India y Pakistán: muy lejos de Kansas

By Rabia Akhtar: ES, November 11, 2016

Estados Unidos no disfruta de la misma influencia sobre Pakistán que una vez tuvo. Washington nunca pudo ejercer demasiada influencia sobre India. Así que, la idea de mi colega de mesa redonda Mario Carranza de que Washington pueda «obligar» a Nueva Delhi e Islamabad a «terminar con su carrera de armas nucleares y tomarse en serio el control armamentista», al mismo tiempo que Estados Unidos moderniza su propio arsenal nuclear, carece de rigor histórico.

El argumento que expuse contra «demasiado Tío Sam» no significa que esté a favor de eliminar a Estados Unidos de la ecuación indio-pakistaní. Pueden pasar décadas hasta que Washington retroceda como fuerza extra regional en Asia Meridional. Solo sugiero que las intervenciones prematuras de EE. UU. en las crisis de Asia Meridional animan a las dos partes a explorar opciones de guerra limitada (aun cuando India y Pakistán hayan acogido históricamente estas intervenciones).

Carranza escribe que «el principal objetivo de Washington en la región debe ser la desnuclearización». Estaría de acuerdo si viviéramos en la tierra de la fantasía. Pero no es así, y se han hecho elecciones. Estas se reflejan en las decisiones de Nueva Delhi e Islamabad de mantenerse por fuera del régimen de no proliferación nuclear, las decisiones de no aceptar la hipocresía organizada. Se reflejan en los cambiantes patrones de alianzas de Pakistán, que se acerca a China y Rusia. Por su parte, India se niega a poner todos sus huevos estratégicos en la canasta de Estados Unidos, a pesar de la conclusión del acuerdo nuclear entre India y EE. UU. y el impulso que ha dado Washington para que India integre el Grupo de Suministradores Nucleares. Quedaron atrás los días en los que el liderazgo de EE. UU. era la «clave», como sostiene Carranza, para resolver los problemas del subcontinente. Dorothy del mago de Oz tenía razón, ya no estamos en Kansas. Ni volveremos a estar allí.

Ni frágil ni aislado. Escribo esto poco después de un horrible atentado suicida en una academia de policía en Quetta, en la provincia pakistaní de Beluchistán. Murieron más de 60 jóvenes cadetes. Así que entiendo por qué mi colega Jayita Sarkar escribe que «el frágil Estado pakistaní puede derrumbarse». Desde la distancia podemos preguntarnos cómo Pakistán todavía sigue en pie.

Sin embargo, también es importante señalar la capacidad de este país para recuperarse del terrorismo. Es importante darle crédito por la operación militar Zarb-e-Azb que eliminó los escondrijos de terroristas en Waziristán del Norte. Pakistán es una nación resistente. Las naciones resistentes no son frágiles. Esto es digno de reconocimiento.

Sarkar relaciona la «fragilidad» de Pakistán con su supuesto aislamiento. Desde el ataque de militantes en Uri contra un puesto militar indio el 18 de septiembre, en India ha cobrado popularidad el cuento del aislamiento de Pakistán. Sin embargo, esta afirmación no resiste un examen detallado. Por ejemplo, Sarkar mencionó una conferencia de la Asociación Sudasiática para la Cooperación Regional (ASACR) programada en Pakistán para el próximo mes. La conferencia se pospuso debido a que algunas naciones se retiraron. Ahora bien, esta es una prueba muy débil del aislamiento de Pakistán, ya que la cumbre de la ASACR se cancela automáticamente aun cuando solo se retire un país miembro. Por el contrario, abundan las pruebas contra el aislamiento de Pakistán. El corredor económico chino-pakistaní está listo para atraer $ 150 000 millones en inversiones, pero no solo es China, la «compinche» de Pakistán, la que está invirtiendo. Irán también está interesado, y tanto Pekín como Islamabad lo recibirían con gusto en el corredor económico. En septiembre, las tropas rusas y pakistaníes llevaron a cabo por primera vez ejercicios militares conjuntos. A su vez, un equipo del Fondo Monetario Internacional, tras una visita reciente a Pakistán, reconoció que ese país había salido de su crisis económica y estaba en camino de implementar las necesarias reformas económicas. ¿Aislamiento? Recapaciten.

Sarkar relacionó también el riesgo de una «implosión» pakistaní con la posibilidad de la proliferación nuclear. Este tipo de argumento perdió fuerza hace mucho tiempo. Sin dudas, resulta fácil traer a colación a A.Q. Khan y «refregárnoslos por las narices», argumentando a favor de la relación entre Pakistán y la proliferación nuclear. Pero ¿por qué es tan difícil reconocer a Pakistán las medidas que ha adoptado para prevenir el surgimiento de A.Q. Khan 2.0?

Pakistán solo tiene una opción: seguir hacia adelante. India puede desearle el éxito y la prosperidad o bien el fracaso y el caos. No existen otras alternativas. Un diálogo político congelado en el tiempo no ayuda a ninguno de los dos países.

Estoy de acuerdo con Sarkar en que es necesario que India y Pakistán establezcan el diálogo bilateral en pos de la estabilidad nuclear, pero en Asia Meridional la estabilidad nuclear no es solo una cosa. Es una combinación de estabilidad política, estabilidad de la disuasión y estabilidad frente a las crisis. Mientras el sistema político bilateral no sea estable en sí mismo, no podrán lograrse ni la estabilidad de la disuasión ni la estabilidad frente a las crisis.

Pakistán e India deben dialogar, cueste lo que cueste.

 



Topics: Nuclear Weapons

 

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