expertos ucranianos no les preocupa seriamente que la nación se convierta en poseedora de armas nucleares. Esto se debe, en parte, a que, incluso entre los integrantes del público general que piensan que Kiev debería desarrollar armas nucleares, solo un pequeño porcentaje considera que realmente lo hará. No obstante, en la actualidad puede percibirse en Ucrania cierto escepticismo sobre el desarme, por ejemplo al aumentar las aspiraciones para integrar la OTAN. Así, el porcentaje de los ucranianos a favor de la membresía en la OTAN aumentó a un 78 por ciento en 2016, del 15 por ciento existente tres años atrás. Los ucranianos tienden a considerar la capacidad de disuasión ampliada de la OTAN como bastante plausible. Por supuesto, Ucrania no integra la OTAN, y no puede beneficiarse de las disposiciones del Artículo V sobre defensa colectiva de la organización (aunque el Gobierno ha proclamado oficialmente su intención política de convertirse en miembro de la OTAN).

La abstención de Kiev en relación con el tratado de prohibición de las armas nucleares puede considerarse una expresión de solidaridad con el paraguas nuclear de EE. UU, solidaridad que también demostraron la mayoría de las naciones de la OTAN. Para Ucrania la disuasión ampliada de Estados Unidos representa una ilusión que aún no se ha roto, a diferencia del memorándum de Budapest. Con su abstención, es posible que Ucrania haya querido también recordarle al mundo que la disuasión ampliada funciona como un incentivo para la no proliferación. Es cierto que esta forma de pensar proviene de una suerte de paradigma neorrealista, lo que quizás es lamentable, pero los hechos ocurridos en 2014 demuestran que es bastante difícil evitar este tipo de visión del mundo cuando tu vecino la practica activamente.

Ucrania puede haberse abstenido del tratado de prohibición, pero uno de sus objetivos políticos es redactar un tratado global que ofrezca garantías de que los Estados con armas nucleares no las utilicen contra los Estados que no las poseen. Estas garantías deben proporcionarse dentro del marco del TNP, un mecanismo que ha demostrado ser relativamente eficaz desde 1968. El tratado no funciona a la perfección, pero por lo general defiende los valores e intereses de los Estados miembros en relación con la energía nuclear, la seguridad global y la disuasión ampliada. ¿Se puede mejorar? Sí, pero quizás es precisamente por eso que Ucrania desea redactar un tratado sobre garantías de seguridad dentro de la estructura del TNP.

Por otro lado, es probable que un tratado de prohibición exista fuera de la estructura del TNP. Con 38 naciones que votaron en contra del tratado propuesto, parece claro que el mundo todavía no está preparado para una prohibición completa de las armas nucleares. Aun cuando todos los países puedan estar a favor de evitar las guerras mundiales destructivas, dos bandos independientes ven a la lucha por la paz global desde dos ángulos diferentes.

A pesar de sus fallos, el TNP toma en cuenta los dos puntos de vista; el tratado propuesto no podría hacerlo. Algunos Estados prohibirían las armas nucleares, otros no. El tratado se parecería al Pacto Briand-Kellogg, un acuerdo celebrado en 1928 para prohibir la guerra, con el que todos estuvieron de acuerdo pero que nadie tomó en serio. Por otro lado, el nuevo tratado podría llegar a tener un poder real, y quitarle las credenciales al TNP. Ahora bien, si resulta que el nuevo tratado es más moral y menos desigual que el TNP, ¿el último tratado podrá hacer frente a sus desafíos o se desgastará gradualmente? Si se desgasta, ¿cuál será la respuesta de las naciones que consideran a las armas nucleares como una cuestión de orgullo nacional, grandeza y soberanía? ¿Cómo responderán las naciones temerosas de los ataques de vecinos poderosos? ¿No creará el nuevo tratado una verdadera pesadilla hobbesiana en la que todos peleen contra todos, usando todas las armas posibles? ¿Qué sucede cuando se abandonan las viejas reglas, pero varias docenas de Estados no aceptan las nuevas?

Si el nuevo tratado no logra abolir las armas nucleares y debilita al TNP, sin reemplazarlo eficazmente, el orden nuclear global podría enfrentarse a grandes peligros.

 



Topics: Nuclear Weapons

 

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