¿Por qué las Cumbres sobre Seguridad Nuclear merecen continuar?

By Michael H. Fuchs: ES, April 13, 2016

Las noticias de estos días están llenas de recordatorios de que los programas nucleares civiles pueden implicar graves riesgos para la seguridad. A raíz de los ataques terroristas en Bruselas, a los belgas les preocupa la seguridad de las instalaciones nucleares de su país. La Iniciativa relativa a la amenaza nuclear (Nuclear Threat Initiative) informa que "los centros nucleares no están preparados para las crecientes amenazas cibernéticas", subrayando el peligro de que estos puedan ser vulnerables a actos de sabotaje o robo cibernéticos. Además, el accidente de 2011 en la planta nuclear de Fukushima Daiichi, que volvió inhabitable una importante zona alrededor del lugar del accidente durante décadas, es un indicador de lo que podría ocurrir si actores malintencionados vulneraran la seguridad de un centro nuclear. Estos son solo algunos ejemplos que ilustran los innumerables desafíos que el mundo debe afrontar para garantizar la seguridad de los programas nucleares civiles.

Así que, en vista de tantos desafíos, ¿cómo deberían colaborar los países para abordar estas polifacéticas amenazas?

Una parte de la respuesta se encuentra en una de las reglas inmutables de los asuntos internacionales: si quieres hacer progresos, organiza una reunión. En diplomacia, las reuniones son eventos que obligan a tomar medidas; presionan a los gobiernos y burocracias a tomar decisiones sobre temas clave. El estándar de excelencia está dado, por supuesto, por las reuniones en las que participan los jefes de Estado. A su vez, si puedes lograr que los jefes de Estado se obliguen a asistir a más de una reunión sobre un determinado tema, habrás conseguido obtener casi el nivel más alto de compromiso político que puede ofrecer un país, aparte de los acuerdos legalmente vinculantes.

Por estas razones, las Cumbres sobre Seguridad Nuclear, que comenzaron en 2010 y se han celebrado desde entonces cada dos años con la participación de los jefes de Estado, han aumentado considerablemente la atención que Estados Unidos y otras naciones prestan a la prevención del terrorismo nuclear. La pregunta es, entonces, por qué el mundo debería abandonar ahora un proceso de cumbres que ha logrado tantos avances para la mejora de la seguridad nuclear.

Impulsar los progresos. El discurso de Praga del presidente Obama de 2009 se recuerda como una visión radical para trabajar en pos de un mundo sin armas nucleares. Sin embargo, quizás el resultado más tangible de su discurso surgió a raíz de su declaración en la que afirmó "tenemos que asegurarnos de que los terroristas nunca adquieran un arma nuclear. Esta es la amenaza más inmediata y extrema para la seguridad global….así que hoy anuncio un nuevo esfuerzo internacional para asegurar todo el material nuclear vulnerable en todo el mundo en un plazo de cuatro años". Este anuncio marcó el nacimiento de las Cumbres sobre Seguridad Nuclear.

Ha quedado de manifiesto que el plazo de cuatro años para asegurar todos los materiales nucleares vulnerables, que el presidente Obama se fijó como meta, no ha sido suficiente. No obstante, las cumbres han impulsado los progresos para asegurar los materiales nucleares en países de todo el mundo. Por ejemplo, en la cumbre de 2014, 12 naciones anunciaron conjuntamente que habían eliminado el uranio altamente enriquecido dentro de sus fronteras. Las cumbres también dieron lugar a varios esfuerzos para, por ejemplo, mejorar la Iniciativa Global para Combatir el Terrorismo Nuclear, cuya finalidad es fortalecer los regímenes internacionales para proteger los materiales nucleares y evitar que los terroristas se apropien de ellos.

Sin embargo, aun sin tener en cuenta los resultados específicos de las cumbres, estas lograron uno de sus objetivos iniciales, al inducir a los Gobiernos a prestar atención a la seguridad nuclear, al más alto nivel. Han mantenido la presión sobre los Gobiernos para que tomen medidas. Sin un proceso de cumbres en el que centrar su atención, los líderes pocas veces participan directamente en el Tratado de No Proliferación Nuclear o procesos relacionados con el mismo, aun cuando este sea el marco que regula muchos de los esfuerzos del mundo para reforzar la seguridad nuclear. La consecuencia es que actividades aparentemente mundanas, aunque sumamente importantes, como garantizar la seguridad en plantas de energía nuclear, muchas veces no forman parte del orden del día en las reuniones de los líderes. El proceso de las cumbres cambia esta dinámica. Cada dos años, junta a los líderes en una sala para hablar única y exclusivamente sobre la seguridad nuclear.

Es más, las cumbres están diseñadas para que los líderes que quieran ser vistos como contribuyentes a la seguridad global tengan una oportunidad de gran repercusión mediática para asumir compromisos en pos de la seguridad de los materiales nucleares, y de hacerlo antes que los líderes de muchos de los países más grandes y más poderosos del mundo. El sistema de la cumbre también presiona a los países para que asuman compromisos concretos. Son pocos los jefes de Estado que asisten a las cumbres los que desean ser objeto de críticas por no tomar ninguna medida en estas oportunidades.

Ahora bien, la belleza del sistema de cumbres o, en cualquier caso, de parte del mismo, es que estas no son las Naciones Unidas o el Organismo Internacional de Energía Atómica. Por lo tanto, en las cumbres no es necesario el consenso, o contentarse con el menor denominador común, para tomar medidas. El proceso de las cumbres procura lograr compromisos nacionales a través de comunicados obtenidos sobre la base del consenso, pero también hace uso del innovador mecanismo de los "house gifts" ("regalos para llevar de visita"), a través de los que los países pueden asumir compromisos unilaterales para la seguridad nuclear y de "gift baskets" ("canastas de regalos"), mediante los que grupos de naciones más pequeños pueden asumir compromisos multilaterales. Esta flexibilidad ha contribuido de forma importante a la viabilidad de las cumbres.

Compromiso continuo. Todavía queda mucho trabajo por hacer para mejorar la seguridad nuclear. Este año el Índice de Seguridad Nuclear (Nuclear Security Index), elaborado por la Nuclear Threat Initiative, deja claro que todavía muchos materiales y centros nucleares en el mundo siguen siendo vulnerables. Entre las vulnerabilidades se incluye el riesgo de ataques y sabotajes cibernéticos. De hecho, el Índice de Seguridad Nuclear incluye un nuevo ranking de sabotaje que demuestra que "muchos países que están considerando la energía nuclear están luchando por implementar las medidas básicas necesarias para evitar un acto de sabotaje que podría dar lugar a escapes radiactivos similares en su magnitud al desastre de 2011 en Fukushima, Japón".

Aparentemente, en la cumbre de Washington que concluye el 1 de abril, se dará a conocer un documento consensuado sobre el futuro del proceso de las cumbres. En este se prevé incorporar el trabajo de las cumbres con más firmeza en cinco instituciones y asociaciones internacionales: las Naciones Unidas, el Organismo Internacional de Energía Atómica, Interpol, la Iniciativa Global para Combatir el Terrorismo Nuclear y la Asociación Mundial contra la Proliferación de Armas y Materiales de Destrucción Masiva. Tiene sentido. Los acuerdos políticos alcanzados en las cumbres deben implementarse y la mejor forma de controlar su implementación es a través del trabajo cotidiano de las instituciones y asociaciones existentes.

Sin embargo, la seguridad nuclear aún debe afrontar enormes desafíos, de modo que el proceso de las cumbres debería continuar más allá de la presidencia de Obama. Si las naciones deben seguir asumiendo compromisos difíciles para evitar el terrorismo nuclear, si es necesario impulsar nuevas medidas a la vez que se garantiza la implementación de compromisos anteriores, la participación de los jefes de Estado cada dos años todavía cumple un papel crucial. Ningún jefe de Estado puede comprometerse a asistir a cumbres periódicas sobre cualquier tema importante. Sin embargo, a cualquiera de ellos le costaría mucho explicar por qué no puede dedicar un día, cada dos años, para reunirse con sus pares de todo el mundo e intentar prevenir el terrorismo nuclear.

Concluir las cumbres ahora sería como terminar una carrera cuando estás ganando, y la seguridad nuclear no es una carrera que quieras perder.


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