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Cabalgando el caballo de batalla moral

By Bharat Karnad: ES, September 17, 2014

Mis colegas de la mesa redonda, Rodrigo Álvarez Valdés y Héctor Guerra, reconocen que deshacerse de las armas nucleares es un objetivo encomiable pero difícil de obtener. Seguramente el desarme será difícil de conseguir a través de las mejoras en la gobernabilidad de seguridad nuclear que argumenta Álvarez o a través de la poco realista "iniciativa humanitaria" de Guerra (un esfuerzo de prohibir la bomba bajo otro disfraz).

Sin embargo, Guerra continúa con la esperanza de que la iniciativa humanitaria —debido al involucramiento de grandes sociedades civiles, organizaciones no gubernamentales, científicos desilusionados, y académicos y activistas sumamente entusiasmados a lo largo y ancho del mundo—  logrará lo que el toma y daca diplomático en la Conferencia sobre el Desarme no ha logrado a lo largo de las últimas décadas. El optimismo de Guerra confunde deliberadamente las buenas intenciones con las metas alcanzables.

Guerra me acusó en la segunda ronda de aceptar "con demasiada facilidad" las disparidades económicas globales y los riesgos inherentes a las políticas de poder. Mi respuesta es que veo al mundo tal cual es y, lamentablemente, el mundo está controlado por países poderosos que pretenden preservar y promover sus intereses nacionales. Estos suelen definir sus intereses de manera estricta, y no suelen considerar el largo plazo ni demostrar mucho interés por el bien global. Al decir esto, no pretendo promover las políticas y el comportamiento de estado que retrasan los esfuerzos de desarme. Pero de nuevo, no se debe confundir lo que debe ser con lo que es.

Guerra también puntualizó que "la iniciativa [humanitaria] se basa en la plena conciencia de que el mundo aún se enfrenta a los peligros de las armas nucleares aún después de casi 70 años de esfuerzos de desarme, y por lo tanto, se requieren medidas adicionales". Sin embargo, jamás ha existido una carencia de conocimientos sobre los peligros de las armas nucleares, y en cualquier caso, los avances en el desarme provienen de procesos diplomáticos deliberados y graduales que no pueden ser apresurados para aumentar la conciencia. El desarme simplemente tomará tiempo. Su paso deliberado pondrá a prueba la paciencia de las almas bienintencionadas como Guerra y Álvarez. No obstante, es precisamente la minuciosidad y claridad de las negociaciones en la Conferencia para el Desarme las que harán que algún día el lento progreso actual hacia el cero nuclear sea irreversible.

No se les puede obligar a tomar el agua. Álvarez señaló en la segunda ronda que "las naciones no nucleares no prevalecerán sobre los estados nucleares para que se desarmen hasta que sean capaces de ejercer un mayor poder político". Para ejercer mayor poder, primero deben desarrollar un mayor peso militar y económico, pero Álvarez no dice si quiere que hagan esto último. Álvarez sí aconseja que las naciones no nucleares "presionen con más intensidad para conseguir la universalidad" para los instrumentos diplomáticos existentes como el Tratado de No Proliferación (TNP) y el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (TPCEN). Pero, ¿que logrará la universalidad? Los estados nucleares generalmente utilizan estos instrumentos para consolidar las posiciones ventajosas que ya ostentan. Mientras tanto, estas naciones promueven la causa del desarme a paso glacial, si acaso.

Lo que me ha sorprendido de esta mesa redonda es la medida en la que las iniciativas anti-bombas pueden parecer caballos de batalla morales, con argumentos legalistas que disimulan lo poco práctico de dichas iniciativas. Aunque es verdad que, al inicio de la Guerra Fría, las deliberaciones en el Primer Comité de las Naciones Unidas cubrieron el desarme con la manta de la legitimidad del derecho internacional, hoy los principales instrumentos de desarme, como el TNP y el TPCEN, han perdido su credibilidad desde hace mucho. Tienen poca influencia sobre el comportamiento de los estados nucleares. Las naciones nucleares quizá puedan ser seducidas para que se acerquen al pozo del desarme, pero no pueden ser obligadas a tomar agua de él. Los defensores del desarme se vuelven demasiado optimistas y magnánimos para su propio bien cuando dibujan al desarme como algo dentro de su alcance, mantenido fuera de alcance tan sólo por los jueguitos hipócritas de algunos pocos estados, por sus consideraciones miopes de poderío militar y realpolitik. Está bien evocar atajos hacia el desarme tales como los esfuerzos para establecer un tratado para la prohibición de armas nucleares. Sin embargo, dichos intentos pueden esperar, en el mejor de los casos, producir un efecto político trampantojo.



Topics: Nuclear Weapons

 

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