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Un riesgo exagerado, pero real

By Shahriman Lockman (ES), April 19, 2012

A medida que más y más países en el mundo en desarrollo consideran adoptar la energía nuclear, los gobiernos occidentales y la comunidad de la no proliferación muy a menudo exageran los riesgos por la proliferación armamentista. Por lo tanto, ¿se deben abandonar las preocupaciones relacionadas a la seguridad en los nuevos programas de energía nuclear? Mi respuesta es no — no cuando los recursos, las instituciones y las actitudes que son necesarias para garantizar la seguridad y protección nucleares continúen escaseando en el mundo en desarrollo.

En su primer ensayo presentado en esta Mesa Redonda, P.R. Kumaraswamy sostuvo que pocos países con programas de energía nuclear han buscado desarrollar armamento nuclear. Y está en lo cierto. De hecho, el académico sobre la no proliferación Matthew Fuhrmann recientemente analizó 123 países, algunos de los cuales mostraron interés en la energía nuclear y otros que no lo hicieron, entre 1965 y el año 2000. Encontró pocos elementos para respaldar que las naciones buscan desarrollar la energía nuclear con el fin de sentar las bases para futuros programas de armamentismo nuclear. En otras palabras, generalmente los países no ocultan sus propósitos nucleares (nuclear hedging).

Por tanto, se justifica el desconcierto de las autoridades de países en desarrollo por la alarma con la que sus homólogos del mundo desarrollado observan la proliferación nuclear. Estados Unidos, en particular, a menudo considera las amenazas remotas de seguridad — incluyendo aquellas derivadas de la proliferación y del terrorismo nucleares — como si fueran ciertas , a pesar de que se podría decir que el mundo es menos peligroso hoy más que nunca (principalmente para Estados Unidos). Además, el experto en seguridad Tom Sauer argumenta que la política europea de no proliferación a partir del 11 de septiembre es cada vez más parecida a la de los Estados Unidos.

A pesar de esto, el crecimiento internacional de la energía nuclear efectivamente representa riesgos y no debemos subestimarlos. Es cierto que los nuevos productores de energía nuclear, por lo general, no buscan la proliferación, pero sería insensato ignorar la posibilidad de que un determinando país con energía nuclear pudiera algún día aprovechar su capacidad armamentista latente. En países del sudeste de Asia, por ejemplo, una expansión nuclear es poco probable pero no se puede descartar a largo plazo, especialmente si el entorno estratégico de la región sufre cambios desestabilizadores y drásticos.

Por otra parte, se debe reconocer que los países en desarrollo a menudo carecen de los recursos y de las instituciones necesarios para preservar la seguridad nuclear, la que el Organismo Internacional de Energía Atómica define como “la prevención y detección, y la respuesta al robo, sabotaje, acceso no autorizado, intercambio ilícito y otros actos criminales con uso de materiales nucleares, demás materiales radioactivos y de instalaciones nucleares.” Vietnam, por ejemplo, ha afirmado que construirá hasta diez reactores nucleares para el año 2030, pero existen dudas sobre su capacidad para entrenar al personal necesario para operar y reglamentar el uso de estas plantas nucleares. Además, de acuerdo al Índice de Seguridad de Materiales Nucleares elaborado este año por la Iniciativa contra la Amenaza Nuclear y la Unidad de Inteligencia de The Economist (Economist Intelligence Unit), Vietnam es calificado muy bajo en numerosos indicadores de protección nuclear; entre otras cuestiones, se incluye que la corrupción prevalece y el país carece de un organismo regulador independiente. Cabe mencionar que Vietnam ni siquiera ha llegado a ratificar los principales acuerdos internacionales sobre la seguridad nuclear, tales como la Convención sobre la Protección Física de Materiales Nucleares y su enmienda en el año 2005.

Más allá de estas cuestiones de seguridad nuclear, otro motivo de preocupación debido a la expansión de energía nuclear en el mundo en desarrollo es la ausencia de una cultura de seguridad en estos países. Kumaraswamy, en su primer ensayo de la Mesa Redonda, subrayó las actitudes displicentes hacia la seguridad en algunos países en desarrollo, mientras que Gilberto M. Jannuzzi señaló el alto costo para mantener las capacidades necesarias para el funcionamiento seguro de plantas nucleares. Pero cada vez más se considera que la seguridad y protección nucleares se superponen y efectivamente requieren de respuestas comunes. Por ejemplo, las técnicas de defensa profundizada — que requieren la creación de varias capas de defensa contra fallas humanas y mecánicas en instalaciones nucleares — no solo protegen contra accidentes nucleares sino también eventualmente contra el sabotaje y ataques. Los países en desarrollo que están considerando la adopción de la energía nuclear deben reflexionar seriamente si su capacidad de seguridad — sin mencionar su capacidad de protección — son suficientes para emprender esta tarea.

Los países en desarrollo que están por decidir si van a adquirir programas de energía nuclear enfrentan una serie compleja de consideraciones. En efecto, el aumento de la demanda energética es un tema crucial. También el cambio climático representa un gran problema para los países en desarrollo, pero hacer frente a estos retos no debe excluir una evaluación seria de la proliferación armamentista y del terrorismo nuclear.



 

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