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By Sinan Ulgen: ES, October 30, 2014
En su último ensayo, Li Bin argumentó que negar la legitimazación de las armas nucleares representa una alternativa prometedora para las iniciativas de desarme que, con su enfoque en los controles numéricos, están destinadas al fracaso. No estoy de acuerdo en que los límites numéricos estén destinados al fracaso, en especial si el objetivo del desarme, como ya señale en la primera ronda, es de acercarse y no es de alcanzar el "cero".
Para respaldar sus puntos de vista sobre los límites numéricos, Li analizó el fallido Tratado Naval de Washington de 1922. Este tratado limitó el número y el tamaño de buques de guerra que las naciones podían mantener en sus flotas, y éste colapsó en los años treinta. Li puntualizó que el tratado colapsó porque "poder controlar la cantidad de buques de guerra no cambió las actitudes hacia los mismos". Discrepo. La verdadera razón por la cual falló este tratado fue que carecía de un mecanismo adecuado de ejecución. Su fracaso dice poco al respecto del régimen de desarme y no proliferación. El Tratado Nuclear de No Proliferación (TNP), el Organismo Internacional de Energía Atómica, y por último, el Consejo de Seguridad de la ONU le proporcionan al régimen las claves institucionales para el cumplimiento, y debido a ello, el régimen ha podido soportar por varias décadas varios desafíos. Con la participación de estas instituciones, limitar el tamaño de los arsenales nucleares en una base multilateral, en efecto, es una propuesta viable (aunque también se requerirá de la transparencia, la cual permita que los estados nucleares supervisen el cumplimiento de las demás partes con los acuerdos).
Sigo creyendo que, debido a la naturaleza de las amenazas mundiales de seguridad y el carácter de las arquitecturas establecidas de seguridad, tanto a nivel global, como regional, la abolición completa de las armas nucleares es un objetivo irrealista. Sin embargo, he aquí lo que sí se puede conseguir: un compromiso universal de parte de los estados nucleares para que no usen las armas primero que otros. En la actualidad, China ha adoptado una política de que no debe usarlas primero. Estados Unidos rechaza el uso primero en contra de los estados no nucleares que son partes del TNP y que cumplen con las obligaciones de no proliferación, aunque Washington impone restricciones en ese compromiso. Rusia no respeta una política de no utilización primero. Este es un panorama difícil y poder imponer la política de no utilización primero sobre todos los estados nucleares sería una tarea desafiante. Aunque al final, se podría alcanzar esa meta. Si cada estado dotado de armamento nuclear adoptara una política incondicional de no utilización primero, se reduciría significativamente el riesgo de una guerra nuclear.
El mundo estuvo a punto de comenzar una guerra nuclear durante la Crisis Cubana de Misiles, pero eso fue hace más de 50 años. Las armas nucleares no han sido utilizadas en ningún conflicto desde 1945. A estas alturas, el récord sugiere que las naciones aprendieron a gestionar estas armas terribles. Adaptaron los conceptos de seguridad a la realidad de la era nuclear, desarrollando primero una doctrina de disuasión nuclear y luego ampliando la última. El sistema existente tal vez no es deseable —aún existe la posibilidad de una guerra nuclear— pero el sistema ha demostrado ser eficiente. En la medida en que esta mesa redonda llega a su fin, sigo sin ser convencido de los argumentos de mis colegas de que la abolición de las armas nucleares llevaría a un mundo más seguro del que existe hoy. En muchos sentidos, la abolición es un objetivo encomiable El problema es que no hay una manera realista de conseguirlo o de que perdure la seguridad ya que se alcance.
Topics: Nuclear Weapons
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