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By Eugene Miasnikov: ES, January 14, 2015
La mayoría de los estados con armas nucleares, incluyendo a Estados Unidos y Rusia, han declarado en varias ocasiones su compromiso en deshacerse de las armas nucleares. Pero ningún estado con armas nucleares se sentirá listo para abandonar sus capacidades nucleares a menos que todas las otras naciones hagan lo mismo. Por lo tanto, las armas nucleares, probablemente permanecerán en los arsenales militares por largo tiempo y las armas nucleares continuarán siendo renovadas. Pero, incluso si uno acepta como inevitable la modernización de los arsenales nucleares, ¿se podrá hacer de tal manera que a la larga no interfiera con la reducción de armas nucleares y con el desarme por completo?
La historia de las negociaciones de control de armas ruso-estadounidense dan muchos ejemplos de modernizaciones nucleares que no crearon obstáculo alguno para las reducciones y, de hecho, fueron condiciones para los recortes. En particular, la aprobación dada por el Senado de los Estados Unidos para New START en 2010 fue condicionada con un financiamiento acelerado para la modernización del complejo de armas nucleares estadounidenses y con la garantía de la modernización de los sistemas de entrega. La lógica en tal cálculo es bastante clara: las reducciones de arsenales no deben crear una apariencia de una seguridad debilitada. Si las fuerzas nucleares son reducidas en términos numéricos, surge la necesidad de aumentar la eficiencia y nivel de supervivencia de las fuerzas restantes.
En cualquier caso, la historia nos demuestra que los estados armados con armas nucleares constantemente modernizan sus armas nucleares. Pero, los factores que motivan la modernización y la importancia relativa de esos factores, han cambiado. En la relación ruso-estadounidense, la modernización ha sido impulsada por cuatro factores: primero, el surgimiento de nuevas tecnologías que convierten las armas nucleares en más eficientes y les permiten ser guardadas de formas mas seguras; segundo, el desarrollo de tecnologías disruptivas de algún adversario, tales como las defensas aéreas y de misiles, contiendas submarinas, y armas ofensivas de alta precisión y de largo alcance; tercero, un deseo de ampliar las capacidades funcionales de los sistemas de entrega diseñados original y exclusivamente para misiones nucleares; y cuarto, la vida útil limitada de los sistemas existentes.
Las condiciones para la carrera armamentista en la Guerra Fría fueron creadas por los primeros dos factores: el surgimiento de nuevas tecnologías que hacían las armas nucleares más eficientes y, especialmente, el desarrollo de tecnologías disruptivas. Los misiles de balística y de crucero, al igual que bombarderos pesados supersónicos fueron una respuesta al desarrollo de las defensas aéreas, mientras que los submarinos nucleares y misiles con alcance intercontinental lanzados desde submarinos respondían a la evolución de la estrategia de contienda antisubmarina. El impacto de la defensa de misiles balísticos durante la Guerra Fría es de alguna manera cuestionable; la efectividad de las tecnologías de defensas de misiles balísticos era algo limitada en aquellos días. Aun así, uno no puede excluir la posibilidad de que el Tratado de Misiles Anti-Balísticos haya desempeñado una función importante al limitar estas tecnologías. ¿Y quién sabe que tan diferente podría haber sido la evolución de las armas estratégicas si las partes hubieran acordado limitar las tecnologías disruptivas tales como las defensas aéreas y la estrategia de contienda submarina? Lo que es cierto es que, durante la Guerra Fría, la modernización cualitativa de las armas nucleares avanzó tan rápidamente que los nuevos sistemas surgieron mucho antes de que la vida útil de los viejos sistemas se consumiera.
El fin de la Guerra Fría trajo consigo cambios en la balanza de factores que afectaban las decisiones de modernización. Aunque ciertos programas estratégicos de Estados Unidos seguían en los inicios de 1990 debido a la inercia (un ascenso gradual, por ejemplo, en nuevos submarinos con misiles de balística impulsados nuclearmente), se llegó a un consenso gradual en los Estados Unidos de que el arsenal nuclear de la nación era demasiado grande y había perdido mucho de su valor en el nuevo ambiente geopolítico. El principal factor de motivación para la modernización estadounidense se convirtió en el deseo de hacer más "usables" los sistemas de entrega estratégica. El esfuerzo empezó al equipar bombarderos pesados con armas convencionales de alta precisión y cambiándolos a roles no nucleares. Los misiles de crucero de larga distancia, aéreos y marinos, también fueron equipados con ojivas convencionales. Otro desarrollo de esta índole fue la aparición del programa Prompt Global Strike, el cual comenzó como plan para remplazar las ojivas nucleares en los misiles balísticos con ojivas convencionales.
Estados Unidos ha estado modernizando sus sistemas de entrega continuamente por dos décadas. Pero estos sistemas de entrega están acercándose al fin de su vida útil planeada, y el potencial para mas modernizaciones es limitada. Por otro lado, los avances acumulados de tecnología están incentivando a los Estados Unidos a construir una nueva generación de sistemas de entrega.
En Rusia, por casi dos décadas, los programas de modernización han sufrido de una falta de financiamiento constante. La vida útil de los misiles heredados de la Unión Soviética ha sido alargada por factores de dos a tres. Efectivamente, los programas ambiciosos de Rusia de desplegar nuevos sistemas de entrega —los cuales absorberán la mayor parte de un plan de rearmamento mayor que, hasta el 2020, costará 20 trillones de rublos— pueden ser explicados primero que nada por la imposibilidad de ampliar indefinidamente la vida útil de las armas existentes. Pero, existe un segundo factor que ha jugado un rol en las decisiones de Rusia para desarrollar nuevos sistemas de entrega. Específicamente, la amenaza de los despliegues de misiles balísticos estadounidenses en Europa, junto con el desarrollo de armas convencionales estratégicas estadounidenses, han sido argumentos fuertes a favor de desarrollar nuevos misiles pesados y sistemas ferroviarios móviles. (Sin embargo, no es claro como evolucionarán estos programas si la situación económica de Rusia sigue deteriorándose).
Apreciaciones divergentes. Ya sea en Estados Unidos o en la Unión Soviética (y posteriormente Rusia), las reducciones nucleares fueron posibles en el final de los ochenta y los inicios de los noventa porque ambos bandos se dieron cuenta que los arsenales acumulados eran excesivamente grandes y la carrera armamentista no tenía sentido. Desde entonces, los arsenales en ambos lados han disminuido progresivamente. Los programas de modernización probablemente no reversen esta tendencia, a pesar del deterioro de relaciones ruso-estadounidenses en los últimos años. Pero las dos naciones ya no perciben incentivos similares donde se toma en cuenta futuros recortes.
En Estados Unidos, mucha gente aún reconoce que el arsenal de Estados Unidos es demasiado grande. El presidente Obama, por ejemplo, anunció en un discurso en 2013 en Berlín que "buscaría más recortes negociados con Rusia para avanzar más allá de las posturas nucleares de la Guerra Fría." Esta propuesta parece tener un objetivo fuerte y pragmático: reducir los costos de futuras modernizaciones al reducir fuerzas excesivas. En Rusia, sin embargo, un número de tendencias actuales no incentivan opiniones similares. En particular, muchos rusos perciben al desarrollo de defensas de misiles balísticos estadounidenses y municiones guiadas con precisión como nuevas amenazas que requieren una respuesta. A menudo, estas percepciones son influenciadas demasiado por las emociones. No obstante, los recursos financieros e industriales rusos son limitados. Moscú no tiene la capacidad de influenciar el desarrollo cualitativo de armas estadounidenses. En tal situación, más desarrollos estadounidenses de defensas de misiles y municiones guiadas con precisión hacen que Rusia se interese menos en buscar un proceso de negociación bilateral y se incline más hacia reducir la transparencia de su arsenal nuclear.
En el mejor de los casos, los programas de modernización de Estados Unidos tendrán un pequeño impacto negativo en las relaciones bilaterales. En el peor de los casos, se convertirán en un irritante más en una ya compleja relación. Pero es poco probable que las negociaciones bilaterales hacia más reducciones puedan empezar a menos que la relación ruso-estadounidense mejore radicalmente.
Aun cuando los prerrequisitos sean alcanzados para un dialogo futuro en la reducción de armas nucleares, las defensas de misiles balísticos y armas estratégicas convencionales seguirán siendo un obstáculo crucial. Por lo tanto, es importante que Estados Unidos limite el desarrollo de dichas armas, o que dirija su desarrollo de tal manera que otros estados no tengan que preocuparse de la supervivencia de los arsenales nucleares más pequeños que resultarían de las reducciones de armas acordadas.
Topics: Nuclear Weapons
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