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By Raymund Jose G. Quilop: ES, November 11, 2016
Sí, sostuve en esta mesa redonda que Washington no debería renunciar al primer uso de las armas nucleares. Sin embargo, el punto crucial de mi razonamiento no es, como sugiere mi colega Ta Minh Tuan, que otros países no responderían a una declaración de renuncia al primer uso de EE. UU. efectuando sus propias declaraciones. De hecho, aun cuando todos los países con armas nucleares con la excepción de Estados Unidos decidieran renunciar al primer uso por su propia iniciativa, seguiría sosteniendo que la renuncia al primer uso no tiene ningún sentido para Washington. La renuncia al primer uso volvería inútil al arsenal nuclear de EE. UU y, como escribí en la Primera Ronda, «el enfoque más pragmático es que los Estados con armas nucleares mantengan cierta ambigüedad sobre si y por qué podrían usar armas nucleares en primer lugar». Este es el punto crucial de mi razonamiento.
Ta tiene razón al señalar que los acuerdos de control de armas, como el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) y el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares, se han negociado con la participación de países poseedores de armas nucleares, pero sugiere incorrectamente que estos países han participado en las negociaciones debido a los «llamamientos internacionales para la reducción del riesgo nuclear». Lo cierto es que las naciones con armas nucleares han actuado para mejorar su propia seguridad, el mismo imperativo que las llevó en primer lugar a desarrollar armas nucleares. Seamos realistas: los Estados priorizan sus propios intereses. Por consiguiente, cuando los países poderosos elaboran acuerdos internacionales y se permiten quedar obligados por los mismos, sus acciones se afianzan en la percepción de que hacerlo es beneficioso para ellos.
Tomemos como ejemplo al TNP. Los Estados sin armas nucleares tienen de hecho motivos para participar en el tratado. Sin embargo, los Estados que sí las tienen establecieron el tratado para evitar que otros Estados desarrollaran armas nucleares, no para otorgar beneficiosos a las naciones que no las poseen. El tratado restringe la posesión de las armas nucleares a los países que ya las tenían al momento de su entrada en vigor, dando así a estos últimos una ventaja injusta. Se trata de resguardar los propios intereses ¿o no?
La protección de los propios intereses explica por qué, a pesar de que el desarme nuclear general es un pilar del tratado, los Estados con armas nucleares no han eliminado sus armas. Es cierto que en algunos casos han reducido sus arsenales nucleares, pero solo cuando otros países han aceptado hacer lo mismo y han considerado que las reducciones mutuas serían beneficiosas para ambos. No cometamos errores, las reducciones nunca se han dado en circunstancias como las propuestas por Ta para las declaraciones de renuncia al primer uso, es decir, que una nación adopte una medida en pos del desarme con la esperanza de que otros países simplemente sigan su ejemplo.
Una política de renuncia al primer uso solo debería anunciarse cuando otras naciones aceptaran hacer la misma declaración (y, como mencioné anteriormente, aconsejaría a Estados Unidos no adoptar la renuncia al primer uso ni siquiera en ese caso). Estados Unidos sería sumamenteingenuo si adoptara la renuncia al primer uso y esperara que otros lo siguieran. A menos que todos los miembros del club nuclear aceptaran previamente renunciar al primer uso, Washington no podría tener ninguna expectativa de que otros Estados con armas nucleares asumieran recíprocamente su mismo compromiso. A su vez, es ingenuo escribir, como hace Ta, que Estados Unidos daría «un buen ejemplo a otras naciones con armas nucleares» si renunciara al primer uso. No se seguiría el buen ejemplo.
Ta también se equivoca al escribir que una declaración de renuncia al primer uso de EE. UU. «aumentaría el prestigio de este país». ¿Cómo? El prestigio proviene de tener armas nucleares en primer lugar. De hecho, el deseo de prestigio es uno de los factores que ha llevado a los Estados a desarrollar estas armas.
Ta sostiene que el sistema de seguridad internacional «depende del respeto y cumplimiento de los compromisos nacionales y del derecho internacional». Es verdad, en la medida en que el respeto del derecho internacional y de los compromisos nacionales es necesario para la paz y la estabilidad globales. Necesario, pero insuficiente. Esta es justamente la razón por la que los Estados se arman. Cuanto más letales sean sus armas, más influencia obtienen debido a la posesión de las mismas.
Topics: Nuclear Weapons
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