Caminos a seguir para el Grupo de Suministradores Nucleares

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El Grupo de Suministradores Nucleares (GSN) ocupa una posición peculiar en el régimen de la no proliferación: si bien el Tratado de No Proliferación Nuclear no lo exige, aunque quizás sí lo requiera, el grupo decide qué países pueden comprar materiales y tecnologías nucleares y qué naciones quedan excluidas. No obstante, dado que el GSN está integrado en su mayoría por países ricos (especialmente de Europa), es fácil que los países en desarrollo sientan que sus puntos de vista no están representados adecuadamente en la adopción de decisiones del grupo. Esta Mesa Redonda invita a tres expertos provenientes de países en desarrollo a analizar la tensión en el núcleo del GSN y a proponer soluciones para esta problemática. A continuación, Rajiv Nayan de la India, Kayhan Barzegar de Irán, y Raymund Jose G. Quilop de Filipinas responderán esta pregunta: ¿Cómo podrían mejorarse las políticas del Grupo de Suministradores Nucleares para tomar en consideración de mejor manera las necesidades y perspectivas de los países en desarrollo?

Round 1

Un punto de vista desde el Sudeste Asiático

La tecnología nuclear ha sido siempre un tema polémico. Los países que originalmente tomaron la iniciativa para desarrollar y adquirir tecnología nuclear, entendían muy claramente los riesgos que implicaba esa tecnología y con frecuencia han intentado evitar que se sigan difundiendo los conocimientos técnicos en materia nuclear. Otros países, conscientes de los beneficios que la tecnología nuclear les podría reportar, con frecuencia tienen interés en adquirir esos conocimientos.

Esta tensa situación muchas veces se complica aún más debido a percepciones equivocadas o desconfianza. Puede pensarse que los países que tienen tecnología nuclear quieren quedarse con esa tecnología para ellos, para poder disfrutar de ventajas injustas sobre los demás. En otro orden de cosas, pueden existir sospechas de que los países que intentan desarrollar tecnología nuclear albergan motivos que no son pacíficos.

El Tratado de No Proliferación Nuclear garantiza el derecho inherente de todos los estados al uso de la tecnología nuclear con fines pacíficos y, al mismo tiempo, obliga a impedir la proliferación de tecnología y materiales para la producción de armas y al desarme de las naciones que ya poseen armas nucleares. Estos son los tres pilares del tratado y juntos representan una única idea en torno a la que se ha estructurado el régimen de no proliferación. Sin embargo, algunos sostendrán que todo ha quedado solamente en una idea, y que ninguno de los tres pilares se ha transformado totalmente en realidad. El éxito incompleto del régimen explica la "proliferación" de los esfuerzos globales, multilaterales, regionales y subregionales para impedir la proliferación de armas, promover el uso pacífico de la tecnología nuclear y fomentar el desarme. Aunque para algunos observadores han sido muy limitados, no deben dejar de reconocerse los progresos alcanzados con el tratado. También debe reconocerse el valor de diversos esfuerzos multilaterales, regionales y subregionales.

A pesar de que aún no se han resuelto las cuestiones vinculadas a la adquisición estatal de tecnología nuclear, la amenaza que supone el acceso de actores no estatales a tecnología y materiales nucleares ha pasado cada vez más a un primer plano. Esto ha impulsado a la comunidad mundial, que ya venía prestando bastante atención a la seguridad y las salvaguardias nucleares, a concentrarse aún más en la seguridad nuclear. Este asunto se ve complicado por el riesgo de que los países faciliten a actores no estatales tecnología o materiales, ya sea directa o indirectamente, de forma deliberada o accidental. Ahora bien, los mecanismos internacionales para tratar la posibilidad de que actores no estatales obtengan acceso a tecnología o materiales nucleares todavía están en su fase inicial. A su vez, si los mecanismos que desde hace tiempo están en vigor para abordar la adquisición estatal ilícita de tecnología y materiales nucleares no han tenido éxito completamente, ¿por qué los mecanismos incipientes para hacer frente a actores no estatales pueden resultar más eficientes?

Oferta y demanda. En vista de lo señalado, si se espera que el Grupo de Suministradores Nucleares (GSN) formule un conjunto de políticas más eficaces para abordar la proliferación nuclear, deberá hacer frente a varios asuntos importantes. En primer lugar, no debe hacerse sentir a los estados que se embarcan en programas nucleares con objetivos legítimos que los programas, esfuerzos y políticas del GSN tienen como finalidad limitarlos o ponerles dificultades. Hay que admitir que no es una tarea fácil, pues los controles a las exportaciones son un ámbito en el que las diferencias de percepción pueden constituir escollos insalvables. Quienes proponen controles a las exportaciones, como Estados Unidos, con frecuencia hacen énfasis en que estos controles no tienen como finalidad restringir el comercio de productos de doble uso (a pesar de que el GSN exige que las instalaciones o actividades para las que se pretenden los productos de doble uso deben quedar bajo las salvaguardias aplicadas por el Organismo Internacional de Energía Atómica). No obstante, aun así existe una fuerte percepción entre los países clientes de que los controles a las exportaciones restringen el comercio de manera innecesaria. Esta percepción dificulta, sobre todo en países con parlamentos elegidos democráticamente, que se sancionen leyes sobre control de exportaciones para evitar el transbordo o una nueva exportación de los productos de doble uso.

Estos temas entran en juego en mi región, el Sudeste Asiático, sobre la que frecuentemente se dice que está pasando por un "renacimiento nuclear". Es decir, se espera que en los próximos años aumente el número de países que están explorando la energía nuclear como una fuente adicional de energía para sostener su desarrollo económico. Vietnam podrá comenzar a operar una central nuclear para el 2020, e Indonesia y Malasia están también considerando seriamente adoptar la energía nuclear. En medio de esta actividad, es importante que no se sienta que el GSN restringe indebidamente las ambiciones energéticas de los países del Sudeste Asiático.

Otra cuestión fundamental para el GSN es que debe idear mejores mecanismos para garantizar que la tecnología y los materiales que se facilitan a los estados con fines pacíficos legítimos no se desvíen a estados con ambiciones nucleares no totalmente pacíficas. (En Asia Oriental, se considera que Corea del Norte es un estado con ambiciones nucleares siniestras; ha participado en negocios ilícitos como comprador y quizás también como suministrador). Es posible que los gobiernos con los que el GSN lleva a cabo negociaciones no transfieran tecnología y materiales directamente a estados que persiguen finalidades menos benignas en relación con la energía nuclear. Sin embargo, todavía pueden ocurrir desviaciones.

En tercer lugar y en relación con lo anterior, el GSN debe tener en cuenta la posibilidad de que estados que se considera que están desarrollando capacidades nucleares legítimas puedan suministrar tecnología y materiales a actores no estatales. En el Sudeste Asiático esto representa un problema difícil. No se tiene conocimiento de ningún país asiático que tolere grupos terroristas que hayan intentado adquirir materiales nucleares, pero la permeabilidad de las fronteras en la región, así como mínimas capacidades de seguridad nuclear, hacen que sea difícil asegurar que no puedan ocurrir envíos o transbordos ilícitos de materiales nucleares.

Más o menos. Por consiguiente, el dilema al que se enfrenta el GSN es determinar si llevará a cabo negocios con un número creciente o decreciente de estados. Si trata con más estados, se aseguraría de que los rigurosos criterios sobre no proliferación del grupo se aplican en más lugares, pero también aumentarían las vías a través de las cuales los países proliferantes y los actores no estatales que persiguen fines maliciosos pueden acceder a la tecnología. Hacer negocios con menos estados disminuiría el número de puntos de acceso, pero también significaría que los criterios del GSN se aplican en menos países (en todo caso, los estados con los que el GSN elija no negociar siempre podrían convertirse en estados que procuren tecnología nuclear a través de medios ilícitos).

La difusión de la tecnología nuclear implica dinámicas complicadas y la interacción de fuerzas que compiten entre sí. No obstante, dado que la tecnología nuclear ya se ha desarrollado y no puede volverse atrás, la comunidad mundial, inclusive el Grupo de Suministradores Nucleares, deberá seguir empeñándose en determinar la mejor forma de controlar la difusión de la tecnología.

Contribuciones a la paz y al desarrollo, no un control excesivo

Para responder la pregunta que plantea esta Mesa Redonda, es decir: "¿cómo podrían mejorarse las políticas del Grupo de Suministradores Nucleares (GSN) para tomar en consideración de mejor manera las necesidades y perspectivas de los países en desarrollo?", es necesario entender hasta qué punto el GSN ha sido capaz de encontrar un equilibrio entre las obligaciones que impone a las naciones en desarrollo y los beneficios que les ofrece a cambio. En otras palabras, ¿las políticas del GSN promueven los objetivos establecidos en sus directrices, básicamente, que el comercio nuclear no debería contribuir a la proliferación, pero que el comercio y la cooperación internacionales en el ámbito nuclear no deberían obstaculizarse excesivamente? El hecho de que no debe obstaculizarse el comercio nuclear autorizado por el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) no es un asunto trivial; este comercio constituye un elemento clave del régimen de no proliferación, y no deben sacrificarse los principios subyacentes del régimen debido a las políticas de unos pocos países.

Durante décadas el GSN ha adoptado varias medidas de no proliferación que han estado en concordancia con los objetivos del tratado. Sin embargo, al mismo tiempo el grupo ha establecido restricciones a los países en desarrollo que solo buscan crear programas de energía nuclear con fines pacíficos, en aras de su desarrollo sostenible y crecimiento económico. En mi opinión estas restricciones guardan relación con los intereses nacionales de los Estados Unidos y Francia, dos países que disfrutan de sólidas posiciones comerciales en el mercado nuclear y que pretenden conservarlas.

Restricciones excesivas, discriminación. La demanda de electricidad en los países en desarrollo crece rápidamente y lleva a que aumente el interés en la energía nuclear. Lamentablemente las restricciones excesivas en relación con la no proliferación y la seguridad nuclear global — aunque estas preocupaciones son legítimas — están impidiendo el progreso nuclear en los países en desarrollo. Algunos sostienen que la expansión global de la energía nuclear es riesgosa porque lleva a la difusión de tecnologías para producir combustible nuclear, algo que podría dar a más estados la posibilidad de desarrollar armas nucleares. Este argumento ignora las propias bases en las que se funda el tratado. Después de todo, este tratado está concebido para asegurar la no proliferación y, a su vez, permitir el acceso generalizado a tecnología para programas civiles de energía nuclear. El argumento tiende también a negar cualquier rol que los países en desarrollo puedan tener en el mercado de energía nuclear.

Si las directrices del GSN se hubieran seguido atentamente en el pasado, no habría mucho lugar para medidas discriminatorias, como la imposición de restricciones excesivas a un signatario del TNP como Irán. El GSN tampoco habría hecho una excepción en 2008 autorizando a la India, que no es signataria del tratado, a participar en el comercio nuclear. De forma algo similar, miembros importantes del GSN, inclusive los Estados Unidos, han mantenido silencio durante mucho tiempo sobre el programa nuclear de Israel.

En 1998 los miembros del Movimiento de los Países no Alineados instaron a todos los signatarios del tratado a "prohibir la transferencia de todos los equipos, informaciones, materiales e instalaciones, recursos o dispositivos relacionados con la energía nuclear, así como la extensión de los conocimientos técnicos o cualquier tipo de asistencia en el campo nuclear, científico o tecnológico" a Israel, dado que no era parte del tratado y no había dispuesto sus actividades nucleares bajo todas las salvaguardias del OIEA. Una década después el Movimiento de los Países no Alineados podría haber instado a hacer lo mismo respecto a la India, pero a la India se le concedió una excepción. Esto significa discriminación nuclear. EL GSN impone una doble moral, concentrándose demasiado en las cuestiones de proliferación en algunos países en desarrollo, mientas que a la vez aplica una doble moral cuando se trata de un país como India. Esto quita credibilidad al grupo.

Equilibrio y cooperación. En la actualidad el desafío principal del GSN consiste en decidir cómo lograr un equilibrio entre los aspectos económicos y relacionados con la proliferación de las transferencias nucleares, sin infringir a la vez sus propias directivas ni contravenir sus propios objetivos. Debe señalarse que los países en desarrollo, al unirse al régimen del tratado, tuvieron especialmente en cuenta la posibilidad de beneficiarse de las transferencias nucleares pacíficas en aras de su desarrollo sostenible, así como el desarme integral que aumentaría su seguridad. Por consiguiente, el GSN debería contrarrestar su enfoque respecto a la proliferación y concentrarse más en los otros dos pilares del TNP, el desarme total y los usos pacíficos de la energía nuclear. El GSN podría promover el desarme brindando asistencia técnica a los estados que cuentan con armas nucleares y fomentando la cooperación entre ellos. Esta iniciativa contribuiría a erradicar la desconfianza en las naciones en desarrollo. No obstante, actualmente existen sospechas significativas de que el GSN ha favorecido los intereses de algunos países occidentales para preservar la preponderancia de las potestades legales, técnicas y políticas de esos países dentro del régimen del TNP. Empeñarse en políticas que tienen este efecto solo puede llevar a una frustración cada vez mayor en los países en desarrollo, lo que a la postre podría provocar el colapso del TNP.

El GSN debería esforzarse más en promover la cooperación regional en el ámbito de la energía nuclear. Los países en desarrollo, muchos de los cuales han llegado a la conclusión de que el desarrollo sostenible depende de la diversificación de las fuentes de energía, tienen cada vez más interés en la energía nuclear. El Medio Oriente ofrece buenos ejemplos al respecto. En esta región, donde las diferencias políticas e ideológicas entre los estados impiden la cooperación, el GSN podría hacer una valiosa contribución facilitando la cooperación en materia de energía nuclear, en lugar de concentrarse tan intensamente en las cuestiones relacionadas con la proliferación. De esta forma el Grupo de Suministradores Nucleares podría contribuir a propiciar la paz y la estabilidad en la región.

Adaptándose al siglo XXI

Desde su creación en 1975, el Grupo de Suministradores Nucleares (GSN) se ha consolidado como un régimen integral y multilateral de control de exportaciones de materiales y tecnología nucleares. Otro régimen, el Comité Zangger, celebró su primera reunión cuatro años antes del surgimiento del GSN. Sin embargo, es el GSN el que ha demostrado mayor dinamismo y ha probado tener más relevancia desde fines de la Guerra Fría.

El Comité Zangger fue creado para ayudar a los signatarios del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) a entender las cuestiones técnicas relacionadas con las transferencias de materiales y tecnología nucleares. No obstante, el comité no incluía a los países que no habían firmado el tratado como, por ejemplo, Francia. El GSN se constituyó como un complemento del comité y permitió que naciones como Francia ingresaran al régimen de control. (Francia se adhirió al tratado y también se unió al Comité Zangger en 1992).

En mi país, India, muchos creían que con el ingreso de Francia dentro del marco de control nuclear lo que se pretendía era neutralizar el poder del gaullismo en las políticas económicas y tecnológicas de Francia en el extranjero. En otras palabras, Francia se había opuesto con frecuencia a las políticas de otras naciones occidentales para con los países en desarrollo, y los impulsos del París de De Gaulle podrían neutralizarse si Francia ingresaba en el GSN. En India, se consideraba que tanto el Comité Zangger como el GSN eran regímenes concebidos para negar la tecnología a los países en desarrollo, obstáculos indeseables que bloqueaban el flujo de bienes y tecnología a los países que intentaban alcanzar el desarrollo económico mediante programas pacíficos de energía nuclear. Una parte del gobierno de la India y de la sociedad civil continúa entendiendo los sistemas de este modo.

En el club. La naturaleza de los miembros de cualquier organización refleja el sistema de valores de la misma. A su vez, para cualquier organismo o entidad orgánica, ya sea nacional o internacional, formal o informal, grande o pequeño, la naturaleza de sus miembros es importante para su eficiencia y su eficacia. Si se trata de una organización internacional, por no decir informal, como el GSN, los objetivos del grupo deben ser aceptables a nivel internacional. Por consiguiente, para que las decisiones adoptadas por el GSN tengan aceptación internacional, la integración del régimen debe ser representativa de la comunidad mundial.

A pesar de que el GSN estuvo apenas activo durante gran parte de la Guerra Fría, curiosamente aumentó el número de sus miembros. De los siete miembros originales, en 1991 habían pasado a ser 27, con algunos países de Europa del Este entre sus nuevos integrante. En la actualidad el GSN tiene 46 miembros, sin embargo es necesario que diversifique sus participantes. La composición del grupo manifiesta una clara inclinación por el mundo desarrollado en general y por Europa en particular. Más de 30 de sus miembros provienen de Europa; no todos pertenecen a la Unión Europea, pero el Banco Mundial solo clasifica a unos pocos como países en desarrollo. Además de Europa, el mundo desarrollado está también representado por Australia, Canadá, Nueva Zelanda y Estados Unidos. Entre los cuatro miembros de Asia — China, Japón, Kazajistán y Corea del Sur — solo dos son naciones en desarrollo. Entretanto, América Latina está representada solamente por Argentina y Brasil, y solo Sudáfrica representa al continente africano.

Muchos observadores han pronosticado que el siglo XXI será el siglo de Asia. Si bien solo algunos países asiáticos pueden considerarse actualmente desarrollados, Asia, con su poderío en ascenso, es el continente que promete forjar un nuevo orden mundial. Es más, Asia es un continente que cuenta con economías cuantiosas, de rápido crecimiento, que demandarán mucha energía, inclusive energía nuclear.

Desde los años noventa la expansión de la energía nuclear ha sido notable en Asia y en países desarrollados de otros continentes. Un informe reciente del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) señala que "de los 29 países que están considerando o planificando contar con energía nuclear en 2012, 10 son de Asia y la región del Pacífico, 10 de África, siete de Europa (en su mayoría de Europa del Este) y dos de América Latina". Otra publicación del OIEA de 2008 informa que "un total de 20 de las 35 centrales en construcción se encuentran en Asia, al mismo tiempo que 28 de las últimas 39 centrales conectadas a la red también están en allí". Desde 2008, algunos países asiáticos han encargado reactores adicionales y conectado algunos más a la red eléctrica. Todo esto justifica claramente una mayor participación de Asia en el régimen de control de las exportaciones nucleares.

Viejas batallas, nuevos desafíos. En los primeros tiempos de expansión de los integrantes del GSN, los países que producían bienes y servicios nucleares, y los países que decidían qué naciones podían obtener acceso a esos bienes y servicios, eran los mismos. Sin embargo, muchos países que tenían un papel limitado en el comercio nuclear han pasado desde entonces a ser miembros del grupo. Mientras tanto, otras naciones que pueden contribuir a los objetivos del GSN han quedado excluidas del grupo o incluso se les han impuesto normas más rigurosas para las transacciones nucleares. Hoy día muchos países que dominan el ciclo de combustible nuclear no integran el grupo, mientras que otros, que quizás no han logrado dominar aún todo el ciclo de combustible nuclear pero igualmente tienen recursos o conocimientos valiosos para una o varias etapas del ciclo de combustible, tampoco han sido admitidos como miembros.

En el futuro el GSN tendrá que reflejar las tendencias emergentes en la industria mundial de energía nuclear. Los nuevos productores deberán convertirse en controladores. De otra forma, el grupo podría debilitarse, y su capacidad para lograr sus objetivos quedará muy limitada. El GSN va a tener que decidir qué quiere ser en el siglo XXI: ¿quiere pelear viejas batallas o afrontar nuevos desafíos?

Los países en desarrollo se quejan desde hace mucho tiempo de que los regímenes multilaterales de control de las exportaciones impiden su desarrollo económico. En la actualidad la lista de control del GSN se ha vuelto casi universal. Buena parte de la comunidad internacional ha comprendido que el desarrollo nuclear pacífico y el control responsable de la tecnología y materiales nucleares deben ir de la mano, y que cualquier desequilibrio entre estos dos imperativos pondrá en peligro el desarrollo de la energía nuclear civil. El GSN haría bien si intentara empezar a lograr un equilibrio mejor entre el desarrollo económico y los controles nucleares. El grupo debería enviar una señal de que no se opone al desarrollo de la energía nuclear con fines pacíficos, aun cuando continúe estando totalmente en contra de la proliferación y las redes de proliferación.

El GSN deberá identificar qué países son sus socios, y en qué deben centrarse sus esfuerzos en pos de la no proliferación. En 2004 el grupo cometió el error de admitir el ingreso de China. Es cierto, China es una potencia económica en aumento, que tiene grandes planes para expandir su capacidad de energía nuclear, y Pekín ha participado en todos los acuerdos fundamentales sobre no proliferación. No obstante, los antecedentes de China en relación con la no proliferación son dudosos. Muchos sospechan que ha exportado diversas tecnologías relacionadas con armas para la destrucción masiva. Mientras tanto, lamentablemente el GSN no se ha asociado con algunos países, como India, que comparten sus objetivos, acatan las normas internacionales sobre no proliferación y poseen sólidas capacidades en relación con la energía nuclear civil.

Round 2

Misión original o metas ampliadas

La lectura de los ensayos de mis colegas de la primera ronda reafirma mi percepción de que el Grupo de Suministradores Nucleares (GSN) se encuentra en una encrucijada. Como acertadamente expresa Rajiv Nayan, el "GSN va a tener que decidir…[si] quiere pelear viejas batallas o afrontar nuevos desafíos". En efecto, la opción que afronta el GSN es similar a la que cualquier organización puede tener que afrontar en un determinado momento de su existencia, es decir, si debe seguir cumpliendo la misión para la que se creó, corriendo a la vez el riesgo de perder importancia, o adaptarse a un entorno diferente, con el riesgo de perder de vista su propósito original. Si el GSN ejerce un control demasiado estricto del acceso a la tecnología nuclear, y el acceso a la misma se propaga, a pesar de los esfuerzos del grupo, este podría perder su relevancia. Si amplía el número de sus miembros o flexibiliza los controles sobre la tecnología demasiado rápido, puede dejar de ser un régimen eficaz de control de las exportaciones.

Dado que el GSN se estableció principalmente para controlar la difusión de tecnología y materiales nucleares, por lo general el grupo se asocia con la no proliferación y no con los otros dos pilares del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP): el desarme y el uso pacífico de la energía nuclear. El enfoque del GSN con respecto a la no proliferación es un aspecto del grupo que los observadores, inclusive los participantes de esta Mesa Redonda, simplemente tienen que aceptar. Sin embargo, precisamente porque el grupo es fundamentalmente un mecanismo de no proliferación, muchos opinan que el GSN practica la discriminación nuclear. (Kayhan Barzegar sostuvo hábilmente en su primer ensayo que a veces la discriminación es real). Esta es una realidad que el GSN debe tomar en serio.

Una solución posible para estas percepciones de discriminación sería la ampliación del número de miembros del grupo, aunque podría ser un arma de doble filo. Si bien la ampliación podría difundir los valores que el GSN siempre ha defendido a un mayor número de países, y podría dar mayor relevancia al grupo en un entorno estratégico que ha evolucionado enormemente desde 1975, también podría socavarlo (por ejemplo, si un nuevo miembro actúa de manera inconsistente con los principios del GSN). Tampoco debe olvidarse que ya ha habido un aumento considerable en el número de miembros del grupo. Por consiguiente, lo que quizás debería hacer el grupo es establecer un número de requisitos más claros para los nuevos miembros, y solo entonces considerar la ampliación. Sin embargo, aun así, esto no garantizaría que los futuros miembros actúen siempre de conformidad con los valores de la organización. Después de todo, las naciones miembro son también estados, y sus acciones siempre se regirán por el interés nacional.

Complementar, no suplantar. En mi opinión, el GSN debería seguir enfocándose en las metas de no proliferación que llevaron a que sus miembros se aliaran en primer lugar (aunque por supuesto el grupo debe considerar las necesidades de los países que requieren tecnología y materiales nucleares para el desarrollo pacífico). La ampliación del número de miembros podría resultar adecuada a su debido tiempo, pero por ahora debería hacerse hincapié en profundizar la cooperación entre los miembros existentes del grupo.

A fin de cuentas, si bien la naturaleza del GSN tiene carácter internacional, el grupo debe verse y apreciarse por lo que es: un organismo subglobal que existe para complementar, no para llevar a cabo las funciones de las instituciones globales encargadas de promover los tres pilares del TNP.

Recordar lo que es accesorio y lo que es primordial

En la primera ronda de ensayos, los tres autores de esta Mesa Redonda coincidieron en dos afirmaciones, aunque a través de caminos diferentes: primero, que una línea fina separa las actividades nucleares pacíficas de la proliferación nuclear y que es fundamental que los miembros del Grupo de Suministradores Nucleares encuentren un equilibrio entre ambas; y, segundo, que el GSN debería hacer un esfuerzo mayor para promover la cooperación en el marco de la energía nuclear, para ayudar a hacer frente a la demanda creciente de energía de las naciones en desarrollo, al servicio del desarrollo sostenible.

Raymund Jose G. Quilop advierte un floreciente "renacimiento nuclear" en el Sudeste Asiático. En el Medio Oriente está sucediendo algo similar, con la esperanza de los Emiratos Árabes Unidos (EAU) de que su primer reactor comience a operar en el año 2017 y los ambiciosos planes de Arabia Saudita para tener su propio sector nuclear. Los EAU firmaron un acuerdo de cooperación nuclear muy anunciado con Estados Unidos, y Arabia Saudita firmó acuerdos de cooperación nuclear con países entre los que se cuentan Francia, Argentina, China y Corea del Sur.

Sin embargo, en el terreno nuclear la política puede interferir con las transferencias tecnológicas, como lo demuestra el programa nuclear de Irán. Desde que comenzó el conflicto en relación con el programa en 2002, las diferencias entre el punto de vista de Irán y los de destacados miembros occidentales del GSN (Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Alemania) han llevado a que la disputa trascienda la esfera de las prerrogativas nacionales y la necesidad de mayores suministros de energía. En su lugar, este punto muerto se ha relacionado con cuestiones más amplias de seguridad regional e internacional.

No hubo confusión. Al comentar el conflicto, mi colega Rajiv Nayan afirmó que en mi primer ensayo confundí las funciones del GSN y del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP). No existe tal confusión. El GSN se creó para complementar el tratado pero, al llevar a cabo sus actividades, ha pasado a ser un instrumento para implementar un régimen discriminatorio de no proliferación. Al hacerlo, ha debilitado uno de los pilares del tratado: la idea de que deben promoverse los usos pacíficos de la energía nuclear. Este es en realidad el pilar que más interesa a los países en desarrollo.

Por supuesto, el GSN se instauró como un intento de un número de signatarios del TNP de evitar la desviación de materiales que podrían utilizarse para fabricar un arma nuclear, pero no deben olvidarse dos cuestiones fundamentales con respecto a la relación del grupo con el régimen del tratado. En primer lugar, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), que es el encargado de aplicar las salvaguardias nucleares y que supervisa si un país cumple o no las disposiciones del tratado. En segundo lugar, la primera obligación legal de los miembros del GSN es para con el tratado en sí mismo, y el tratado impide las transferencias nucleares que permitirían la adquisición de armas nucleares a estados que no cuentan con ellas. Aparentemente esta obligación se habría contravenido a raíz de la excepción que el GSN concedió a la India en 2008. Entretanto, el GSN se niega a realizar negocios con Irán, un signatario del tratado, y de ese modo no actúa en consonancia con el espíritu del TNP, el mismo tratado que tiene como fin complementar.

Nayan escribe también que "los antecedentes de Irán en relación con la proliferación son variados, lo que explica sus dificultades actuales". Aquí repite las afirmaciones de algunos estados con armas nucleares, pasando por alto que los problemas de Irán con Occidente se relacionan más con la política que con las transferencias de la tecnología nuclear de por sí. Este callejón sin salida en relación con el programa nuclear de Irán debe considerarse en el contexto más amplio de las políticas del Medio Oriente, y especialmente del monopolio nuclear de Israel en la región.

Nadie puede negar que Irán ha sido desde hace mucho tiempo un entusiasta defensor del tratado, ni tampoco que las actividades nucleares de Irán se desarrollan bajo la supervisión del OIEA. Una vez más, la disputa sobre el programa nuclear de Irán tiene más que ver con la postura del país en cuestiones estratégicas y de seguridad, que con sus antecedentes de proliferación. Teherán ha tenido oportunidades para retirarse del tratado en el pasado, pero ha decidido permanecer en él, en aras de la transparencia y de actuar en el marco del sistema de salvaguardias internacionales. De hecho, de conformidad con el Artículo X, Irán podría haberse retirado legítimamente del tratado después de que India y Pakistán hicieran ensayos con dispositivos nucleares en 1998.

Seguridad, confianza y equilibrio

Los tres ensayos publicados en esta Mesa Redonda hasta ahora han afirmado la necesidad de un control responsable del comercio de tecnología y productos nucleares. Todos los autores desean que el comercio nuclear fluya sin problemas entre los países con sectores de energía nuclear nuevos o emergentes y, a su vez, minimizar las circunstancias que impiden dicho flujo.

Sin embargo, en el terreno nuclear pueden darse episodios trágicos que interfieren con el comercio. Tras el accidente ocurrido en Three Mile Island en 1979, transcurrieron décadas antes de que se aprobara un nuevo proyecto de energía nuclear en los Estados Unidos. A su vez, un incidente como el desastre ocurrido en la Planta Nuclear de Fukushima Daiichi en 2011 puede alterar el comercio nuclear en lugares muy alejados. Fukushima, por ejemplo, ha perjudicado el sector de la energía nuclear en India, cuyo programa para la expansión de la energía nuclear, muy ambicioso, ha debido afrontar desafíos recientes en forma de protestas contra las centrales nucleares planificadas de Kudankulam y Jaitapur.

Pero la seguridad nuclear se interrelaciona en muchas formas con la seguridad y las salvaguardias nucleares. Antes de Fukushima parecía que la polémica en torno a la seguridad había comenzado a disminuir. El accidente hizo resurgir la cuestión, justo cuando la seguridad nuclear estaba adquiriendo mayor importancia en las políticas globales, debido a la Cumbre de Seguridad Nuclear en 2010. Así pues, en la siguiente cumbre del año 2012, los esfuerzos se centraron en combinar la seguridad y la protección nucleares. Entretanto, las salvaguardias siempre son un tema importante para el comercio nuclear, dado que este se lleva a cabo en un contexto internacional caracterizado por la existencia de armas nucleares. Esto no es menos cierto tras las secuelas de Fukushima, puesto que los planes de expansión de la energía nuclear de algunos países están logrando sobreponerse a los retos que planteó el accidente.

Puntos de desacuerdo. Mis colegas de la Mesa Redonda y yo estamos de acuerdo en muchos puntos. Todos consideramos que el Grupo de Suministradores Nucleares (GSN) y sus directrices deben generar mayor confianza, no solo entre las naciones suministradoras, sino también en la comunidad internacional. No obstante, aunque comparto la preocupación de mi colega Kayhan Barzegar de que las políticas del GSN pueden dar lugar a discriminación, discrepo con algunas de sus afirmaciones. En mi opinión, cuando dice "Si las directrices del GSN se hubieran seguido atentamente… no habría mucho lugar para medidas discriminatorias… [contra] un signatario del TNP como Irán", confunde las funciones del GSN y del Tratado de No Proliferación Nuclear. En realidad existe una correlación limitada entre ambas instituciones, pero Barzegar parece creer que los problemas de Irán de cara al tratado podrían resolverse de alguna manera a través de las políticas del GSN.

Tampoco creo que haya mucho margen para relacionar la excepción que el grupo concedió a India en 2008 con las restricciones al comercio impuestas a Irán por el GSN. A pesar de que India es un país con armas nucleares que está fuera del régimen del tratado, ha firmado un gran número de importantes iniciativas globales sobre no proliferación, y se considera que prácticamente no tiene antecedentes en materia de proliferación. Los antecedentes de Irán en relación con la proliferación son variados, lo que explica sus dificultades actuales. Es más, yo diría que Irán está complicando el comercio nuclear para otros países; el programa nuclear de Teherán hace que recaigan sospechas infundadas sobre todos los demás.

En otro orden de cosas, Raymund Jose G. Quilop se refiere en su ensayo a las percepciones equivocadas y a la desconfianza que caracterizan las relaciones entre los países que cuentan con tecnología nuclear y los que no la tienen. Sin embargo, lo fundamental es lograr que todo el mundo confíe en nuevos beneficiarios de tecnología nuclear. Todos entienden que algunos poseedores de energía nuclear pueden incurrir en proliferación, pero este riesgo no puede eliminarse restringiendo la tecnología nuclear a un pequeño número de naciones; por el contrario, los esfuerzos deben centrarse en asegurar que los países que cuentan con tecnología nuclear ingresen a las filas de controladores de tecnología responsables. Mientras la globalización lleva a que la actividad económica se extienda en todo el mundo, también deben extenderse las fuentes de energía, y limitar el número de países con energía nuclear no resuelve los problemas. De hecho, podría suceder que la demanda de energía nuclear determine cuántos países cuentan con tecnología y productos nucleares, y no al revés.

Los nuevos participantes con energía nuclear sin duda deben garantizar que participantes no estatales irresponsables, sobre todo terroristas, no accedan a la tecnología nuclear. Coincido con Quilop en que deberá prestarse atención especial a las cuestiones relacionadas con los controles a las nuevas exportaciones y transbordos. Sin embargo, para garantizar que la tecnología nuclear se difunda y utilice con fines responsables, el GSN deberá lograr un nuevo equilibrio, que deberá contar con una amplia aceptación, entre los intereses comerciales y los relacionados con la seguridad. A fin de lograr este objetivo, el GSN mismo deberá reestructurarse.

Round 3

Afrontar realidades inevitables

Seamos realistas: El Grupo de Suministradores Nucleares (GSN) se percibe en general como un mecanismo de exclusión, y quizás esto sea realmente así. En esta Mesa Redonda la ampliación del número de miembros del grupo ha sido un tema importante de debate. No obstante, el GSN se seguirá considerando excluyente, aun cuando amplíe el número de sus miembros para incluir a todos los países que cuentan tanto con materiales nucleares como con conocimientos técnicos en el terreno nuclear, por la simple razón de que solamente un limitado número de países cumplen ambos requisitos.

Un mayor número de miembros, lejos de cambiar las percepciones negativas sobre el grupo, podría solamente indicar que el GSN ha fracasado en su misión de desalentar la proliferación nuclear. Es decir, si cualquier país que logra acceder al material y la tecnología nucleares, sin importar los medios utilizados, puede, en definitiva, convertirse en miembro del GSN, el grupo habrá hecho poco para controlar la difusión de materiales y tecnologías delicados. La posesión de material y conocimientos técnicos nucleares no puede ser el único criterio para admitir a nuevos miembros. Esto explica en parte por qué sostuve en mi segundo ensayo que debería establecerse un conjunto de requisitos más claros para la admisión de nuevos miembros.

Mi colega Kayhan Barzegar sugiere que sería viable el ingreso de Irán al GSN, para que pueda "compartir lecciones valiosas a partir de su experiencia nuclear". Sin embargo, si bien un país como Irán puede acceder al material y la tecnología nucleares, no se encuentra en una posición política que le permita compartir material y tecnología con otras naciones a través del comercio nuclear, lo que es otra forma de decir que no tendrá cabida en un grupo de suministradores. Los recién llegados al terreno nuclear, incluso Irán, podrían considerar formar un Grupo de Usuarios Nucleares. Sin embargo, un grupo así se encontraría con que no es mucho lo que tiene para hacer.

Tampoco comparto la opinión de mi colega Rajiv Nayan cuando escribe que el enfoque principal del grupo debería centrarse en el comercio nuclear, y no en la no proliferación. La no proliferación ha sido siempre la principal razón de la existencia del grupo, aun cuando muchos piensen que el GSN ha fracasado considerablemente en sus esfuerzos en pos de la misma, y sostengo que la no proliferación debe seguir teniendo un rol central.

Un precio demasiado alto. Esta Mesa Redonda hasta el momento no ha tratado la cuestión atinente al empeño que, para empezar, los países en desarrollo deberían poner para promover la energía nuclear. Por supuesto las naciones tienen derecho a desarrollar sectores de energía nuclear, y mis colegas sostienen correctamente que muchos países en desarrollo deben aumentar sus suministros de energía si quieren que sus economías sigan creciendo. Sin embargo, la energía nuclear con frecuencia es una mala elección para los países en el mundo en desarrollo.

No es barato construir plantas de energía nuclear ni tampoco desarrollar los conocimientos técnicos necesarios para establecer y operar un sector nuclear. Si se incluyen los costos sociales, como los residuos nucleares, la energía nuclear puede llegar a ser más cara que otras formas de energía alternativa disponibles. Algunas naciones pueden optar por promover la energía nuclear porque quieren unirse al club de países que dominan la tecnología nuclear, pero, si este es el objetivo al que apuntan, resulta bastante caro.

El GSN debe afrontar una realidad problemática: Si las naciones que tienen ambiciones nucleares no pueden acceder a material o tecnología nucleares a través del grupo, seguramente en la actualidad podrán obtener lo que necesitan en algún otro lugar. Este es el verdadero desafío que afronta el Grupo de Suministradores Nucleares.

Un club exclusivo con un programa oculto

Empecé esta Mesa Redonda con la creencia de que el Grupo de Suministradores Nucleares (GSN) es un régimen discriminatorio de control de las exportaciones y no he cambiado esa convicción. De hecho, el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) es en el fondo en sí mismo discriminatorio, y los mecanismos complementarios como el GSN solo complican el problema. Como sostuvo correctamente mi colega Rajiv Nayan en su ensayo final, el enfoque del GSN se centra demasiado en el aspecto del tratado relacionado con la no proliferación, y muy poco en el fomento del comercio nuclear.

Para las naciones en desarrollo, con el transcurso del tiempo el GSN ha perdido mucha de su relevancia, pues no se ha adaptado a un mundo en proceso de cambio. En la actualidad muchos países en desarrollo están al borde de transformaciones tecnológicas trascendentales. Sus economías cada vez se vuelven más avanzadas y requieren fuentes de energía, como la nuclear, para ayudarlos a seguir desarrollándose. El GSN debería adaptarse a esta nueva realidad y hacer mayores esfuerzos para cumplir con las expectativas del mundo en desarrollo.

En lugar de esto, el grupo continúa imponiendo sanciones a un país como Irán, debido a que hace mucho tiempo no notificó de manera oportuna las actividades nucleares en la instalación de Natanz. Los incumplimientos de este tipo no son singulares; otros países han cometido los mismos errores y, una vez que los rectificaron, fueron perdonados. Entre estos se incluyen, por ejemplo, Egipto, que recibió un comparendo en 2005 por parte del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) debido a que no había notificado los experimentos y existencias en su Edificio de Química Nuclear, y Corea del Sur que, de acuerdo con un informe del organismo del año 2004, no ha dado a conocer las investigaciones llevadas a cabo en el pasado que podrían haber contribuido a un programa de armas nucleares. No obstante, en el caso de Irán las sanciones nunca cesaron. (Me gustaría hacer énfasis en que la falta de divulgación de las actividades en el sitio de Natanz por parte de Irán se trató simplemente de eso, una falta, por la que no se reveló la información de manera oportuna, y no una infracción grave que merezca un tratamiento severo permanente por parte de los miembros del GSN).

Entretanto, el reciente ensayo nuclear de Corea del Norte arroja luz sobre la discriminación intrínseca dentro del sistema del TNP. Es decir, demuestra que no puede disuadirse de sus ambiciones nucleares a un país que tiene la determinación de rebelarse contra un sistema discriminatorio, mediante sanciones y mecanismos internacionales como el GSN y que, de hecho, la dura presión internacional solo sirve para empeorar las cosas. El ensayo de Corea del Norte debería servir como un llamado de atención para aquellos que sacrificarían el espíritu original del TNP en aras de un conjunto más específico de objetivos políticos.

Si quiere adaptarse a los nuevos tiempos, el GSN debería hacer más transparente su proceso de adopción de decisiones. Debería convertirse en algo distinto a un club exclusivo con un programa oculto, que impone sus condiciones aún con mayor rigurosidad. También debería ampliar el número de sus miembros, para abarcar a un mayor número de países en desarrollo. El mundo en desarrollo tiene una representación inadecuada en el grupo, y esta membresía sesgada es el quid de los problemas de este último. Genera desconfianza entre las naciones desarrolladas y en desarrollo, y debilita en última instancia los fundamentos del tratado.

En este punto discrepo con Raymund Jose G. Quilop, que ha expresado su preocupación de que los miembros del GSN puedan comportarse de manera incongruente con los principios y valores del grupo. Mi pregunta es: ¿Qué principios y valores? ¿Los valores y principios que se crearon principalmente para preservar el predominio de occidente dentro del régimen de no proliferación y el predominio sobre las normas legales y técnicas que impone el OIEA? Si estos son los valores y principios en cuestión, el comportamiento incongruente en relación a ellos debería considerarse algo bueno.

Es más, a pesar de que los nuevos miembros del GSN seguramente considerarán sus intereses nacionales al adoptar decisiones sobre el comercio nuclear también, con el tiempo, se adaptarán a las normas internacionales expresadas a través de mecanismos como el GSN. Además, contribuirán al grupo aportando sus propias perspectivas que incidirán en el proceso de adopción de decisiones del grupo. Irán, por ejemplo, puede compartir lecciones valiosas a partir de su experiencia nuclear; lecciones sobre los derechos de los países en desarrollo, la cooperación regional en la energía nuclear y el desarme total regional.

Todavía puede lograrse un equilibrio adecuado entre los tres pilares del TNP: no proliferación, uso pacífico de energía nuclear y desarme total, pero únicamente si los miembros del GSN y las naciones en desarrollo logran establecer una base de cooperación que los beneficie a todos. Para entender todo el potencial del tratado será necesario mitigar la desconfianza entre el GSN y el mundo en desarrollo.

La forma en que las dos partes ganan

Al aproximarnos a la conclusión de esta Mesa Redonda, sigo creyendo que el Grupo de Suministradores Nucleares (GSN) puede abordar mejor las necesidades de los países en desarrollo si se asegura de que el enfoque principal del grupo se centre en el comercio nuclear, y no en la no proliferación. Los países en desarrollo necesitan energía nuclear para su desarrollo económico; la necesitan para contribuir a limitar sus emisiones de gases de efecto invernadero en una época en que muchas personas en todo el mundo están muy preocupadas por el cambio climático. Por supuesto, la no proliferación es un tema importante que es necesario tener en cuenta al llevar a cabo el comercio nuclear. A su vez, las metas relacionadas con la no proliferación se pueden promover utilizando el comercio nuclear como un incentivo. Sin embargo, ni bien la no proliferación pasa a ser más importante que el comercio, las naciones en desarrollo encuentran que tienen muchas dificultades para establecer sectores de energía nuclear.

Desde hace años se culpa a los procedimientos burocráticos del GSN por la demora de los cronogramas de proyectos nucleares y por el aumento de sus costos, y esto ha dado lugar a demandas para que el grupo simplifique sus engorrosos procedimientos. Por fortuna, la simplificación beneficiaría los propósitos de los países desarrollados y en desarrollo (las empresas nucleares en países ricos han estado a la vanguardia en la demanda de simplificación por parte del GSN), suponiendo que los ideales del GSN no se vieran amenazados en el proceso.

No obstante, lamentablemente los regímenes multilaterales de control de las exportaciones, como el GSN, durante los últimos años han acumulado cada vez más normas, y esto perjudica la eficacia de estos mismos regímenes. El GSN haría bien en descartar las normas antiguas que se han vuelto redundantes o ya no cumplen sus propósitos establecidos, y en hacer cumplir solamente las restricciones que tengan beneficios tangibles para la no proliferación. Por ejemplo, en materia de transferencia de tecnología para el enriquecimiento, ¿es realmente necesario insistir tanto en que los suministradores deberían intentar excluir la posibilidad de un enriquecimiento superior al 20 por ciento de uranio 235? Es cierto que el uranio enriquecido al 20 por ciento técnicamente se considera uranio altamente enriquecido, pero está lejos de ser apto para la fabricación de armas. La racionalización de los procedimientos sería de enorme ayuda para los miembros del GSN; por ejemplo, para las autoridades que otorgan licencias y las encargadas de velar por el cumplimiento de la normativa en las naciones suministradoras.

Otra cuestión importante es que los miembros del GSN no deberían intentar modificar las condiciones de suministro, una vez que han llegado a acuerdos con las naciones clientes. Los acuerdos originales se deben respetar; las nuevas condiciones o modificaciones impuestas por las naciones suministradoras, cualesquiera que sean, se deben considerar infracciones que comportan sanciones. En el pasado las restricciones a posteriori, como las que establece la Ley de no proliferación nuclear de Estados Unidos, promulgada en 1978, han sido muy resistidas, tanto en países desarrollados como en desarrollo.

Quisiera concluir con la cuestión del aumento del número de miembros del GSN, el mismo tema al que dediqué gran parte de mi primer ensayo de esta Mesa Redonda. Mi colega Raymund Jose G. Quilop ha afirmado que se debería establecer un número de requisitos más claros para los nuevos miembros del GSN, pero que en cualquier caso este no debería ampliar el número de sus miembros en un futuro próximo. Comparto la inquietud de Quilop en relación a la posibilidad de que los nuevos miembros puedan emprender acciones que no estén conformes con los valores del grupo. De hecho, esta es la razón por la que en mi primer ensayo puse en duda la decisión de admitir a China en el GSN en 2004.

Aun así, debemos recordar que el GSN se estableció en gran medida para traer a una nación como Francia, que no era signataria del Tratado de No Proliferación Nuclear, al régimen de control de las exportaciones. En mi opinión Francia sigue afianzando el régimen. En la actualidad los nuevos miembros del GSN pueden hacer valiosas contribuciones, por ejemplo, promoviendo la energía nuclear en el mundo desarrollado en momentos en que el accidente ocurrido en la planta nuclear Fukushima Daiichi ha planteado graves problemas para la industria. Creo que si el mundo en desarrollo y el Grupo de Suministradores Nucleares logran mantener una cooperación más plena, ganarán las dos partes.


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