Para reducir las amenazas de misiles, hay que pensar más allá de los contextos individuales

Es poco probable que el establecimiento de normas e instrumentos internacionales para evitar la proliferación de misiles tenga éxito mientras estos esfuerzos se sigan considerando discriminatorios y carezcan de adhesión casi universal. Estos intentos también fracasarán mientras los misiles, ya sean convencionales como con armas de destrucción masiva, continúen siendo una parte esencial de la seguridad de las naciones.

Los autores de esta mesa redonda  muestran un amplio consenso sobre estos puntos. No obstante, mi colega Masako Ikegami aboga en la Segunda Ronda por un tratado, al estilo del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF, por sus siglas en inglés), «que eliminaría la doble amenaza de los misiles y las armas nucleares no estratégicas». Resulta claro que persiste el deseo de abordar la cuestión de la proliferación de misiles a través de un tratado o régimen universal, sin importar los obstáculos que se presenten para lograr este objetivo.

Ikegami detalla algunas de las razones por las que sería sumamente difícil establecer un tratado INF a nivel global, o un acuerdo para eliminar los misiles balísticos, o incluso variaciones regionales de esta idea. No obstante, sí sería posible globalizar los principios subyacentes del INF. Estos principios incluían el compromiso de reducir los peligros que presentaban los misiles desplegados por anticipado, con tiempos de vuelo muy cortos y un sistema de alerta instantáneo. Implicaban, también, reconocer la necesidad de reducir las tensiones y generar confianza. A su vez, incorporaban el deseo de abordar, tanto a nivel global como regional, las raíces de la inseguridad entre las naciones.

Así que, ¿pueden las naciones que poseen misiles balísticos con armas de destrucción masiva adoptar medidas, tanto de forma unilateral, bilateral, regional o global, que estén de acuerdo con estos principios y reduzcan las amenazas que presentan todos los misiles? La respuesta es sí, pero con matices.

Un paso sería que los nueve Estados con armas nucleares adoptaran una política de renuncia al primer uso de armas nucleares. Dos de estos países, China e India, ya implementaron esta política. Actualmente, Barack Obama está supuestamente considerando la adopción de esta política por parte de Estados Unidos, antes de abandonar su cargo. Algunos observadores miran con escepticismo este cambio, especialmente tomando en cuenta sus implicaciones sobre los compromisos contraídos por Washington en el marco de alianzas en el noreste de Asia. No obstante, las políticas de renuncia al primer uso podrían contribuir de forma muy importante a la seguridad global, en especial si contaran con la adhesión de todos estos nueve Estados.

Otro paso podría ser reducir el estado de alerta de las fuerzas de misiles, en especial de los misiles con ojivas nucleares, para que no pudieran lanzarse de modo instantáneo. La suspensión del estado de alerta daría a los tomadores de decisiones más tiempo para reaccionar frente a los acontecimientos y, quizás, buscar soluciones diplomáticas. Un acuerdo para suspender el estado de alerta entre Estados Unidos y Rusia (que también implicara a China e India, que aparentemente no mantienen sus fuerzas nucleares en alerta en la actualidad), podría dar el impulso necesario para establecer un régimen global que garantizara la suspensión del estado de alerta de las fuerzas nucleares de todos los nueve Estados con armas nucleares.

Otra idea podría ser también eliminar de forma verificable los misiles tácticos capaces de portar armas nucleares, con alcances inferiores a los 150 kilómetros, en especial en regiones en las que los tiempos de vuelo son extremadamente cortos. Estas armas deben desplegarse invariablemente por anticipado y en estado de alerta máxima, delegándose la autoridad para disponer su lanzamiento a comandantes locales, lo que las vuelve sumamente peligrosas y desestabilizantes. Dado que solo dos Estados con armas nucleares, Corea del Norte y Pakistán, poseen este tipo de misiles, los otros siete Estados podrían intentar, como punto de partida, establecer un régimen global de «prohibición de misiles nucleares tácticos» entre ellos.

Un Grupo de Expertos Gubernamentales de la ONU propuso otras ideas en el año 2008. A modo de ejemplo, el grupo sugirió que se hicieran esfuerzos específicos para «mejorar la seguridad global y regional, incluyendo la resolución pacífica de controversias». Este enfoque podría ser particularmente útil en el noreste de Asia, una región que recientemente ha sido testigo del mayor número de ensayos con misiles del mundo, así como de crecientes tensiones. Ahora bien, debido a que es poco probable que un enfoque uniforme funcione en todas las regiones, cada acuerdo regional debería celebrarse a medida, tomando en cuenta el contexto histórico, geográfico, tecnológico y político del lugar.

Por ejemplo, en el noreste de Asia, el foro que mejor podría conducir a la reducción de las amenazas de misiles sería quizás el mecanismo suspendido de las conversaciones a seis bandos. Si las conversaciones se retomaran, su agenda podría incluir una «hoja de ruta modelo para crear un régimen regional de limitación de misiles» en varias etapas, tal como propuso el investigador de la Universidad Rikkyo, Akira Kurosaki. Este modelo requeriría inevitablemente, en las etapas iniciales del proceso, establecer «una organización regional para el control de la tecnología de misiles, la notificación previa de los ensayos de vuelo con misiles, el intercambio de información sobre armamentos de misiles, así como inspecciones y verificación». Sin embargo, para que las conversaciones puedan reactivarse, China y Estados Unidos tendrían que desempeñar un papel diplomático crucial.

Como conclusión, los autores de esta mesa redonda comparten la opinión de que la mejor forma de abordar la proliferación de misiles es a través de medios políticos y diplomáticos, no mediante métodos militares. Los esfuerzos tecnológicos, como la defensa contra misiles, sin dudas continuarán. Sin embargo, sigue sin demostrarse su capacidad para evitar la proliferación de misiles, o los ataques con los mismos.

 


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