The authoritative guide to ensuring science and technology make life on Earth better, not worse.
By Maryam Javan Shahraki (ES), December 13, 2012
En sus primeros ensayos, todos los autores de la Mesa Redonda analizaron las fortalezas y las debilidades del régimen de no proliferación y discutieron previsiones futuras de éxito del Tratado sobre no proliferación (TNP). Beenish Pervaiz y yo le dimos especial atención a la aplicación discriminatoria de las reglas del tratado, identificando la inequidad como la amenaza principal a la eficacia y en definitiva a la supervivencia del tratado.
Selim Can Sazak también analizó la aplicación injusta de las cláusulas del tratado, en especial las de tolerancia selectiva de proliferación de los Estados con armamento nuclear. Pero se equivoca en decir que Irán y Corea del Norte “parecen ser los países con más probabilidad de empezar ese ciclo [de proliferación] hoy en día”. El problema con esta afirmación es que Sazak inadecuadamente agrupa a dos naciones en una sola. No es raro leer en periódicos o ver reportajes de televisión que presentan a Irán y a Corea del Norte como un solo bulto satánico de amenazas a la seguridad global — pero en realidad son dos países muy diferentes, con programas nucleares distintos y diferentes historias de comportamiento hacia el régimen del tratado.
Sazak llega a afirmar que “la posibilidad de que exista un Irán con armamento nuclear…causaría mucha ansiedad en el Medio Oriente”, y se remite a alegaciones de que “Turquía y países tales como Arabia Saudita se verían obligados a explorar sus opciones nucleares si Irán adquiere armamento nuclear”. Pero no distingue entre el miedo legítimo que podría suscitarse si se llevase a cabo la proliferación en una nación y la ansiedad totalmente diferente que rodea el programa iraní de enriquecimiento de uranio. Y aunque Sazak no cree que el efecto dominó de la proliferación podría ser una posibilidad, de todos modos, no explica por qué Irán podría provocar ese efecto en el Medio Oriente. Después de todo, Israel posee armamento nuclear y dos Estados más tienen armamento nuclear a un lado en Asia del sur, pero el efecto dominó no ha ocurrido en el Medio Oriente hasta ahora.
Sin embargo, mi queja principal del argumento de Sazak es que confirma — deliberadamente o no — la misma actitud armamentista que identifiqué en mi primer ensayo como la amenaza principal al futuro del tratado. Esta actitud considera que cualquier amenaza es una razón para aumentar la militarización y las ventas militares. Y como las amenazas en sí, por su naturaleza son interminables, nunca se terminará la carrera armamentista. Por ejemplo, en los últimos años, Turquía ha considerado comprar del extranjero sistemas caros de misiles de defensa. Los funcionarios turcos dicen que estos sistemas no se usarían para protegerse de cualquier amenaza de algún país en particular. Aún así, esta adquisición sólo aceleraría la carrera armamentista en la región. El exagerar la amenaza sobre el programa nuclear de Irán no hace que el Medio Oriente sea una región más segura, de hecho, podría causar una competencia irreversible de armas en la región.
Hay que dejar las puertas abiertas. Satanizar a un signatario del tratado como Irán, podrá ayudar a Estados Unidos a que aumente sus ventas de armamento internacional, pero nunca fortalecerá el régimen del tratado ni mejorará la seguridad global. Al contrario, al satanizarlo solo aísla a Irán y lo aleja de sus metas pacíficas. Irán ha permanecido un signatario del tratado, a pesar de la presión internacional que ha enfrentado acerca de su programa nuclear, y también es importante dejar la puerta abierta a la diplomacia. También es importante tener presente que el tratado reconoce el derecho inalienable a la energía nuclear para propósitos pacíficos — un derecho que incluye, a pesar de argumentos en su contra, el enriquecimiento de uranio.
La mayoría del lenguaje del tratado es vago y puede interpretarse de muchas maneras. Efectivamente, Estados Unidos y otras naciones han favorecido deliberadamente la ambigüedad durante las negociaciones del tratado para luego sacar provecho de las reglas del tratado para satisfacer sus intereses nacionales. Por lo tanto, ahora será necesario desarrollar un mecanismo neutro y global para interpretar al TNP y sus cláusulas. Pero más allá de eso, el régimen del tratado no tendrá éxito a menos que todas las Partes se den cuenta que se necesitan dos para bailar tango. Esto significa que, en el caso del programa nuclear de Irán, Occidente debe parar de satanizar a Irán y de presentar su programa nuclear como una amenaza existencial a la seguridad del mundo entero. Por el contrario, el Occidente debe tratar a Irán como un socio en plena igualdad del régimen de no proliferación e intentar entender las preocupaciones de seguridad de Teherán. Porque si Occidente continua exigiendo que Irán suspenda el enriquecimiento de uranio, las negociaciones continuarán fracasando.
Share: [addthis tool="addthis_inline_share_toolbox"]