Agregando el capital, respondiendo al cambio climático

By Frederick M. Abbott: ES, March 20, 2015

En su segundo ensayo, Carlos Correa resaltó la resistencia constante de los países desarrollados y sus intereses industriales en debatir la propiedad intelectual y las tecnologías de cambio climático en foros multilaterales. Las razones de esta resistencia son bastante claras: estas naciones e industrias buscan evitar discusiones altamente contenciosas como aquellas que rodean la relación entre la propiedad intelectual y el acceso a las medicinas. A los países desarrollados y sus industrias les preocupa que las negociaciones resulten en un debilitamiento de la protección de patentes (y de otras formas de propiedad intelectual), lo que reduciría futuros flujos de ingresos.

Cuando surgieron por primera vez la propiedad intelectual y el cambio climático como tema de discusión, yo, entre otros, hice hincapié que antes de iniciar cualquier tipo de diálogo para modificar las reglas del comercio, es menester recopilar evidencias empíricas sobre el impacto real y potencial de la propiedad intelectual en la difusión de la energía limpia. En mi opinión, el problema ha sido, y sigue siendo, cómo se podría aprovechar el tiempo y la energía para buscar soluciones a los problemas que ocasiona el cambio climático. En lo abstracto, Correa está en lo cierto: la propiedad intelectual puede representar una barrera para el acceso a las tecnologías de cambio climático de los países en vías de desarrollo. Sin embargo, si se tiene en cuenta que el Acuerdo sobre Aspectos Relacionados al Comercio sobre los Derechos de la Propiedad Intelectual brinda a los países en vías de desarrollo una flexibilidad importante sobre las patentes, ¿cuándo serán necesarias y deseables las negociaciones sobre las diferentes reglas?

Un tema importante que se debe considerar cuando se plantea esta pregunta es que los derechos de la propiedad intelectual pesa sobre cómo el capital será agregado para combatir el cambio climático. Por ejemplo, los subsidios del gobierno juegan un papel importante en la promoción de la innovación; y cuando los gobiernos brindan financiación para la investigación y desarrollo, se le garantiza al público el acceso a los beneficios que se logren. Sin embargo, ¿la investigación y el desarrollo financiado por el público en un país debería resultar en el acceso "gratuito" a los beneficios de tecnología en otros países, sin importar su ubicación en el espectro del desarrollo? ¿Cómo se deben distribuir los costos de investigación y desarrollo de manera justa entre las naciones?

La verdad es que varios ámbitos, desde los productos de salud a los teléfonos inteligentes, de las televisiones de alta definición a los recursos de energía alternativa, compiten entre sí por el capital de inversiones. El capital procede de recursos públicos o privados. En países con ingresos altos, existen grandes acciones del capital privado, pero serán invertidos según las expectativas de rentabilidad financiera.

Las patentes son una manera de "titularizar", o permitir la compra o venta de desarrollos tecnológicos. Brindan un instrumento jurídico mediante el cual los inversionistas podrán contribuir su capital, ya sea para el desarrollo de tecnologías nuevas o la difusión de tecnologías que ya se han desarrollado. En las empresas tecnológicas, las patentes promueven la incorporación de capitales.

Implementar proyectos de larga escala en infraestructura energética, ya sea en países desarrollados o en vías de desarrollo, por lo general, es una actividad que requiere inmensos capitales. En términos legos, es muy costoso. La mayoría de los países en vías de desarrollo que buscan hacer la transición de la generación energética hacia las tecnologías sanas para el clima, como cuestión práctica, tendrá que importar capitales. Estos fondos podrían ser o públicos o privados, y tal vez existan fondos suficientes para poder hacer las transiciones por medio del Banco Mundial o alguna otra entidad. Pero la historia sugiere un poco de escepticismo sobre la idea de que la financiación pública global resolverá adecuadamente el cambio climático. Efectivamente, soy más propenso a pensar que la inversión del sector privado es esencial. Pero la dirección de la inversión del sector privado depende del incentivo. Las patentes permiten ingresos superiores al valor del mercado y, por ende, son maneras de atraer las inversiones a tecnologías y sectores particulares.

En la primera ronda, yo defendí el uso de "las vías intermedias" que podrían "permitir a los países de bajos recursos obtener el acceso a recursos de energías alternativas  y tecnologías de mitigación sin recurrir a las licencias obligatorias". Es decir, los recursos de empresas en países  desarrollados y en vías de desarrollo deberían combinarse. Las políticas del gobierno deberían facilitar las empresas conjuntas que permitirían a las que se encuentran en los países en vías de desarrollo tener acceso al capital accionario —incluyendo las tecnologías—  de las empresas en los países desarrollados. A medida que el problema apremiante del cambio climático se solucione, esto podría representar el mejor uso colectivo del tiempo y la energía.

Las patentes son un instrumento de la política industrial. Intrínsecamente, no son ni buenas ni malas. Pero las patentes no son algo cuyo uso no debe ser regulado; el interés público debe ser defendido. Uno de los problemas principales de los sistemas de patentes es que los partidarios de la protección sólida de patentes, a menudo, pintan a las patentes como un derecho de propiedad intocable. Pero la propiedad de cualquier índole es regulada. Las patentes, y los productos y servicios que redundan de ellas, no son la excepción.



Topics: Climate Change

 

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