La tradición: el enemigo del desarme
By Reshmi Kazi: ES |
La guerra nuclear y el terrorismo nuclear amenazan a las mujeres de la misma manera que al hombre. Efectivamente, las mujeres tal vez son más susceptibles que los hombres a ciertos peligros nucleares, tales como el cáncer asociado a la radiación. Sin embargo, la influencia de la mujer en la política nuclear es estrepitosamente baja. Esto es verdad tanto a nivel nacional, como internacional y es cierto en los ámbitos políticos, de asuntos militares y en la ciencia y tecnología.
En los países donde las mujeres no tienen igualdad de oportunidades, donde se espera que sean sumisas ante los hombres en todo tema, no es sorprendente que las mujeres carezcan de influencia política en cuestiones nucleares. En la India, las mujeres obtuvieron el sufragio total en 1950. Pero la representación de las mujeres en el Lok Sabha, en la cámara baja del parlamento, es de tan sólo el 11 por ciento, y la legislación que garantizaría para las mujeres el 22 por ciento de los escaños en el Lok Sabha y en legislaturas estatales ha estado estancada desde 1996. En Pakistán, las mujeres obtuvieron el voto con la independencia nacional en 1947, pero el derecho de voto de las mujeres aun se enfrenta a una dura oposición actualmente. En particular en áreas rurales, a menudo se considera "anti-islámico" que las mujeres voten.
No todas las sociedades son tan dominadas por los hombres, pero es difícil imaginarse un país donde las mujeres incidan en la política nuclear, o en la toma de decisiones estratégicas y militares, en proporción a sus cifras. ¿Por qué? Podría argumentarse con algo de validez que relativamente pocas mujeres tienen el conocimiento científico, la educación militar o la experiencia en política y diplomacia que son necesarias para participar en el diseño de políticas sobre armas nucleares. Es decir, podría argumentarse que las mujeres no tienen derecho a la representación en la toma de decisiones nucleares simplemente por ser mujeres.
Pero este razonamiento sólo sirve hasta cierto punto. En muchos países, la poca influencia de las mujeres en el escenario político y de seguridad se basa tanto en los estereotipos de género, como en las cuestiones legítimas de la experiencia femenina. En los hogares tradicionales de muchas naciones, el hombre siempre ha sido considerado el jefe. Él ha definido los papeles sociales y económicos para otros miembros de la familia. Se ha proyectado como la fuerza, la razón, el juicio y la protección. Tales estereotipos se han trasmitido al entorno político moderno, donde un líder (hombre, por lo general) controla a sus seguidores y asigna un rol para ellos. Las mujeres, entre tanto, son consideradas como débiles, emocionales irracionales y con necesidad de protección, incapaces de tomar decisiones para ellas o por los demás.
Este tipo de diferenciación "natural" entre los sexos se ha infiltrado en todos los aspectos del diseño de políticas nucleares. Por ejemplo, las delegaciones indias y pakistaníes para la conferencia de Oslo en 2013 sobre el impacto humanitario de las detonaciones nucleares no incluyó a las mujeres. En general, si un hombre describe la muerte y la destrucción nuclear con un término clínico abstracto como "daños colaterales", sus palabras transmiten un mensaje fuerte, seguro y masculino. Si una mujer utiliza el término "asesinatos en masa" para describir el mismo suceso, sus palabras transmiten un mensaje femenino y emocional. Por lo tanto, las palabras de las mujeres tienen menos valor, aun si son más realistas.
Haciendo a un lado los estereotipos, ciertas investigaciones demuestran que las mujeres, efectivamente, son menos agresivas que los hombres. Un estudio de 2012 publicado en Philosophical Transactions of the Royal Society concluyó que "los hombres están programados biológicamente para ser guerreros". En 2007, investigadores de Brown University y de otras universidades publicaron los resultados de sus investigaciones de la respuesta de los participantes en juegos simulados de guerra. Los resultados de la investigación indicaron que "los individuos con altos niveles de testosterona tienen más probabilidades de responder a ataques no provocados en contra de sus adversarios". Pero si, de hecho, es cierto que las mujeres aprecian la paz más que los hombres, —si les atrae menos el conflicto y son más compasivas y diplomáticas— la respuesta racional sería de acelerar el proceso de desarme al asegurar la participación de la mujer en el diseño de políticas nucleares.
Las mujeres ya han desempeñado papeles claves en el desarrollo de instrumentos internacionales tales como la Convención de Armas Biológicas y Toxínicas y la Convención de Armas Químicas. Las mujeres podrían desempeñar un rol, por lo menos, igual de crucial durante el desarme nuclear. Pero va ser difícil que lo hagan mientras que la diplomacia, el dialogo y el sentimiento de interdependencia entre naciones, de lo que depende el desarme, no sean valorizados como se debe por su asociación con la feminidad. Lo que a larga se necesita es que los conceptos tradicionales del poder y la fuerza retrocedan en el diseño de política. Por el contrario, el bien de la humanidad debería tomar el rol central. Conseguir la paz sostenible depende de poder resarcir las desigualdades de todo tipo, incluyendo aquellas entre mujeres y hombres.
De manera más inmediata, ¿cómo podrían las mujeres incidir más en la toma de decisiones nucleares? Propongo dos tipos de acción, uno que debe ser llevado a cabo por los gobiernos y otro por las mujeres.
Los gobiernos deben de reconocer que las mujeres son importantes partes interesadas para la paz, la resolución de conflictos y el desarme nuclear. En específico, los gobiernos debe alentar a las mujeres a participar directamente a nivel internacional en los esfuerzos de no proliferación y desarme. Además, cuando los gobiernos realizan análisis de costo-beneficio para gastos militares, deben tomar en cuenta las dimensiones de género de los gastos. Por ejemplo, muchos consideran que las decisiones de Pakistán son irresponsables por invertir en la investigación, el desarrollo y las estrategias de despliegue para armas tácticas nucleares. (Viendo que Pakistán sufre de pobreza, salud pública mediocre, altas tazas de desempleo y bajos niveles de educación, tiene poco sentido que Islamabad haga gastos gigantescos de defensa para armas nucleares "pequeñas"). Adicionalmente, los gobiernos deben integrar en sus deliberaciones de política nuclear los puntos de vista de organizaciones no gubernamentales, tales como la Campaña Internacional para la Abolición de Armas Nucleares, La Liga Internacional de Mujeres para la Paz y la Libertad, Reaching Critical Will y las Historias Hibakusha. Al hacerlo se introduciría a las deliberaciones nucleares el impacto humanitario que el conflicto nuclear tendría sobre las mujeres y otros sectores de la población.
Mientras tanto, si las mujeres obtienen una mayor influencia en la política nuclear, más mujeres estudiantes deben entrar al campo del planeamiento militar, de física, control de armas y seguridad. Las mujeres involucradas en investigaciones médicas deben estudiar temas sobre el efecto de la radiación en la salud humana, y luego realizar labores para propagar la concientización sobre los resultados. Las mujeres también deben ser más conscientes del género en la política y apoyar a las mujeres candidatas que comparten la misma visión en temas de desarme.
Debido a las complejidades geopolíticas, el desarme hoy en día parece un sueño distante. Pero conseguir este sueño será menos difícil si las mujeres inciden, como debe ser, en la política de armas nucleares.