Ustedes, despierten. Y ustedes, suelten la rienda.

By Oyewale Tomori: ES, May 23, 2014

Los esfuerzos globales para controlar los agentes patógenos emergentes seguirán fracasando, y los agentes patógenos seguirán regodeándose mientras algunos países siguen menospreciando sus responsabilidades y mientras otros adoptan responsabilidades que no son propias a ellos. Un papel claro y nítido debe ser definido tanto para los países desarrollados, como para los países en vías de desarrollo, y, lo que es crucial, cada país debe rendir cuentas por sus lapsos en el cumplimiento de su rol definido.

En la segunda mesa redonda, Louise Bezuidenhout y Chandre Gould analizaron las preocupación en referente a la capacidad nacional para la supervisión y respuesta de enfermedades de la que Maria José Espona y yo habíamos planteado por separado. Bezuidenhout y Gould señalaron que las preocupaciones sobre la capacidad han sido "en gran medida abordadas en el Reglamento Sanitario Internacional de 2005”. Estos reglamentos, como lo presentaron Bezuidenhout y Gould, requieren que los estados "desarrollen capacidades básicas de salud pública". Pero en el 2011, seis años después de que acordaron los reglamentos, la Organización Mundial de la Salud reportó que sólo el 32 por ciento de los países africanos había establecido una legislación para apoyar estos reglamentos. Sólo un 33 por ciento había establecido las capacidades necesarias de recursos humanos para implementar los reglamentos.

Mientras tanto, la debilidad eterna de África en referente a la supervisión y la notificación es aparente por el brote continúo de ébola en Guinea. El primer caso de brote surgió a más tardar en diciembre de 2013, pero Guinea no le notificó a la Organización Mundial de la Salud hasta marzo de 2014. Esto significa que no hubo una mejora en el brote de ébola que arremetió contra Kikwit, en la República Democrática del Congo (en ese entonces, Zaire). En ese entonces, el intervalo entre el brote y la notificación a las autoridades de salud fue de tres meses aproximadamente. Cuando se trata de mejoras en la respuesta rápida a los agentes patógenos, África se ha quedado en la vía lenta.

¿Quién es el responsable de no poder controlar inmediatamente a los agentes patógenos emergentes? Aparte de la corrupción, y de no darle prioridad a los temas de salud, que he abordado en el segunda mesa redonda, muchos países en vías de desarrollo parecen haber aceptado la condición de dependencia en cuanto a la salud y a los agentes patógenos. Mientras tanto, los países desarrollados tienen la tendencia de aferrarse al control de la soberanía de los procesos de supervisión epidemiológica. El siguiente ejemplo podría ilustrar mi punto.

Durante el brote de ébola en Kikwit en 1995, un equipo internacional de estudios encabezado por la Organización Mundial de la Salud estuvo presente para ayudar a controlar la epidemia. En la ceremonia de clausura, se llevó a cabo una discusión sobre cómo desembolsar los fondos que los países a su alrededor (algunos de ellos africanos) habían donado para controlar la epidemia. Sugerí que parte del dinero se utilizara para mejorar los laboratorios en Kinshasa, los que el gobierno francés había empezado a construir pero luego abandonó. Mejorar el laboratorio habría robustecido la capacidad de los científicos africanos para brindar apoyo a la supervisión de enfermedades y hubiera permitido que se encargaran de los agentes patógenos peligrosos por su propia cuenta. Como ya lo había explicado, sin el apoyo mejorado del laboratorio, cualquier país africano enfrentándose en el futuro a una epidemia de ébola tendría que pedir ayuda externa, lo que iría en detrimento de los científicos locales. Nadie de los presentes, ya sea un país en vías de desarrollo o uno desarrollado, tomó en serio mis sugerencias y mis pronósticos. Desde entonces, África ha tenido más de una docena de brotes de ébola; los países afectados incluyen a Gabón, Sudán, Uganda y ahora Guinea. África no ha podido controlar ninguno de estos brotes sin acudir a la ayuda internacional. En 1995, los países africanos perdieron la oportunidad de "tomar las riendas" del proceso para la supervisión de enfermedades. Los países desarrollados perdieron la oportunidad de ceder el control.

No es que África no haya tenido progreso. Por el contrario, el progreso ha sido muy lento y demasiado frágil. Cuando el continente ha tenido éxito, por lo general, es debido a la ayuda de agencias internacionales: ayuda que viene con límites de plazo.

Los países africanos y otros en vías de desarrollo deben despertar de su sopor de dependencia en cuanto al tema de salud, incluyendo la supervisión y prevención de enfermedades. Los países africanos deben esforzarse más vigorosamente para desarrollar las capacidades básicas requeridas bajo los Reglamentos Sanitarios Internacionales, y los países que no cumplan con las metas concordadas deberían de enfrentarse a sanciones. Lamentablemente, los Reglamentos Sanitarios Internacionales no permiten sanciones u otras medidas de rendición de cuentas. Pero, por ejemplo, se podrían imponer restricciones de viaje a los individuos de países donde existan ciertas enfermedades endémicas. Pero antes que nada, cada país africano debe comprometer sus recursos para asegurar que haya supervisión adecuada para los agentes patógenos emergentes y re-emergentes. Mientras tanto, los países desarrollados deben soltar su dominancia: su control de los procesos de supervisión global de enfermedades. De esta manera nada más será posible que los países en vías de desarrollo "tomen la rienda" verdaderamente de estos procesos.



Topics: Biosecurity

 

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