¿Cumbres paralelas para la seguridad nuclear?

By Michael H. Fuchs: ES, April 22, 2016

La cuarta y última Cumbre sobre Seguridad Nuclear llegó y se fue sin atraer una enorme atención pública, con excepción de los habitantes de Washington D.C., que notaron algunas congestiones importantes de tráfico. Sin embargo, al igual que sus predecesoras, la cumbre de 2016 consiguió avances importantes para la seguridad nuclear. Se prometió apoyo adicional para las capacitaciones en materia de seguridad nuclear. Se formularon declaraciones conjuntas sobre la seguridad del transporte nuclear, la ciberseguridad, la minimización del uranio altamente enriquecido de uso civil y otras cuestiones varias. Esto significa que los avances son constantes. No es apasionante, pero sí sumamente necesario.

Ahora que el proceso de las cumbres ha concluido formalmente, es momento de pensar cómo los países pueden continuar el trabajo de las mismas, aparte de celebrar reuniones cada dos años con los jefes de Estado. De hecho, como escribí en la Primera Ronda, yo preferiría continuar con las Cumbres sobre Seguridad Nuclear en su formato actual. Sin embargo, ni mis colegas de mesa redonda ni la comunidad de seguridad nuclear más amplia parecen querer apoyar esta idea. Ahora bien, casi todos sostienen que el proceso de las cumbres ha sido productivo y que merece continuar, de una u otra forma.

En efecto, los participantes de la cumbre de 2016 ya aceptaron continuar el trabajo de las cumbres a través de varios mecanismos globales que se ocupan de cuestiones relacionadas. En particular, los países acordaron "planes de acción" que llevarán adelante las Naciones Unidas, el Organismo Internacional de Energía Atómica, la Iniciativa Global para Combatir el Terrorismo Nuclear, Interpol y la Asociación Mundial contra la Proliferación de Armas y Materiales de Destrucción Masiva. Estos planes de acción son guías fundamentales, detalladas, para los próximos años. Si se implementan, pueden ayudar a mantener los avances que lograron las cumbres. Entretanto, los sherpas ("funcionarios designados oficialmente que representaron a sus Gobiernos en la preparación de las Cumbres sobre Seguridad Nuclear") mantendrán conversaciones sobre otros caminos a seguir tras el proceso de las cumbres.

No obstante, es probable que estos procesos no sean suficientes para garantizar que los Estados implementen las decisiones adoptadas durante los últimos seis años o que asuman nuevos compromisos. Si los Gobiernos deben tomar decisiones difíciles, todavía son necesarios los eventos que los presionen a tomar medidas. Existen dos posibles caminos para lograr este objetivo.

El primero es una variación del formato existente de cumbres bienales con los jefes de Estado. Las cumbres podrían celebrarse cada dos años, de forma paralela a la Asamblea General de la ONU. Todos los setiembres de cada año, los líderes nacionales ya se reúnen en Nueva York para la asamblea anual de las Naciones Unidas. Todos los años, muchos de ellos participan en cumbres y eventos especiales paralelos que ponen en el candelero temas a los que debe prestarse especial atención. Este formato proporcionaría una gran ventaja: los líderes ya estarían reunidos en Nueva York y solo tendrían que dedicar unas horas adicionales a la seguridad nuclear. La desventaja sería que la mayoría de las reuniones paralelas a la Asamblea General de las Naciones Unidas quedan perdidas en un torbellino de otras reuniones. Por consiguiente, es posible que los medios de comunicación y las burocracias pertinentes no presten la atención adecuada a las cumbres sobre seguridad nuclear celebradas bajo este formato.

Un enfoque alternativo sería que, en lugar de los jefes de Estado, los ministros de asuntos exteriores y energía celebraran reuniones bienales sobre seguridad nuclear. Estos ministros tienen autoridad para tomar decisiones en muchos asuntos fundamentales de la política exterior y los programas nucleares civiles, de modo que su presencia garantizaría que las decisiones adoptadas en las reuniones contaran con el apoyo de los organismos nacionales pertinentes. Los ministros también son lo suficientemente importantes como para atraer la atención pública.

Es improbable que cualquier formato nuevo sea tan eficaz como el de las cumbres, aplicado desde 2010 hasta 2016. Sin embargo, las reuniones paralelas entre jefes de Estado, o las reuniones especializadas entre los ministros competentes, tendrían buenas posibilidades de dar a los países los incentivos que necesitan para continuar haciendo progresos en el terreno de la seguridad nuclear.

 


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