Armas nucleares: el tabú no es suficiente

By Mustafa Kibaroglu: ES, August 12, 2015

Desearía poder sostener que el mundo ha incorporado debidamente las lecciones de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki pero, lamentablemente, debo afirmar lo contrario.

¿Por qué? En primer lugar, porque muchas personas en el mundo creen que haber lanzado las bombas -sin importar qué tan catastróficas fueron las consecuencias para la gente de Hiroshima y Nagasaki- salvó vidas, quizás millones de vidas, al permitir que la Segunda Guerra Mundial terminara rápidamente. Sin embargo, la historia no corrobora esta opinión. Japón había perdido ya mucho terreno en la región de Asia y el Pacífico. Los regímenes fascistas europeos habían caído, la guerra había terminado en Europa, África del Norte y Medio Oriente, y se dejó a Japón pelear con sus enemigos solo. Dadas estas circunstancias, el imperio japonés no habría podido prolongar la guerra mucho más. Como sostuvo Dwight Eisenhower, “Los japoneses estaban listos para rendirse y no era necesario golpearlos con esa cosa tan espantosa.”

En segundo lugar, nadie fue llevado a juicio como consecuencia de Hiroshima y Nagasaki, y esto ha repercutido profundamente sobre la forma en que se perciben los bombardeos. Los criminales de guerra alemanes y japoneses se enfrentaron con los tribunales de Núremberg y Tokio, pero un hombre como el general Curtis LeMay, cuya fuerza área incendió ciudades de un extremo al otro de Japón, matando a cientos de miles de civiles incluso antes de Hiroshima y Nagasaki, no debió someterse a la justicia. Más tarde dijo LeMay "si hubiéramos perdido la guerra, a todos nos hubieran perseguido como criminales de guerra". Sin embargo, Estados Unidos no perdió la guerra, y décadas después de eso seguimos sin debatir suficientemente la legalidad de los bombardeos. Como resultado, las armas nucleares han ganado cierta legitimidad.

En tercer lugar, miembros del club nuclear como, por ejemplo, Estados Unidos y Rusia, en algunas ocasiones han amenazado con usar armas nucleares para lograr determinados objetivos políticos. Estos objetivos han incluido desde disuadir las operaciones militares de los adversarios hasta lograr cambios de régimen. Por desgracia este tipo de amenazas puede convencer a los líderes nacionales de que, para preservar sus regímenes, es necesario contar con capacidad de disuasión nuclear, como ha sucedido en Corea del Norte. Es cierto también que, a lo largo de la historia, los líderes han querido hacerse con las amas más poderosas de sus épocas. Por consiguiente, es difícil conservar el optimismo sobre las perspectivas del régimen de no proliferación durante las próximas décadas.

Por último, los encargados de las relaciones internacionales con frecuencia tratan la disuasión nuclear como si fuera una realidad indiscutible. Según lo que se cuenta frecuentemente acerca de la historia de la Guerra Fría, la destrucción mutua asegurada y la capacidad de un posible segundo ataque por parte del enemigo obligó a Estados Unidos y a la Unión Soviética a actuar con moderación. Esto evitó que las crisis desembocaran en conflictos peligrosos. Sin embargo, las condiciones predominantes en esa época eran muy particulares. Por ejemplo, las zonas más pobladas de Estados Unidos y la Unión Soviética estaban separadas por enormes distancias. Si alguna de las partes hubiera lanzado un ataque nuclear, la otra parte habría tenido tiempo de tomar represalias. Esto hizo que pudiera confiarse bastante en la disuasión. Lo que los analistas de seguridad internacional muchas veces omiten reconocer es que la disuasión es menos confiable en una región compacta como el Medio Oriente. Además, en esa región tan volátil y en otros lugares, el odio entre las naciones es muchas veces tan intenso que, si determinados líderes tuvieran a su disposición armas nucleares, ya las habrían utilizado, sin importar las consecuencias (incluso para sí mismos). Muchas personas no han interiorizado la tragedia sufrida por los japoneses con los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki y, de igual forma, muchas veces no se identifican con lo que les sucede a otras personas en naciones enemigas.

La comunidad internacional ha hecho esfuerzos conjuntos y elaborados para evitar la proliferación nuclear. Sin embargo, la tecnología para crear armas nucleares se sigue difundiendo. No se puede de ninguna forma desatender la posibilidad de que armas nucleares caigan en manos de organizaciones terroristas con visiones apocalípticas. Temo que no transcurran otras siete décadas sin la detonación de un arma nuclear en una guerra.

 



Topics: Nuclear Weapons

 

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