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By Kalpana Sharma (ES), June 12, 2013
Sobre el camino que conduce a la controvertida instalación nuclear en Kudankulam en la India, en el estado sureño de Tamil Nadu, el visitante se encuentra con una visión inesperada, kilómetro tras kilómetro de gigantes molinos de aire girando indolentemente. No tiene sentido que un recurso energético inocuo para el medioambiente, como el molino, esté ubicado tan cerca de algo tan peligroso como una central nuclear.
Si Ud. hablara con cientos de mujeres en esta región, las que han protestado por años en contra de la instalación Kudankulam (aunque sus hogares sólo usan su electricidad de vez en cuando), ellas le comentarán que preferirían que desarrollaran más la energía eólica que la nuclear. ¿Por qué, dicen ellas, el gobierno decidió utilizar la energía nuclear cuando hay alternativas mucho menos peligrosas a su alcance?
De todos modos, las probabilidades de que estas mujeres se vean beneficiadas por la energía, que en un futuro sería generada por la muy postergada planta nuclear es baja, ya que la electricidad se suministrará a la red y será utilizada por personas en otro lugar. Efectivamente, millones de mujeres y hombres que viven en la costa y en los ríos de la India, o en florestas que podrían quedar sumergidos bajo proyectos hidroeléctricos, se plantean la siguiente pregunta cuando se propone un proyecto costoso de energía a sus alrededores: ¿Quién va a beneficiarse?
La historia de los proyectos a gran escala en la India ha demostrado una y otra vez que las personas más cercanas a ellos, los que podrían ser desplazados o sufrir por la contaminación, rara vez se ven beneficiados. El propio gobierno admite que casi la mitad de las personas en las aldeas de la India no tienen acceso a electricidad. A nivel nacional, más de 400 millones de personas carecen de este acceso. Las mujeres son las más afectadas: ellas pasan horas diariamente recogiendo madera para la leña, y tienen miedo de salir fuera después del atardecer por falta de alumbrado eléctrico y las niñas dejan de asistir a la escuela porque es imposible estudiar en lo oscuro.
Parece que esto no le importa a las personas que diseñan las políticas energéticas en la India. Si les importara, verían la necesidad de desarrollar fuentes alternativas de energía. La red energética centralizada del país no ha ayudado en nada a 400 millones de personas y no es probable que satisfaga sus necesidades en un futuro cercano. Con el aumento en la urbanización, la demanda eléctrica va creciendo rápidamente, mucho más que la oferta. Casi todas las ciudades enfrentan un déficit significativo de electricidad. Los apagones de luz diarios, que durante los meses de verano pueden ser de un día entero, se han vuelta la norma en la mayor parte de las zonas urbanas en la India. Mientras tanto, hay menos electricidad disponible en el resto del país.
Por varias décadas, la solución estuvo en las propias narices de la India. Sólo ahora está ganando impulso, pero no lo suficiente como para marcar una diferencia importante.
Tomemos por ejemplo una solución obvia, la energía solar. En un país que goza de más de 300 días soleados por año en la mayor parte de su territorio, parece un misterio que la energía solar no juegue un papel más importante en el ámbito energético de la nación. Pero, en realidad, no es un gran misterio. La energía solar rinde más cuando proviene de recursos energéticos descentralizados, y los gobiernos prefieren métodos centralizados con gran densidad de capital para la generación de electricidad.
Paradójicamente, la India se enorgullece de su sistema de gobierno descentralizado. Además, el país ha facilitado la participación de las mujeres en los consejos de las aldeas, al reservarles a las mujeres un tercio o la mitad de los escaños. Sin embargo, cuando se trata de un tema crucial, como la política energética, en la que cualquier cambio podría transformar las vidas de millones de mujeres pobres en las zonas rurales, la manera de proceder del gobierno permanece centralizada.
Los experimentos con la energía solar en la India ya han demostrado los beneficios de la utilización de recursos energéticos que permiten el control local. En el estado sureño de Karnataka, por ejemplo, la compañía privada que se llama Selco ha desarrollado un modelo que funciona y puede ser copiado para el uso de energía solar. Esencialmente, el método de Selco implica el vínculo de la tecnología con las finanzas. Hogares de bajos ingresos en pueblos pequeños, donde batallan contra el inestable suministro de electricidad, pueden obtener préstamos bancarios para comprar paneles solares. Pagan su deuda a plazos, mientras se benefician de la energía que tanto necesitan.
Esta manera de responder al suministro energético ha demostrado ser útil para las mujeres vendedoras que viven de lo que ganan a diario y que a menudo se organizan en grupos de auto ayuda. La compañía selecciona a una mujer para proporcionarle asistencia financiera para establecer un banco de baterías recargables con energía solar. Los comerciantes rentan estas baterías diariamente y así los negocios permanecen abiertos después del anochecer. El ingreso adicional cubre con creces el costo de la renta. Dados los miles de grupos de auto ayuda que existen alrededor de la India, ese método podría ser imitado de manera muy fácil.
En el estado desértico de Rajasthan, las mujeres aldeanas de mediana edad reciben entrenamiento sobre la mecánica solar por medio de iniciativas del Barefoot College, una organización no gubernamental que trata temas rurales desde hace unas décadas. Estas mujeres aprenden a instalar, darle mantenimiento y reparar los paneles solares y el alumbrado. Ellas, decenas hasta ahora, han introducido la energía solar en sus aldeas. Al capacitar a las mujeres, Barefoot College garantiza que esta especialización se quede en las aldeas (ya que es más probable que los hombres emigren para buscar trabajo). Para las aldeas remotas, cuya probabilidad de obtener electricidad por la red es extremamente baja, esta manera descentralizada es más prometedora.
Se podría criticar, y muchas personas lo hacen, que los programas pequeños como estos no podrían sobrepasar un cierto nivel. Pero el hecho de que sean de pequeña escala es lo importante. Los proyectos energéticos de gran escala tienen tales deficiencias que 400 millones de personas sufren por ellas. El sistema energético descentralizado, entretanto, se adapta a las necesidades locales, y en el proceso, da fuerzas a las mujeres, desmitifica la tecnología y protege el medioambiente.
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