La conversión en Kazajistán: un juego de múltiples jugadores
By Alexandr Vurim (ES) |
Las iniciativas internacionales para reducir el uso de uranio altamente enriquecido (HEU, por sus siglas en inglés) ameritan el apoyo incondicional, pero la conversión a uranio poco enriquecido (LEU, por sus siglas en inglés) a menudo es un proyecto difícil. Los reactores de investigación emplean una serie de diseños que se utilizan para propósitos distintos, y diversos países difieren sobre cómo se debe realizar la conversión. En mi propio país, Kazajistán, se han puesto en práctica planes preliminares para convertir el combustible a LEU en tres reactores de investigación. Pero el avance no ha sido tan rápido como pudiera haberlo sido.
¿Por qué? Para responder a la pregunta, uno debe entender la burocracia alrededor de los reactores de investigación de Kazajistán, los cuales pertenecen y operan bajo entidades gubernamentales. Dos de los cuatro reactores de investigación del país, conocidos como IVG e IGR, son propiedad del Centro Nuclear Nacional y son operados por una de las divisiones del Centro, el Instituto de Energía Atómica, que también es mi empleador. El tercer reactor es propiedad del Instituto de Física Nuclear, una entidad separada del Centro Nuclear Nacional. El cuarto reactor está cerrado por un plazo indefinido, tras haberle descargado el combustible y no sirve ningún propósito en términos de la conversión.
La conversión a LEU debe ser aprobada por dos oficinas gubernamentales — la Agencia de Energía Atómica, quien regula los reactores y supervisa temas tales como permisos y seguridad, y también por el Ministerio de Industria y Nuevas Tecnologías. El ministerio ha aprobado la conversión en los reactores IVG e IGR. Pero la Agencia de Energía Atómica (que pronto se reorganizará como el Comité de Energía Atómica) no ha dado su aprobación. La agencia sólo dará su aprobación a la conversión si el diseñador principal y el gerente de investigación de las instalaciones están de acuerdo con los cambios en los reactores; las leyes y regulaciones kazajas requieren, para las decisiones acerca de la conversión de LEU, que se involucren los diseñadores principales y los gerentes de investigación de cada uno de los reactores.
Y aquí se complican aún más las cosas porque estos mismos no son entidades kazajas. Al contrario, debido a los orígenes soviéticos de los reactores, son entidades estatales rusas que ahora tienen un rol mínimo en la operación de los reactores. Más concretamente, las acciones de los diseñadores principales y los gerentes de investigación hasta ahora no han sido coordinadas por una sola entidad en Rusia, dejando que el Instituto de Energía Atómica se coordine entre ellos. Pero esto va más allá de la capacidad del instituto de coordinar las acciones de entidades en otro país.
Aquí es útil recordar la estructura organizativa que fue utilizada cuando se establecieron los reactores de investigación por primera vez en Kazajistán. Todo el trabajo se realizó bajo el liderazgo unificado del ministerio soviético a cargo de la ciencia nuclear, energía e industria. Tanto el gerente de investigación, como el diseñador principal y la organización para la operación eran parte de este ministerio y estaban conectados por una serie de obligaciones y responsabilidades claras. Este sistema interactivo ayudó a crear los sectores científicos e industriales más avanzados en la Unión Soviética, y una de las industrias más avanzadas de energía nuclear en el mundo. Lamentablemente, el gobierno kazajo, sin mencionar el Instituto de Energía Atómica, carece de las capacidades que poseía el anterior ministerio soviético.
Ante todo esto, los representantes de la Iniciativa Global para la Reducción de Amenazas, un proyecto de EE.UU. para la minimización de HEU, han intentando trabajar con otra entidad, los fabricantes rusos de combustible para reactores. El plan sería que el suministrador de combustible desarrollara combustible de LEU que permitiese la conversión en los reactores. Pero aunque esto resuelva algunos problemas técnicos, no resolvería los problemas burocráticos. De todas formas, se requeriría la participación completa del diseñador principal y del gerente de investigación.
El Instituto de Energía Atómica ahora está intentando evitar estos problemas negociando con los suministradores de combustible para reactores, con la esperanza de que el suministrador se responsabilice de la coordinación entre todas las entidades rusas involucradas. Efectivamente, en el reactor kazajo de investigación, operado por el Instituto de Física Nuclear, los esfuerzos para la conversión avanzan sin complicaciones, precisamente porque el productor estatal ruso de combustible está coordinado con las entidades rusas más relevantes.
La solución ideal para el proceso de conversión de Kazajistán podría haber sido que los representantes del gobierno de EE.UU. establecieran más enlaces con los funcionarios de Rusia, alentando al gobierno ruso a interesarse verdaderamente en el trabajo — aceptando la responsabilidad de todos los aspectos del proceso de conversión que requieren la experiencia del gerente de investigación, diseñador principal y fabricante de combustible rusos. Al fin y al cabo, la conversión no puede proceder sin esa clase de cooperación intergubernamental. En todo caso, la experiencia de conversión kazaja sirve como ejemplo de los problemas a los que los reactores hacen frente cuando intentan minimizar su uso de uranio altamente enriquecido.