Puntos esperanzadores, gran potencial

Hasta ahora en esta mesa redonda, Saleemul Huq y especialmente Sagar Dhara han señalado que la transición necesaria para que el mundo deje atrás los combustibles fósiles es, por un lado, de fundamental importancia pero, por el otro, sumamente abrumadora. Nosotras estamos de acuerdo, pero también creemos que existen razones para tener esperanza. Esta esperanza no se basa solo en la tecnología, sino que surge de los cambios sociales, culturales y políticos que están sucediendo en los lugares que podemos considerar "puntos esperanzadores" del mundo, en los que ya están avanzando rápidamente los esfuerzos tendientes a reemplazar a los combustibles fósiles con sistemas basados en energías renovables. En estos lugares se han hecho cuantiosas inversiones en tecnologías renovables, que han estado acompañadas y respaldadas por cambios paralelos en el terreno político y de las políticas públicas, en la planificación y operación de sistemas energéticos, y en las formas en que las organizaciones reflexionan sobre la energía y, en última instancia, la utilizan. En estos puntos esperanzadores, las personas, hogares, empresas y comunidades están entendido el potencial de los sistemas basados en energías renovables, y están dejando atrás los regímenes de combustibles fósiles y las normas políticas, culturales e institucionales existentes.

Admitamos que en muchos lugares del mundo los incentivos y la infraestructura que rodean a los combustibles fósiles, y que existen desde hace mucho tiempo, siguen estando bastante intactos. A su vez, las transiciones hacia sistemas de energía más sostenibles se están dando a diferentes velocidades en distintos lugares. Aun en países vecinos, como Venezuela y Brasil, o Alemania y Polonia, o en estados de EE. UU. contiguos, como Minnesota y Dakota del Norte, o provincias canadienses como Columbia Británica y Alberta, los sistemas energéticos están cambiando de formas drásticamente diferentes. Pero ¿a qué se deben estas diferencias? Se deben, no solo a diferencias en los recursos naturales y tecnologías, sino también a divergencias fundamentales en la política, las instituciones y las normas sociales y culturales.

Dhara ha señalado aspectos importantes sobre los desafíos a los que se enfrenta la energía solar y eólica, su viabilidad tecnológica e impactos ambientales. No obstante, aunque estos retos son importantes, no impedirán las transiciones energéticas. En lugar de ello, subrayan la importancia de la interacción dinámica entre la evolución de los sistemas tecnológicos y la evolución de los sistemas sociales. De hecho, el desafío más importante para las transiciones energéticas se refiere a si los cambios políticos, institucionales y culturales pueden ocurrir con la rapidez suficiente para respaldar los cambios tecnológicos.

Dhara sostiene también que, para lograr el objetivo de equidad en materia de emisiones de dióxido de carbono, Estados Unidos y Canadá deberían reducir su consumo de energía en un 90 por ciento, y que otras naciones industrializadas también deberían reducir drásticamente su consumo. La idea detrás de la propuesta de Dhara es loable. Sin embargo, es difícil identificar un mecanismo para facilitar los cambios en los sistemas de energía a esa escala. De hecho, una propuesta como la suya puede ser incluso contraproducente, ya que, cuando el desafío parece demasiado abrumador, las personas tienden simplemente a cerrarse. Como dice el dicho, lo perfecto no debe convertirse en enemigo de lo bueno. Lo que necesitamos es reconocer y aceptar la complejidad del cambio social y respaldar los múltiples procesos a través de los que las sociedades aprenden a cambiar.

Nadie sabe exactamente cómo cambiarán y se desarrollarán los futuros sistemas energéticos. De hecho, las transiciones para dejar atrás los combustibles fósiles son impulsadas por una variedad de factores que van más allá del cambio climático; los beneficios colaterales de los sistemas energéticos basados en energías renovables incluyen la reducción de la contaminación del aire, una mayor fiabilidad en las fuentes de energía locales y una mayor estabilidad en los costos. En muchos lugares estos beneficios colaterales están impulsando los cambios de diferentes maneras. Pero, a medida que las personas y lugares adoptan una gran diversidad de estrategias energéticas, es importante reconocer las instancias en las que ya se están dando el aprendizaje y los cambios. Por consiguiente, el optimismo sobre las transformaciones energéticas está justificado, un optimismo basado no solo en la tecnología, sino también en los cambios sociales y técnicos que acompañan las transiciones hacia las energías renovables. Los vínculos entre los cambios sociales y los tecnológicos nos dan motivos para tener esperanzas. Estos puntos esperanzadores ponen de relieve un amplio potencial para las transiciones energéticas exitosas y los sistemas de energía más sostenibles.

 



Topics: Climate Change

 

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