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By Sitki Egeli: ES, August 7, 2016
En la Primera Ronda Masako Ikegami explicó que los controles a las exportaciones estrictos y rígidos podían impedir la cooperación y el comercio de tecnología civil, así como perjudicar los intereses económicos, tanto de los proveedores como de los receptores. Un problema relacionado con el anterior es la manipulación de los controles a las exportaciones que a veces llevan a cabo los Estados tecnológicamente avanzados para mantener sus ventajas tecnológicas y estratégicas. Este tipo de comportamiento pone en duda la eficacia y legitimidad de los controles a las exportaciones.
La tecnología de drones es un ámbito en el que se presenta la manipulación: los controles a las exportaciones previstos en un principio para detener la difusión de misiles capaces de portar armas de destrucción masiva ahora restringen las transacciones internacionales relacionadas con drones. El principal promotor e impulsor de estas prácticas es Estados Unidos, seguido por los aliados europeos de Washington, junto con Israel, aparentemente debido a las presiones de Estados Unidos.
Esta historia se remonta a principios de la década de los noventa, cuando el Régimen de Control de la Tecnología de Misiles, que hasta entonces solo se había ocupado de los misiles balísticos, comenzó a aplicarse a los drones (y también a los misiles de crucero). En aquellos días hacían su debut drones más grandes, como el Predator de EE. UU. A algunos observadores les preocupaba que pudieran usarse drones de alto rendimiento para lanzar armas de destrucción masiva. Por lo tanto, se establecieron controles sobre los drones capaces de lanzar una carga de 500 kilogramos a una distancia de 300 kilómetros, el mismo umbral que define a los misiles balísticos capaces de portar armas nucleares.
Desde entonces, se han ampliado los usos militares de los drones. Los drones constituyen ahora importantes recursos para la vigilancia. En los campos de batalla modernos han comenzado a aparecer drones armados con bombas y cohetes convencionales, de gran potencia explosiva. Por lo tanto, en todo el mundo aumenta el interés en los drones, pero solo un número limitado de Estados disponen del know-how, dominan los sub-sistemas, y tienen la experiencia operativa necesaria para fabricar y desplegar drones confiables, de alto rendimiento (y, posteriormente, drones que puedan usarse como armas). Este control monopólico ha generado anomalías en la implementación de los controles a las exportaciones. Es decir, los controles previstos originalmente para detener la difusión de misiles balísticos capaces de portar armas de destrucción masiva se han utilizado para detener la difusión de la tecnología de drones que no llevan este tipo de armas, y que simplemente son capaces de portar municiones con gran potencia explosiva. Durante todo este proceso, las naciones que rechazan la tecnología han señalado al régimen como justificación de sus acciones.
La paradoja es que los drones de la clase Predator («depredador») o Reaper («segador») son menos apropiados para el lanzamiento de armas de destrucción masiva que los misiles balísticos o de crucero. De hecho, en lo que a la capacidad de lanzar armas de destrucción masiva refiere, los drones pueden compararse con los aviones de combate tripulados, con la excepción de que estos últimos son mucho más capaces y eficientes. Aun así, los controles a las exportaciones no relacionan a los aviones tripulados con las armas de destrucción masiva. Por lo tanto, ¿por qué debería ejercerse un examen y control tan estrictos sobre los aviones no tripulados?
La anomalía se vuelve aún más pronunciada al examinar los sub-sistemas de drones, por ejemplo, los designadores láser, que se utilizan para guiar a las municiones con autoguiado láser a sus objetivos. Si estás fabricando aviones tripulados, es relativamente fácil comprar sensores electro-ópticos equipados con designadores láser. No obstante, si la plataforma prevista es un dron, los mismos designadores láser no están permitidos. Esto se aplica incluso a los drones que no pueden portar armas, así como a los drones con alcances y cargas que están por debajo de los umbrales del régimen. Esto significa, de hecho, que se permite a los aviones tripulados disparar y guiar municiones letales, pero que se prohíbe hacerlo a los drones. Los aviones tripulados sin armas, aun siendo muy ligeros, pueden iluminar blancos mediante designadores láser de a bordo, permitiendo así que las municiones disparadas desde otras plataformas alcancen sus objetivos. No obstante, se prohíbe hacer lo mismo a los drones armados o no armados. Esto representa una flagrante desviación de los objetivos del régimen.
Los esfuerzos para detener la difusión de misiles solo resultan perjudicados cuando el régimen se utiliza indebidamente para controlar tecnología prevista para drones que no son capaces ni adecuados para lanzar armas de destrucción masiva. Los controles sobre los drones proporcionan un ejemplo excelente del impacto negativo que pueden tener las restricciones rígidas, generales u obsoletas sobre los controles a las exportaciones y su eficacia. Ante todo, el ejemplo de los drones subraya los efectos nocivos de incorporar en las agendas ocultas de las naciones los controles a las exportaciones relacionados con misiles, cuya finalidad principal es, después de todo, poner freno a la difusión de los misiles capaces de portar armas de destrucción masiva.
Topics: Nuclear Weapons, Technology and Security
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