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Para la renuncia al primer uso, la universalidad o nada

By Raymund Jose G. Quilop: ES, November 1, 2016

Mi buen amigo Ta Minh Tuan alberga la esperanza de que Barack Obama adopte una política de renuncia al primer uso de las armas nucleares. Yo espero lo contrario. De hecho, recomendaría encarecidamente que Estados Unidos nunca renunciara al primer uso de las armas nucleares.

Ta reconoce algunas de las consecuencias negativas que podrían acompañar a una política de renuncia al primer uso de las armas nucleares de EE. UU. Pyongyang, escribe, podría reaccionar a una política de renuncia al primer uso al «sentirse alentado a seguir adelante, incluso con más firmeza, con su propio programa de armas nucleares», lo que implicaría un «grave peligro» y recrudecería las tensiones entre naciones como Corea del Sur, Japón, China y Rusia. Y ¿cuáles son las ventajas de una política de renuncia al primer uso? Ta sostiene que, al adoptar la renuncia al primer uso, Washington se declararía a sí misma «una potencia del statu quo en los asuntos nucleares de Asia». Sin embargo, no identifica muchas ventajas más. Para mí está claro que las pésimas consecuencias posibles de una política de renuncia al primer uso superan fácilmente a las posibilidades positivas. ¿Por qué entonces existe la esperanza de que se adopte esta política?

En el caso de Ta, creo que su respaldo a una política de renuncia al primer uso refleja sus propios valores y preferencias, especialmente la profunda convicción de que las armas nucleares no deben usarse jamás. Comparto su convicción. No obstante, el riesgo de que se utilicen armas nucleares no se reduce significativamente cuando una nación adopta una política de renuncia al primer uso. Estas políticas pueden hacer un aporte valioso solamente si todos los Estados poseedores de armas nucleares, tanto si se los ha reconocido formalmente como tales como si no, declaran políticas similares. Es decir, en la medida que cualquier Estado con armas nucleares esté dispuesto a ser el primero en utilizarlas, existe la posibilidad de que otros Estados en algún momento usen sus armas en ataques en represalia.

En el sistema internacional actual, las declaraciones universales de renuncia al primer uso son prácticamente imposibles. ¿Por qué todos los Estados que desarrollan armas nucleares, destinando valiosos recursos a un programa armamentista en lugar de a otras prioridades importantes, declararían que no usarán nunca armas nucleares en primer lugar, sin importar las circunstancias? Unas pocas naciones pueden tomar ese camino, China, por ejemplo. Sin embargo, en los últimos años incluso China ha dado algunas señales de que esta política podría modificarse y, en cualquier caso, es posible que la política de renuncia al primer uso de Pekín nunca se haya tomado en serio en el mundo (por otro lado, Estados Unidos, como nación que goza de mayor credibilidad, podría menoscabar la seguridad internacional si adoptara la renuncia al primer uso). La cuestión sigue siendo: es difícil imaginar a todos los Estados poseedores de armas nucleares renunciando al primer uso de las mismas.

De hecho, mientras siga habiendo armas nucleares en el mundo, los países que las poseen deberían mantener la carta nuclear debajo de la manga. Como sostuvo Parris Chang en la Primera Ronda, Washington ha utilizado la amenaza de la fuerza, tanto nuclear como de otro tipo, no solo para velar por los intereses estadounidenses, sino también para mantener o restablecer la paz. No sería sensato renunciar a esta capacidad. No estoy de acuerdo con Chang en que China interpretaría la declaración estadounidense de renuncia al primer uso como una señal de declive militar, pero sí comparto su razonamiento más extenso, de que adoptar una política de renuncia al primer uso sería bastante imprudente por parte de Obama.

No me considero un realista absoluto. Sin embargo, en este tema, el pragmatismo dicta que Estados Unidos, asumiendo que mantendrá su arsenal nuclear, nunca debería declarar una política de renuncia al primer uso.

 



Topics: Nuclear Weapons

 

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