Mucho ruido y pocas nueces

By Bharath Gopalaswamy: ES, June 4, 2015

El ensayo antisatélite de China en 2007 provocó un gran debate entre los diseñadores de políticas en Estados Unidos en cuanto a la eventual vulnerabilidad de los bienes espaciales en EE.UU. Muchos académicos y analistas creen que, en la última década, China ha estado invirtiendo paulatina, pero continuamente, en una amplia gama de capacidades contraespaciales que efectivamente serían una amenaza para los Estados Unidos y sus aliados. Dos asuntos son el centro de preocupación.

Primero, las capacidades contraespaciales chinas algún día podrían desafiar el comando estadounidense de las tierras comunes, en particular en la zona espacial. Esta es una consideración vital con respecto a las operaciones militares convencionales de Washington porque los bienes espaciales le brindan a Estados Unidos enormes ventajas en vigilancia militar y en otras áreas. Segundo, algunas capacidades contraespaciales ponen en peligro los bienes que son importantes para la postura nuclear de "alerta de lanzamiento al recibir el aviso" de Washington. El ataque en dichos bienes podría llevar  a una guerra nuclear accidental. Algo relacionado al tema es que a algunos les preocupa que las inversiones de Pekín en tecnologías contraespaciales podrían provocar una carrera armamentística regional, en particular porque Delhi podría invertir en dichas capacidades, aumentando el riesgo de un intercambio accidental nuclear entre la India y China.

Posturas y motivaciones. El sector militar de EE.UU. goza de ventajas cualitativas significativas sobre los rivales potenciales debido al apoyo brindado por las plataformas espaciales. Una amplia gama de imágenes satelitales, por ejemplo, mejora significativamente las capacidades de vigilancia de EE.UU. Los dispositivos globales de posicionamiento satelital ayudan a las fuerzas de EE.UU. a guiar sus armas con una exactitud sin precedentes. Los satélites de comunicación ayudan a controlar el flujo de información. Como resultado, las fuerzas militares de EE.UU. tienen la posibilidad de proyectar su fuerza expedicionaria. Pueden operar en diferentes ámbitos, utilizando tanto doctrinas, como equipo sofisticado que dependen de satélites para la vigilancia avanzada, reconocimiento, comunicación, navegación y datos de cronología.

Sin embargo, los bienes espaciales de EE.UU también serían eventuales debilidades, en especial para las capacidades contraespaciales chinas. Varias evaluaciones que se basaron en datos disponibles al público sugieren que, a pesar del aumento en las inversiones chinas en las tecnologías contraespaciales, Washington aún goza de una ventaja tremenda en las operaciones convencionales realizadas con la ayuda de los bienes espaciales. Aun así, China se muestra renuente en participar cabalmente en un orden mundial que se rige por reglas que Washington formuló después de la Segunda Guerra Mundial, y esta es la preocupación clave de los diseñadores políticos de EE.UU. A ellos les preocupa que China demuestre una conducta impredecible, y efectivamente, ese carácter impredecible fue manifestado con el ensayo de armas antisatélite que China llevó a cabo en 2007, y en otros ensayos en el espacio ultraterrestre desde ese entonces.

Una segunda preocupación para los diseñadores de políticas de EE.UU. es que las capacidades contraespaciales podrían provocar de manera accidental un intercambio nuclear, es decir, entre Estados Unidos y China, o entre China y la India. A varios de los diseñadores de políticas de EE.UU les preocupa que China pudiese utilizar sus capacidades contraespaciales para destruir los bienes espaciales importantes de Washington, tal como los satélites para el aviso temprano. En algunos escenarios, esto podría llevar a conclusiones incorrectas de que China habría decidido lanzar un ataque nuclear preventivo. De manera similar, las inversiones chinas e indias en estas capacidades podrían llevar a un error de cálculo en Pekín y Delhi, intensificando el conflicto a un intercambio nuclear. Pero para entender la probabilidad de dicha situación, es importante entender las motivaciones de China y la India para adquirir capacidades contraespaciales y también entender las posturas nucleares de ambos países.

Lamentablemente, las motivaciones de China, sobre las capacidades contraespaciales permanecen poco claras. ¿China estará pensando en disminuir el comando de EE.UU. de la tierra comuna para obstaculizar las capacidades operacionales de las fuerzas de EE.UU en Pacífico Occidental? ¿Pekín tiene pensado eliminar las capacidades de vigilancia nuclear de EE.UU? Estas preguntas críticas aún no tienen respuesta. Lo que es más confuso para los diseñadores de política es si China respondiera a estas cuestiones de la misma manera que Moscú durante la Guerra Fría; en esa época, la Unión Soviética y los Estados Unidos disminuyeron la presión y se garantizaron más seguridad al establecer los tratados tales como el Tratado del Espacio Ultraterrestre. Una cosa sí es segura: Las capacidades actuales contraespaciales de China son suficientes para negarle a Estados Unidos acceso al espacio, pero solo de manera temporal.

Cuando se trata de la postura nuclear, la situación es aún más clara: China no tiene pensado realizar un ataque nuclear primero. Desde 1964, cuando China realizó su primera prueba nuclear, hasta mediados de 1990, cuando las negociaciones para la Prohibición Integral de Ensayos Nucleares empezaron, la modernización del arsenal chino era a paso de tortuga. A finales de los setenta, China desarrolló una capacidad de misiles balísticos de largo alcance para poner como objetivo a los Estados Unidos Continentales, pero Pekín a penas tenía una decena de misiles. Para los chinos, hasta una proporción de ojivas de 125 a 1 a favor de Washington parecía suficiente para obtener la disuasión nuclear. Y a diferencia de Estados Unidos, que desarrolló un arsenal que incluía varios miles de ojivas y sistemas de entrega, capacidades diversas de conflicto de guerra nuclear, y redundancias generalizadas, China dejo que su arsenal fuera simple. Pekín abandonó lo técnico por lo político.

Hoy en día, todas las pruebas sugieren que China, aunque su arsenal nuclear ha crecido, no ha reflexionado fundamentalmente en su postura. Por ende, no es muy probable que China considere que las armas antisatélite sean un medio para inhabilitar los satélites de vigilancia nuclear. Y aunque China no adoptara la política de no utilizar las armas primero, los sistemas de entrega nuclear de Pekín no son particularmente exactos. Son incapaces de ejecutar un tipo de "primer ataque esplendido" que pudiera eliminar las fuerzas nucleares terrestres de EE.UU.

A pesar de las tensiones entre China y la India, la postura nuclear de Delhi ante Pekín está bastante relajada, ya que se basa en la disuasión mínima y en la estricta política de no usar primero las armas. Los administradores de seguridad nacional en India, como sus homólogos chinos, ven a las armas nucleares como herramientas políticas, y se han resistido a los esfuerzos de los planeadores militares para desechar esa misma política. India posee aproximadamente 100 ojivas nucleares, pero ninguna se acomoda a los misiles bajo condiciones normales. Los diseñadores indios de política, debido al compromiso fuerte del país hacia el no usar primero las armas, tienen pocos incentivos para desarrollar las armas antisatélite operacionales necesarias para cumplir con el ataque primero en contra de China. Tales ideas casi no figuran en el foro público indio sobre la seguridad espacial. Por el contrario, muchos de los enfoques del debate se centran alrededor de la defensa del aumento de bienes espaciales de la India en la órbita baja terrestre.

Para estar seguros, la demostración exitosa de China de una arma antisatélite impulsó un debate en la India y provocó que la Organización de Investigación de Defensa y Desarrollo empezara a hacer esfuerzos exploratorios para desarrollar capacidades de represalias y de una arma antisatélite de la India. Sin embargo, los esfuerzos de investigación de antisatélites de India, a diferencia de China, surgieron de un programa nacional de defensa de misiles, lo que sugiere que proviene mayormente de ese programa. Muchas de las tecnologías antisatelite de energía cinética coinciden con los sistemas de defensa de misiles balísticos actualmente en desarrollo en la India, en especial en las áreas de rastreo de radar y adquisición de objetivos. Las pocas pruebas disponibles al público sugieren que las autoridades indias no han establecido un programa antisatélite. Aunque Delhi lo hiciera, la tecnología de armas antisatélite no ha sido corroborada en su mayoría; no se ha hecho ni una sola prueba. En cambio, Estados Unidos realizó casi unas tres docenas de pruebas, y la ex Unión Soviética como unas dos docenas, antes de declarar que sus armas antisatélite tenían funcionamiento.

Si a Estados Unidos le preocupa que los avances chinos reduzcan su primacía espacial, las pruebas sugieren que los sistemas chinos son capaces de, por lo menos, desafiar la primacía estadounidense. Pero decir que las preocupaciones de los avances chinos e indios en las tecnologías contraespaciales provocarían un intercambio nuclear accidental es exagerado. Las capacidades contraespaciales chinas e indias no han avanzado lo suficiente para destruir los avisos tempranos de satélite de EE.UU., y a un nivel más fundamental, las posturas nucleares de la India y China siguen orientándose hacia la disuasión.

 


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