Cómo cambié de opinión con respecto al reprocesamiento

By Klaus Janberg: ES, April 15, 2015

Esta historia muy personal comienza a fines de los años sesenta, cuando trabajaba como ingeniero haciendo el postdoctorado en un pequeño proyecto de investigación relacionado con el reactor reproductor rápido Phénix en Cadarache, el centro de investigación que era el núcleo de la investigación sobre seguridad para los reactores reproductores rápidos en Francia. Como casi todos los ingenieros nucleares de esa época yo estaba convencido de que Glenn Seaborg, el químico ganador del premio Nobel, tenía razón: los reactores reproductores y el reciclaje de plutonio abastecerían al mundo de energía barata ilimitada. Las consecuencias para el medio ambiente solo serían positivas. Cuando mi tiempo en Cadarache llegó a su fin, decidí, por lo tanto, ir a trabajar al país que aparentemente era el líder en reproductores y reprocesamiento, y pasé a trabajar en la operación de desarrollo del reactor reproductor de General Electric, en Sunnyvale, California.

Por aquellos días el uranio estaba subiendo de precio, y, en opinión de muchos, también comenzaba a escasear. Por consiguiente, el valor del plutonio era alto, al menos para uso militar, y en teoría también para uso civil. Cuando en 1970 Francia y Alemania decidieron emprender un gran proyecto demostrando el potencial comercial de los reactores reproductores rápidos a través del reactor Superphénix de 1200 megavatios, sentí la necesidad de participar en este proyecto europeo. Así que me mudé de nuevo, pero esta vez asumí un cargo del lado del operador en RWE, la empresa de energía eléctrica más importante de Alemania. Durante la fase previa al proyecto, RWE me dio la oportunidad de aprender sobre gestión de proyectos en el reactor SNR-300, en Kalkar, Alemania, que en ese momento se estaba construyendo.

RWE me envió también al reactor reproductor rápido Phénix en Francia para hacer el seguimiento de su conexión a la red, lo que formaba parte de la preparación para el proyecto Superphénix. Recuerdo con cariño la vista de la sala de control del reactor Phénix (sí, tenía una gran ventana). Podía ver el río Ródano y muchos aviones de combate que despegaban del campo de aviación al otro lado del río. Fue un período maravilloso, lleno de optimismo, optimismo que pareció particularmente justificado en 1974 cuando André Giraud, entonces director de la Comisión de Energía Atómica de Francia y posteriormente ministro de industria, anunció que la construcción internacional del reactor Superphénix comenzaría pronto. Para 1990 se habría completado la construcción de dos reactores reproductores rápidos adicionales de 1500 megavatios.

Sin embargo, de alguna forma pronto mi optimismo empezó a derrumbarse. Yo estaba intentando hacerme una idea más clara de los costos económicos relacionados con los reactores reproductores y el reprocesamiento del plutonio haciendo comparaciones simples de los gastos generados en reactores reproductores rápidos de tipo ciclo (loop), reactores reproductores rápidos de tipo piscina (pool), y reactores de agua ligera. Tomé en cuenta, entre otras cosas, los materiales necesarios para su construcción y su capacidad para variar la producción de electricidad, dado el caso. Llegué a la conclusión de que los reactores reproductores rápidos siempre terminarían en costos de capital más altos que los reactores de agua ligera, por lo menos de un 30 a un 50 por ciento más altos. Concluí a regañadientes que los reactores reproductores rápidos comerciales no tendrían éxito en mi generación, a menos, por supuesto, que cambios en los costos del ciclo de combustible vinieran al rescate. Y, de hecho, a fines de los años sesenta, la Autoridad de Energía Atómica del Reino Unido había empezado a ofrecer el reprocesamiento a precios inmejorables, solo $15 por kilogramo de metal pesado. Eurochemic, un centro de reprocesamiento común europeo, también ofrecía precios bajos, así como WAK, un pequeño centro de reprocesamiento alemán que, a pesar de sus precios asequibles, todavía tenía dificultades para llenar sus libros de compra en 1971. Por otro lado, los precios del uranio habían ido en aumento durante varios años, comenzando aproximadamente en 1975, dificultándole las cosas a empresas como Westinghouse, que vendía recargas de combustible a precio fijo.

Finalmente, en 1976 el gobierno alemán dispuso que el reprocesamiento debía ser el único enfoque legal de la fase final del ciclo de combustible. Esto obligó a las empresas de electricidad de ese país a emprender el reprocesamiento. Sin embargo, el único centro de reprocesamiento de todo el país era WAK, de modo que, para seguir las disposiciones gubernamentales, era necesario depender de contratos con el extranjero, y a BNFL, sucesora de la Autoridad de Energía Atómica de Gran Bretaña, le faltaba capacidad tras un incendio en su centro de recepción. Me volví a mudar a Alemania para negociar contratos de reprocesamiento con COGEMA, antecesora de la empresa de energía nuclear Areva, y para identificar la capacidad de almacenamiento para combustible usado hasta que COGEMA pudiera empezar a recibir combustible. Paralelamente desarrollamos el almacenamiento en seco en contenedores como alternativa.

No obstante, en ese momento, en 1978, COGEMA ofrecía el reprocesamiento solo bajo condiciones de costo incrementado, y esperaba obtener un considerable margen de beneficios de un 25 %. Entretanto, las grandes piscinas de almacenamiento alejadas de los reactores, con resistencia a los impactos aéreos y al sabotaje, no entrarían en funcionamiento durante algún tiempo. También eran más caras que la alternativa: almacenamiento en seco en contenedores. Para 1979 RWE había desechado los proyectos de piscinas alejadas de los reactores en favor de los contenedores.

En 1982 y 1983 COGEMA puso en marcha grandes piscinas que aliviaron a las empresas eléctricas alemanas. A pesar de ello, el futuro del reprocesamiento era sombrío. Cuando de forma inesperada COGEMA cotizó a los propietarios del reactor Superphénix precios extremadamente altos para el reprocesamiento, estos decidieron construir una gran piscina de almacenamiento en el centro para el combustible usado. Este fue el verdadero final de los reactores reproductores rápidos en Francia, no la decisión política de cerrarlos en 1998. La realidad de los costos surtió efecto. Los reproductores sin un ciclo de combustible comercial simplemente no tienen sentido.

Las empresas eléctricas alemanas se dieron cuenta en 1989 que el reprocesamiento aparejaría costos inaceptables, aun sin tener en cuenta el costo de la fabricación del combustible de óxido mixto de plutonio y uranio. A su vez, las altas velocidades de combustión del combustible de uranio hacían que el reprocesamiento fuera todavía menos rentable. Al mismo tiempo estaba claro que el uranio no escaseaba para nada. De hecho, volvía a estar disponible a precios decentes. A su vez, los proyectos de reprocesamiento en el Reino Unido y Japón nunca tuvieron el mismo éxito en cuanto a la producción que en Francia, y las perspectivas económicas del reprocesamiento se volvieron muy oscuras.

Hoy en día el plutonio ya no es un activo de alto valor en el balance de una empresa eléctrica. En el mejor de los casos es un ítem de valor cero. Sin embargo, a excepción de los países que podrían desarrollar con éxito reactores reproductores baratos y un ciclo de combustible asequible (China, India y Rusia todavía mantienen estas esperanzas), es más probable que sea un ítem de valor negativo. Uno teme que las empresas eléctricas de propiedad privada se conviertan en rehenes de su propio plutonio. Entretanto, en el caso de las empresas nacionales es el gobierno o, más precisamente, el contribuyente, el que se convertirá en rehén.

¿Será posible que algún día se demuestre que Seaborg tenía razón? Bien, yo llegué a la conclusión hace más de treinta años de que los reactores reproductores rápidos comerciales no serían una realidad en mi generación. Esto mismo parece todavía aplicarse a la generación más joven hoy día, y esta conclusión ni siquiera tiene en cuenta la amenaza de proliferación que implica el plutonio.

 


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